PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año
16 - Número 4838 ~ Martes 2 de Noviembre de 2021.Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina) Alabado sea Jesucristo…
La
Iglesia Católica nos invita el 2 de
noviembre, conmemoración de todos los fieles difuntos, a rezar por
nuestros muertos queridos, miembros del Cuerpo Místico de Cristo. Ellos
constituyen la Iglesia Purgante y viven en solidaridad con los demás miembros
–los de la Iglesia Militante en la tierra y los de la Iglesia Triunfante en el
Paraíso– y en comunión con Dios, aunque de diverso modo.
Así
como las almas de los fieles que alcanzaron ya su meta definitiva en el Cielo,
viven en una perfecta intimidad con la Trinidad Beatísima, y los que aún
vivimos en el mundo batallamos contra nuestras pasiones por ser fieles a Dios,
las almas del Purgatorio pasaron ya por el mundo, pero todavía no gozan de Dios
y requieren, por lo tanto, de nuestras oraciones a la Misericordia de la
Santísima Trinidad.
¡Buenos días María! El sufrimiento humano es parte de la naturaleza del
hombre, es algo inevitable en la vida, y Jesús nos ha enseñado, con su propio
sufrimiento, que el dolor tiene valor de salvación. Lo importante es el sentido
que nosotros le demos.
Los Evangelios muestran a la Virgen Santísima
presente, con inmenso amor y dolor de Madre, junto a la cruz en el momento de
la muerte redentora de su Hijo, uniéndose a sus padecimientos y mereciendo por ello
el título de Corredentora. Es ella quien, con su compañía, su fortaleza y su
fe, nos da fuerza en los momentos de dolor, en los sufrimientos diarios.
Debemos ser fuertes ante el dolor y ofrecerlo a Dios por
la salvación de las almas. De este modo podremos convertir el sufrimiento en
sacrificio. Esto nos ayudará a amar más a Dios y a los demás, uniendo nuestro
sacrificio al de Cristo.
María, tú que has pasado por un dolor tan grande y un
sufrimiento tan profundo, ayúdanos a seguir tu ejemplo ante las dificultades de
nuestra propia vida.
La Palabra de Dios Lecturas del día ♥ Primera Lectura: Sabiduría 3,1-9
♥ Salmo: Sal 27 (26) 1.4.7.8.9.13-14
♥ Segunda Lectura: Romanos 6,3-9
♥ SANTO EVANGELIO: Lucas 23,33.39-43
Cuando los soldados llegaron al lugar llamado
Calvario, crucificaron allí a Jesús y a los malhechores, uno a la derecha y
otro a la izquierda. Uno de los malhechores colgados le insultaba: «¿No eres tú
el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!». Pero el otro le respondió
diciendo: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros
con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste
nada malo ha hecho». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu
Reino». Jesús le dijo: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso».
♥ Comentario:
Hoy, el Evangelio evoca el hecho más fundamental del
cristiano: la muerte y resurrección de Jesús. Hagamos nuestra, hoy, la plegaria
del Buen Ladrón: «Jesús, acuérdate de mí» (Lc 23,42). «La Iglesia no ruega por
los santos como ruega por los difuntos, que duermen en el Señor, sino que se
encomienda a las oraciones de aquéllos y ruega por éstos», decía san Agustín en
un Sermón. Una vez al año, por lo menos, los cristianos nos preguntamos sobre
el sentido de nuestra vida y sobre el sentido de nuestra muerte y resurrección.
Es el día de la conmemoración de los fieles difuntos, de la que san Agustín nos
ha mostrado su distinción respecto a la fiesta de Todos los Santos.
Los sufrimientos de la Humanidad son los mismos que
los de la Iglesia y, sin duda, tienen en común que todo sufrimiento humano es
de algún modo privación de vida. Por eso, la muerte de un ser querido nos
produce un dolor tan indescriptible que ni tan sólo la fe puede aliviarlo. Así,
los hombres siempre han querido honrar a los difuntos. La memoria, en efecto,
es un modo de hacer que los ausentes estén presentes, de perpetuar su vida.
