domingo, 28 de abril de 2024

Pequeñas Semillitas 5619

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 19 - Número 5619 ~ Domingo 28 de Abril de 2024
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
Estas palabras están dichas por Jesús en su despedida de la Última Cena; pero son una especie de resumen de ideas que les habría dicho a los apóstoles en aquellos años. Ahora les ha dicho algo muy importante, esencial para nuestra vida en el espíritu. Y es que tenemos que estar unidos con Jesucristo, si queremos que nuestra vida tenga frutos de vida eterna.
Para expresar esto Jesús, lo hace con el ejemplo de la vid y los sarmientos, que son las ramas que sostienen los racimos de uvas. Podría haber puesto el ejemplo de cualquier árbol, que produce frutos. Habló de la vid porque era frecuente en Palestina y para muchos era un símbolo nacional. Igual que una rama, si está unida al tronco, da frutos, que pueden ser en abundancia, mientras que si está separada del tronco, no puede dar frutos, nos pasa a nosotros, si estamos unidos o no con Jesucristo.
En este día pidamos que nuestros frutos sean buenos, que lo serán, si procuramos aumentar continuamente nuestra unión con Dios.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Hch 9, 26-31
 
Salmo: Sal 21, 26b-27. 28 y 30. 31-32
 
Segunda Lectura: 1 Jn 3, 18-24
 
Santo Evangelio: Jn 15,1-8
En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí.
»Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos».
 
Comentario:
Hoy, el Evangelio presenta la alegoría de la vid y los sarmientos. Cristo es la verdadera vid, nosotros somos los sarmientos y el Padre es el viñador.
El Padre quiere que demos mucho fruto. Es lógico. Un viñador planta la viña y la cultiva para que produzca fruto abundante. Si nosotros montamos una empresa, querremos que rinda. Jesús insiste: «Yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto» (Jn 15,16).
Eres un elegido. Dios se ha fijado en ti. Por el bautismo te ha injertado en la viña que es Cristo. Tienes la vida de Cristo, la vida cristiana. Posees el elemento principal para dar fruto: la unión con Cristo, porque «el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid» (Jn 15,4). Jesús lo dice taxativamente: «Separados de mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5). «Su fuerza no es sino suavidad; nada hay tan blando como esto, y nada como esto tan firme» (San Francisco de Sales). ¿Cuántas cosas has querido hacer sin Cristo? El fruto que el Padre espera de nosotros es el de las buenas obras, el de la práctica de las virtudes. ¿Cuál es la unión con Cristo que nos hace capaces de dar este fruto? La fe y la caridad, es decir, permanecer en gracia de Dios.
Cuando vives en gracia, todos los actos de virtud son frutos agradables al Padre. Son obras que Jesucristo hace a través tuyo. Son obras de Cristo que dan gloria al Padre y se convierten en cielo para ti. ¡Vale la pena vivir siempre en gracia de Dios! «Si alguno no permanece en mí [por el pecado], es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego (...) los echan al fuego y arden» (Jn 15,6). Es una clara alusión al infierno. ¿Eres como un sarmiento lleno de vida?
Que la Virgen María nos ayude a aumentar la gracia para que produzcamos frutos en abundancia que den gloria al Padre.
* Rev. D. Joan MARQUÉS i Suriñach (Vilamarí, Girona, España)
 
Pensamiento del día
«Cuando los problemas vengan a enterrarte, recuerda que eres semilla. Sólo te están sembrando; germinarás y saldrás a la superficie nuevamente y darás fruto porque habrás madurado»
(BERNARDO STAMATEAS)
 
Predicación del Evangelio:
Contacto vital
Según el relato evangélico de Juan, en vísperas de su muerte, Jesús revela a sus discípulos su deseo más profundo: «Permaneced en mí». Conoce su cobardía y mediocridad. En muchas ocasiones les ha recriminado su poca fe. Si no se mantienen vitalmente unidos a él, no podrán subsistir.
 
Las palabras de Jesús no pueden ser más claras y expresivas: «Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí». Si no se mantienen firmes en lo que han aprendido y vivido junto a él, su vida será estéril. Si no viven de su Espíritu, lo iniciado por él se extinguirá.
 
Jesús emplea un lenguaje rotundo: «Yo soy la vid y vosotros los sarmientos». En los discípulos ha de correr la savia que proviene de Jesús. No lo han de olvidar nunca. «El que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante, porque sin mí no podéis hacer nada». Separados de Jesús, sus discípulos no podemos nada.
 
Jesús no solo les pide que permanezcan en él. Les dice también que «sus palabras permanezcan en ellos». Que no las olviden. Que vivan de su evangelio. Esa es la fuente de la que han de beber. Ya se lo había dicho en otra ocasión: «Las palabras que os he dicho son espíritu y vida».
 
El Espíritu del Resucitado permanece vivo y operante en su Iglesia de múltiples formas, pero su presencia invisible y callada adquiere rasgos visibles y voz concreta gracias al recuerdo guardado en los relatos evangélicos por quienes lo conocieron de cerca y le siguieron. En los evangelios nos ponemos en contacto con su mensaje, su estilo de vida y su proyecto del reino de Dios.
 
Por eso, en los evangelios se encierra la fuerza más poderosa que poseen las comunidades cristianas para regenerar su vida. La energía que necesitamos para recuperar nuestra identidad de seguidores de Jesús. El evangelio de Jesús es el instrumento pastoral más importante para renovar hoy a la Iglesia.
 
Muchos cristianos buenos de nuestras comunidades solo conocen los evangelios «de segunda mano». Todo lo que saben de Jesús y de su mensaje proviene de lo que han podido reconstruir a partir de las palabras de los predicadores y catequistas. Viven su fe sin tener un contacto personal con «las palabras de Jesús».
 
