PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año
15 - Número 4275 ~ Domingo 15 de Marzo de 2020
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
El
encuentro de Jesús con la samaritana constituye uno de los relatos más
luminosos del Nuevo Testamento, pues nos muestra el rostro de un Jesús
profundamente humano quien, con fino sentido pedagógico, conduce gradualmente a
la mujer que encuentra junto al pozo para que acoja la plenitud de la
revelación de Jesús como Mesías. Delicadeza, humanidad y pedagogía son los
rasgos que caracterizan este relato.
Pidamos
al Señor que nos dé a beber el agua que colma nuestras expectativas. Beberemos
de esa agua viva cuando meditemos la Biblia, hagamos oración, participemos en
la liturgia, recibamos los sacramentos y hagamos gestos de solidaridad con
nuestros hermanos más necesitados.
¡Buenos días!
El picaflor enojado
La
paciencia es una madurez. Vence la ira y los arrebatos de cólera Conseguirás la
paciencia meditando en Jesús bondadoso, sufrido, servicial, y suplicándole
vuelva tu corazón a semejanza del suyo, manso y humilde. Que el Señor te ayude
a dar pasos para crecer en esta virtud tan necesaria.
Un joven picaflor solía visitar un jardín donde
colocaron un gran espejo en forma de globo, para que en él se miraran las
flores y las mariposas. Al día siguiente el picaflor entró como flecha en el
jardín, pinchando aquí, pinchando allá a las flores que caían vencidas por los
besos de su largo pico. De repente, vio relucir en el gran globo de cristal las
flores de la planta que saqueaba. Seducido por sus deseos, fue a dar de
picotazos al espejo. Como nunca había encontrado resistencia, se encegueció por la ira y siguió picoteando
hasta romperse el pico y caer moribundo por tierra, víctima de su locura. (Daireaux)
¿No
has comprobado que una palabra dura dicha en un acceso de ira te trajo semanas
de amargura? Un refrán tibetano afirma: “la paciencia en un momento de enojo te
evitará cien días de dolor”. Cada día pídele al Señor toda la paciencia que
necesites. Dile “Concédeme hoy fortaleza, mucha paciencia y serenidad. Que nada
ni nadie me perturbe”.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios
Lecturas del día
♥ Primera Lectura: Éx 17, 1-7
♥ Salmo: Sal 94, 1-2. 6-9
♥ Segunda Lectura: Rom 5, 1-2. 5-8
♥ Santo Evangelio: Jn 4,5-42
En aquel tiempo, Jesús llega, pues, a una ciudad de
Samaria llamada Sicar, cerca de la heredad que Jacob dio a su hijo José. Allí
estaba el pozo de Jacob. Jesús, como se había fatigado del camino, estaba
sentado junto al pozo. Era alrededor de la hora sexta.
Llega una mujer de Samaría a sacar agua. Jesús le
dice: «Dame de beber». Pues sus discípulos se habían ido a la ciudad a comprar
comida. Le dice la mujer samaritana: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber
a mí, que soy una mujer samaritana?» (Porque los judíos no se tratan con los
samaritanos). Jesús le respondió: «Si conocieras el don de Dios, y quién es el
que te dice: ‘Dame de beber’, tú le habrías pedido a él, y él te habría dado
agua viva». Le dice la mujer: «Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es
hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva? ¿Es que tú eres más que nuestro
padre Jacob, que nos dio el pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus
ganados?». Jesús le respondió: «Todo el que beba de esta agua, volverá a tener
sed; pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el
agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida
eterna».
Le dice la mujer: «Señor, dame de esa agua, para que
no tenga más sed y no tenga que venir aquí a sacarla». Él le dice: «Vete, llama
a tu marido y vuelve acá». Respondió la mujer: «No tengo marido». Jesús le
dice: «Bien has dicho que no tienes marido, porque has tenido cinco maridos y
el que ahora tienes no es marido tuyo; en eso has dicho la verdad».
Le dice la mujer: «Señor, veo que eres un profeta.
Nuestros padres adoraron en este monte y vosotros decís que en Jerusalén es el
lugar donde se debe adorar». Jesús le dice: «Créeme, mujer, que llega la hora
en que, ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis
lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación
viene de los judíos. Pero llega la hora (ya estamos en ella) en que los
adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así
quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y los que adoran,
deben adorar en espíritu y verdad».
Le dice la mujer: «Sé que va a venir el Mesías, el
llamado Cristo. Cuando venga, nos lo explicará todo». Jesús le dice: «Yo soy,
el que te está hablando».
