domingo, 17 de septiembre de 2023

Pequeñas Semillitas 5426

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 18 - Número 5426 ~ Domingo 17 de Setiembre de 2023
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
El evangelio de hoy plantea el tema del perdón, que es una de las experiencias más difíciles para los seres humanos. ¡Cómo nos cuesta perdonar!
Cristo dice que debemos perdonar setenta veces siete, es decir, siempre. Esto no impide que podamos exigir la reparación de los daños injustos que nos hayan hecho. Pero nuestro espíritu no debe guardar rencor. No debemos abrigar deseos de venganza. Lo que es imposible es evitar el dolor de la ofensa. Si me dan un pisotón me hacen daño. No lo puedo evitar. Lo que sí puedo evitar es no responder con otro pisotón.
La parábola del Evangelio de hoy es muy instructiva: el Señor perdona a su siervo una gran deuda, y después este siervo no perdona a su compañero una pequeñez. Por eso el Señor se arrepiente de su benevolencia con él y le exige su deuda.
Es un ejemplo para nosotros. Después de lo que Dios nos ha perdonado, ¿Cómo vamos nosotros a no perdonar a nuestro prójimo? Y no perdonamos porque él se lo merezca, que quizás no se lo merezca; perdonamos porque Dios nos lo pide.
Recordemos las palabras del Padrenuestro: quien no perdona a quien nos ofende, no puede pedir que Dios perdone sus propias ofensas.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Eclo 27,33—28,9
 
Salmo: Sal 102, 1-2. 3-4. 9-10. 11-12
 
Segunda Lectura: Rom 14,7-9
 
Santo Evangelio: Mt 18,21-35
En aquel tiempo, Pedro preguntó a Jesús: «Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?». Dícele Jesús: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por eso el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía 10.000 talentos. Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le pagase. Entonces el siervo se echó a sus pies, y postrado le decía: ‘Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré’. Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó en libertad y le perdonó la deuda.
»Al salir de allí aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios; le agarró y, ahogándole, le decía: ‘Paga lo que debes’. Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba: ‘Ten paciencia conmigo, que ya te pagaré’. Pero él no quiso, sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo que debía.
»Al ver sus compañeros lo ocurrido, se entristecieron mucho, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido. Su señor entonces le mandó llamar y le dijo: ‘Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?’. Y encolerizado su señor, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía. Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano».
 
Comentario:
Hoy, en el Evangelio, Pedro consulta a Jesús sobre un tema muy concreto que sigue albergado en el corazón de muchas personas: pregunta por el límite del perdón. La respuesta es que no existe dicho límite: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete» (Mt 18,22). Para explicar esta realidad, Jesús emplea una parábola. La pregunta del rey centra el tema de la parábola: «¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?» (Mt 18,33).
El perdón es un don, una gracia que procede del amor y la misericordia de Dios. Para Jesús, el perdón no tiene límites, siempre y cuando el arrepentimiento sea sincero y veraz. Pero exige abrir el corazón a la conversión, es decir, obrar con los demás según los criterios de Dios.
El pecado grave nos aparta de Dios (cf. Catecismo de la Iglesia Católica n. 1470). El vehículo ordinario para recibir el perdón de ese pecado grave por parte de Dios es el sacramento de la Penitencia, y el acto del penitente que la corona es la satisfacción. Las obras propias que manifiestan la satisfacción son el signo del compromiso personal —que el cristiano ha asumido ante Dios— de comenzar una existencia nueva, reparando en lo posible los daños causados al prójimo.
No puede haber perdón del pecado sin algún genero de satisfacción, cuyo fin es: 1. Evitar deslizarse a otros pecados más graves; 2. Rechazar el pecado (pues las penas satisfactorias son como un freno y hacen al penitente más cauto y vigilante); 3. Quitar con los actos virtuosos los malos hábitos contraídos con el mal vivir; 4. Asemejarnos a Cristo.
Como explicó santo Tomás de Aquino, el hombre es deudor con Dios por los beneficios recibidos, y por sus pecados cometidos. Por los primeros debe tributarle adoración y acción de gracias; y, por los segundos, satisfacción. El hombre de la parábola no estuvo dispuesto a realizar lo segundo, por lo tanto se hizo incapaz de recibir el perdón.
* Rev. P. Anastasio URQUIZA Fernández MCIU (Monterrey, México)
 
