jueves, 28 de noviembre de 2024

Pequeñas Semillitas 5823

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 19 - Número 5823 ~ Jueves 28 de Noviembre de 2024
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
Por gracia de Dios, estamos regresando hoy con las ediciones diarias de “Pequeñas Semillitas” luego de una semana de ausencia por la realización de diversos estudios cardiológicos del autor de esta página, cuyos resultados aún no están en su totalidad pero, en principio parecen estar dentro de la normalidad.
Y lo hacemos transitando los últimos días del año litúrgico del ciclo B, y esperando desde el próximo domingo entrar en el hermoso tiempo de Adviento, en el cual nos hemos de preparar para la venida al mundo de Jesús, que ha de volver a nacer, no ya materialmente en Belén, sino en la intimidad del corazón de cada uno de nosotros que creemos en Él y lo esperamos.
Esta es la actualidad perenne del Adviento: El Señor que viene y nosotros que le recibimos cada vez con una intensidad y un amor nuevos.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Apocalipsis (18,1-2.21-23;19,1-3.9a)
 
Salmo: Sal 99,2.3.4.5
 
Santo Evangelio: Lc 21,20-28
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando veáis a Jerusalén cercada por ejércitos, sabed entonces que se acerca su desolación. Entonces, los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que estén en medio de la ciudad, que se alejen; y los que estén en los campos, que no entren en ella; porque éstos son días de venganza, y se cumplirá todo cuanto está escrito.
»¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! Habrá, en efecto, una gran calamidad sobre la tierra, y cólera contra este pueblo; y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que se cumpla el tiempo de los gentiles. Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas, muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las fuerzas de los cielos serán sacudidas. Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria. Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación».
 
Comentario:
Hoy, al leer este santo Evangelio, ¿cómo no ver reflejado el momento presente, cada vez más lleno de amenazas y más teñido de sangre? «En la tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas, muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo» (Lc 21,25b-26a). Muchas veces, se ha representado la segunda venida del Señor con las imágenes más terroríficas posibles, como parece ser en este Evangelio, siempre bajo el signo del miedo.
Sin embargo, ¿es éste el mensaje que hoy nos dirige el Evangelio? Fijémonos en las últimas palabras: «Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación» (Lc 21,28). El núcleo del mensaje de estos últimos días del año litúrgico no es el miedo, sino la esperanza de la futura liberación, es decir, la esperanza completamente cristiana de alcanzar la plenitud de vida con el Señor, en la que participarán también nuestro cuerpo y el mundo que nos rodea. Los acontecimientos que se nos narran tan dramáticamente quieren indicar de modo simbólico la participación de toda la creación en la segunda venida del Señor, como ya participaron en la primera venida, especialmente en el momento de su pasión, cuando se oscureció el cielo y tembló la tierra. La dimensión cósmica no quedará abandonada al final de los tiempos, ya que es una dimensión que acompaña al hombre desde que entró en el Paraíso.
La esperanza del cristiano no es engañosa, porque cuando empiecen a suceder estas cosas —nos dice el Señor mismo— «entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria» (Lc 21,27). No vivamos angustiados ante la segunda venida del Señor, su Parusía: meditemos, mejor, las profundas palabras de san Agustín que, ya en su época, al ver a los cristianos atemorizados ante el retorno del Señor, se pregunta: «¿Cómo puede la Esposa tener miedo de su Esposo?».
*Fray Lluc TORCAL Monje del Monasterio de Sta. Mª de Poblet (Santa Maria de Poblet, Tarragona, España) © Textos de Evangeli.net 
 
