domingo, 29 de agosto de 2021

Pequeñas Semillitas 4773

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 16 - Número 4773 ~ Domingo 29 de Agosto de 2021.
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
El Evangelio de San Marcos explica las costumbres judías, pues iba dirigido a los cristianos procedentes del paganismo que no conocían las costumbres judías.
Jesucristo insiste que lo importantes es el corazón, pues de él salen los malos pensamientos, los odios, los rencores, la avaricia, la soberbia, la lujuria, etc. Las acciones del hombre se originan en el corazón. Si éste está manchado, todo el hombre queda manchado.
Por eso llama hipócritas a los que se contentan con las obras externas, pero no limpian su corazón.
Seamos sinceros en nuestro proceder, y purifiquemos nuestro corazón para que nuestras obras sean buenas.
(P. Jorge Loring S.J.)
 
¡Buenos días María!
Mayo, agosto, octubre y de cierta forma diciembre, es decir, una tercera parte del año está consagrada a Nuestra Señora. A esos meses podríamos agregar numerosas fiestas que celebran un aspecto particular del misterio de la Santa Madre de Dios, así como los sábados que se nos proponen como días marianos.
La liturgia nos dice la importancia de María con múltiples vocablos que desgranan como una meditación infinita las letanías de la Virgen. Una contemplación de los nombres de María y de las solemnidades que ponen en evidencia los misterios más importantes de la sierva humilde nos introducen en la profundidad inefable de la relación entre el hombre y Dios.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Deuteronomio 4,1-2.6-8
 
Salmo: Sal 15 (14),2-3a.3cd-4ab.4cd-5
 
Segunda Lectura: Santiago 1,17-18.21b-22.27
 
SANTO EVANGELIO: Mc 7,1-8.14-15.21-23
En aquel tiempo, se reunieron junto a Jesús los fariseos, así como algunos escribas venidos de Jerusalén, y vieron que algunos de sus discípulos comían con manos impuras, es decir no lavadas. Es que los fariseos y todos los judíos no comen sin haberse lavado las manos hasta el codo, aferrados a la tradición de los antiguos, y al volver de la plaza, si no se bañan, no comen; y hay otras muchas cosas que observan por tradición, como la purificación de copas, jarros y bandejas. Por ello, los fariseos y los escribas le preguntan: «¿Por qué tus discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados, sino que comen con manos impuras?». Él les dijo: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según está escrito: ‘Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres’. Dejando el precepto de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres».
Llamó otra vez a la gente y les dijo: «Oídme todos y entended. Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre».
 
Comentario:
Hoy, la Palabra del Señor nos ayuda a discernir que por encima de las costumbres humanas están los Mandamientos de Dios. De hecho, con el paso del tiempo, es fácil que distorsionemos los consejos evangélicos y, dándonos o no cuenta, substituimos los Mandamientos o bien los ahogamos con una exagerada meticulosidad: «Al volver de la plaza, si no se bañan, no comen; y hay otras muchas cosas que observan por tradición, como la purificación de copas, jarros y bandejas...» (Mc 7,4). Es por esto que la gente sencilla, con un sentido común popular, no hicieron caso a los doctores de la Ley ni a los fariseos, que sobreponían especulaciones humanas a la Palabra de Dios. Jesús aplica la denuncia profética de Isaías contra los religiosamente hipócritas: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí» (Mc 7,6).
En estos últimos años, San Juan Pablo II, al pedir perdón en nombre de la Iglesia por todas las cosas negativas que sus hijos habían hecho a lo largo de la historia, lo ha manifestado en el sentido de que «nos habíamos separado del Evangelio».
«Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre» (Mc 7,15), nos dice Jesús. Sólo lo que sale del corazón del hombre, desde la interioridad consciente de la persona humana, nos puede hacer malos. Esta malicia es la que daña a toda la Humanidad y a uno mismo. La religiosidad no consiste precisamente en lavarse las manos (¡Recordemos a Pilatos que entrega a Jesucristo a la muerte!), sino mantener puro el corazón.
Dicho de una manera positiva, es lo que santa Teresa del Niño Jesús nos dice en sus Manuscritos biográficos: «Cuando contemplaba el cuerpo místico de Cristo (...) comprendí que la Iglesia tiene un corazón (...) encendido de amor». De un corazón que ama surgen las obras bien hechas que ayudan en concreto a quien lo necesita «Porque tuve hambre, y me disteis de comer...» (Mt 25,35).
* Rev. D. Josep Lluís SOCÍAS i Bruguera (Badalona, Barcelona, España)
 