Pero sus mecanismos psicológicos y sociales amortiguan los recuerdos con el
tiempo. Y si eso puede humanamente llevar a la angustia, cristianamente,
gracias a la resurrección, tenemos paz. La ventaja de creer en ella es que nos
permite confiar en que, a pesar del olvido, volveremos a encontrarlos en la
otra vida.
Una segunda ventaja de creer es que, al recordar a
los difuntos, oramos por ellos. Lo hacemos desde nuestro interior, en la
intimidad con Dios, y cada vez que oramos juntos, en la Eucaristía, no estamos
solos ante el misterio de la muerte y de la vida, sino que lo compartimos como
miembros del Cuerpo de Cristo. Más aún: al ver la cruz, suspendida entre el
cielo y la tierra, sabemos que se establece una comunión entre nosotros y
nuestros difuntos. Por eso, san Francisco proclamó agradecido: «Alabado seas,
mi Señor, por nuestra hermana, la muerte corporal».
* Fra. Agustí BOADAS
Llavat OFM (Barcelona, España)
Santoral Católico: Conmemoración de todos
los fieles difuntos La Iglesia, después de celebrar ayer la fiesta de
todos sus hijos bienaventurados ya en el cielo, se interesa hoy ante el Señor
en favor de las almas de todos cuantos nos precedieron en el signo de la fe y
duermen en la esperanza de la resurrección, para que, purificados de toda
mancha de pecado, puedan gozar de la felicidad eterna. Celebramos, pues, la
victoria de Cristo, y de nosotros con Él, sobre la muerte. Y hacemos memoria de
cuantos, habiendo compartido ya la muerte de Jesucristo, están llamados a
compartir también con Él la gloria de la resurrección. El primer prefacio de
difuntos nos enseña que «en Cristo brilla la esperanza de nuestra feliz
resurrección; y así, aunque la certeza de morir nos entristece, nos consuela la
promesa de la futura inmortalidad; porque la vida de los que creemos en el Señor,
no termina, se transforma; y, al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos
una mansión eterna en el cielo». Mientras nosotros pedimos por los difuntos,
ellos interceden por nosotros.
Oración: Oh
Dios, que resucitaste a tu Hijo para que, venciendo la muerte, entrara en tu
reino, concede a tus siervos difuntos que, superada su condición mortal, puedan
contemplarte para siempre como su Creador y Salvador. Por Jesucristo, nuestro
Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
* Directorio Franciscano
– Catholic.net
Palabras del Papa
Francisco “¡Seremos finalmente revestidosde la alegría, de la pazy del amor de Dios en modo completo,sin más ningún límite,y estaremos cara a cara con Él!¡Es bello pensar esto!Pensar en el cielo… es bello.¡Da fuerza al alma!” Tema del día:Sobre la muerte Imagínate ahora como si estuvieses en el lecho, a
punto de morir y de dejar todas las cosas de este mundo...
¡Oh Dios mío, dadme una
buena y santa muerte, y después la gloria eterna del Cielo!
1.- Soy joven, tengo salud y fuerzas; y casi parece
que me he hecho la ilusión de que yo no he de morir. Y sin embargo mi vida
pasa. ¡Cuántas veces he visto las aguas de un río, cómo van bajando, bajando
hacia el mar! Así mi vida va caminando, caminando hacia el sepulcro. Cada día
que pasa estoy un día más cerca de la muerte. Al viajar en ferrocarril, ¿no he
visto cómo unos bajan en una estación, otros en otra, hasta que no queda nadie
en el tren? Así en esta vida, unos acaban su viaje en la infancia, cuando son
aún pequeñitos; otros, en plena juventud. ¿No he visto morir a algunos jóvenes,
que quizá eran amigos o conocidos míos? ¿Llegará un día para mí la muerte?
Ciertamente que sí. ¿Cuándo será? No lo sé. ¿En dónde moriré? No lo sé. ¿Cómo
moriré? No lo sé, no lo sé. Piénsalo unos momentos.
