sábado, 7 de marzo de 2020

Pequeñas Semillitas 4267

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 15 - Número 4267 ~ Sábado 7 de Marzo de 2020
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Cuando la semana va tocando a su fin, quiero traer esta reflexión que pertenece a William Ashoka Ross y dice:
“Desarrollar la habilidad de mirar a otra persona a los ojos -no de una manera dura o amenazadora sino suave y confiada- es sumamente eficaz para mejorar nuestra capacidad de amar. Cuando dos personas se miran a los ojos tiene lugar un profundo intercambio, una misteriosa ósmosis. Inténtalo, contempla de cerca los ojos de tu pareja sin retener la respiración, mientras lo hagas, relaja la cara y el cuerpo. Al cabo de poco descubrirás, si aún no lo has descubierto, por qué los ojos se llaman las ventanas del alma.”

¡Buenos días!
Un corazón sencillo
Según santo Tomás, Cristo nos recomendó sobre todo la humildad, porque con ella se anula el principal impedimento para nuestra santificación. Todas las demás virtudes derivan de ella su valor. Sólo a ella le concede Dios sus dones, y los retira cuando ella desaparece. La dignidad y grandeza del hombre es don de Dios; su miseria, fruto de su corazón extraviado.

Santa María, Madre de Dios, dame un corazón de niño, puro y transparente como una fuente. Dame un corazón sencillo, que no saboree la tristeza; un corazón generoso en entregarse, tierno a la compasión; un corazón fiel y generoso, que no olvide ningún beneficio y no guarde rencor de ningún mal; dame un corazón manso y humilde, que ame sin exigir ser amado, que goce desapareciendo en otro corazón delante de tu Divino Hijo; un corazón grande e invencible, que ninguna ingratitud cierre y ninguna indiferencia canse; un corazón atormentado por la gloria de Jesucristo, herido de su amor, con una herida que no se cierre hasta el Cielo. Amén.

“Si no vuelven a ser como niños, no entrarán en el Reino de los cielos”, dijo Jesús. Los niños son puros, inocentes, sencillos, sinceros, confiados. Pidamos al Señor con insistencia que estas cualidades típicas de los pequeños, vayan configurando nuestro corazón para poder ver ese divino rostro que sólo se revelará a los puros de corazón.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Deut 26, 16-19

Salmo: Sal 118, 1-2. 4-5. 7-8

Santo Evangelio: Mt 5, 43-48
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo’. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial».

Comentario:
Hoy, el Evangelio nos exhorta al amor más perfecto. Amar es querer el bien del otro y en esto se basa nuestra realización personal. No amamos para buscar nuestro bien, sino por el bien del amado, y haciéndolo así crecemos como personas. El ser humano, afirmó el Concilio Vaticano II, «no puede encontrar su plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás». A esto se refería santa Teresa del Niño Jesús cuando pedía hacer de nuestra vida un holocausto. El amor es la vocación humana. Todo nuestro comportamiento, para ser verdaderamente humano, debe manifestar la realidad de nuestro ser, realizando la vocación al amor. Como ha escrito San Juan Pablo II, «el hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente».
El amor tiene su fundamento y su plenitud en el amor de Dios en Cristo. La persona es invitada a un diálogo con Dios. Uno existe por el amor de Dios que lo creó, y por el amor de Dios que lo conserva, «y sólo puede decirse que vive en la plenitud de la verdad cuando reconoce libremente este amor y se confía totalmente a su Creador» (Concilio Vaticano II): ésta es la razón más alta de su dignidad. El amor humano debe, por tanto, ser custodiado por el Amor divino, que es su fuente, en él encuentra su modelo y lo lleva a plenitud. Por todo esto, el amor, cuando es verdaderamente humano, ama con el corazón de Dios y abraza incluso a los enemigos. Si no es así, uno no ama de verdad. De aquí que la exigencia del don sincero de uno mismo devenga un precepto divino: «Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial» (Mt 5,48).
Rev. D. Joan COSTA i Bou (Barcelona, España)

Santoral Católico:
Santas Perpetua y Felicidad
Mártires en Cartago
Conservamos las Actas auténticas del martirio, redactadas hasta la víspera del sacrificio por la misma Perpetua, y continuadas luego por un testigo. A raíz del decreto del emperador Septimio Severo contra los cristianos, fueron apresados muchos de ellos. Perpetua, de ilustre cuna y exquisita formación, era hija de padre pagano, estaba casada como matrona y tenía un hijo recién nacido. Felicidad era una joven esclava, casada y a punto de dar a luz. El proceso fue penoso y prolongado. En todo momento Perpetua mostró su entereza, reafirmando su fe ante las autoridades y animando a sus compañeros de martirio. En los dolores del parto, en la cárcel, dijo Felicidad a un guardián: «Ahora soy yo la que sufro; en el anfiteatro será Otro el que sufra por mí». Con motivo del aniversario del hijo del emperador, se iban a celebrar unos juegos en los que el número fuerte del programa sería el martirio de los encarcelados. En el anfiteatro les soltaron las fieras que malhirieron a nuestras santas y fueron rematadas luego a golpe de espada.
Oración: Señor, tus santas mártires Perpetua y Felicidad, a instancias de tu amor, pudieron resistir al que las perseguía y superar el suplicio de la muerte; concédenos, por su intercesión, crecer constantemente en nuestro amor a ti. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
© Directorio Franciscano – Aciprensa – Catholic.net

Palabras del Santo Padre Pío
“La ansiedad vana e inútil os fatigará espiritualmente, y vuestro espíritu no podrá dominar su sujeto. Hay que liberarse de toda ansiedad, porque ella es la peor enemiga de la devoción sincera y auténtica. Y esto principalmente cuando se ora. Recordad que la gracia y el gusto de la oración no provienen de la tierra sino del cielo.”

