PEQUEÑAS
SEMILLITAS Año
19 - Número 5803 ~ Viernes 1 de Noviembre de 2024Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina) ¡Alabado sea Jesucristo!
Hoy celebra la Iglesia la Fiesta de Todos los Santos. Esta palabra
“santo” en la Biblia se aplicaba sólo a Dios, pues significa: sagrado o
separado. Pero luego se fue diciendo de todo lo que se acercaba más a Dios. Así
ya san Pablo llama santos a los cristianos por el hecho de estar unidos a Dios
por el bautismo. Después ya sólo se aplicó a aquellas personas que por su
comportamiento están más cerca de Dios. Especialmente los mártires que, por su
muerte gloriosa, se unen para siempre con Dios.
Todos estamos llamados a la santidad. Nos lo ha dicho muchas veces la
Iglesia. De una manera especial lo recalcó el concilio Vaticano II. No es que
haya que tener una vida externa diferente a los demás, aunque la verdad es que
hay situaciones que ayudan y hay situaciones que pueden estorbar. Tenemos que
esforzarnos por conseguir siempre ser mejores y tender a un ideal grande. No es
fácil, pero tampoco es imposible. Para ello Jesucristo nos enseñó el camino. El
principal es la caridad. Sin amor no puede haber verdadera vida cristiana: Amor
dirigido hacia Dios, que es nuestro Padre y nos acompaña, amor que se expresa
especialmente en la oración, y amor hacia los demás, porque todos somos
hermanos.
La Palabra de Dios Lecturas del día ♡ Primera Lectura: Apoc 7, 2-4. 9-14
♡ Salmo: Sal 23, 1-2. 3-4ab. 5-6
♡ Segunda Lectura: 1 Jn 3, 1-3
♡ Santo Evangelio: Mt 5,1-12a
En aquel tiempo, viendo Jesús la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y
sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los
Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la
tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán
saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán
misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a
Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados
hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque
de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien,
y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi
causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los
cielos».
♡ Comentario:
Hoy celebramos la realidad
de un misterio salvador expresado en el “credo” y que resulta muy consolador:
«Creo en la comunión de los santos». Todos los santos, desde la Virgen María,
que han pasado ya a la vida eterna, forman una unidad: son la Iglesia de los
bienaventurados, a quienes Jesús felicita: «Bienaventurados los limpios de
corazón, porque ellos verán a Dios» (Mt 5,8). Al mismo tiempo, también están en
comunión con nosotros. La fe y la esperanza no pueden unirnos porque ellos ya
gozan de la eterna visión de Dios; pero nos une, en cambio el amor «que no pasa
nunca» (1Cor 13,13); ese amor que nos une con ellos al mismo Padre, al mismo
Cristo Redentor y al mismo Espíritu Santo. El amor que les hace solidarios y
solícitos para con nosotros. Por tanto, no veneramos a los santos solamente por
su ejemplaridad, sino sobre todo por la unidad en el Espíritu de toda la
Iglesia, que se fortalece con la práctica del amor fraterno.
Por esta profunda unidad, hemos de sentirnos cerca de todos los santos
que, anteriormente a nosotros, han creído y esperado lo mismo que nosotros
creemos y esperamos y, sobre todo, han amado al Padre Dios y a sus hermanos los
hombres, procurando imitar el amor de Cristo.
Los santos apóstoles, los santos mártires, los santos confesores que han
existido a lo largo de la historia son, por tanto, nuestros hermanos e
intercesores; en ellos se han cumplido estas palabras proféticas de Jesús:
«Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira
toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque
vuestra recompensa será grande en los cielos» (Mt 5,11-12). Los tesoros de su
santidad son bienes de familia, con los que podemos contar. Éstos son los
tesoros del cielo que Jesús invita a reunir (cf. Mt 6,20). Como afirma el
Concilio Vaticano II, «su fraterna solicitud ayuda, pues, mucho a nuestra
debilidad» (Lumen gentium, 49). Esta solemnidad nos aporta una noticia
reconfortante que nos invita a la alegría y a la fiesta.
* Mons. F. Xavier CIURANETA i Aymí Obispo Emérito de Lleida (Lleida,
España) © Textos de Evangeli.net
Santoral Católico: Fiesta de Todos los Santos La Iglesia celebra esta
solemnidad en honor de todos los santos, o sea, de todos los fieles que
murieron en Cristo y con Él han sido ya glorificados en el cielo. Esta fiesta
nos recuerda, pues, los méritos de todos los cristianos, de cualquier lengua,
raza, condición y nación, que están ya en la casa del Padre, aunque no hayan
sido canonizados ni beatificados; nos invita a pedirles su ayuda e intercesión
ante el Señor; y nos estimula a seguir su ejemplo, múltiple y variado, en
nuestra vida cristiana.
