domingo, 22 de marzo de 2020

Pequeñas Semillitas 4282

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 15 - Número 4282 ~ Domingo 22 de Marzo de 2020
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
El Evangelio de este domingo nos narra el milagro de la curación del ciego de nacimiento.
Los padres tienen miedo de reconocer el milagro de Jesús. Pero el ciego lo confiesa valientemente. Es un ejemplo para nosotros. El ciego está agradecido porque era ciego y ahora ve. Nosotros debemos estar agradecidos porque vemos sin haber estado ciegos. Es un don mayor que curarnos de la ceguera.
Cuantos dones recibimos de Dios y no se lo agradecemos. De poder ver, de tener la salud que tenemos y no peor, etc. Y de muchos dones que recibimos y ni nos enteramos. No sabemos de cuántos males y peligros Dios nos ha librado. Y esto es mayor don que curarnos de ellos.
¡Señor, que yo vea! Que te conozca mejor y sepa confesarte ante los hombres.
* Padre Jorge Loring SJ

¡Buenos días!
¿Para qué te levantaste?
El Evangelio es la “gran noticia” que sigue necesitando el hombre. Jesús es la única respuesta a tus más íntimas aspiraciones. Él es el Camino, la Verdad y la Vida. La ciencia y la tecnología hacen más confortable la vida diaria, pero no alivian el corazón del que sufre ni liberan de la angustia de la muerte. Nadie se engañe, no se puede vivir sin fe, sin Dios.

¿Alguna vez te levantas por la mañana como un autómata, sin saber por qué vives? ¿Alguna vez has dejado de lado tus sueños, para vivir el acelerado ritmo de hoy, sin detenerte a pensar? Tal vez hoy te levantaste sin tiempo, sin dar gracias o encomendar tu día a Dios. Tal vez porque sientes que no tienes motivos para vivir, fuera de cumplir tus obligaciones. Hay una razón más allá de la responsabilidad. Cada minuto es único e irrepetible. Pasar por la vida sin vivir, puede sucederte a ti. Por eso, toma tu tiempo, mira el cielo, disfruta de las aves, de tus amigos, hasta incluso de lo que te saque de casillas, sabiendo que, a fin de cuentas, el motivo principal por el que estás aquí... se llama: Jesús.

Sólo a través de Cristo puedes vislumbrar el rostro de Dios: él te aclara la verdad de Dios y la verdad del hombre; él da sentido a tu vida terrena y a la vida que te espera conquistada por él en la cruz para ti. Nada reemplaza el amor de Jesús iluminando tu vida. Acércate pues al Señor y bebe en abundancia del agua de la salvación.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: 1 Sam 16, 1b. 5b-7. 10-13a