El martirio de san Juan Bautista
Recordamos hoy el martirio, por degollación, de san Juan, el precursor del Señor, que le preparó el camino, lo anunció y señaló, lo bautizó, y luego fue mártir de la verdad y la justicia. Los evangelios nos dicen que Herodes Antipas encarceló a Juan en la fortaleza de Maqueronte porque lo acusaba de vivir con Herodías, mujer de su hermano Felipe. En la fiesta de su cumpleaños, le gustó tanto a Herodes el baile de Salomé, hija de Herodías, que prometió darle lo que le pidiera. La joven, instigada por su madre, pidió la cabeza del Bautista, y Herodes, aunque a disgusto, mandó que lo decapitaran en la cárcel y le entregaran la cabeza en una bandeja a la joven, la cual se la llevó a su madre. Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron y fueron a contárselo a Jesús. De esta suerte, el Precursor del Señor, como lámpara encendida y resplandeciente, tanto en la muerte como en la vida dio testimonio de la verdad.
Oración: Señor, Dios nuestro, tú has querido que san Juan Bautista fuese el precursor del nacimiento y de la muerte de tu Hijo; concédenos, por su intercesión, que, así como él murió mártir de la verdad y la justicia, luchemos nosotros valerosamente por la confesión de nuestra fe. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
* Directorio Franciscano – Aciprensa – Catholic.net
 
Palabras de San Juan Pablo II
"La devoción popular invoca a María como Reina. El Concilio, después de recordar la asunción de la Virgen «en cuerpo y alma a la gloria del cielo», explica que fue «elevada (…) por el Señor como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores (cf. Ap 19, 16) y vencedor del pecado y de la muerte» (Lumen gentium, 59). […] En efecto, a partir del siglo V, casi en el mismo período en que el concilio de Éfeso la proclama «Madre de Dios», se empieza a atribuir a María el título de Reina. El pueblo cristiano, con este reconocimiento ulterior de su excelsa dignidad, quiere ponerla por encima de todas las criaturas, exaltando su función y su importancia en la vida de cada persona y de todo el mundo.”
 
Predicación del Evangelio:
Dios es el centro
Después de estos últimos domingos en los que hemos escuchado el discurso del “pan de la vida”, nos encaramos de nuevo con la Palabra de Dios. Hoy, esa misma Palabra, tiene un denominador común en todas las lecturas que hemos proclamado: coherencia de vida y sentido contenido en nuestra fe.
 
Las formas, aun siendo importantes, no son esenciales. O, por lo menos, no nos hemos de quedar en las formas. En cuántas ocasiones, la apariencia de una fina arena, resultan ser arenas movedizas. O, en cuantos momentos, una botella que en su etiqueta dice ser buen licor, se convierte en un amargo veneno. ¿Las formas? Sí, por supuesto, siempre y cuando lejos de engañar, sean y tengan por dentro lo que dicen.
 
Algo así le ocurrió a Jesús Maestro. Se encontró a su paso, con personas que –perdidas y ancladas en puros formalismos– olvidaban lo importante: el amor, el perdón, la caridad. Pendientes del adorno y de las filacterias, de las normas y de las directrices, olvidaban el final de todo ello: Dios. A los fariseos les ocurría lo de aquellos turistas que, de tanto mirar a las señales de tráfico, arrinconaban el disfrute del paisaje y la visión de las poblaciones por las que cruzaban con sus coches.
 
Jesús quiere poner en el centro de todo a Dios. Todo aquello que distorsiona esa voluntad, que impide llegar hasta el amor de Dios, no tiene vigencia o deja de tener sentido. La ley de Dios, la suprema, es el amor. ¿Qué ocurría entonces? Ni más ni menos que, el conjunto de normas que indicaban cómo llegar hasta el amor de Dios se habían convertido en objeto de adoración, en el centro de toda reverencia. Hasta tal punto que, ellas y sólo ellas, eran causa de salvación o de condenación.
 
¿Cuál es el gozo de Dios? Que le amemos desde la libertad y no por obligación. A un padre no se le aprecia porque un papel me dice que soy su hijo, sino porque previamente he sentido su cuidado, su palabra, su protección o su corrección fraterna. Con el amor de Dios pasa tres cuartos de lo mismo: es un amor gratuito, un don que se nos da. ¿Qué ofrecer nosotros a cambio? ¿Un te quiero porque me das? ¡Por supuesto que no! ¡Un te quiero, Dios, porque eres mi Padre y sé que me amas!
 