Oración: Dios
todopoderoso y eterno, que nos has otorgado celebrar en una misma fiesta los
méritos de todos los santos, concédenos, por esta multitud de intercesores, la
deseada abundancia de tu misericordia y tu perdón. Por Jesucristo, nuestro
Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
(Directorio Franciscano – ACI Prensa – Catholic.net)
Palabras de San Juan Pablo II «La santidad es una semejanza particular a Cristo.
Es una semejanza mediante el amor. Mediante el amor permanecemos en Cristo,
como él mediante el amor permanecemos en el Padre. La santidad es la semejanza
a Cristo que alcanza el misterio de su unión con el Padre en el Espíritu Santo:
su unión con el Padre mediante el amor [...] La santidad cristiana brota de la
contemplación del Rostro de Cristo, crece a través de un proceso de formación
permanente, lleva a un seguimiento de Jesús cada vez más perfecto y llega a la
madurez cuando testimoniamos fielmente a Cristo y proclamamos su verdad al
mundo”.
Tema del día: Llamados a la santidad Los santos que la liturgia celebra en esta solemnidad no son sólo aquellos
canonizados por la Iglesia y que se mencionan en nuestros calendarios. Son
todos los salvados que forman la Jerusalén celeste. Hablando de los santos, San
Bernardo decía: «No seamos perezosos en imitar a quienes estamos felices de
celebrar». Es por lo tanto la ocasión ideal para reflexionar en la «llamada
universal de todos los cristianos a la santidad».
Lo primero que hay que hacer, cuando se habla de santidad, es liberar esta
palabra del miedo que inspira, debido a ciertas representaciones equivocadas
que nos hemos hecho de ella. La santidad puede comportar fenómenos
extraordinarios, pero no se identifica con ellos. Si todos están llamados a la
santidad es porque, entendida adecuadamente, está al alcance de todos, forma
parte de la normalidad de la vida cristiana.
Dios es el «único santo» y «la fuente de toda santidad». Cuando uno se
aproxima a ver cómo entra el hombre en la esfera de la santidad de Dios y qué
significa ser santo, aparece inmediatamente la preponderancia, en el Antiguo
Testamento, de la idea ritualista. Los medios de la santidad de Dios son
objetos, lugares, ritos, prescripciones. Se escuchan, es verdad, especialmente
en los profetas y en los salmos, voces diferentes, exquisitamente morales, pero
son voces que permanecen aisladas. Todavía en tiempos de Jesús prevalecía entre
los fariseos la idea de que la santidad y la justicia consisten en la pureza
ritual y en la observancia escrupulosa de la Ley.
Al pasar al Nuevo Testamento asistimos a cambios profundos. La santidad no
reside en las manos, sino en el corazón; no se decide fuera, sino dentro del
hombre, y se resume en la caridad. Los mediadores de la santidad de Dios ya no
son lugares (el templo de Jerusalén o el monte de las Bienaventuranzas), ritos,
objetos y leyes, sino una persona, Jesucristo. En Jesucristo está la santidad
misma de Dios que nos llega en persona, no en una lejana reverberación suya. Él
es «el Santo de Dios» (Jn 6, 69).
De dos maneras entramos en contacto con la santidad de Cristo y ésta se
comunica a nosotros: por apropiación y por imitación. La santidad es ante todo
don, gracia. Ya que pertenecemos a Cristo más que a nosotros mismos, habiendo
sido «comprados a gran precio», de ello se sigue que, inversamente, la santidad
de Cristo nos pertenece más que nuestra propia santidad. Es éste el aletazo en
la vida espiritual.
Pablo nos enseña cómo se da este «golpe de audacia» cuando declara
solemnemente que no quiere ser hallado con una justicia suya, o santidad,
derivada de la observancia de la ley, sino únicamente con aquella que deriva de
la fe en Cristo (Flp 3,5-10). Cristo, dice, se ha hecho para nosotros
«justicia, santificación y redención» (1 Co 1,30). «Para nosotros»: por lo
tanto, podemos reclamar su santidad como nuestra a todos los efectos.
Junto a este medio fundamental de la fe y de los sacramentos, debe
encontrar también lugar la imitación, esto es, el esfuerzo personal y las
buenas obras. No como medio desgajado y diferente, sino como el único medio
adecuado para manifestar la fe, traduciéndola en acto. Cuando Pablo escribe:
«Esta es la voluntad de Dios, vuestra santificación», está claro que entiende
precisamente esta santidad que es fruto del compromiso personal. Añade, de
hecho, como para explicar en qué consiste la santificación de la que está
hablando: «que os alejéis de la fornicación, que cada uno sepa poseer su cuerpo
con santidad y honor» (1 Ts 4, 3-9).