Santoral Católico:
Santa Catalina Labouré
Catalina nació el 2 de Enero de 1806, en Fain-les-Moutiers, Borgoña ( Francia ) de una familia campesina. Sus padres tuvieron diecisiete hijos de los que vivieron nueve. Catalina era la séptima. Al quedar huérfana de madre a los 9 años le encomendó a la Santísima Virgen que le sirviera de madre, y la Madre de Dios le aceptó su petición. "A Ti he elegido por mi Madre", dijo Catalina a María. Ingresó en las Hijas de la Caridad que fundó San Vicente de Paul. De manera singular honró a la Inmaculada y brilló por su sencillez, caridad y paciencia, fue la santa que tuvo el honor de que la Santísima Virgen se le apareciera para recomendarle que hiciera la Medalla Milagrosa. Desde 1830, fecha de las apariciones, hasta 1876, fecha de su muerte, Catalina estuvo en el convento sin que nadie se le ocurriera que ella era a la que se le había aparecido la Virgen María para recomendarle la Medalla Milagrosa. En los últimos años obtuvo que se pusiera una imagen de la Virgen Milagrosa en el sitio donde se le había aparecido. Al fin, ocho meses antes de su muerte, fallecido ya su antiguo confesor, Catalina le contó a su nueva superiora todas las apariciones con todo detalle y se supo quién era la afortunada que había visto y oído a la Virgen. Por eso cuando ella murió, todo el pueblo se volcó a sus funerales. Murió el 31 de Diciembre del 1876. Fecha de beatificación: 28 de mayo de 1933 por el Papa Pío XI. Fecha de canonización: 27 de julio de 1947 por el Papa Pío XII.
Para más información hacer clic acá.
(ACI Prensa – Corazones.org)
 
Pensamiento del día
«Mirando a la Santísima Virgen me pongo de un salto a su lado, arrodillada sobre las gradas del altar, con las manos apoyadas en sus rodillas»
(SANTA CATALINA LABOURÉ)
 
Tema del día:
¿Cómo curaba Jesús?
A menudo puede ser beneficioso ir más despacio al leer los Evangelios y considerar los pequeños detalles del ministerio de Jesús. Un ejemplo es la forma en que Jesús curaba a la gente.
 
El Papa Francisco señala en su última encíclica, ‘Dilexit nos’ (“Nos amó”), que Jesús no curaba a la gente a distancia, sino de cerca, incluso usando sus manos.
 
Es un pequeño detalle, pero merece la pena meditarlo y dedicarle algún tiempo. El Papa Francisco explica cómo revela una parte única del ministerio de Jesús:
 
"Jesús vino a nuestro encuentro, salvando todas las distancias; se hizo tan cercano a nosotros como las realidades más sencillas y cotidianas de nuestras vidas. De hecho, tiene otro nombre, 'Emmanuel', que significa 'Dios con nosotros', Dios que forma parte de nuestras vidas, Dios que vive en medio de nosotros. El Hijo de Dios se encarnó y 'se despojó de sí mismo, tomando forma de siervo' (Flp 2,7).
 
Esto queda claro cuando vemos a Jesús en acción. Él busca a las personas, se acerca a ellas, siempre abierto a un encuentro con ellas".
 
Cuando Jesús ve a alguien que necesita curación, literalmente extiende la mano y lo toca:
 
"Siempre que Jesús curaba a alguien, prefería hacerlo, no a distancia, sino muy cerca: 'Extendió la mano y le tocó' ( Mt 8,3). 'Le tocó la mano' ( Mt 8,15). 'Les tocó los ojos' ( Mt 9,29). Una vez incluso se detuvo a curar a un sordo con su propia saliva (cf. Mc 7,33), como haría una madre, para que la gente no pensara que estaba alejado de sus vidas. El Señor conoce la fina ciencia de la caricia. En su compasión, Dios no nos ama con palabras; sale a nuestro encuentro y, con su cercanía, nos muestra la profundidad de su tierno amor".
 
A continuación, el Papa Francisco muestra cómo esta realidad puede impactarnos: "Ese mismo Jesús te espera ahora para que le des la oportunidad de traer luz a tu vida, de elevarte y de llenarte de su fuerza."
 
Dios quiere ser parte íntima de nuestras vidas, pero primero tenemos que dejarle entrar en nuestros corazones.
.
(Philip Kosloski – Aleteia)
 
Biblioteca de “Pequeñas Semillitas”
 
Contiene más de 300 artículos que han sido publicados
y que podrás leer o bajar a tu dispositivo.
ATENCIÓN:
Ha cambiado la dirección para entrar en la Biblioteca. Ahora es:
 
Mensaje de María Reina de la Paz
Mensaje de María Reina de la Paz del 25 Nov. 2024.
 