Eso, en definitiva, es lo que nos adelantó Jesús con su Palabra y su misma vida. Amar a Dios es cumplir sus mandamientos. Pero, cumplimos sus mandamientos porque sabemos que no solamente agradamos a Dios al hacerlo, sino porque al cumplirlos con libertad y sin excesivas fijaciones o distorsiones, damos con la fuente de la felicidad, de la paz y del amor que Dios nos tiene.
 
Cumplir por cumplir, no es bueno. Tampoco irnos al polo opuesto. Pidamos al Señor, a Jesús, que nos ayude a poner en el centro de todo lo que somos y pensamos a un Dios que camina junto a nosotros. Un Dios que, en sus justas leyes, nos anima a no olvidarle y a marcarnos un sendero por el cual podamos llegar hasta El. ¿Lo intentamos?
(P. Javier Leoz)
 
De los envíos del P. Natalio
Las hormigas déspotas
Es generalizada la baja estima que el político tiene hoy día en la opinión pública de casi todo el mundo. “Todo es política”, dice mucha gente desilusionada, queriendo insinuar que todo es arreglo, coima, privilegios. Sin embargo, los políticos, por su vocación, están para asumir las mayores responsabilidades en la promoción de la dignidad humana. Una fábula al respecto.
 
Quedó constituido el gobierno con las cien hormigas más grandes y fuertes que se encontraron en el hormiguero. Pero pronto sucedió que estas señoras ya no quisieron trabajar, dejando que sus compañeras más débiles reventaran bajo el peso abrumador de cargas enormes. Y como eran más grandes, también pidieron más comida, obligando a las hormigas pequeñas a traérsela, y tantas fueron al fin las exigencias de estas pocas señoras haraganas y vividoras, que la multitud de las hormigas pequeñas empezó a resistirse. Se negaron a trabajar, se juntaron amenazadoras, y como eran muchas, pronto consiguieron imponer una justa repartición de las cargas, a cada una según sus fuerzas (G. Daireuax).
 
La función pública debe realizarse con espíritu de servicio. El cristiano que actúa en política ha de trabajar con desinterés, no buscando la propia utilidad, ni la de su partido, sino el bien de todos y de cada uno, y, por tanto, y en primer lugar, el de los más desfavorecidos. A todos nos toca el desafío de revalorizar la Política como arte de la convivencia humana.
* Padre Natalio
 
Poesía
PAZ
Para que haya paz en el mundo,
debe haber paz en las naciones.
 
Para que haya paz en las naciones,
debe haber paz en las ciudades.
 
Para que haya paz en las ciudades,
debe de haber paz entre los vecinos.
 
Para que haya paz entre los vecinos,
debe haber paz en las casas.
 
Para que haya paz en tus casas,
debe haber paz en los corazones.
 
Nuevo vídeo y artículo
 
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de esta página:
 
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
En Alemania, a principios del Siglo XVIII, un hombre cometió un pecado grave. La vergüenza le impedía confesarse, pero era atormentado por los remordimientos y decidió suicidarse ahogándose. Pero cuando llegó al borde del agua, no saltó sino que lloró implorando a Dios que lo perdonara sin confesión.
Varias noches seguidas, sintió que le tocaban al hombro diciéndole: “Ve a confesarte”, pero no iba. Su vergüenza se lo impedía. Finalmente llegó hasta la iglesia, pero estando ahí no se atrevía a confesar su pecado y regresaba a su casa igual. Entonces, tuvo la inspiración de rezar a la Santísima Virgen María.
Acababa de ponerse de rodillas cuando comenzó a sentirse diferente. Regresó a la iglesia, pidió un sacerdote y confesó sus pecados con gran contrición. Después de la confesión reconoció que ni habiéndose ganado todo el oro del mundo, su alegría habría sido tan grande.
 
Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
 Desde Banfield, Buenos Aires, Argentina, nos escribe Liliana Z. y dice: “Estuve con estudios desde diciembre de 2020. Y me operaron, colocando una prótesis parcial de hombro. En una biopsia se descartó que fuera metástasis u otro cáncer. Hoy quiero darles gracias al Señor y la Virgen por otra oportunidad”. Nos sumamos a la plegaria de gratitud.
 
Año de San José 
San José, hombre justo y modelo de virtudes,
es el Patrono Universal de la santa Iglesia,
y por lo tanto de todos nosotros.
Es el santo que tuvo en la tierra
la misión más grande y noble:
proteger al Niño Dios y su Santísima Madre.
 
Agosto 29
Enséñanos Espíritu Santo a corregir nuestros defectos, a fin de poner nuestro corazón en los bienes eternos, como lo hizo san José. Así sea.
(P. Florentín Brusa, cmf)
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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AMDG

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