jueves, 6 de abril de 2023

Pequeñas Semillitas 5275

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 18 - Número 5275 ~ Jueves 6 de Abril de 2023
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
Jueves Santo ¿Qué hizo hoy Jesús?
La última Cena. Por la mañana del Jueves, Pedro y Juan se adelantan para preparar la cena en Jerusalén. A la tarde llegaron al Cenáculo. Allí Jesús lavó los pies uno a uno. Luego, sentados a la mesa celebra la primera Misa: les da a comer su Cuerpo y su Sangre y les ordena sacerdotes a los Apóstoles para que, en adelante, ellos celebren la Misa. Judas salió del Cenáculo antes, para entregarle. Jesús se despidió de su Madre y se fue al huerto de los Olivos. Allí sudó sangre, viendo lo que le esperaba. Los discípulos se durmieron. Llegó Judas con todos los de la sinagoga y le da un beso. Entonces, le cogieron preso y todos los Apóstoles huyeron. Lo llevan al Palacio de Caifás, el Sumo Sacerdote. Le interrogan durante toda la noche: no duerme nada.
Hazle tú hoy compañía al Señor, que está solo. Haz el propósito de no abandonarle nunca, y de visitarle con frecuencia en el sagrario.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Éx 12,1-8.11-14
 
Salmo: Sal 115,12-13.15-16bc.17-18
 
Segunda Lectura: 1Cor 11,23-26
 
Santo Evangelio: Jn 13,1-15
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Durante la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle, sabiendo que el Padre le había puesto todo en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía, se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó. Luego echa agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido.
Llega a Simón Pedro; éste le dice: «Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?». Jesús le respondió: «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora: lo comprenderás más tarde». Le dice Pedro: «No me lavarás los pies jamás». Jesús le respondió: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo». Le dice Simón Pedro: «Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza». Jesús le dice: «El que se ha bañado, no necesita lavarse; está del todo limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos». Sabía quién le iba a entregar, y por eso dijo: «No estáis limpios todos».
Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros».
 
Comentario:
Hoy recordamos aquel primer Jueves Santo de la historia, en el que Jesucristo se reúne con sus discípulos para celebrar la Pascua. Entonces inauguró la nueva Pascua de la nueva Alianza, en la que se ofrece en sacrificio por la salvación de todos.
En la Santa Cena, al mismo tiempo que la Eucaristía, Cristo instituye el sacerdocio ministerial. Mediante éste, se podrá perpetuar el sacramento de la Eucaristía. El prefacio de la Misa Crismal nos revela el sentido: «Él elige a algunos para hacerlos partícipes de su ministerio santo; para que renueven el sacrificio de la redención, alimenten a tu pueblo con tu Palabra y lo reconforten con tus sacramentos».
Y aquel mismo Jueves, Jesús nos da el mandamiento del amor: «Amaos unos a otros como yo os he amado» (Jn 13,34). Antes, el amor se fundamentaba en la recompensa esperada a cambio, o en el cumplimiento de una norma impuesta. Ahora, el amor cristiano se fundamenta en Cristo. Él nos ama hasta dar la vida: ésta ha de ser la medida del amor del discípulo y ésta ha de ser la señal, la característica del reconocimiento cristiano.
Pero, el hombre no tiene capacidad para amar así. No es simplemente fruto de un esfuerzo, sino don de Dios. Afortunadamente, Él es Amor y —al mismo tiempo— fuente de amor, que se nos da en el Pan Eucarístico.
Finalmente, hoy contemplamos el lavatorio de los pies. En actitud de siervo, Jesús lava los pies de los Apóstoles, y les recomienda que lo hagan los unos con los otros (cf. Jn 13,14). Hay algo más que una lección de humildad en este gesto del Maestro. Es como una anticipación, como un símbolo de la Pasión, de la humillación total que sufrirá para salvar a todos los hombres.
El teólogo Romano Guardini dice que «la actitud del pequeño que se inclina ante el grande, todavía no es humildad. Es, simplemente, verdad. El grande que se humilla ante el pequeño es el verdaderamente humilde». Por esto, Jesucristo es auténticamente humilde. Ante este Cristo humilde nuestros moldes se rompen. Jesucristo invierte los valores meramente humanos y nos invita a seguirlo para construir un mundo nuevo y diferente desde el servicio.
* Mons. José Ángel SAIZ Meneses, Arzobispo de Sevilla (Sevilla, España)
 
Santoral Católico:
San Pedro de Verona
Nació en Verona de padres valdenses a finales del siglo XII. En la escuela aprendió el catecismo y abrazó la fe católica. Siendo adolescente y estudiante en Bolonia, entró en la Orden de Predicadores, de cuyo fundador recibió el hábito. Se ordenó de sacerdote y se consagró a la predicación con intensidad y por amplias regiones de Italia. Combatió con firmeza las herejías y en 1242 fue nombrado Inquisidor General para Lombardía. No le faltaron enemigos, y en un viaje entre Como y Milán lo asesinaron. Murió proclamando el Credo. Era el año 1252.
Para más información hacer clic acá.
© Directorio Franciscano – ACI Prensa – Catholic.net
 
Palabras del Papa Francisco
«En la Última Cena, con sus amigos, Jesús comparte el pan y distribuye el cáliz para nosotros. El Hijo de Dios se ofrece a nosotros, ofrece en nuestras manos su Cuerpo y su Sangre para estar siempre con nosotros, para habitar entre nosotros»
 
Tema del día:
Celebrando el Jueves Santo
Como Jueves Santo se conoce la festividad cristiana que celebra la última cena de Jesús de Nazaret con sus discípulos, la institución de la Eucaristía y del orden sacerdotal, así como el lavatorio de pies.
 