“Queridos hijos, en este tiempo de gracia de la espera, deseo invitarlos a la oración para que el Adviento sea la oración de la familia. De manera especial, hijitos, a quienes abrazo con ternura, los animo a la oración por la paz en el mundo, para que la paz prevalezca sobre la inquietud y el odio. Gracias por haber respondido a mi llamado”.
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
Para poder vivir felices en la vida, tratamos de poder disfrutar. Disfrutar serena y tranquilamente. Dentro de los límites de lo correcto y sin caer en excesos.
Para poder disfrutar debes estar libre, libre de celos, libre de odio y venganza, libre de cualquier pasión que divida tu interior y lo destruya.
Si sabes disfrutar, sabrás reírte y alegrarte. Y tratarás de compartir tu alegría y tu disfrute con los demás.
Entonces estarás agradecido por el hecho de que el sol se levante cada día. Entonces encontrarás personas amables y a través de cada sonrisa vendrá hacia ti la amistad de Dios, a través de cada flor, cada palabra bonita, cada mano, cada abrazo.
Si puedes disfrutar tranquilamente de las cosas pequeñas, no hay duda de que vives en un jardín lleno de gloria.
🌸
Con Dios, logro el éxito verdadero… Siento una gran emoción cuando logro una meta que me he propuesto. Es como arribar a la llegada de una larga carrera.
El lograr un objetivo es muy satisfactorio, sin embargo, lo que enriquece mi vida es lo que he aprendo en el transcurso. Son aquellos momentos en los cuales expreso la fortaleza, el conocimiento y la paciencia que nunca pensé que podría expresar.
El logro de mis metas no solo se debe a mis esfuerzos. También se debe a lo que creo que puedo lograr mediante el espíritu de Dios en mí, y a mi voluntad de actuar basado en esa fe.
Cada logro cubre asuntos tanto grandes como pequeños. Llego a comprender que los asuntos diarios pueden ser tan importantes como los retos que una vez pensé que eran más importantes.
Que todos los días de tu vida estén llenos de éxito… a pesar de cualquier circunstancia.
🌸
Esta es una anécdota de la vida de San Juan María Vianney, el Cura de Ars, que se destacó por sus excepcionales dotes de confesor y al que hoy la Iglesia lo tiene considerado como el patrono de los párrocos.
Se dice que un día de 1826, durante una misión en Saint-Trivier-sur-Moignans, el Cura de Ars fue invitado con otros sacerdotes para ayudar a confesar. La primera noche se quejaron varios compañeros de ruidos extraños que provenían de su cuarto. Él les dijo que no tuvieran miedo, que era el demonio. Ellos no le creyeron. Le dijeron: “Usted no come, no duerme y también tiene pesadillas”.
Él no les respondió, pero a la noche siguiente se oyó un ruido como de un carro que hacía temblar el suelo. Parecía que la casa se venía abajo. Se levantaron todos y fueron corriendo a la habitación del padre Vianney. Lo encontraron acostado tranquilamente en su cama, que manos invisibles habían arrastrado hasta el centro de la habitación. Entonces él les dijo: “Es el demonio quien me ha arrastrado hasta aquí y ha causado todo el alboroto. No es nada, lo siento, pero es buena señal. Mañana caerá algún pez gordo” (un gran pecador).
Al día siguiente, todos quedaron asombrados al ver al señor de Murs, noble caballero, que se fue a confesar con él, pues hacía mucho tiempo que estaba alejado de la Iglesia. Su conversión causó una profunda impresión entre los habitantes del pueblo. Y los sacerdotes empezaron a tomar en serio al santo cura de Ars y no creer que era un pobre soñador.
 
Extractos de cartas del Padre Pío
(Recopilación: P. Gianluigi Pasquale en “365 días con el Padre Pío”)
28 de noviembre
En los asaltos del enemigo, en la prueba de la vida, levantémonos y supliquemos al Señor que quite y aleje siempre de nosotros el reino del enemigo y que nos conceda la gracia de ser acogidos en su reino cuando le plazca, y que le plazca que sea muy pronto.
No nos desviemos, mi Raffaelina, en las horas de la prueba; por la constancia al obrar el bien, por la paciencia al combatir la buena batalla, venceremos la desfachatez de todos nuestros enemigos y, como dijo el maestro divino, con la paciencia salvaremos nuestras almas, ya que la «tribulación obra la paciencia, la paciencia genera la prueba y la prueba hace brotar la esperanza». Sigamos a Jesús por el camino del dolor: mantengamos siempre fija nuestra mirada en la Jerusalén celestial y superaremos felizmente todas las dificultades que obstaculizan nuestro viaje para llegar a ella.
(14 de octubre de 1915, a Raffaelina Cerase, Ep. II, 514)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
 
PÁGINAS DE FELIPE DE URCA:
 
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”JUAN PABLO II INOLVIDABLE”
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