Tema del día:
¿Qué es rezar?
Rezar es una conversación con Dios. Es el momento de más calma del día, y, en mi caso, el de primera hora de la mañana, poco más de las seis, y el agua de la ducha caliente cayendo despacio sobre los hombros.

Rezar es una fotografía en sepia, un regreso a la casa de tus abuelos y al tiempo sin tiempo de tu infancia.

Es un Padre Nuestro platicando con Dios para que te ayude en los exámenes. Es el refugio del frío, y el silencio acogedor.

Rezar es tener memoria. Rezar es lo que va antes del trabajo o después del trabajo, y lo que nunca lo suplanta

Es lo único que puedes hacer cuando ya no puedes hacer más, y es la forma de comprometerse de quien no tiene otro medio de hacerlo, como cuando rezamos por un enfermo que se va a operar y ya está todo en manos del cirujano (y de Dios).

Rezar hace milagros, ofrece consuelo al que reza y a aquel por quien se reza. Rezar nunca es inútil, porque siempre conforta.

Rezar es decir rezaré por ti y, también, reza por mí. Y es, por tanto, lo contrario a la vanidad.

Rezar es la aceptación de tus limitaciones. Es aprender a resignarse cuando lo que pudo ser no ha sido. Es vivir sin rencor, aprender a olvidar, aceptar la derrota con dignidad y celebrar el triunfo con humildad.

Rezar es buscar las fuerzas si no se tienen y confiar en que las cosas van a ser como deberían ser.

Rezar es optimismo, no dar nada por perdido, luchar y resistir. Rezar es fragilidad y entereza.

Rezar es desconectar y apagar el móvil. Es introspección en la sociedad del exhibicionismo. Es relajarse y calmar los nervios. Y prepararse mentalmente para lo que ha de venir. No es solo buscar el coraje, sino también la inspiración, la idea, el enfoque, la luz, el claro en medio de la espesura.

Rezar es razonar, aunque parezca lo más irracional que haya. Es la mente funcionando como cuando juegas un partido de tenis. Es planificar y anticipar las jugadas. Es abstracción en los tiempos de lo concreto y lo material. Es pausa en un mundo excitado. Es calma cuando todo es ansiedad. Y es aburrido en la dictadura de lo divertido.

Rezar es una forma extrema de independencia.  

Rezar es un placer oculto, que se reserva para la intimidad. Un acto privado, y casi a escondidas, que, cuando se hace acompañado, necesita mucha confianza.

Rezar es una declaración de amor por la persona que tienes en tus rezos. Es derramar tu cariño sobre los que más quieres y sentir el cariño de los que rezan por ti.

Rezar es tener a otros en tus oraciones y estar en las oraciones de otros, que es mucho más que estar solo en su memoria.

Rezar, y sobre todo que recen por ti, es la mayor aspiración que uno puede tener en la vida. Un privilegio inmenso. Es querer tanto a alguien como para rezar por él, y que alguien te quiera tanto como para rezar por ti.

¿Cabe mayor orgullo? ¿Existe mayor plenitud que la de saber que hay una madre, un hermano, un hijo o un amigo que quiere que Dios te proteja, y te dé salud, y te ilumine, y te ayude, y te acompañe, y esté siempre contigo?

Rezar es tener fe. Tener fe en la vida, en las personas, en tus amigos, en tus hijos, en tus padres, en Dios.

Rezar es un súper poder que nos predispone al bien.

Rezar es creer y ser practicante de un mundo mejor.

Cuaresma:
40 días para acercarnos a Jesús
Día 11: Evangelización
Dame, Señor, la simplicidad de un niño y la conciencia de un adulto.
Dame, Señor, la prudencia de un astronauta y el coraje de un salvavidas.
Dame, Señor, la humildad de un barrendero y la paciencia de un enfermo.
Dame, Señor, el idealismo de un joven y la sabiduría de un anciano.
Dame, Señor, la disponibilidad del Buen Samaritano y la gratitud del menesteroso.
Dame, Señor, todo lo que de bueno veo en mis hermanos, a quienes colmaste con tus dones.
Haz, Señor, que sea imitador de tus santos, o, mejor, que sea como Tú quieres: perseverante, como el pescador, y esperanzado como el cristiano. Que aparezca en el camino de tu Hijo y en el servicio de los enfermos. Amén.
(Padre Ignacio Larrañaga)
(Alianza en Jesús por María)

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, monjas, religiosas, novicias, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras patologías graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

¡Hasta mañana! con Madre Teresa
Marzo 7
Si olvidamos la oración y si el sarmiento no está unido a la vid, morirá. Esta unión del sarmiento a la vid es la oración. Si existe esta unión, entonces hay amor y alegría. Seremos el sol del amor de Dios, la esperanza de felicidad eterna, la llama de amor ardiente. ¿Por qué? Porque somos uno con Jesús.
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)

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