PEQUEÑAS SEMILLITAS Año
17 - Número 4901 ~ Martes 8 de Febrero de 2022Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina) Alabado sea Jesucristo…
Prestemos atención a
estas sugerencias de San Anselmo:
Deja un momento tus
ocupaciones habituales, hombre insignificante, entra un instante en ti mismo,
apartándote del tumulto de tus pensamientos. Arroja lejos de ti las
preocupaciones agobiantes y aparta de ti las inquietudes que te oprimen. Reposa
en Dios un momento, descansa siquiera un momento en Él. Entra en lo más
profundo de tu alma, aparta de ti todo, excepto Dios y lo que puede ayudarte a
alcanzarlo. Cierra la puerta de tu habitación y búscalo en el silencio. Di con
todas tus fuerzas al Señor: “Busco tu rostro. Tu rostro busco, Señor... Y
ahora, Señor y Dios mío, enséñame dónde y cómo tengo que buscarte, dónde y cómo
te encontraré”.
La Palabra de Dios Lecturas del día ♡ Primera Lectura: 1 Re 8,22-23.27-30
♡ Salmo: Sal 83,3.4.5.10.11
♡ Santo Evangelio: Mc 7,1-13
En aquel tiempo, se reunieron junto a Jesús los fariseos, así como algunos
escribas venidos de Jerusalén. Y vieron que algunos de sus discípulos comían
con manos impuras, es decir no lavadas, es que los fariseos y todos los judíos
no comen sin haberse lavado las manos hasta el codo, aferrados a la tradición
de los antiguos, y al volver de la plaza, si no se bañan, no comen; y hay otras
muchas cosas que observan por tradición, como la purificación de copas, jarros
y bandejas.
Por ello, los fariseos y los escribas le preguntan: «¿Por qué tus
discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados, sino que comen
con manos impuras?». Él les dijo: «Bien profetizó Isaías de vosotros,
hipócritas, según está escrito: ‘Este pueblo me honra con los labios, pero su
corazón está lejos de mí. En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que
son preceptos de hombres’. Dejando el precepto de Dios, os aferráis a la
tradición de los hombres». Les decía también: «¡Qué bien violáis el mandamiento
de Dios, para conservar vuestra tradición! Porque Moisés dijo: ‘Honra a tu
padre y a tu madre y: el que maldiga a su padre o a su madre, sea castigado con
la muerte’. Pero vosotros decís: ‘Si uno dice a su padre o a su madre: Lo que
de mí podrías recibir como ayuda lo declaro "Korbán" -es decir:
ofrenda-’, ya no le dejáis hacer nada por su padre y por su madre, anulando así
la Palabra de Dios por vuestra tradición que os habéis transmitido; y hacéis
muchas cosas semejantes a éstas».
♡ Comentario:
Hoy contemplamos cómo algunas tradiciones tardías de los maestros de la
Ley habían manipulado el sentido puro del cuarto mandamiento de la Ley de Dios.
Aquellos escribas enseñaban que los hijos que ofrecían dinero y bienes para el
Templo hacían lo mejor. Según esta enseñanza, sucedía que los padres ya no
podían pedir ni disponer de estos bienes. Los hijos formados en esta conciencia
errónea creían haber cumplido así el cuarto mandamiento, incluso haberlo
cumplido de la mejor manera. Pero, de hecho, se trataba de un engaño.
«¡Qué bien violáis el mandamiento de Dios, para conservar vuestra
tradición!» (Mc 7,9): Jesucristo es el intérprete auténtico de la Ley; por eso
explica el justo sentido del cuarto mandamiento, deshaciendo el lamentable
error del fanatismo judío.
«Moisés dijo: ‘Honra a tu padre y a tu madre’» (Mc 7,10): el cuarto
mandamiento recuerda a los hijos las responsabilidades que tienen con los
padres. Tanto como puedan, les han de prestar ayuda material y moral durante
los años de la vejez y durante las épocas de enfermedad, soledad o angustia.
Jesús recuerda este deber de gratitud.
El respeto hacia los padres (piedad filial) está hecho de la gratitud que
les debemos por el don de la vida y por los trabajos que han realizado con
esfuerzo en sus hijos, para que éstos pudieran crecer en edad, sabiduría y
gracia. «Honra a tu padre con todo el corazón, y no te olvides de los dolores
de tu madre. Recuerda que por ellos has nacido. ¿Qué les darás a cambio de lo
que han hecho por ti?» (Sir 7,27-28).
El Señor glorifica al padre en sus hijos, y en ellos confirma el derecho
de la madre. Quien honra al padre expía los pecados; quien glorifica a la madre
es como quien reúne un tesoro (cf. Sir 3,2-6). Todos estos y otros consejos son
una luz clara para nuestra vida en relación con nuestros padres. Pidamos al
Señor la gracia para que no nos falte nunca el verdadero amor que debemos a los
padres y sepamos, con el ejemplo, transmitir al prójimo esta dulce
“obligación”.
