martes, 2 de febrero de 2021

Pequeñas Semillitas 4569

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 16 - Número 4569 ~ Martes 2 de Febrero de 2021.
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Creo realmente en mí mismo: en mis habilidades, en mis talentos, en mis capacidades, en los grandes dones que el Señor me ha dado. ¡Soy su milagro más grande!
Hoy despertaré al gigante dormido que hay dentro de mí. Floreceré donde Dios me ha plantado, aunque sea en la roca.
Porque confío en Jesús, tengo nueva vida y se renuevan mis fuerzas. Tengo alas como las águilas... Camino y no me fatigo. Corro y no me agoto (Isaías, 40,31).
La alegría del Señor es mi fuerza: cultivaré la alegría, la cordialidad,  el buen humor.
El Señor es mi fuerza y mi energía. Su bondad y misericordia me acompañan. Ningún mal temeré, porque tú, Señor, vas conmigo.
 
¡Buenos días María!
Así como nuestra madre terrenal nos dio a luz el día de nuestro nacimiento en este mundo; así también María nos dio a luz el día de nuestro Bautismo, porque es Ella la que ha merecido alcanzar la Gracia, es decir, a Jesucristo para nosotros, y por eso, al darnos la vida del alma, nos ha alumbrado para el Cielo.
Entonces María es verdadera Madre nuestra, más que nuestra madre de la tierra, ya que el alma es más importante que el cuerpo, y la Virgen es la Madre de nuestra alma.
Ella ha aceptado, al pie de la Cruz, ser la Madre del género humano, y por ello María se ocupa y se preocupa por todos los hombres, incluso los más alejados, ateos, impíos y perseguidores de la Iglesia, porque la Virgen quiere salvarlos a todos, pues Ella bien sabe lo que es el Infierno, y no quiere que ninguno vaya allí.
Dejémonos guiar y salvar por María, porque Ella es feliz cuando puede obrar libremente en un alma y en la vida de una persona, cuando ésta le da las riendas de su vida. Entonces María hace prodigios que dejan asombrados a los mismos ángeles de Dios.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Malaquías 3,1-4
 
Salmo: Sal 24 (23),7.8.9.10
 
Santo Evangelio: Lc 2,22-40
Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor» y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor.
Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre Él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel». Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él.
Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción —¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!— a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones».
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El Niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre Él.
 
Comentario:
Hoy, aguantando el frío del invierno, Simeón aguarda la llegada del Mesías. Hace quinientos años, cuando se comenzaba a levantar el Templo, hubo una penuria tan grande que los constructores se desanimaron. Fue entonces cuando Ageo profetizó: «La gloria de este templo será más grande que la del anterior, dice el Señor del universo, y en este lugar yo daré la paz» (Ag 2,9); y añadió que «los tesoros más preciados de todas las naciones vendrán aquí» (Ag 2,7). Frase que admite diversos significados: «el más preciado», dirán algunos, «el deseado de todas las naciones», afirmará san Jerónimo.
A Simeón «le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor» (Lc 2,26), y hoy, «movido por el Espíritu», ha subido al Templo. Él no es levita, ni escriba, ni doctor de la Ley, tan sólo es un hombre «justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel» (Lc 2,25). Pero el Espíritu sopla allí donde quiere (cf. Jn 3,8).
Ahora comprueba con extrañeza que no se ha hecho ningún preparativo, no se ven banderas, ni guirnaldas, ni escudos en ningún sitio. José y María cruzan la explanada llevando el Niño en brazos. «¡Puertas, levantad vuestros dinteles, alzaos, portones antiguos, para que entre el rey de la gloria!» (Sal 24,7), clama el salmista.
Simeón se avanza a saludar a la Madre con los brazos extendidos, recibe al Niño y bendice a Dios, diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel» (Lc 2,29-32).
Después dice a María: «¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!» (Lc 2,35). ¡Madre!, —le digo— cuando llegue el momento de ir a la casa del Padre, llévame en brazos como a Jesús, que también yo soy hijo tuyo y niño.
* Rev. D. Lluís RAVENTÓS i Artés (Tarragona, España)
 
