domingo, 21 de abril de 2024

Pequeñas Semillitas 5612

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 19 - Número 5612 ~ Domingo 21 de Abril de 2024
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
Jesús es el Señor de nuestra vida, es la autoridad, el Pastor que nos guía con sus palabras y con el ejemplo de su vida. Y si el ejercicio de toda autoridad ha de ser un servicio, Jesús demostró con su entrega en los años que vivió entre nosotros –y de manera elocuente en la cruz– que dio su vida por sus ovejas. ¿Cuál ha de ser nuestra respuesta ante sus silbidos amorosos, ante las indicaciones que nos hace a través de los que ha constituido como pastores en la Iglesia? La respuesta ha de ser la sumisión y la obediencia.
Gracias, Señor, porque siendo Dios no usas la prepotencia con los hombres, sino que nos presentas la verdad en un ejercicio de humildad y de servicio. Gracias porque tus ministros gastan su vida aprendiendo tus palabras y enseñándonos sin medir el tiempo que dedican.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Hch 4, 8-12
 
Salmo: Sal 117, 1 y 8-9. 21-23. 26 y 28cd y 29
 
Segunda Lectura: 1 Jn 3, 1-2
 
Santo Evangelio: Jn 10,11-18
En aquel tiempo, Jesús habló así: «Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa, porque es asalariado y no le importan nada las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas.
»También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un solo pastor. Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; esa es la orden que he recibido de mi Padre».
 
Comentario:
Hoy celebramos el domingo del Buen Pastor. En primer lugar, la actitud de las ovejas ha de ser la de escuchar la voz del pastor y seguirlo. Escuchar con atención, ser dóciles a su palabra, seguirlo con una decisión que compromete a toda la existencia: el entendimiento, el corazón, todas las fuerzas y toda la acción, siguiendo sus pasos.
Por su parte, Jesús, el Buen Pastor, conoce a sus ovejas y les da la vida eterna, de tal manera que no se perderán nunca y, además, nadie las quitará de su mano. Cristo es el verdadero Buen Pastor que dio su vida por las ovejas (cf. Jn 10,11), por nosotros, inmolándose en la cruz. Él conoce a sus ovejas y sus ovejas le conocen a Él, como el Padre le conoce y Él conoce al Padre. No se trata de un conocimiento superficial y externo, ni tan sólo un conocimiento intelectual; se trata de una relación personal profunda, un conocimiento integral, del corazón, que acaba transformándose en amistad, porque ésta es la consecuencia lógica de la relación de quien ama y de quien es amado; de quien sabe que puede confiar plenamente.
Es Dios Padre quien le ha confiado el cuidado de sus ovejas. Todo es fruto del amor de Dios Padre entregado a su Hijo Jesucristo. Jesús cumple la misión que le ha encomendado su Padre, que es la cura de sus ovejas, con una fidelidad que no permitirá que nadie se las arrebate de su mano, con un amor que le lleva a dar la vida por ellas, en comunión con el Padre porque «Yo y el Padre somos uno» (Jn 10,30).
Es aquí precisamente donde radica la fuente de nuestra esperanza: en Cristo Buen Pastor a quien queremos seguir y la voz del cual escuchamos porque sabemos que sólo en Él se encuentra la vida eterna. Aquí encontramos la fuerza ante las dificultades de la vida, nosotros, que somos un rebaño débil y que estamos sometidos a diversas tribulaciones.
* Mons. José Ángel SAIZ Meneses, Arzobispo de Sevilla (Sevilla, España)
 
Palabras del Papa Francisco
«Preguntémonos cada uno de nosotros en un examen de conciencia: ¿Cómo es mi fe? ¿Es alegre? ¿Está abierta a las sorpresas de Dios? Porque Dios es el Dios de las sorpresas: ¿He ‘probado’ en el alma aquel sentido de asombro que hace la presencia de Dios, ese sentido de gratitud? Pensemos en estas palabras, que son estados de ánimo de la fe: alegría, sentido de asombro, sentido de sorpresa y gratitud...»
 