2 ¿Qué es morir? Es separarse el alma del cuerpo. Han
vivido siempre juntos, y es necesario separarse. El cuerpo, cada día lo vemos,
es llevado al cementerio, en donde se deshace y se pudre. Pero el alma, ¿a
dónde va? Esta alma que tengo, que me hace conocer, recordar, querer, ¿dónde
va? Ella no va al cementerio, sino que en el mismo instante en que se separa
del cuerpo, se presenta ante el tribunal de Dios, el cual le pide cuenta de
todo lo que ha pensado, dicho y hecho en toda su vida. Si ahora mismo tuvieras
que presentarte delante de Dios, ¿estaría tranquila tu conciencia? Piénsalo
bien.
3.- ¡Qué terrible ha de ser presentarse delante de
Dios en pecado mortal y oír la sentencia de condenación eterna! Ya no se puede
volver atrás; el mundo ha pasado para siempre y la sentencia de Dios se
cumplirá, sin que valgan súplicas ni excusas de ninguna clase. ¡Qué dulce y
delicioso debe ser presentarse el alma en gracia de Dios, es decir, sin pecado
mortal alguno! ¡Qué alegría al ver que se le abren las puertas del Cielo, y que
allí vivirá eternamente. Piénsalo bien.
4- ¿Qué prefieres? ¿Qué desearías haber hecho en la
hora de tu muerte? Hazlo ahora, porque después quizá sería ya tarde. Forma el
propósito de portarte bien, de cumplir los mandamientos de la Ley de Dios, de
huir del pecado y de frecuentar devotamente los santos Sacramentos. No te dejes
engañar de las vanidades del mundo, que a tantos condenan y que pronto han de
acabar; trabaja por salvar tu alma, que no morirá nunca. Mira cómo te has
portado hasta ahora; y si ves que no vas por el camino del Cielo, procura
enmendarte y cambiar de vida. Piénsalo bien.
(P. Luis Rivera)
Meditaciones de “Pequeñas
Semillitas” La muerte no es nada, sólo he pasado a la habitación
de al lado. Yo soy yo, ustedes son ustedes. Lo que somos unos para los otros
seguimos siéndolo. Denme el nombre que siempre me han dado. Hablen de mí como
siempre lo han hecho. No usen un tono diferente. No tomen un aire solemne y
triste. Sigan riendo de lo que nos hacía reír juntos. Recen, sonrían, piensen
en mí. Que mi nombre sea pronunciado como siempre lo ha sido, sin énfasis de
ninguna clase, sin señal de sombra. La vida es lo que siempre ha sido. El hilo
no se ha cortado. ¿Por qué estaría yo fuera de su mente? ¿Simplemente porque
estoy fuera de su vista? Los espero. No estoy lejos, sólo al otro lado del
camino. ¿Ven? Todo está bien. No lloren si me aman. ¡Si conocieran el don de
Dios y lo que es el Cielo! ¡Si pudieran oír el cántico de los Ángeles y verme
en medio de ellos! ¡Si pudieran ver con sus ojos los horizontes, los campos
eternos y los nuevos senderos que atravieso! ¡Si por un instante pudieran
contemplar como yo la belleza ante la cual todas las bellezas palidecen!
Créanme: Cuando la muerte venga a romper sus ligaduras como ha roto las que a
mí me encadenaban y, cuando un día que Dios ha fijado y conoce, su alma venga a
este Cielo en el que los ha precedido la mía, ese día volverán a ver a aquel
que los amaba y que siempre los ama, y encontrarán su corazón con todas sus
ternuras purificadas. Volverán a verme, pero transfigurado y feliz, no ya
esperando la muerte, sino avanzando con ustedes por los senderos nuevos de la Luz
y de la Vida, bebiendo con embriaguez, a los pies de Dios, un néctar del cual
nadie se saciará jamás.
(San Agustín de Hipona)
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contactos, y de ese modo ayudan a sembrar en el mundo la alegría del Evangelio.
Año de San José San José, hombre justo y
modelo de virtudes,es el Patrono Universal de
la santa Iglesia,y por lo tanto de todos
nosotros.Es el santo que tuvo en la
tierrala misión más grande y
noble:proteger al Niño Dios y su
Santísima Madre.
Noviembre 2
En este día que recordamos a
nuestros familiares y amigos fallecidos, te pedimos san José que por tu
intercesión podamos prepararnos para un día poder gozar también nosotros de los
bienes del cielo. Amén.
(P. Florentín Brusa, cmf)
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de Dios-(el más pequeñito de
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