Es difícil imaginar una «nueva evangelización» sin facilitar a las personas un contacto más directo e inmediato con los evangelios. Nada tiene más fuerza evangelizadora que la experiencia de escuchar juntos el evangelio de Jesús desde las preguntas, los problemas, sufrimientos y esperanzas de nuestros tiempos.
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(Texto: José Antonio Pagola  - Imagen de Misioneros Digitales Católicos)
 
Nuevo vídeo y artículo
 
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet
referido al Evangelio de este Domingo.
Para verlo tienes que ir al final de esta página:
 
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
sobre el tema: 10 años de su canonización
Puedes acceder en la dirección:
 
Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
💕 Desde San Lorenzo, provincia de Santa Fe, Argentina, llegan dos agradecimientos a Dios y a las personas que rezaron por el eterno descanso del alma de María Eva N., y por la salud de Romina (cáncer) que ha sido operada con éxito y en pocos días estará nuevamente en su casa.
 
Bendito seas, Dios mío, porque a pesar de ser yo indigno de toda ayuda, tu generosidad e infinita bondad nunca dejan de otorgar el bien aún a los ingratos y a los que se han apartado de ti. Conviértenos a ti, para que seamos agradecidos, humildes y piadosos, pues Tú eres nuestra salud, nuestra fortaleza y nuestra salvación.
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
El Señor nos advierte, en el Evangelio de este domingo, que es imposible dar fruto si no se está unido a Él. Pero también nos dice que para dar fruto utiliza algo tan doloroso como la poda. Porque, no hay que olvidarlo, toda poda duele.
Dos son, pues, los mensajes de esta “palabra de vida”. El primero es que necesitamos aumentar nuestra relación con el Señor si queremos fructificar, si queremos evangelizar, si queremos ayudar a los demás; la oración, la confesión y la comunión frecuentes se convierten, por lo tanto, en instrumentos imprescindibles para hacer el bien, para mediar por los que están sufriendo, para consolar, para conseguir el milagro de mover los más duros corazones, porque nos van a permitir estar con contacto con la fuente, con Cristo.
El segundo mensaje es que el sufrimiento podemos convertirlo en material para la evangelización, para el testimonio, para “dar fruto”. A veces nos parece que el dolor no sirve para nada y no encontramos explicación al sufrimiento. Sin embargo, cuando lo vivimos unidos a Dios y sin desesperar, nos convertimos en testigos creíbles que atraen y que son capaces de llevar a las personas hacia Dios, aquel que ha sido capaz de evitar que nos hundiéramos en la tormenta de los problemas. El sufrimiento puede ser el mejor abono para que nazca una cosecha espléndida que antes no podíamos ni imaginar. (P. Santiago Martín)
🌸
Al comienzo del día, suele darse el fenómeno de la neblina. Más precisamente cuando la atmósfera es fría debajo de un aire templado.
Algo parecido ocurre cuando nos disponemos a orar: por más que sabemos que nos exponemos al Amor de Dios, el corazón suele comenzar frío. Esto lleva algunas veces a que nos desanimemos y no persistamos en la disposición del comienzo. A ello se le suma que el que tienta (conociendo que huimos con rapidez del sufrimiento), insiste en desalentarnos, como si lo que es momentáneo fuera a ser para siempre. Es el momento entonces, de recordar la enseñanza de “la neblina”, y de confiar empecinadamente en la fuerza del calor del amor de Dios para disipar lo que nubla e impide que las cosas se vean claro.
La sabiduría popular del hombre de campo, conoce que los días que amanecen con neblina, hacia el mediodía se vuelven limpios de sol. Esto es lo que tenemos que recordarle al propio corazón. Si no ve claro, no es porque no esté el amor de Dios vuelto hacia él, sino porque su amor, su confianza, su docilidad, su generosidad para con Dios, todavía están frías.
La neblina suele levantarse de a poco, y cuando menos nos acordamos, ya se disipó. Por eso, no hay que poner tanto el acento en nuestros fríos, sino en el calor que Dios acerca con cada palabra suya (“permanece en mí”, “no temas”, “estoy con ustedes hasta el fin del mundo”…). (Javier Albisu S.J.)
 
Extractos de cartas del Padre Pío
(Recopilación: P. Gianluigi Pasquale en “365 días con el Padre Pío”)
28 de abril
Tú dices que no sabes distinguir si los rayos de luz que a veces se producen en el fondo de tu espíritu provienen de Dios o vienen de otros, temiendo estar engañada en todo a causa de tu sutil amor propio.
Pues bien, he aquí los signos para conocer si esos rayos de luz provienen del Padre de las luces. Estos signos se reducen a tres. El primero es que esas luces producen un conocimiento cada vez más admirable de Dios, el cual, en la medida en que se nos revela, nos concede una idea cada vez más alta de su incomprensible grandeza. En resumen, esa luz nos lleva a amar cada vez más a Dios nuestro Padre y a sacrificarnos cada día más por su honor y por su gloria. El segundo signo es un conocimiento cada vez mayor de nosotros mismos, un sentimiento cada vez más profundo de humildad ante el pensamiento de que una criatura tan vil haya tenido la osadía de ofenderle, y que se atreva todavía a dirigirle la mirada, a observarlo. El tercero es que estos rayos celestiales producen en el alma un desprecio cada vez mayor de todas las realidades terrenas, exceptuadas sólo aquellas que pueden ser útiles para el servicio de su Dios.
Por tanto, si esos rayos de luz producen estos tres efectos en el alma, retenlos como provenientes de Dios. Estos efectos no pueden de ningún modo producirlos en el alma ni el enemigo ni mucho menos nuestra fantasía y nuestra imaginación.
(25 de abril de 1914, a Raffaelina Cerase, Ep. II, 76)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
 
 
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