También nos anuncia, pocas horas antes de la crucifixión, el amor más grande: “Ámense los unos a los otros como Yo los he amado”. En este mandamiento, el mandamiento del amor, se cumplen todos los demás.
 
Con el Jueves Santo acaba la Cuaresma (al inicio de la Cena del Señor) y se inicia el Triduo Pascual, es decir, el periodo en que se recuerda la pasión, muerte y resurrección de Jesús, que se extiende del Jueves Santo al Sábado Santo.
 
Como “Última Cena” se conoce la comida que, en celebración de la Pascua, compartió Jesús con sus discípulos. Al final de la jornada, Jesús va a orar al Monte de los Olivos, donde sería identificado por Judas y capturado por los sacerdotes y miembros de Sanedrín.
 
Jesús se nos entregó del todo, con su Cuerpo y su Sangre, en un nuevo memorial: el pan y el vino. Cada vez que vamos a comulgar, lo recibimos a Él. Por eso este día es tan importante para la Iglesia.
 
El evangelio de Lucas narra la institución de la Eucaristía con estas palabras: “Entonces tomó el pan y, habiendo dado las gracias, lo partió y les dio, diciendo: ‘Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria mía. Asimismo, tomó también la copa, después de que hubo cenado, diciendo: ‘Esta copa es el nuevo convenio en mi sangre, que por vosotros se derrama” (Lc, 22: 19-20).
 
El Triduo Pascual es el momento más importante de la Semana Santa compuesto por los días Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado Santo hasta la madrugada, cuando se realiza la Vigilia Pascual en víspera del Domingo de Pascua, con el fin de revivir la alegría por la resurrección de Jesucristo.
 
La expresión Triduo Pascual es reciente y se ha empleado desde, aproximadamente, el año 1930 hasta la actualidad. No obstante, en el siglo IV tanto San Ambrosio como San Agustín ya hablaban de Triduum Sacrum, para referirse a los tres días en los que transcurren el sufrimiento y la gloria de Jesucristo. Asimismo, Triduo Pascual deriva del latín Triduumm Paschale, que significa, respetivamente, “tres días” y “Pascua”.
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
Oh, Señor, cuando yo tenga hambre, ponme junto a alguien que necesite alimento.
Cuando tenga sed, dame a alguien que necesite bebida.
Cuando tenga frío, dame a alguien a quien ofrecer calor.
Cuando esté triste, dame a alguien para consolar.
Cuando mi carga me resulte pesada, hazme compartir la carga de otro.
Cuando sea pobre, condúceme a alguien que esté necesitado.
Cuando no tenga tiempo, dame a alguien a quien pueda echar una mano.
Cuando me sienta humillado, permíteme tener a alguien a quien alabar.
Cuando esté descorazonado, envíame a alguien a quien alegrar.
Cuando precise de la comprensión de los demás, dame a alguien que tenga necesidad de la mía.
Cuando necesite que cuiden de mí, envíame a alguien para cuidar de él.
Cuando esté centrado exclusivamente en mí mismo, orienta mis pensamientos hacia algún otro.
(Alberto Bogaert)
 
Recordando al Padre Natalio
Para restaurar la paz
Al fin de una jornada agitada de lucha y de trabajo, nada ayuda tanto a restaurar la paz en el alma como una oración llena de confianza en el Señor. En efecto, en él encontramos un refugio seguro, un guardián siempre vigilante, un pastor que nos acompaña con solícito cuidado. El himno litúrgico que te ofrezco te introducirá en este ambiente de celestial compañía.
 
Ya el sol del firmamento se retira, mas tu fuego, Señor, alumbra siempre; en nuestros anhelantes corazones, derrama, ¡oh Trinidad!, tu amor perenne.
Contentos te servimos en el día y fervientes ahora suplicamos asocies nuestras almas y canciones al coro de tus ángeles y santos.
La gloria y alabanza sempiterna tributamos al Padre y a su Hijo, y a ti, Divino Espíritu de entrambos damos gracias por siglos infinitos.
 
“Y ahora bendecid al Señor, los siervos del Señor, los que pasáis la noche en la casa del Señor. Levantad las manos hacia el santuario, y bendecid al Señor. El Señor te bendiga desde Sión, el que hizo cielo y tierra (Salmo 134). “Suba, Señor, a ti mi oración, como incienso en tu presencia” (Salmo 141). Que la gratitud y la alabanza cierren cada día tu jornada.
(P. Natalio)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
 
 
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