Santoral Católico:
Presentación de Jesús en el Templo
y Purificación de la Virgen María
Fiesta Litúrgica
Esta fiesta, que se llama también "La Candelaria", celebra el episodio que narra san Lucas. Cuando llegó el tiempo de la purificación de María, a los 40 días del parto, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarlo al Señor y así cumplir su santa Ley. En el templo les salió al encuentro el anciano Simeón, hombre justo y que esperaba la consolación de Israel. El anciano anunció a María su participación en la Pasión de su Hijo, y proclamó a éste "luz para alumbrar a las naciones". De ahí que los fieles, en la liturgia de hoy, salgan al encuentro del Señor con velas en sus manos y aclamándolo con alegría. Es una fiesta fundamentalmente del Señor, pero también celebra a María, vinculada al protagonismo de Jesús en este acontecimiento por el que es reconocido como Salvador y Mesías.
Oración: Dios todopoderoso y eterno, te rogamos humildemente que, así como tu Hijo unigénito, revestido de nuestra humanidad, ha sido presentado hoy en el templo, nos concedas, de igual modo, a nosotros la gracia de ser presentados delante de ti con el alma limpia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
* Directorio Franciscano – Aciprensa – Catholic.net
 
Pensamiento del día
 
"Con la oración de la mañana
abres las ventanas de tu alma al Sol de justicia,
y, con las de la noche,
las cierras a las tinieblas del infierno."
 
(San Francisco de Sales)
 
Tema del día:
La fiesta de hoy
Hoy, 2 de Febrero, se celebra la Presentación del Niño Jesús en el Templo y la Purificación de la Virgen María. Se conoce también esta fiesta como "La Candelaria".
 
Aunque esta fiesta es principalmente de carácter Cristológico, en ella se conmemora un acontecimiento muy importante en la vida de María: su purificación y la presentación de su hijo al sacerdote en el Templo, en cumplimiento de su obligación de consagrarlo a Dios. Y más todavía porque es esta una fiesta de la luz que es la que le da nombre. La fiesta de la Candelaria se llama así porque en ella se bendicen las candelas que se van a necesitar durante todo el año, a fin de que nunca falte en las casas la luz tanto física como espiritual. Los fieles acuden a la Santa Misa de este día con las velas, que son bendecidas solemnemente por el sacerdote y a continuación se hace una corta procesión entre dos iglesias cercanas o por el interior de la misma iglesia, con las velas encendidas. Esta fiesta tenía gran significación cuando la única luz en las casas era la de las velas y candiles.
 
Esta fiesta se celebra exactamente a los cuarenta días del 25 de diciembre. A mediados del siglo V se celebraba con luces y tomó el nombre y color de "la fiesta de las luces"
 
Hasta el Concilio Vaticano II se celebraba como fiesta principalmente mariana, pero desde entonces ha pasado a ser en primer lugar Cristológica, ya que el principal misterio que se conmemora es la Presentación de Jesús en el Templo y su manifestación o encuentro con Simeón. El centro, pues, de esta fiesta no sería María, sino Jesús. María entra a formar parte de la fiesta en cuanto lleva en sus brazos a Jesús y está asociada a esta manifestación de Jesús a Simeón y a la anciana Ana.
 
Hasta el siglo VII no se introdujo esta fiesta en la liturgia de Occidente. Al final de este siglo ya estaba extendida en toda Roma y en casi todo Occidente. En un principio, al igual que en Oriente, se celebraba la Presentación de Jesús más que la Purificación de María.
 
No se sabe con certeza cuándo empezó a celebrarse la Procesión en este día. Parece ser que en el siglo X ya se celebraba con solemnidad esta Procesión y ya empezó a llamarse a la fiesta como Purificación de la Virgen María. Durante mucho tiempo se dio gran importancia a los cirios encendidos y después de usados en la procesión eran llevados a las casas y allí se encendían ante alguna necesidad.
 