Salmo: Sal 22, 1-6

Segunda Lectura: Ef 5, 8-14

Santo Evangelio: Jn 9, 1-41
En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos: «Rabbí, ¿quién pecó, él o sus padres, para que haya nacido ciego?». Respondió Jesús: «Ni él pecó ni sus padres; es para que se manifiesten en él las obras de Dios. Tenemos que trabajar en las obras del que me ha enviado mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo». Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, y untó con el barro los ojos del ciego y le dijo: «Vete, lávate en la piscina de Siloé» (que quiere decir Enviado). Él fue, se lavó y volvió ya viendo.
Los vecinos y los que solían verle antes, pues era mendigo, decían: «¿No es éste el que se sentaba para mendigar?». Unos decían: «Es él». «No, decían otros, sino que es uno que se le parece». Pero él decía: «Soy yo». Le dijeron entonces: «¿Cómo, pues, se te han abierto los ojos?». Él respondió: «Ese hombre que se llama Jesús, hizo barro, me untó los ojos y me dijo: ‘Vete a Siloé y lávate’. Yo fui, me lavé y vi». Ellos le dijeron: «¿Dónde está ése?». El respondió: «No lo sé».
Lo llevan donde los fariseos al que antes era ciego. Pero era sábado el día en que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. Los fariseos a su vez le preguntaron cómo había recobrado la vista. Él les dijo: «Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo». Algunos fariseos decían: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado». Otros decían: «Pero, ¿cómo puede un pecador realizar semejantes señales?». Y había disensión entre ellos. Entonces le dicen otra vez al ciego: «¿Y tú qué dices de Él, ya que te ha abierto los ojos?». Él respondió: «Que es un profeta».
No creyeron los judíos que aquel hombre hubiera sido ciego, hasta que llamaron a los padres del que había recobrado la vista y les preguntaron: «¿Es éste vuestro hijo, el que decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora?». Sus padres respondieron: «Nosotros sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego. Pero, cómo ve ahora, no lo sabemos; ni quién le ha abierto los ojos, eso nosotros no lo sabemos. Preguntadle; edad tiene; puede hablar de sí mismo». Sus padres decían esto por miedo por los judíos, pues los judíos se habían puesto ya de acuerdo en que, si alguno le reconocía como Cristo, quedara excluido de la sinagoga. Por eso dijeron sus padres: «Edad tiene; preguntádselo a él».
Le llamaron por segunda vez al hombre que había sido ciego y le dijeron: «Da gloria a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador». Les respondió: «Si es un pecador, no lo sé. Sólo sé una cosa: que era ciego y ahora veo». Le dijeron entonces: «¿Qué hizo contigo? ¿Cómo te abrió los ojos?». Él replicó: «Os lo he dicho ya, y no me habéis escuchado. ¿Por qué queréis oírlo otra vez? ¿Es qué queréis también vosotros haceros discípulos suyos?». Ellos le llenaron de injurias y le dijeron: «Tú eres discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios; pero ése no sabemos de dónde es». El hombre les respondió: «Eso es lo extraño: que vosotros no sepáis de dónde es y que me haya abierto a mí los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores; mas, si uno es religioso y cumple su voluntad, a ése le escucha. Jamás se ha oído decir que alguien haya abierto los ojos de un ciego de nacimiento. Si éste no viniera de Dios, no podría hacer nada». Ellos le respondieron: «Has nacido todo entero en pecado ¿y nos das lecciones a nosotros?». Y le echaron fuera.
Jesús se enteró de que le habían echado fuera y, encontrándose con él, le dijo: «¿Tú crees en el Hijo del hombre?». El respondió: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?». Jesús le dijo: «Le has visto; el que está hablando contigo, ése es». Él entonces dijo: «Creo, Señor». Y se postró ante Él. Y dijo Jesús: «Para un juicio he venido a este mundo: para que los que no ven, vean; y los que ven, se vuelvan ciegos». Algunos fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron: «Es que también nosotros somos ciegos?». Jesús les respondió: «Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; pero, como decís: ‘Vemos’ vuestro pecado permanece».

Comentario:
Hoy, cuarto domingo de Cuaresma —llamado domingo “alegraos”— toda la liturgia nos invita a experimentar una alegría profunda, un gran gozo por la proximidad de la Pascua.
Jesús fue causa de una gran alegría para aquel ciego de nacimiento a quien otorgó la vista corporal y la luz espiritual. El ciego creyó y recibió la luz de Cristo. En cambio, aquellos fariseos, que se creían en la sabiduría y en la luz, permanecieron ciegos por su dureza de corazón y por su pecado. De hecho, «No creyeron los judíos que aquel hombre hubiera sido ciego, hasta que llamaron a los padres del que había recobrado la vista» (Jn 9,18).
¡Cuán necesaria nos es la luz de Cristo para ver la realidad en su verdadera dimensión! Sin la luz de la fe seríamos prácticamente ciegos. Nosotros hemos recibido la luz de Jesucristo y hace falta que toda nuestra vida sea iluminada por esta luz. Más aun, esta luz ha de resplandecer en la santidad de la vida para que atraiga a muchos que todavía la desconocen. Todo eso supone conversión y crecimiento en la caridad. Especialmente en este tiempo de Cuaresma y en esta última etapa. San León Magno nos exhorta: «Si bien todo tiempo es bueno para ejercitarse en la virtud de la caridad, estos días de Cuaresma nos invitan a hacerlo de manera más urgente».
Sólo una cosa nos puede apartar de la luz y de la alegría que nos da Jesucristo, y esta cosa es el pecado, el querer vivir lejos de la luz del Señor. Desgraciadamente, muchos —a veces nosotros mismos— nos adentramos en este camino tenebroso y perdemos la luz y la paz. San Agustín, partiendo de su propia experiencia, afirmaba que no hay nada más infeliz que la felicidad de aquellos que pecan.
La Pascua está cerca y el Señor quiere comunicarnos toda la alegría de la Resurrección. Dispongámonos para acogerla y celebrarla. «Vete, lávate» (Jn 9,7), nos dice Jesús… ¡A lavarnos en las aguas purificadoras del sacramento de la Penitencia! Ahí encontraremos la luz y la alegría, y realizaremos la mejor preparación para la Pascua.
Rev. D. Joan Ant. MATEO i García (La Fuliola, Lleida, España)

Palabras de San Juan Pablo II
“Mediante la fe, nuestros sufrimientos son enriquecidos con nuevo contenido y significado; conocemos también el amor de Aquel que llevó a Cristo a la cruz y, por el sufrimiento, a la unión con todo ser humano. En la dimensión en que la imposibilidad y la debilidad humanas se abren a la acción salvífica de Dios, por obra de las fuerzas ofrecidas a la humanidad en Cristo, se manifiesta el fortalecerse espiritual del hombre en medio de las pruebas y de las tribulaciones, que es la vocación especial de quienes son partícipes de los sufrimientos de Cristo.”

