jueves, 16 de enero de 2025

Pequeñas Semillitas 5872

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 20 - Número 5872 ~ Jueves 16 de Enero de 2025
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
Siempre trato de sentirme feliz, aunque reconozco que no resulta fácil. Y una de las claves para estar feliz es no esperar nada de nadie. ¿Sabes por qué? Porque esperar, vivir esperando, siempre es doloroso.
Tenemos que pensar que los problemas no son eternos, en algún momento tendrán solución. Y que todos nosotros, con la ayuda de Dios, somos capaces de superar las dificultades y solucionar los problemas que tan a menudo se nos presentan.
Dicen que lo único que no se resuelve es la muerte... Pero si la miramos desde una perspectiva cristiana, tampoco la deberíamos considerar un problema sino un acontecimiento natural que se da al final de nuestra vida en la tierra y que nos llevará a encontrarnos en el Reino de Dios por toda la eternidad (si hemos hecho los méritos necesarios acá, por supuesto)
La vida es corta, por eso ámala, sé feliz y siempre trata de sonreír.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Hebreos 3, 7-14
 
Salmo: Sal 94, 6-7c. 8-9. 10-11
 
Santo Evangelio: Mc 1,40-45
En aquel tiempo, vino a Jesús un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dice: «Si quieres, puedes limpiarme». Compadecido de él, extendió su mano, le tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio». Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio. Le despidió al instante prohibiéndole severamente: «Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio».
Pero él, así que se fue, se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia, de modo que ya no podía Jesús presentarse en público en ninguna ciudad, sino que se quedaba a las afueras, en lugares solitarios. Y acudían a Él de todas partes.
 
Comentario:
Hoy, durante nuestro tiempo diario de oración deseamos y pedimos oír la voz del Señor. «¡Ojalá oyereis la voz del Señor: ‘No queráis endurecer vuestros corazones’!» (Heb 3,7-8). En esta breve cita, se contienen dos cosas: un anhelo y una advertencia. Ambas conviene no olvidarlas nunca.
Pero, quizá, con demasiada frecuencia nos preocupamos de llenar ese tiempo con palabras que nosotros queremos decirle, y no dejamos tiempo para escuchar lo que el Buen Dios nos quiere comunicar. Velemos, por tanto, para tener cuidado del silencio interior que —evitando las distracciones y centrando nuestra atención— nos abre un espacio para acoger los afectos, inspiraciones... que el Señor, ciertamente, quiere suscitar en nuestros corazones.
Un riesgo, que no podemos olvidar, es el peligro de que nuestro corazón —con el paso del tiempo— se nos vaya endureciendo. A veces, los golpes de la vida nos pueden ir convirtiendo, incluso sin darnos cuenta de ello, en una persona más desconfiada, insensible, pesimista, desesperanzada... Hay que pedir al Señor que nos haga conscientes de este posible deterioro interior. La oración es ocasión para echar una mirada serena a nuestra vida y a todas las circunstancias que la rodean. Hemos de leer los diversos acontecimientos a la luz del Evangelio, para descubrir en cuáles aspectos necesitamos una auténtica conversión.
¡Ojalá que nuestra conversión la pidamos con la misma fe y confianza con que el leproso se presentó ante Jesús!: «Puesto de rodillas, le dice: ‘Si quieres, puedes limpiarme’» (Mc 1,40). Él es el único que puede hacer posible aquello que por nosotros mismos resultaría imposible. Dejemos que Dios actúe con su gracia en nosotros para que nuestro corazón sea purificado y, dócil a su acción, llegue a ser cada día más un corazón a imagen y semejanza del corazón de Jesús. Él, con confianza, nos dice: «Quiero; queda limpio» (Mc 1,41).
* Rev. D. Xavier PAGÉS i Castañer (Barcelona, España) © Textos de Evangeli.net 
 
