PEQUEÑAS
SEMILLITAS Año
19 - Número 5576 ~ Domingo 10 de Marzo de 2024Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina) ¡Alabado sea Jesucristo!
El evangelio de este cuarto domingo de Cuaresma nos presenta a un
personaje singular, Nicodemo, aquél que fue a ver a Jesús “de noche”. Lo suyo
no parece una visita de pura curiosidad intelectual. ¿Fue tal vez un toque de
la gracia, tras haber escuchado a Jesús en alguna ocasión, o haber contemplado
alguno de sus signos lo que le empujó a empezar caminar de la noche a los levantes
de la aurora, como diría Juan de la Cruz? De hecho, empieza asegurando que
“nadie puede hacer los signos que Tú haces si Dios no está con él”
El Mesías le habla de verdad y de vida eterna, del Reino, de la luz y de
las tinieblas. Le explica cómo el Creador ha elegido amar y dar: “Dios amó
tanto al mundo que envió a su Hijo, no para juzgar al mundo sino para que, por
él, el mundo se salve.”
Un elemento muy característico del estilo literario del evangelio de Juan
es el binomio luz – tinieblas: creer en Jesús es acoger la luz que ha venido al
mundo; no creer en Jesús es rechazar la luz y optar por las tinieblas.
La Palabra de Dios Lecturas del día ♡ Primera Lectura: 2 Cr 36, 14-16. 19-23
♡ Salmo: Sal 136, 1-2. 3. 4-5. 6
♡ Segunda Lectura: Ef 2, 4-10
♡ Santo Evangelio: Jn 3, 14-21
En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: «Como Moisés levantó la serpiente
en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo
el que crea tenga por Él vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo que dio a
su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida
eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino
para que el mundo se salve por Él. El que cree en Él, no es juzgado; pero el
que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único
de Dios.
»Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más
las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el
mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras.
Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus
obras están hechas según Dios».
♡ Comentario:
Hoy, la liturgia nos ofrece un aroma anticipado de la alegría pascual. Los
ornamentos del celebrante son rosados. Es el domingo “laetare” que nos invita a
una serena alegría. «Festejad a Jerusalén, gozad con ella todos los que la
amáis...», canta la antífona de entrada.
Dios quiere que estemos contentos. La psicología más elemental nos dice
que una persona que no vive contenta acaba enferma, de cuerpo y de espíritu.
Ahora bien, nuestra alegría ha de estar bien fundamentada, ha de ser la
expresión de la serenidad de vivir una vida con sentido pleno. De otro modo, la
alegría degeneraría en superficialidad y majadería. Santa Teresa distinguía con
acierto entre la “santa alegría” y la “loca alegría”. Esta última es sólo
exterior, dura poco y deja un regusto amargo.
Vivimos tiempos difíciles para la vida de fe. Pero también son tiempos
apasionantes. Experimentamos, en cierta manera, el exilio babilónico que canta
el salmo. Sí, también nosotros podemos vivir una experiencia de exilio
«llorando la nostalgia de Sión» (Sal 136,1). Las dificultades exteriores y,
sobre todo el pecado, nos pueden llevar cerca de los ríos de Babilonia. A pesar
de todo, hay motivos de esperanza, y Dios nos continúa diciendo: «Que se me
pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti» (Sal 136,6).
Podemos vivir siempre contentos porque Dios nos ama locamente, tanto que
nos «dio a su Hijo único» (Jn 3,16). Pronto acompañaremos a este Hijo único en
su camino de muerte y resurrección. Contemplaremos el amor de Aquel que tanto
ama que se ha entregado por nosotros, por ti y por mí. Y nos llenaremos de amor
y miraremos a Aquel que han traspasado (Jn 19,37), y crecerá en nosotros una
alegría que nadie nos podrá quitar.
La verdadera alegría que ilumina nuestra vida no proviene de nuestro
esfuerzo. San Pablo nos lo recuerda: no viene de vosotros, es un don de Dios,
somos obra suya (Ef 2:8). Dejémonos amar por Dios y amémosle, y la alegría será
grande en la próxima Pascua y en la vida. Y no olvidemos dejarnos acariciar y
regenerar por Dios con una buena confesión antes de Pascua.
* Rev. D. Joan Ant. MATEO i García (Tremp, Lleida, España) © Textos de
Evangeli-net
Palabras de San Juan Pablo II «La Cuaresma es el tiempo en que el Señor Jesucristo
nos hace un especial llamado a la conversión. En actitud orante y comprometida
hemos de escuchar atentamente aquellas palabras ‘Mira que estoy a la puerta y
llamo’ (Ap 3, 20). Sí, es el mismo Señor quien llama dulcemente al corazón de
cada uno, sin forzarnos, esperando pacientemente que le abramos la puerta para
entrar y sentarse a la mesa con nosotros.»