«No hay sino una tristeza: la de no ser santos», decía Léon Bloy, y tenía
razón la Madre Teresa cuando, a un periodista que le preguntó a quemarropa qué
se sentía al ser aclamada santa por todo el mundo, le respondió: «La santidad
no es un lujo, es una necesidad».
(Cardenal Raniero Cantalamessa)
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas” El demonio sabe que cuando probamos un bocado de la santidad, estamos
irremediablemente perdidos para él. Es por eso que nos distrae con multitud de
pretextos y nos muestra la religión católica como algo aburrido o molesto. Pero
tenemos que saber que aquí sucede como cuando los primeros discípulos
encontraron a Jesús y le preguntaron dónde vivía, y Él les respondió “Vengan y
lo verán”. Y esto mismo nos dice a cada uno de nosotros, ya que en el mismo
caminar es que iremos descubriendo las maravillas de este camino, a cuyo
término está el Cielo con su felicidad eterna.
No hay nada más importante que nuestra santificación, porque si trabajamos
por ser santos, estamos trabajando por la gloria de Dios, por la salvación de
las almas, por nuestra patria y por el mundo, porque un alma que se santifica
atrae el bien sobre todo y sobre todos, así como un alma que peca daña a todos,
porque todos formamos un cuerpo.
Lancémonos entonces a la conquista del monte de la santidad. Tenemos solo
esta vida para hacerlo. No pasemos el tiempo en balde, sino aprovechémoslo para
ser cada día un poco mejores que el día que pasó. Vivamos bien y confiados solo
el momento presente, sin preocuparnos por el futuro ni por los pecados del
pasado.
El demonio solo teme esta decisión nuestra de ser santos, porque sabe que
nos escaparemos de sus manos y arrastraremos junto a nosotros a muchas almas en
la ascensión hacia lo alto. A pesar del mundo, del demonio y de la carne,
¡seamos santos!
🌸Señor, enséñanos a mirar como los santos.
Señor, enséñanos a mirar. Los santos te miraron mucho, Señor, y de tanto
mirar se les pegó tu mirada, porque quisieron fijarse en Ti y Tú quisiste
fijarte en ellos.
Señor, enséñanos a mirar. Los santos miraron mucho a la gente y de tanto
mirar la quisieron con toda el alma. Así salieron de alegres, sencillos y
generosos. Y la gente también les miró como amigos.
Señor, enséñanos a mirar. En la Iglesia tenemos un santo para cada día y
cada uno de nosotros tenemos nuestro santo. Son como mil retratos tuyos, en los
que aprendemos a verte y conocer tu rostro.
Señor, enséñanos a mirar. Señor, enséñanos a mirar y a mirarte, a fijarnos
en las personas y en las cosas buenas, y ayúdame a ser yo también de los que
van pareciéndose cada día más a Ti.
Pedidos de oración 🙏 Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el
Papa Francisco, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, monjas,
religiosas, novicias, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico
de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios
Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las
misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón
de María; por la conversión de todos los
pueblos; por la PAZ en el mundo; por el fin de los ataques a la Iglesia
Católica en Nicaragua, por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio
Oriente, África (Nigeria), y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes
por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la
carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños
con cáncer y otras patologías graves; por los jóvenes, especialmente los que
han caído en las drogas o cualquier tipo de adicción, por las víctimas de
trata, por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por todos nuestros hermanos de diversos países, como
Cuba y Venezuela, sometidos a crueles dictaduras que se ven forzados a emigrar
en busca de mejores horizontes en otras tierras; por las víctimas de catástrofes naturales; por
la unión de las familias, por lo no nacidos, por la fidelidad de los
matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el
aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas
del Purgatorio. Para lectores argentinos, pedimos especial oración por la recuperación
de la República Argentina en el marco de la democracia, la justicia y la
honestidad de los gobernantes.
🙏Pedimos oración por las numerosas víctimas de las catastróficas
inundaciones en Valencia, España, como así también por quienes han perdido la
vida en el derrumbe de un hotel en Villa Gesell, Argentina. Que Dios reciba en
el cielo a todos quienes murieron en estas tragedias.
🙏
Pedimos oración para nuestro lector Néstor, que vive en
Rosario, Argentina, de 59 años de edad, cuida a su mamá y no tiene trabajo. Rogamos al Señor
Misericordioso que lo ayude tanto con su mamá como en conseguir un trabajo
digno.
🙏
Pedimos oración para la señora María L., de Córdoba,
Argentina, 101 años de edad, afectada de Alzheimer, anemia severa, postración,
escaras, y deterioro general de su condición de salud, situaciones que son
todas irreversibles atento a la edad. Rezamos también por su hija única Graciela
(71 años), que está permanentemente con ella atendiendo sus necesidades y
también con muchos problemas físicos y emocionales. Las encomendamos a la
Virgen del Valle para que Ella pida a Jesús por estas dos mujeres.