Santoral Católico:
San Marcelo
En la serie de los Pontífices, el Papa Marcelo ocupa el puesto número 30. Fue Pontífice por un año: del 308 al 309. Era uno de los más valientes sacerdotes de Roma en la terrible persecución de Diocleciano en los años 303 al 305. Animaba a todos a permanecer fieles al cristianismo aunque los martirizaran. Elegido Sumo Pontífice se dedicó a reorganizar la Iglesia que estaba muy desorganizada porque ya hacía 4 años que había muerto el último Pontífice, San Marcelino.
Era un hombre de carácter enérgico, aunque moderado, y se dedicó a volver a edificar los templos destruidos en la anterior persecución. Dividió Roma en 25 sectores y al frente de cada uno nombró a un presbítero o párroco. Muchos cristianos habían renegado de la fe, por miedo en la última persecución, pero deseaban volver otra vez a pertenecer a la Iglesia. El Papa Marcelo, apoyado por los mejores sabios de la Iglesia, decretó que aquellos que deseaban volver a la Iglesia tenían que hacer algunas penitencias por haber renegado de la fe durante la persecución. Muchos aceptaron la decisión del Pontífice, pero algunos promovieron tumultos contra él, e incluso lo acusaron ante el Emperador Majencio quien abusando de su poder, que no le permitía inmiscuirse en los asuntos internos de la religión, expulsó al Pontífice de Roma.
Según el "Libro Pontifical", el Papa Marcelo se hospedó en la casa de una laica muy piadosa de nombre Marcela, y desde ahí, siguió dirigiendo a los cristianos. Al enterarse el Emperador, obligó al Pontífice a realizar trabajos forzosos en las caballerías y pesebres imperiales que fueron trasladados a esa zona. El Papa falleció en el año 309.
Para más información hacer clic acá.
(Directorio Franciscano – ACI Prensa – Catholic.net)
 
Pensamiento del día
«Los buenos cristianos que trabajan en salvar su alma están siempre felices y contentos; gozan por adelantado de la felicidad del cielo; serán felices toda la eternidad. Mientras que los malos cristianos que se condenan siempre se quejan, murmuran, están tristes… y lo estarán toda la eternidad.»
(SANTO CURA DE ARS)
 
Tema del día:
Cuidar las miradas
Los grandes maestros de la vida espiritual, y el mismo Cristo en su Evangelio, nos dicen que el mal entra por los ojos. De modo que si queremos vivir en gracia y amistad de Dios, debemos vigilar nuestras miradas.
 
Porque el ojo ve la carne y apetece la carne; ve el oro, y apetece el dinero; ve el poder, y quiere ese poder. De modo que la tentación es muy fuerte para el sentido de la vista.
 
También Eva, en el Paraíso terrenal, fue tentada por el sentido de la vista, porque vio el fruto prohibido, y le pareció apetecible, agradable a la vista y bueno para adquirir sabiduría.      
 
Así es la tentación siempre. Y como bien dicen las Sagradas Escrituras, que no hay nada nuevo bajo el sol, entonces sabemos que el demonio actúa siempre de la misma manera, y los hombres siempre respondemos a los estímulos de la misma forma, de modo que nada ha cambiado desde los inicios, y al diablo le resulta muy fácil precipitar en el abismo infernal a un número muy grande de almas. ¡Ojalá nuestra alma no sea una de las que serán precipitadas en el infierno! Y para ello debemos controlar nuestras miradas.
 
Jesús lo ha dicho claramente en el Evangelio, que si nuestro ojo nos es ocasión de pecado, hay que arrancarlo y arrojarlo lejos, porque es mejor entrar en el Cielo sin nuestros ojos, que ser arrojado con ellos al infierno. De modo que si queremos permanecer en gracia y amistad de Dios y salvarnos, tenemos que ser prudentes en las miradas.
 
Y no podemos evitar decir que en este tiempo somos bombardeados con imágenes obscenas y tentadoras por todas partes, desde la televisión, internet, hasta en las calles de la ciudad, en las revistas, y en todo lugar, de modo que es casi un milagro el permanecer en gracia de Dios.
 
Pero Dios sabía esto y ha querido darnos una grandísima ayuda: la Santísima Virgen. Ella nos ayudará a ser puros y honestos en las miradas, y a ser morigerados en nuestros deseos, y así seremos siempre agradables a Dios. Cerremos lo ojos al mal, porque se trata de nuestra salvación eterna.
 
En lo posible evitemos exponernos al peligro, porque por la mirada entra el deseo carnal, dando lugar a la más compleja de las hambres, que baja a morder el corazón y desmantela toda el alma. Por eso el demonio siempre comienza por la materia, por la tentación impura, ya que desde allí conquista toda la persona.
 