Palabras de San Juan Pablo II
«Hasta que quienes ocupan puestos de responsabilidad no acepten cuestionarse con valentía su modo de administrar el poder y de procurar el bienestar de sus pueblos, será difícil imaginar que se pueda progresar verdaderamente hacia la paz»
 
Predicación del Evangelio:
El poder del perdón
Por instinto, nuestra naturaleza reacciona frente de una ofensa: “¡Siempre hay muchos límites! ¡Hay una estrategia que tomar para que no se produzca más!” ¿Hay que controlar a los demás, dominarlos, o al menos excluirlos de nuestras vidas y de nuestros radios de acción?
 
En este contexto, la parábola de hoy es fascinante pues el acercamiento de Jesús es radicalmente opuesto a nuestros instintos, y lo menos que se puede decir hoy es que el Maestro no se detiene en cifras.
 
Decía el domingo anterior: “Si tu hermano ha cometido un pecado, ve hablarle a solas... Si te escucha, habrás ganado a tu hermano.” ¿Pero cómo llevar a un hermano, a una hermana, a una esposa, a un hijo al arrepentimiento? La pregunta de Pedro parece fundada en una larga experiencia de la vida: el perdón gratuito ha venido como un signo de debilidad, mientras que la línea dura es la de los vencedores y conquistadores. Si el dominio es la medida de nuestros éxitos, entonces es posible que represalias “justas” y una fuerza muscular sean nuestras mejores aliadas... Al menos a corto plazo... Pero Jesús mira más lejos.
 
Por ejemplo, si José se hubiera vengado de sus hermanos (Génesis 45), las heridas que hubiera sufrido y las que sus hermanos le hubieran infligido, ¿habrían desaparecido? ¿Habrían pasado el resto de su vida amargados? Está claro que el perdón era para todos, de lejos, el mejor camino de curación.
 
La Ley nueva que exige el perdón se enclava en el proyecto inicial del Creador. Nos pide nada menos que ser perfectos como Él. Y desde este punto de vista, nos encontramos en la postura del siervo incapaz de desembolsar la deuda. Hay que ser conscientes en el momento de arreglar nuestras cuentas con los demás. Pues Dios está por encima de las personas con las que nos codeamos día tras día. Tenemos que perdonarnos entre nosotros puesto que marchamos hacia él todos juntos día tras día.
-
(P. Felipe Santos SDB)
 
Poesía
Síndrome
 
Todavía tengo casi todos mis dientes
casi todos mis cabellos y poquísimas canas
puedo hacer y deshacer el amor
trepar una escalera de dos en dos
y correr cuarenta metros detrás del ómnibus
o sea que no debería sentirme viejo
pero el grave problema es que antes
no me fijaba en estos detalles.
-
(Mario Benedetti)
 
Nuevo vídeo
 
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet
referido al Evangelio de este Domingo.
Para verlo tienes que ir al final de esta página:
 
Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
💕 Desde la ciudad de San Lorenzo, provincia de Santa Fe, Argentina, escribe Exequiel Milanovsky (lector de “Pequeñas Semillitas” desde hace muchos años) y dice:  “Estimado amigo, quiero que salga un agradecimiento a Dios Padre por dejarnos seguir disfrutando del envío de su labrador Felipe, para que los viñadores continúen en la cosecha en estas épocas. Muchas gracias Dios por dejarnos ser partícipes del instrumento Felipe para con los feligreses. Mi hijo Francisco (Tato) en cada bendición de los alimentos pide a Dios que Felipe se cuide de su enfermedad, desde que te has enfermado por COVID este año, no hay día que no pida por ti y por todas las necesidades de las personas, hace oraciones muy particulares. Te dejamos un cálido abrazo estimado amigo”

Nota: he dudado mucho en publicar o no el texto precedente, porque en "Pequeñas Semillitas" lo que importa es el mensaje, y no el mensajero (San Pablo nos diría que llevamos un tesoro en vasijas de barro y eso es lo que soy: una miserable vasija de barro). Finalmente lo publico como reconocimiento a la familia Milanovsky que desde hace muchísimos años acompañan a "Pequeñas Semillitas", y como agradecimiento al niño Tato que reza a diario por mi salud (que gracias a Dios está bien). Felipe.
 