Predicación del Evangelio: ¡Tanto amó Dios al mundo! En el Evangelio de este domingo encontramos una de las frases
absolutamente más bellas y consoladoras de la Biblia: «Tanto amó Dios al mundo
que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que
tenga vida eterna».
Ante todo Dios, en la Biblia, nos habla de su amor a través de la imagen
del amor paterno. El amor paterno está hecho de estímulo, de impulso. El padre
quiere hacer crecer al hijo, empujándole a que dé lo mejor de sí. Por ello
difícilmente un padre alabará al hijo incondicionalmente en su presencia. Teme
que se crea cumplido y no se esfuerce más. Un rasgo del amor paterno es también
la corrección. Pero un verdadero padre es asimismo aquel que da libertad,
seguridad al hijo, que le hace sentirse protegido en la vida. He aquí por qué
Dios se presenta al hombre, a lo largo de toda la revelación, como su «roca y
baluarte», «fortaleza siempre cerca en las angustias».
Otras veces Dios nos habla con la imagen del amor materno. Dice: «¿Acaso
olvida una mujer a su niño, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues
aunque ésas llegasen a olvidar, yo no te olvido» (Is 49, 15). El amor de la
madre está hecho de acogida, de compasión y de ternura; es un amor
«entrañable». Las madres son siempre un poco cómplices de los hijos y con
frecuencia deben defenderles e interceder por ellos ante el padre. Se habla
siempre del poder de Dios y de su fuerza; pero la Biblia nos habla también de
una debilidad de Dios, de una impotencia suya. Es la «debilidad» materna.
El hombre conoce por experiencia otro tipo de amor, el amor esponsal, del
cual se dice que es «fuerte como la muerte» y cuyas llamas «son flechas de
fuego» (Ct 8, 6). Y también a este tipo de amor ha recurrido Dios para
convencernos de su apasionado amor por nosotros. Todos los términos típicos del
amor entre hombre y mujer, incluido el término «seducción», son empleados en la
Biblia para describir el amor de Dios por el hombre.
Jesús llevó a cumplimiento todas estas formas de amor, paterno, materno,
esponsal (¡Cuántas veces se ha comparado a un esposo!); pero les añadió otra:
el amor de amistad. Decía a sus discípulos: «No os llamo ya siervos... a
vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he
dado a conocer» (Jn 15, 15).
¿Qué es la amistad? La amistad puede constituir un vínculo más fuerte que
el parentesco mismo. El parentesco consiste en tener la misma sangre; la
amistad en tener los mismos gustos, ideales, intereses. Nace de la confidencia,
esto es, del hecho de que confío a otro lo más íntimo y personal de mis
pensamientos y experiencias.
Ahora: Jesús explica que nos llama amigos, porque todo lo que él sabía de
su Padre celestial nos lo ha dado a conocer, nos lo han confiado. ¡Nos ha hecho
partícipes de los secretos de familia de la Trinidad! Por ejemplo, del hecho de
que Dios prefiere a los pequeños y a los pobres, de que nos ama como un papá,
de que nos tiene preparado un lugar. Jesús da a la palabra «amigos» su sentido
más pleno.
¿Qué debemos hacer después de haber recordado este amor? Algo
sencillísimo: creer en el amor de Dios, acogerlo; repetir conmovidos, con San
Juan: «¡Nosotros hemos creído en el amor que Dios nos tiene!» (1 Juan 4, 16).
.
(Texto: Cardenal Raniero Cantalamessa - Imagen de YouTube)
Biblioteca de archivos Hemos reactivado y mejorado nuestra Biblioteca de archivos en la que
puedes encontrar casi 300 artículos publicados en “Pequeñas Semillitas” durante
los últimos años. Y poco a poco vamos agregando otros artículos más, todos en
formato pdf. Ingresando a la misma los podrás leer o descargar en tu
computadora o dispositivo móvil. Para acceder a nuestra Biblioteca debes hacer clic acá.
Nuevo vídeo y artículo Hay un nuevo vídeo
subido al blogde "Pequeñas Semillitas" en internetreferido al Evangelio de
este Domingo.Para verlo tienes que ir
al final de esta página: Hay nuevo material
publicado en el blog"Juan Pablo II inolvidable"sobre el tema: “Carta
a las mujeres”Puedes acceder en la
dirección: Agradecimientos Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para
tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí
los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la
cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las
gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque
prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para
dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas"
pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la
segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como
respuesta a nuestros pedidos de oración.
💕 ...
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Bendito seas, Dios mío, porque a
pesar de ser yo indigno de toda ayuda, tu generosidad e infinita bondad nunca
dejan de otorgar el bien aún a los ingratos y a los que se han apartado de ti. Conviértenos
a ti, para que seamos agradecidos, humildes y piadosos, pues Tú eres nuestra
salud, nuestra fortaleza y nuestra salvación.