La ley de Moisés mandaba que toda mujer que diese a luz un varón, en el plazo de cuarenta días, debía acudir al Templo para purificarse y allí ofrecer su primogénito a Dios. Era lógico que los únicos exentos de esta ley fuesen Jesús y María: Él por ser superior a esa ley, y Ella por haber concebido milagrosamente por obra del Espíritu Santo. A pesar de ello, María oculta este prodigio y... acude humildemente como cualquier otra mujer a purificarse.
 
Los mismos ángeles quedarían extasiados ante aquel maravilloso cortejo que atraviesa uno y otro atrio hasta llegar al pie del altar, para ofrecer en aquellos virginales brazos al mismo Hijo de Dios.
 
Una vez cumplido el rito, después de la ceremonia de la purificación, la Sagrada Familia estaba dispuesta para salir del templo cuando se realizó el prodigio del encuentro con Simeón, primero, y con la ancianísima Ana, después. San Lucas nos cuenta con riqueza de detalles aquel encuentro: "Ahora, Señor, ya puedes dejar irse en paz a tu siervo, porque han visto mis ojos al Salvador... al que viene a ser luz para las gentes y gloria de tu pueblo Israel..." Y le dijo a la Madre: "Mira, que este Niño está puesto para caída y levantamiento para muchos en Israel... Y tu propia alma la traspasará una espada...".
 
Menudo contraste de la vida: El mismo Niño Jesús está llamado para ser Luz y gloria y a la vez escándalo y roca dura contra la que muchos se estrellarán.
 
(Web Católico de Javier)
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
En España en la cárcel de Vitoria, un sacerdote visita a un prisionero y le encuentra tiritando de frío. Es el invierno y el pobre hombre lleva apenas una camiseta. El padre se quita su sotana, su camisa y el jersey y se los da. Ese simple gesto abre el corazón del asesino. El mismo día, Juan José se confiesa. Toda su existencia cambia. Desde su prisión, más tarde escribirá: ¡Bienaventurado el día en que yo entré en esa cárcel! Ahí aprendí a rezar, a llorar mis pecados.”
El 28 de noviembre de 1951 Juan José fue condenado a muerte. Solo en su celda, se resigna poco a poco. Cerca de su cama tiene un crucifijo y una imagen de la Santísima Virgen. Todos los días reza el Rosario, hace el Vía crucis y comulga diariamente. Se priva de fumar, de café, de postre y lleva un cilicio al cuerpo.
Una noche ve en sueños a Santa Teresa del Niño Jesús que le promete su intercesión. A inicios de 1953 Juan José obtiene la bendición apostólica del Papa Pío XII. Él pasa su última noche en oración, al día siguiente asiste a la misa y recibe la Eucaristía. Llega la hora final. Juan José se muestra perfectamente calmo. Un testigo dirá: «En las cárceles españolas se forjan santos.»
 
"Pequeñas Semillitas" por e-mail
Si lo deseas puedes recibir todos los días "Pequeñas Semillitas" por correo electrónico.
Las suscripciones son totalmente gratuitas y solo tienes que solicitarlas dirigiéndote por e-mail a  feluzul@gmail.com  
A todos los que las reciben, los invito a que compartan las "Pequeñas Semillitas" reenviándolas a sus contactos, y de ese modo ayudan a sembrar en el mundo la alegría del Evangelio.
 
Año de San José
San José, hombre justo y modelo de virtudes, es el Patrono Universal de la santa Iglesia, y por lo tanto de todos nosotros. Es el santo que tuvo en la tierra la misión más grande y noble: proteger al Niño Dios y su Santísima Madre.
 
Febrero 2
Que la virtud de la esperanza de la que tú fuiste modelo incansable, inunde nuestra vida para estar bien seguros como tú del premio eterno. Así sea.
(P. Florentín Brusa, cmf)
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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AMDG

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