* Rev. D. Iñaki BALLBÉ i Turu (Terrassa, Barcelona, España)
Santoral Católico: Santa Josefina BakhitaVirgen Nació en Sudán entre 1869 y 1872, en la tribu de los Dagiú. Siendo todavía
niña, los negreros la raptaron y vendieron cinco veces en los mercados de
esclavos. El miedo que experimentó en el rapto le provocó una amnesia que le
hizo olvidar incluso su nombre. Bakhita es el nombre que le dieron los
secuestradores; Josefina, el que recibió en el bautismo. Experimentó las
humillaciones y los sufrimientos físicos y morales de la esclavitud, pasando de
mano en mano por varios dueños. En Jartum la compró un cónsul italiano, que se
la llevó a Génova y se la cedió a unos amigos. Estos, en 1888, la confiaron a
las religiosas canosianas de Venecia. Se fue acercando al catolicismo, en 1890
recibió el bautismo y en 1893 entró en el noviciado de las Hijas de la Caridad
Canosianas. Por deseo de sus superioras, escribió sus memorias personales.
Durante muchos años se dedicó a diversos trabajos domésticos en la casa de
Schio (Vicenza, Italia), hasta que una artritis deformante la dejó postrada en
una silla de ruedas. Murió en Schio el 8 de febrero de 1947. Juan Pablo II la
canonizó el año 2000.
Oración: Oh Dios, que de la
humillante esclavitud condujiste a santa Josefina a la dignidad de hija tuya y
esposa de Cristo, te rogamos nos concedas que, imitando su ejemplo, sigamos con
amor firme a Cristo crucificado y, movidos a misericordia, perseveremos en el
amor. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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© Directorio Franciscano – Aciprensa – Catholic.net
San Jerónimo EmilianiPatrono de huérfanos y
juventud abandonada Nació en Venecia el año
1486, de una familia de vieja solera militar y senatorial. De joven emprendió
la carrera de las armas, y llevó una vida licenciosa y violenta. Arrojado a la
cárcel por sus enemigos, maduró su vocación y se convirtió al Señor. Después de
distribuir sus bienes entre los pobres, se consagró al servicio de todos los
miserables, los enfermos, los jóvenes y niños abandonados, y al rescate de las
prostitutas. Padre y protector de los huérfanos, para los que abrió escuelas
gratuitas, fundó para su atención la Orden de los Clérigos Regulares de
Somasca. Murió en Somasca (Bérgamo) el año 1537 a consecuencia de la peste que
le contagiaron los enfermos a quienes atendía.
Oración: Señor, Dios de
las misericordias, que hiciste a san Jerónimo Emiliani padre y protector de los
huérfanos, concédenos, por su intercesión, la gracia de permanecer siempre
fieles al espíritu de adopción que nos hace verdaderamente hijos tuyos. Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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© Directorio Franciscano
– Aciprensa – Catholic.net
Pensamiento del día “Para corromper a un individuo,basta con enseñarle a llamar ‘derechos’a sus anhelos personalesy ‘abusos’ a los derechos de los demás”(Gilbert Chesterton) Historias:El silencio de Dios Cuenta una antigua Leyenda Noruega, acerca de un
hombre llamado Haakon, quien cuidaba una capilla. A ella, acudía la gente a
orar con mucha devoción. En esta capilla había una cruz muy antigua. Muchos acudían
ahí para pedirle a Cristo algún milagro.
Un día el ermitaño Haakon quiso pedirle un
favor. Lo impulsaba un sentimiento generoso. Se arrodillo ante la cruz y dijo:
- Señor, quiero padecer por ti. Déjame ocupar tu
puesto. Quiero reemplazarte en la cruz.
Y se quedó fijo con la mirada puesta en la
Efigie, como esperando la respuesta. El Señor abrió sus labios y habló. Sus
palabras cayeron de lo alto, susurrantes y amonestadoras:
- Siervo mío, accedo a tu deseo, pero ha de ser
con una condición.
- ¿Cual, Señor? - preguntó con acento suplicante
Haakon. - ¿Es una condición difícil? ¡Estoy dispuesto a cumplirla con tu ayuda,
Señor!
- Escucha: suceda lo que suceda y veas lo que
veas, has de guardarte en silencio siempre.
Haakon contestó:
- Te lo prometo, Señor.
Y se efectuó el cambio. Nadie pudo apreciar el
trueque. Nadie reconoció al ermitaño, colgado con los clavos en la Cruz. El
Señor ocupaba el puesto de Haakon. Y éste por largo tiempo cumplió el
compromiso. A nadie dijo nada.