Predicación del Evangelio:
Yo soy el Buen Pastor
Se llama al IV domingo del tiempo pascual «Domingo del Buen Pastor». Para comprender la importancia que tiene en la Biblia el tema del pastor hay que remontarse a la historia. Los beduinos del desierto nos brindan hoy una idea de la que fue, en un tiempo, la vida de las tribus de Israel. En esta sociedad la relación entre pastor y rebaño no es sólo de tipo económico, basada en el interés. Se desarrolla una relación casi personal entre el pastor y el rebaño. Pasan días y días juntos en lugares
solitarios, sin nadie más alrededor. El pastor acaba conociendo todo de cada oveja; la oveja reconoce y distingue entre todas, la voz del pastor, quien frecuentemente habla con las ovejas.
 
Esto explica por qué Dios se ha servido de este símbolo para expresar su relación con la humanidad. Uno de los salmos más bellos del salterio describe la seguridad del creyente de tener a Dios como pastor: «El Señor es mi pastor, nada me falta...».
 
Posteriormente se da el título de pastor, por extensión, también a quienes hacen las veces de Dios en la tierra: los reyes, los sacerdotes, los jefes en general. Pero en este caso el símbolo se divide: ya no evoca sólo imágenes de protección, de seguridad, sino también las de explotación y opresión. Junto a la imagen del buen pastor hace su aparición la del mal pastor, la del mercenario. En el profeta Ezequiel encontramos una terrible acusación contra los malos pastores que se apacientan sólo a sí mismos, y a continuación la promesa de Dios de ocuparse Él mismo de su rebaño (Ez 34, 1 ss.).
 
Jesús en el Evangelio retoma este esquema del buen y mal pastor, pero con una novedad: «¡Yo -dice- soy el Buen Pastor!». La promesa de Dios se ha hecho realidad, superando cualquier expectativa. Cristo hace lo que ningún pastor, por bueno que fuera, estaría dispuesto a hacer: «Yo doy mi vida por las ovejas».
 
El hombre de hoy rechaza con desdén el papel de oveja y la idea de rebaño, pero no se percata de que está completamente dentro. Uno de los fenómenos más evidentes de nuestra sociedad es la masificación. Nos dejamos guiar de manera supina por todo tipo de manipulación y de persuasión oculta. Otros crean modelos de bienestar y de comportamiento, ideales y objetivos de progreso, y nosotros los seguimos; vamos detrás, temerosos de perder el paso, condicionados y secuestrados por la publicidad. Comemos lo que nos dicen, vestimos como nos enseñan, hablamos como oímos hablar, por eslogan. El criterio por el que la mayoría se deja guiar en las propias opciones es el «Così fan tutti» («Todos son así») de mozartiana memoria.
 
Mirad cómo se desarrolla la vida de la multitud en una gran ciudad moderna: es la triste imagen de un rebaño que sale junto, se agita y se amontona a hora fija en los vagones del tren y del metro y después, por la tarde, regresa junto al redil, vacío de sí y de libertad. Sonreímos divertidos cuando vemos una filmación a cámara rápida con las personas que se mueven a saltos, velozmente, como marionetas, pero es la imagen que tendríamos de nosotros mismos si nos miráramos con ojos menos superficiales.
 
El Buen Pastor que es Cristo nos propone hacer con Él una experiencia de liberación. Pertenecer a su rebaño no es caer en la masificación, sino ser preservados de ella. «Donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad» (2 Corintios 3, 17), dice San Pablo. Allí surge la persona con su irrepetible riqueza y con su verdadero destino. Surge el hijo de Dios aún escondido, del que habla la segunda carta de este domingo: «Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo
que seremos».
.
(Texto del Card. Raniero Cantalamessa  - Imagen Misioneros Digitales Católicos)
 
Nuevo vídeo y artículo
 
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet
referido al Evangelio de este Domingo.
Para verlo tienes que ir al final de esta página:
 
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
sobre el tema: “Buen Pastor y Vocaciones” 
Puedes acceder en la dirección:
 
Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
💕 Desde Córdoba, Argentina, la señora Ángeles V., de 92 años de edad, quiere agradecer a Dios por su infinita misericordia que le permitió superar con bien la enfermedad del dengue que padeció hace unos días. ¡Demos gracias a Dios!
 
💕 Desde San Luis, Argentina, Karina B., agradece al Señor y a todos los que rezaron por ella, dado que se realizó una biopsia de nódulo tiroideo y ya le han entregado los resultados que no arrojan ninguna malignidad.
 
💕 Desde Córdoba, Argentina, nuestra lectora Marta D. B. agradece a Dios y la intercesión del Santo Cura Brochero, pues le realizaron la colonoscopía sin problemas y sólo con hallazgo de algún pequeño pólipo y ninguna otra enfermedad.
 