En esto llegaron sus discípulos y se sorprendían de
que hablara con una mujer. Pero nadie le dijo: «¿Qué quieres?», o «¿Qué hablas
con ella?». La mujer, dejando su cántaro, corrió a la ciudad y dijo a la gente:
«Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será el
Cristo?». Salieron de la ciudad e iban donde Él.
Entretanto, los discípulos le insistían diciendo:
«Rabbí, come». Pero Él les dijo: «Yo tengo para comer un alimento que vosotros
no sabéis». Los discípulos se decían unos a otros: «¿Le habrá traído alguien de
comer?». Les dice Jesús: «Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha
enviado y llevar a cabo su obra. ¿No decís vosotros: Cuatro meses más y llega
la siega? Pues bien, yo os digo: Alzad vuestros ojos y ved los campos, que
blanquean ya para la siega. Ya el segador recibe el salario, y recoge fruto
para la vida eterna, de modo que el sembrador se alegra igual que el segador.
Porque en esto resulta verdadero el refrán de que uno es el sembrador y otro el
segador: yo os he enviado a segar donde vosotros no os habéis fatigado. Otros
se fatigaron y vosotros os aprovecháis de su fatiga».
Muchos samaritanos de aquella ciudad creyeron en Él
por las palabras de la mujer que atestiguaba: «Me ha dicho todo lo que he
hecho». Cuando llegaron donde Él los samaritanos, le rogaron que se quedara con
ellos. Y se quedó allí dos días. Y fueron muchos más los que creyeron por sus
palabras, y decían a la mujer: «Ya no creemos por tus palabras; que nosotros
mismos hemos oído y sabemos que éste es verdaderamente el Salvador del mundo».
♥ Comentario:
Hoy, como en aquel mediodía en Samaría, Jesús se
acerca a nuestra vida, a mitad de nuestro camino cuaresmal, pidiéndonos como a
la Samaritana: «Dame de beber» (Jn 4,7). «Su sed material —nos dice san Juan
Pablo II— es signo de una realidad mucho más profunda: manifiesta el ardiente
deseo de que, tanto la mujer con la que habla como los demás samaritanos, se
abran a la fe».
El Prefacio de la celebración eucarística de hoy nos
hablará de que este diálogo termina con un trueque salvífico en donde el Señor,
«(...) al pedir agua a la Samaritana, ya había infundido en ella la gracia de
la fe, y si quiso estar sediento de la fe de aquella mujer, fue para encender
en ella el fuego del amor divino».
Ese deseo salvador de Jesús vuelto “sed” es, hoy día
también, “sed” de nuestra fe, de nuestra respuesta de fe ante tantas
invitaciones cuaresmales a la conversión, al cambio, a reconciliarnos con Dios
y los hermanos, a prepararnos lo mejor posible para recibir una nueva vida de
resucitados en la Pascua que se nos acerca.
«Yo soy, el que te está hablando» (Jn 4,26): esta
directa y manifiesta confesión de Jesús acerca de su misión, cosa que no había
hecho con nadie antes, muestra igualmente el amor de Dios que se hace más
búsqueda del pecador y promesa de salvación que saciará abundantemente el deseo
humano de la Vida verdadera. Es así que, más adelante en este mismo Evangelio,
Jesús proclamará: «Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba el que crea en mí»,
como dice la Escritura: ‘De su seno correrán ríos de agua viva’» (Jn 7,37b-38).
Por eso, tu compromiso es hoy salir de ti y decir a los hombres: «Venid a ver a
un hombre que me ha dicho…» (Jn 4,29).
P. Julio César RAMOS González SDB (Mendoza, Argentina)
Palabras de San Juan
Pablo II
“Redescubrid
en estos días santos el sacramento de la Reconciliación, que os hace pasar de
las tinieblas del pecado a la luz de la gracia y de la amistad con Dios. Sois
conscientes de la gran fuerza espiritual que este sacramento proporciona para
la vida cristiana: os hace crecer en intimidad con Dios, adquirir nuevamente la
alegría perdida y gozar de la consolación de sentirse personalmente acogidos
por el abrazo misericordioso de Dios”
Predicación del
Evangelio:
A gusto con Dios
La escena es cautivadora. Cansado del camino, Jesús
se sienta junto al manantial de Jacob. Pronto llega una mujer a sacar agua.
Pertenece a un pueblo semipagano, despreciado por los judíos. Con toda
espontaneidad, Jesús inicia el diálogo con ella. No sabe mirar a nadie con
desprecio, sino con ternura grande. «Mujer, dame de beber».
La mujer queda sorprendida. ¿Cómo se atreve a entrar
en contacto con una samaritana? ¿Cómo se rebaja a hablar con una mujer
desconocida? Las palabras de Jesús la sorprenderán todavía más: «Si conocieras
el don de Dios y quién es el que te pide de beber, sin duda tú misma me
pedirías a mí, y yo te daría agua viva».