Un día, llegó un rico, después de haber orado,
dejo allí olvidada su cartera. Haakon lo vio y calló. Tampoco dijo nada cuando
un pobre, que vino dos horas después, se apropió de la cartera del rico. Ni
tampoco dijo nada cuando un muchacho se postró ante él poco después para
pedirle su gracia antes de emprender un largo viaje.
Pero en ese momento volvió a entrar el rico en
busca de la bolsa. Al no hallarla, pensó que el muchacho que estaba orando se
la había apropiado.
El rico se volvió al joven y le dijo iracundo:
- ¡Dame la bolsa que me has robado!
El joven sorprendido, replicó:
- ¡No he robado ninguna bolsa!
- ¡No mientas, devuélvemela enseguida!
- ¡Le repito que no he tomado ninguna bolsa! -
afirmó el muchacho. El rico arremetió, furioso contra él.
Sonó entonces una voz fuerte:
- ¡Detente!
El rico miró hacia arriba y vio que la imagen le
hablaba. Haakon, que no pudo permanecer en silencio, gritó, defendió al joven,
increpó al rico por la falsa acusación.
El hombre quedó anonadado, perplejo, y salió de
la capilla corriendo. El joven salió también estupefacto por lo que había visto
y porque tenia prisa para emprender su viaje.
Cuando la capilla quedó a solas, Cristo se
dirigió a su siervo y le dijo:
- Baja de la Cruz. No sirves para ocupar mi
puesto. No has sabido guardar silencio.
- Señor, - dijo Haakon - ¿Como iba a permitir
esa injusticia?
Se cambiaron los oficios. Jesús ocupó la Cruz de
nuevo y el ermitaño se quedó ante la Cruz. El Señor, siguió hablando:
- Tú no sabias que al rico le convenía perder la
bolsa, pues llevaba en ella el precio de la virginidad de una joven mujer. El
pobre, por el contrario, tenía necesidad de ese dinero, pues su familia estaba
pasando por una hambruna terrible e hizo bien en llevárselo; en cuanto al
muchacho que iba a ser golpeado, sus heridas le hubiesen impedido realizar el
viaje que para él resultaría fatal. Ahora, hace unos minutos acaba de zozobrar
el barco y él ha perdido la vida. Tú no sabias nada. Yo sí. Por eso callo.
Y el Señor nuevamente guardó silencio.
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas” Era una persona tan devota y tan fervorosa que confundía con su santa vida
a los religiosos más austeros de la Iglesia de Dios.
Deseaba consultar a Santo Domingo. Se confesó con él, y le impuso por
penitencia rezar solamente un Rosario, y como consejo, rezarlo todos los días.
Se excusó diciendo que ella tenía todos sus ejercicios reglados, que llevaba
cilicio, que tomaba disciplina varias veces por semana, que hacía tantos ayunos
y no sé cuántas penitencias. Santo Domingo le insta reiteradamente a seguir su
consejo, pero ella no quiere; se retira del confesionario como escandalizada
del proceder de su nuevo director, que quería persuadirla a una devoción que no
le agradaba.
He aquí que, estando en oración, y arrebatada en éxtasis, vio su alma
obligada a comparecer ante el Supremo Juez. San Miguel alza la balanza, pone
sus penitencias y otras oraciones en un platillo, y en el otro sus pecados e
imperfecciones; el platillo de las buenas obras no puede contrarrestar al otro;
ella, alarmada, pide misericordia; se dirige a la Santísima Virgen, su abogada;
Ella deja caer en el platillo de las buenas obras el único Rosario que -por
penitencia- ha rezado; y fue tanto su peso que contrarrestó el de los pecados;
la Santísima Virgen la reprendió al mismo tiempo por no haber seguido el
consejo de su servidor Domingo de rezar el Santo Rosario todos los días. Cuando
volvió en sí, fue a arrojarse a los pies de Santo Domingo, le contó lo
ocurrido, le pidió perdón por su incredulidad y prometió rezar el Rosario todos
los días. Por este medio, llegó a la perfección cristiana, a la gloria eterna.
Un minuto para volar Febrero 8
Queremos ser
dueños de las personas y de las cosas que nos hacen sentir seguros. Hay una
tremenda necesidad de mirar productos y de comprar cosas. Una persona que no
tuviera que trabajar se pasaría todo el tiempo haciendo compras, recorriendo
shoppings. De ese modo, algunos intentan disimular y ocultar depresiones, angustias,
vacíos interiores. No te dejes esclavizar. Mejor que comprar o poseer es
disfrutar. Mejor que desear es vivir.
(Mons. Víctor
M. Fernández)
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Un minuto para volar
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