Bendito seas, Dios mío, porque a pesar de ser yo indigno de toda ayuda, tu generosidad e infinita bondad nunca dejan de otorgar el bien aún a los ingratos y a los que se han apartado de ti. Conviértenos a ti, para que seamos agradecidos, humildes y piadosos, pues Tú eres nuestra salud, nuestra fortaleza y nuestra salvación.
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
“Dijo Jesús a los fariseos: Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estragos y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas”. (Jn 10, 11-13)
Muchos pretenden ocupar el lugar de Dios en el corazón del hombre. Quieren tener el primer puesto y desean que el ser humano les “adore”, inclinándose ante ellos. Esto no es nuevo, pero quizá en nuestra época ha tenido manifestaciones especialmente evidentes. Ahí están los casos terribles de idolatría llevada a cabo por algunas ideologías nacionalistas, como la nazi por ejemplo, que pretendía convertir la patria y la raza en el nuevo dios al que adorar.
Lo grave es que muchos de los que han intentado suplantar a Dios en el corazón del hombre aún no han sido desenmascarados y todavía embaucan a miles de ingenuos. Lo que a nosotros nos toca hacer es evitar ser seducidos por esos “falsos dioses” y ayudar a otros a que también lo eviten.  Los ídolos de nuestra época: el dinero, el poder, el éxito a toda costa, la comodidad, siguen siendo atractivos para muchos, posiblemente también para nosotros.
Aprendamos esta semana a identificar las voces seductoras de nuestras tentaciones, de nuestros ídolos, para distinguirlas de las de Cristo -que habla a través de las Sagradas Escrituras y sus ministros en la tierra-, que es el único que no nos engaña, el único que se preocupa de verdad por nuestro bien. Aprendamos, muy especialmente, a no dejarnos seducir por los políticos cuando, apoyados por los medios de comunicación, presentan doctrinas contrarias a las enseñanzas de la Iglesia y las presentan como si fueran beneficiosas para el hombre, presentando a la Iglesia no sólo como anticuada sino como nociva para la humanidad. (P. Santiago Martín)
🌸
La santidad, amor creciente a Dios y a los demás por Dios, podemos y debemos adquirirla en las cosas de todos los días, que se repiten muchas veces, con aparente monotonía. Para la gran mayoría de los hombres, ser santo supone santificar el trabajo, santificarse en su trabajo y santificar a los demás con el trabajo, y encontrar así a Dios en el camino de sus vidas.
La generosidad es una de las virtudes fundamentales del cristiano. La generosidad es la virtud que nos caracteriza en nuestra imitación de Cristo, en nuestro camino de identificación con Él. Esto es porque la generosidad no es simplemente una virtud que nace del corazón que quiere dar a los demás, sino la auténtica generosidad nace de un corazón que quiere amar a los demás. No puede haber generosidad sin amor, como tampoco puede haber amor sin generosidad. Es imposible deslindar, es imposible separar estas dos virtudes.
Pidámosle a Jesucristo que nos ayude a no fragmentar nuestro corazón, que nos ayude a no calcular nuestra entrega, que nos ayude a no ponernos a nosotros mismos como prioridad fundamental de nuestro don a los demás. Que nuestra única meta sea la de ser perfectos, es decir, la de amar como Cristo nos ama a nosotros. (P. Cipriano Sánchez)
 
Extractos de cartas del Padre Pío
(Recopilación: P. Gianluigi Pasquale en “365 días con el Padre Pío”)
21 de abril
¿Cómo puede ser, padre, que, cuando estoy con Jesús, no todo aquello que intento pedirle con voluntad decidida me viene a la mente? Además, siento un vivísimo dolor ante esta desmemoria. ¿Cómo explicarlo? Nadie, hasta el presente, ha podido convencerme del todo.
Escuche, además, una cosa más extraña todavía. Cuando estoy con Jesús, también se me ocurre pedir a Jesús cosas que nunca habían pasado por mi mente, y también presentarle personas que, no sólo no han estado nunca en mi pensamiento, sino que, además, lo que me deja más maravillado, nunca las he conocido ni he oído hablar de ellas.
Y quiero, además, dejar constancia de que, cuando me sucede esto, no me consta en ningún caso que Jesús no me haya concedido lo que le he pedido para bien de esas personas.
(21 de abril de 1915, al P. Benedetto da San Marco in Lamis, Ep. I, 569)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
 
 
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