Son muchas las personas que, a lo largo de estos
años, se han ido alejando de Dios sin apenas advertir lo que realmente estaba
ocurriendo en su interior. Hoy Dios les resulta un «ser extraño». Todo lo que
está relacionado con él les parece vacío y sin sentido: un mundo infantil cada
vez más lejano.
Los entiendo. Sé lo que pueden sentir. También yo me
he ido alejando poco a poco de aquel «Dios de mi infancia» que despertaba,
dentro de mí, miedos, desazón y malestar. Probablemente, sin Jesús nunca me
hubiera encontrado con un Dios que hoy es para mí un Misterio de bondad: una
presencia amistosa y acogedora en quien puedo confiar siempre.
Nunca me ha atraído la tarea de verificar mi fe con
pruebas científicas: creo que es un error tratar el misterio de Dios como si
fuera un objeto de laboratorio. Tampoco los dogmas religiosos me han ayudado a
encontrarme con Dios. Sencillamente me he dejado conducir por una confianza en
Jesús que ha ido creciendo con los años.
No sabría decir exactamente cómo se sostiene hoy mi
fe en medio de una crisis religiosa que me sacude también a mí como a todos.
Solo diría que Jesús me ha traído a vivir la fe en Dios de manera sencilla
desde el fondo de mi ser. Si yo escucho, Dios no se calla. Si yo me abro, él no
se encierra. Si yo me confío, él me acoge. Si yo me entrego, él me sostiene. Si
yo me hundo, él me levanta.
Creo que la experiencia primera y más importante es
encontrarnos a gusto con Dios porque lo percibimos como una «presencia
salvadora». Cuando una persona sabe lo que es vivir a gusto con Dios, porque, a
pesar de nuestra mediocridad, nuestros errores y egoísmos, él nos acoge tal como
somos, y nos impulsa a enfrentarnos a la vida con paz, difícilmente abandonará
la fe. Muchas personas están hoy abandonando a Dios antes de haberlo conocido.
Si conocieran la experiencia de Dios que Jesús contagia, lo buscarían. Si,
acogiendo en su vida a Jesús, conocieran el don de Dios, no lo abandonarían. Se
sentirían a gusto con él.
* Padre José Antonio Pagola
Cuaresma:
40
días para acercarnos a Jesús
Día 19: Paciencia
Da vuelta otra hoja el libro de mi vida. ¿Qué me
traerá, Señor?
Lo que Tú quieras Señor. Pero te pido fe para mirarte
en todo.
Esperanza para no desfallecer. Caridad perfecta en
todo lo que haga y piense.
Dame paciencia y humildad. Dame desprendimiento y un
olvido de mí mismo.
Dame, Señor, lo que Tú sabes me conviene y yo no sé
pedir.
Que pueda yo amarte cada vez más, y hacerte amar de
los que me rodean.
Que siempre tenga el corazón alerta, el oído atento, las
manos y la mente activas, el pie dispuesto.
Derrama, Señor tus gracias sobre todos los que
quiero.
Mi amor abarca el mundo y aunque yo soy muy pequeño, sé
que todo lo colmas con Tu bondad inmensa. Amén.
(Alianza en Jesús por María)
Nuevo vídeo
Hay
un nuevo vídeo subido al blog
de
"Pequeñas Semillitas" en
internet.
Para
verlo tienes que ir al final de esta página
Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas
diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la
tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y
allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por
la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos
por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque
prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para
dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas"
pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la
segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como
respuesta a nuestros pedidos de oración.
♡ Desde Miami, USA, nos llega el agradecimiento
a Dios y a la Santísima Virgen porque el pequeño Avistin por el que tanto hemos rezado, ya está en su casa,
recuperado y comenzando su vida de hogar junto a su familia.
♡ Desde Mendoza,
Argentina, Liliana S. agradece a
Dios y a las personas que rezaron por su salud, ya que ha sido dada de alta del
hospital luego de padecer un proceso de neumonía. Nos sumamos a la plegaria de
agradecimiento.
¡Hasta mañana! con Madre
Teresa
Marzo 15
¿No tengo razón? ¡Muchas veces miramos pero no vemos
nada! Todos nosotros tenemos que llevar la cruz y tenemos que seguir a Cristo
al Calvario, si queremos reencontrarnos con él. Yo creo que Jesucristo, antes
de su muerte, nos ha dado su cuerpo y su sangre para que nosotros podamos vivir
y tengamos bastante ánimo para llevar la cruz y seguirle, paso a paso.
FELIPE
-Jardinero
de Dios-
(el más pequeñito de
todos)
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