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas” “Dijo Jesús a Nicodemo: Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto,
así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en Él
tenga vida eterna”. (Jn 3, 14-16)
No podemos dejar de ver las cosas con nuestros ojos y, humanos como somos,
nuestra mirada tiende a volverse calculadora y materialista. Medimos y
sopesamos las cosas y los acontecimientos considerando éxito o fracaso a lo que
ocurre en función de los resultados aparentes. Pero la mirada de Dios es
distinta. Por eso, el recuerdo de que Cristo triunfó cuando fracasaba y que en
la Cruz fue cuando más atrayente se volvió, nos debe ayudar a considerar
nuestras situaciones personales con otra óptica. Quizá los números no sean tan
importantes y, desde luego, no son lo más importante. Lo principal es siempre
la fidelidad a Dios, la fidelidad a la propia conciencia, aunque tarden mucho
en reconocer la razón que teníamos.
Por eso es fundamental saber perseverar, ser fieles a Cristo, a la Iglesia
y a lo que nos dicta la conciencia. Si lo hacemos así estaremos ofreciendo a
los que nos observan –y cuando sufrimos es cuando más nos observan- un ejemplo
a seguir. Cuando perseveramos, a pesar de las dificultades y aunque no
obtengamos el éxito esperado, es cuando somos más útiles, como le pasó a
Cristo. Basta con asegurarse de que el camino elegido es el correcto, no sea
que estemos insistiendo en el error y no en la virtud. Para eso habrá que
emplear el criterio ya citado, en este orden: Fidelidad a Cristo, interpretado
por la Iglesia, con el eco que despierta en nuestra conciencia; unir nuestro
sufrimiento al de Cristo en la cruz, ofreciéndoselo en el ofertorio mientras se
celebra la Eucaristía. (P. Santiago Martín)
🌸Muchos esperan al último momento de sus vidas para arreglar su conciencia
con Dios. Ponen en peligro su salvación eterna, dejando para el último momento
de su existencia la confesión con el sacerdote.
Pero esto es un grave error y una gran imprudencia, porque, primero: no
sabemos si tendremos tiempo y modo de confesarnos antes de que nos llegue la
muerte; y, segundo: si no estamos acostumbrados a confesarnos, es muy difícil
hacer bien la confesión en el momento terminal de nuestra vida, en que tenemos
tantos temores y cuando el demonio pone todo su esfuerzo para llevarnos a su
Infierno, desatando sobre nosotros su última tentativa, la última batalla para
arrebatarnos el alma.
Es verdaderamente de locos dejar la confesión para mañana, para después,
para el último día, porque no sabemos si podemos contar con ese “mañana”, ya
que con lo único seguro que contamos es con el “ahora”, con el “hoy”.
Esta es una astucia de Satanás, que nos hace aplazar hasta último momento
la reconciliación con Dios, porque sabe que de esa forma él tiene una gran
oportunidad de llevarnos a la perdición eterna.
Meditemos hoy profundamente cómo está nuestra alma, y si descubrimos que
vivimos en pecado mortal, hagamos un acto de sincero arrepentimiento y vayamos
a confesarnos HOY MISMO con un sacerdote, porque no sabemos si mañana veremos
la luz del día.
Extractos de cartas del Padre Pío (Recopilación: P. Gianluigi Pasquale en “365
días con el Padre Pío”) 10 de marzo
Es bueno aspirar a la más alta perfección cristiana,
pero no hay que filosofar sobre ella, sino sobre nuestra conversión y sobre
nuestro progreso en la misma en los acontecimientos diarios, dejando el éxito
de nuestro deseo a la providencia de Dios y abandonándonos en sus brazos de
padre, como lo hace un chiquillo que, para crecer, come cada día lo que le
prepara su padre, confiando en que no le faltará el alimento en la medida de su
apetito y de su necesidad.
Guárdate de los escrúpulos y de las inquietudes de
conciencia; y ten calma absoluta en lo que te dije de palabra, porque te lo
dije en nuestro Señor. Permanece en la presencia de Dios por los medios que te
indiqué y que sabes. Guárdate de la tristeza y de las inquietudes, porque no
hay cosa que impida tanto caminar hacia la perfección. Hijito mío, pon
dulcemente tu corazón en las llagas de nuestro Señor, pero no a fuerza de
brazos. Ten una gran confianza en su misericordia y bondad, que Él no te abandonará
nunca; pero no dejes por eso de abrazar fuertemente su santa cruz.
(20 de enero de 1918, a fray Emmanuele da San
Marco La Carola, Ep. IV, 419)
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