Estemos atentos y no seamos mojigatos, pero tampoco seamos fáciles presas del Maligno. Recordemos que lo más importante en esta vida es salvar la propia alma, y todo lo demás es secundario, aunque sean cosas muy importantes.
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(Sitio Santísima Virgen  - Imagen de Info Católica)
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
Saliendo del pueblecito de Pancorbo hacia el Norte, por la carretera general de Madrid, se encuentra, a mano izquierda, una ermita, dedicada a Nª Sra. del Camino. A través de la reja de la puerta, se ve en la penumbra la imagen, con flores, velas, y algunas monedas esparcidas por el suelo. Hace bastantes años mendigaba por aquellos contornos un hombre de edad avanzada. Pedía limosna de puerta en puerta, besaba el mendrugo de pan que le ofrecían, y se retiraba rezando agradecido. Nadie hablaba mal del mendigo de Pancorbo.
En los momentos difíciles, cuando no tenía dinero, al anochecer, cuando nadie le veía, introducía por la verja de la ermita un palo largo embadurnado de alquitrán y recogía las monedas del suelo. Es verdad que sólo lo hacía cuando el tiempo era malo y las monedas escasas… Un día le encontraron muerto en su choza destartalada. En su zurrón, un cuadernillo manoseado y sucio en el que decía: “Pido a la Virgen dos reales”. “Devuelvo a la Virgen lo que me prestó”. “Adelanto a la Virgen una peseta”. “Debo a la Virgen…”  “La Virgen me debe…” . Y en el último renglón había escrito: “Estoy en paz con la Virgen.”
Cuantas veces, Madre, yo también he ido, como mendigo necesitado, a tu ermita o a tu imagen a recoger, como monedas, las gracias y caricias tuyas que necesito para mi vida. También otras veces te he devuelto, como monedas de amor, algunos detalles de cariño. Ojalá cuando llegue el momento de mi muerte y estés junto a mí, Virgen del Encuentro, pueda decirte: Madre, estoy en paz contigo.
🌸
“¡Yo sé que María estará a la hora de la muerte!”
Mi madre estuvo en una EHPAD (residencia para ancianos en Francia) los últimos años de su vida. Después de un derrame cerebral, quedó paralizada y se volvió dependiente. Leía los textos de la Misa todos los días. Estuvo atenta a cada uno de sus familiares y enfermeros. Una vida muy sencilla, pero difícil por la gran dependencia.
El día antes de morir, estaba mirando fijamente a un punto de su habitación con total atención, con todo su ser. Duró unos minutos. Yo había visto a los niños videntes de Medjugorje durante una aparición: era la misma atención.
No me atreví a decir nada… Al día siguiente no pude evitar comentarle: “Ayer tuve la impresión de que viste a María que te hablaba”. Ella simplemente respondió: “‘Es verdad”.
Desde entonces, cuando rezo el Rosario, sé que María estará presente realmente, visible o no, en la hora de nuestra muerte.
(Testimonio de M. F. Z. enviado a la Asociación Marie de Nazareth, el 20 de septiembre de 2022).
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Dicen los santos que el pecado más fácil de evitar es el primero.
Y efectivamente si nos ponemos a pensar cómo han caído las almas, incluso algunas que estaban avanzadas en el camino de la santidad, comprobaremos que no fue de repente, sino que paulatinamente fueron precipitando, porque abrieron la puerta al primer pecado, quizás “pequeño”, pero que hizo la grieta suficiente en el edificio espiritual del alma, para que entrara por ella el demonio.
Por eso se puede decir que no hay pecados chicos y grandes, sino que hay pecados, y por cualquiera de ellos, abrimos la puerta al Maligno, para que influencie en nuestras vidas.
Recordemos, entonces, que el pecado más fácil de evitar es el primero. Y que cuando uno comienza el camino de descenso, casi ni se nota, es imperceptible, pero luego se hace un descenso arrollador que todo lo arrastra, y uno termina condenándose para siempre.
 
Un año con María
Enero 16: El arca de Noé
En el relato del Diluvio y el arca de Noé vemos una situación en donde todo debe comenzar de nuevo ante tanta maldad y alejamiento de Dios. Es un borrón y cuenta nueva, pero asegurando la vida.
En tu vida pasa igual, a veces hay un borrón y comenzar de nuevo, tratar de quedarte con lo esencial, con aquello que te da vida y dejar de lado lo que te aleja de Dios. Trata de encaminar tu vida en las cosas que te llevan a Dios. Cuenta con la fuerza del Espíritu Santo que te indicará en qué momento salir. Es necesario tomar tu tiempo para volver a vos y superar todas las olas que te vendrán para recomenzar y que son necesarias para tu nuevo vivir.
María siempre muestra en sus apariciones un nuevo comenzar en Dios. Por eso, en la antigüedad a Ella la denominaban “la Estrella guía”, es decir, la referencia que en el mar nos permite orientarnos en medio de la noche. María es quien señala tu norte, confía en Ella.
(Padre Luis Zazano)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
  
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