Predicación del Evangelio:
“Ve a lavarte a la piscina de Siloé”
Cada vez que realiza su obra con poder de curación, el Mesías ejerce y revela su misión de restablecer la humanidad en su dignidad primera. Se inclina hoy ante el limo de la tierra de donde salimos (Génesis 2, 7). Rehace el gesto inicial del Creador añadiendo un remedio de la época: las heridas curaban mejor, según la costumbre popular, si se le aplicaba saliva.

Hace pues barro con saliva, se lo a los ojos del ciego y lo envía a una fuente de agua viva: “Ve a lavarte a la piscina de Siloé.” El ciego reconoce su necesidad de curación, se lava en la fuente como se prescribe y recobra la vista como en los primeros días de la creación.

La historia que sigue se parece a una obra de teatro de tal manera que aparecen los juicios de los hombres tenebrosos y con contradicciones aparentes. Es una narración llena de ironía y falta de lógica de quienes se oponen al buen sentido y a la fe en Cristo. El ciego ha encontrado sin embargo en Jesús la única fuente de luz.

El discurso de los pretendidos sabios es tan incoherente que el hombre estaría tentado de decir a todo el mundo: “Iros y dejadme en paz.” Pero san Juan se queda mirando a su personaje en escena: lo que se desarrolla ilustra demasiado bien el rechazo de Jesús y de sus discípulos. La acción refleja en particular las dificultades de los primeros cristianos, que fueron expulsados de la sinagoga a causa de su fe, hacia los años 80, a raíz de la asamblea de los fariseos celebrada en Jamnia.

Como muchos cristianos del tiempo, los padres del ciego se defienden: se unen a los ciegos voluntarios por miedo a ser excluidos como los que está unidos a Cristo. Por su parte, las autoridades que pretendían conocer todo de la Palabra de Dios y establecidos en la verdad, se tapan los ojos y los oídos. Rechazan la evidencia mientras que el ciego curado prosigue solo su paso para conocer a Jesús. Puede preguntarse siempre dónde está el problema sino en la mente de sus oponentes.

Proseguimos la subida a Pascua. El ciego que se une a los discípulos subraya nuestras necesidades de curación. ¿Sabremos reconocerlas? ¿Qué parte de nosotros expondríamos para que la curara Jesús?
* Padre Felipe Santos SDB

Cuaresma:
40 días para acercarnos a Jesús
Día 26: Comprensión
Oh!...Señor,
Qué difícil es el camino hasta ti. Cuando aprendí a escalar... me enseñaste a bajar.
Cuando aprendí a reír... me enseñaste a llorar.
Cuando aprendí a hablar... me enseñaste a callar.
Si alguna vez odié... me enseñaste a amar.
¡Sabes...! me cuesta mucho seguirte... hay veces que mis brazos tienden a bajar pero Tú, en tu inmensa sabiduría.. me muestras a alguien para volver a empezar.
(Alianza en Jesús por María)

Nuevo vídeo

Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de esta página

Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

 Desde Cuba, la comunidad de la Parroquia  Inmaculada Concepción, de la Diócesis de Holguín Tunas, agradece a Dios y a María por las bodas de plata sacerdotales del Padre Pedro Pablo Ladrón de Guevara Cruz, cumplidas el día 19 de marzo (festividad de San José). Gracias por su “sí” al llamado de Dios, como lo hizo María, y por su acompañamiento espiritual al Grupo José Moscati de Trabajadores de la Salud de la Vicaría Las Tunas.

Desde Canals, Córdoba, Argentina, nos llega el agradecimiento a Dios y a quienes rezaron por la jovencita Luisina F., que ya está recuperada, dada de alta y junto a su bebé. ¡Gracias Señor por tu bondad!

Desde Guatemala, María Victoria agradece a Dios por la bendición de su familia, que se ha visto aumentada este año por el nacimiento de dos nietos: Matías, el 24 de enero en Holanda y Ainara, el 27 de enero en Colombia. Nos explica María Victoria que el nombre Ainara es vasco y significa “golondrina”. Cuenta la tradición que fueron esas aves  las que le quitaron las espinas a la corona de Jesús, y por eso tienen el pecho rojo. Y Matías significa regalo de Dios.

¡Hasta mañana! con Madre Teresa
Marzo 22
Tal vez esa gente se encuentra en la calle, sin amor alguno y sin atención de ninguna clase porque nosotros les hemos negado nuestra ayuda, nuestro cariño. Sé cariñoso, infinitamente cariñoso con el pobre que sufre. No sabemos nada de sus sufrimientos. Lo más duro es saber que uno no es aceptado.
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)

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