💕 Desde Buenos Aires, Argentina, agradecen por la salud de Ricardo Luis B.; de Alberto B. y de Constanza M., que siguen con sus tratamientos de quimioterapia, teniendo los tres resultados favorables. Damos gracias a Dios en su nombre.
 
Bendito seas, Dios mío, porque a pesar de ser yo indigno de toda ayuda, tu generosidad e infinita bondad nunca dejan de otorgar el bien aún a los ingratos y a los que se han apartado de ti. Conviértenos a ti, para que seamos agradecidos, humildes y piadosos, pues Tú eres nuestra salud, nuestra fortaleza y nuestra salvación.
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
“Acercándose Pedro a Jesús le preguntó: ‘Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces? Jesús le contestó: ‘No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete’”. (Mt 18, 21-22)
Esta semana la palabra de vida nos habla claramente del perdón y pone, en boca del propio Cristo, una medida que es una invitación a luchar por alcanzar el infinito: "perdonar hasta setenta veces siete", es decir, perdonar siempre. El perdón, por lo tanto, queda así instaurado como una práctica típica de la caridad cristiana, como algo consustancial al cristianismo. Más tarde, cuando veamos a Cristo en la cruz perdonando a sus enemigos, comprenderemos hasta qué extremos debe llegar el ejercicio de esta práctica.
La duda está en saber si el perdón equivale al olvido o si perdonar implica no protegerse para próximas ocasiones de quien te ha hecho daño y sabes que tiene muchas posibilidades de volvértelo a hacer. Creo que el perdón no está reñido con el sentido común y, a veces, ciertas posturas son las más enemigas del mensaje de Cristo porque lo que piden es prácticamente imposible de cumplir. Sin embargo, no hay que olvidar que perdonar significa, en cierto modo, olvidar y también arriesgarte a que te hagan daño de nuevo. Pero perdonar no implica ignorar el talante del que te ha herido, sino darle una nueva oportunidad siempre que él de muestras serias de querer aprovecharla. Significa ayudarle, aunque no se lo merezca. No vengarte, aunque tengas la oportunidad de hacerlo.
Y significa también ayudarte a ti mismo, pues la medida que uses la usarán contigo. Empezando por Dios y siguiendo por esos prójimos a los que tú has herido.
(P. Santiago Martín)
 
Recordando al Padre Natalio
Claves de felicidad
Existe una inmensa alegría en poder alegrar a otros a pesar de nuestra propia situación. La aflicción compartida disminuye la propia tristeza; pero, cuando la alegría se comparte, se duplica. Si deseas sentirte feliz y realizado, basta compartir tus bendiciones, esas que no se pueden comprar con dinero.
 
Serás feliz cuando creas en ti mismo; cuando aceptes y luches contra la adversidad; y cuando aprendas a disfrutar de tus ocupaciones cotidianas. Serás feliz cuando sientas satisfacción con lo que tienes; cuando mires de frente tus temores; y cuando compartas tus bendiciones con los demás. Serás feliz si entiendes que casi todo es temporal y pasajero; si comprendes que siempre puedes elegir; y si estás convencido que las pequeñas cosas significan mucho para ti. Serás feliz, en fin, cuando lo espiritual prevalezca en tu vida sobre lo material.
 
Compartir tus bendiciones con generosidad es una virtud que te pone en sintonía con Dios que es todo amor y donación de sí mismo. Cada día puedes empezar a ser generoso en gestos pequeños. Con la práctica se te irá abriendo el corazón, descubrirás la alegría de dar y comprobarás, maravillado, que recibes mucho más de lo que das.
(P. Natalio)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
 
 
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1 comentario:

  1. Buenas noches familia y al hilo de las palabras de Mario Benedetti, un amigo me dijo, en uno de esos días en los que dices: ¡estoy harto y cansado! Aquí fue cuando apuntó que NO DEJARA ENTRAR AL VIEJO.
    José Luis Sevillano -España

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