🙏Pedimos oración para Verónica, una señora de Córdoba, Argentina, con cáncer pulmonar, en grave situación, con quimioterapia. Rogamos la intercesión del Santo Cura Brochero y Santa Mama Antula para que eleven a Dios nuestras súplicas por ella.
🙏
Continuamos unidos en oración por
medio del rezo del Santo Rosario poniendo en Manos de Nuestra Madre Bendita
todas nuestras preocupaciones, alegrías y necesidades y pidiéndole a Ella paz
para el mundo. Al rezar por la paz, rezamos por todo, por la paz en el mundo,
en los corazones, porque la violencia sea desterrada, por la paz para los niños
que están en peligro de ser abortados. Paz para los jóvenes que no encuentran
el camino, paz para los deprimidos. Paz para los que no han tenido la dicha de
conocer al Amor. En fin, rezamos por la paz, y sigamos haciéndolo.
Oremos: Tú quisiste,
Señor, que tu hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de
manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia. Escucha las plegarias que
te dirigimos por nuestros hermanos enfermos y concede a cuantos se hallan
sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse
elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a
la pasión de Cristo para la redención del mundo. Te lo pedimos por Cristo
nuestro Señor. Amén.
Extractos de cartas del Padre Pío (Recopilación: P. Gianluigi Pasquale en “365
días con el Padre Pío”) 1 de noviembre
Para animarnos a sufrir de buena gana las
tribulaciones que la piedad divina nos ofrece, tengamos nuestra mirada fija en
la patria celestial, que nos está reservada; contemplémosla, mirémosla de continuo con especial atención. Como
consecuencia, apartemos la mirada de los bienes que se ven, quiero decir de los
bienes terrenos, ya que la vista de estos últimos embelesa y distrae al alma y
corrompe nuestros corazones; y hacen que nuestra mirada no esté del todo en la
patria celestial.
Escuchemos lo que el Señor nos dice a propósito de
esto por medio de su santo apóstol Pablo: «Nosotros no miramos las cosas que se
ven, sino que miramos las que no se ven». Y es muy justo que nosotros
contemplemos los bienes celestiales, no preocupándonos de los terrenos, porque
aquellos son eternos, estos son transitorios.
¿Qué diríamos nosotros si nos detuviéramos ante un
pobre campesino, que permaneciera casi atónito contemplando un río que corre a
gran velocidad? Casi seguro
que nos echaríamos a reír, y tendríamos razón. ¿No
es una locura detener la mirada en lo que pasa rápidamente? Esa es la situación
de quien detiene su mirada en los bienes visibles. En efecto, ¿qué son en
realidad? ¿Son acaso diversos de un río veloz, cuyas aguas, aun antes de que
hayamos puesto en ellas el ojo, ya se escapan de la vista para no dejarse ver
nunca más?
Dejemos, querida mía, a quien, para desgracia suya,
está privado de la fe, a quien para su desventura no sabe distinguir lo
precioso de lo vil, el deseo, el amor de los bienes terrenos y sensibles; y
nosotros, que por la bondad del Dios altísimo hemos sido llamados a reinar con
el Esposo divino, nosotros, para quienes la verdadera luz de Dios centellea
clara y lúcida ante nuestras mentes, tengamos siempre fija nuestra mirada en
los esplendores de la Jerusalén celestial.
La consideración de los variados bienes que allí
poseeremos sea el dulce alimento de nuestros pensamientos, y nuestra mente
enamorada de aquellas delicias eternas hará surgir en nuestro corazón los más
encendidos y vigorosos afectos hacia ellas.
(10 octubre de 1914, a Raffaelina Cerase, Ep.
II, 185)
FELIPE -Jardinero de Dios-(el más pequeñito de todos) PÁGINAS DE FELIPE DE URCA: ”PEQUEÑAS SEMILLITAS”♡”JUAN PABLO II INOLVIDABLE”♡FACEBOOK de “FELIPE DE URCA”♡FACEBOOK de “PEQUEÑAS SEMILLITAS”♡Canal de WHATSAPP de “PEQUEÑAS SEMILLITAS”♡”X” (ex TWITTER) de “PEQUEÑAS SEMILLITAS”♡INSTAGRAM: FELIPE DE URCA
La Palabra de Dios
Santoral Católico:
Palabras de San Juan Pablo II
Tema del día:
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
Pedidos de oración
Extractos de cartas del Padre Pío
FELIPE
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por participar comentando! Por favor, no te olvides de incluir tu nombre y ciudad de residencia al finalizar tu comentario dentro del cuadro donde escribes.