PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año
14 - Número 4120 ~ Lunes 23 de Setiembre de 2019
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Hoy
celebramos la memoria litúrgica de un gran santo de nuestro tiempo: el Padre Pío de Pietrelcina (Francisco
Forgione según su nombre de pila baustismal).
Es
muy motivador iniciar esta edición con una anécdota que nos muestra tan solo
una de sus facetas de santo de Dios:
Declara
el padre Alessio Parente: Un día una señora me dijo: “El padre Pío es un
santo”. Y me contó que su única hija había tenido una hemorragia interna y, a
pesar de los esfuerzos de los doctores, no pudieron hacer nada para salvarla. Decía:
“Yo lloraba e invocaba constantemente al padre Pío”. De pronto, lo he visto a
mi costado. Me ha puesto una mano sobre mi espalda y me ha dicho: “No te
preocupes, yo seré el doctor de tu hija”. Después desapareció. En ese momento,
mi hija se agitó en la cama y yo pensé que era el fin. Llamé al doctor y pudo
constatar que la hemorragia había cesado. La misma mañana le dieron de alta en
el hospital.
¡Buenos días!
Clarividencia del P. Pío
Consta
en la biografía de varios santos dedicados al ministerio de la confesión, que
Dios les regaló el don de la clarividencia, por ejemplo, a san Juan Bosco y al
santo Cura de Ars. Por medio de este carisma ayudaban a los penitentes a
clarificar y ordenar su conciencia para recibir con fruto el sacramento del
perdón. Aquí tienes una curiosa anécdota del Padre Pío.
En la primavera de 1967, en el tren del trayecto
Nápoles-Foggia, se encontraron dos madres con sus respectivas hijas que iban a
ver al padre Pío para confesarse. Las dos chicas se hicieron rápidamente amigas.
Maria Teresa, que ya había estado con el fraile, viendo a la otra en minifalda,
le aconsejó que cambiara de ropa al llegar a San Giovanni Rotondo, porque si no
el santo fraile la haría alejarse del confesionario. Las dos chicas fueron a
una tienda, y la napolitana, compró una falda larga. Pero, mirándose al espejo,
dijo: “¡Si me viese mi novio, pensaría que soy un payaso!”. Al otro día, la
chica de Nápoles, que estaba esperando, vio que se abría la ventanilla y oyó
que le decían: “Fuera, ¡vete! Yo no confieso a los payasos”.
Con el
padre Pío, los trucos no funcionaban. Ella pensaba que conformaría así al
santo, pero por otro lado continuaría cediendo para agradar a su novio. A Dios
no le agradan los engaños. Por eso iluminó al santo fraile. Un refrán popular
dice: “No está bien encender una vela a Dios y otra al diablo”. Dios quiere corazones
enteros y no partidos.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios
Lecturas del día
♥ Primera Lectura: Esd 1, 1-6
♥ Salmo: Sal 125, 1-6
♥ Santo Evangelio: Lc 8,16-18
En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «Nadie
enciende una lámpara y la cubre con una vasija, o la pone debajo de un lecho,
sino que la pone sobre un candelero, para que los que entren vean la luz. Pues
nada hay oculto que no quede manifiesto, y nada secreto que no venga a ser
conocido y descubierto. Mirad, pues, cómo oís; porque al que tenga, se le dará;
y al que no tenga, aun lo que crea tener se le quitará».
♥ Comentario:
Hoy, este Evangelio tan breve es rico en temas que
atraen nuestra atención. En primer lugar, “dar luz”: ¡Todo es patente ante los
ojos de Dios! Segundo gran tema: las Gracias están engarzadas, la fidelidad a
una atrae a otras: «Gratiam pro gratia»
(Jn 1,16). En fin, es un lenguaje humano para cosas divinas y perdurables.
¡Luz para los que entran en la Iglesia! Desde siglos,
las madres cristianas han enseñado en la intimidad a sus hijos con palabras
expresivas, pero sobre todo con la “luz” de su buen ejemplo. También han
sembrado con la típica cordura popular y evangélica, comprimida en muchos
refranes, llenos de sabiduría y de fe a la vez. Uno de ellos es éste: «Iluminar
y no difuminar». San Mateo nos dice: «(...) para que alumbre a todos los que
están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres para que, al ver
vuestras buenas obras, den gloria a vuestro Padre que está en los cielos» (Mt
5,15-16).
Nuestro examen de conciencia al final del día puede
compararse al tendero que repasa la caja para ver el fruto de su trabajo. No
empieza preguntando: —¿Cuánto he perdido? Sino más bien: —¿Qué he ganado? Y
acto seguido: —¿Cómo podré ganar más mañana, qué puedo hacer para mejorar? El
repaso de nuestra jornada acaba con acción de gracias y, por contraste, con un
acto de dolor amoroso. —Me duele no haber amado más y espero lleno de ilusión,
estrenar mañana el nuevo día para agradar más a Nuestro Señor, que siempre me
ve, me acompaña y me ama tanto. —Quiero proporcionar más luz y disminuir el
humo del fuego de mi amor.
En las veladas familiares, los padres y abuelos han
forjado —y forjan— la personalidad y la piedad de los niños de hoy y hombres de
mañana. ¡Merece la pena! ¡Es urgente! María, Estrella de la mañana, Virgen del
amanecer que precede a la Luz del Sol-Jesús, nos guía y da la mano. «¡Oh Virgen
dichosa! Es imposible que se pierda aquel en quien tú has puesto tu mirada»
(San Anselmo).
Rev. D. Joaquim FONT i Gassol (Igualada, Barcelona, España)
Santoral Católico:
San Pío de Pietrelcina
Fraile Capuchino
Nació en Pietrelcina (Benevento, Italia) el año 1887,
y en 1903 entró en la Orden Capuchina. Ordenado de sacerdote en 1910, fue
destinado en 1916 al convento de San Giovanni Rotondo, donde permaneció hasta
su muerte, desarrollando una extraordinaria aventura de taumaturgo y de apóstol
del confesonario. Desde 1918 llevó en su cuerpo las llagas del Señor y fue
objeto de otros dones divinos extraordinarios. Se santificó viviendo a fondo en
carne propia el misterio de la cruz de Cristo y cumpliendo en plenitud su
vocación de colaborador en la Redención. Centró su vida pastoral en la
dirección espiritual de los fieles, la reconciliación sacramental de los
penitentes y la celebración de la Eucaristía. Su preocupación por los pobres y
los enfermos se materializó en la «Casa Alivio del Sufrimiento». Otra
iniciativa suya fueron los grupos de oración, que rápidamente se extendieron
por todo el mundo. Murió el 23 de septiembre de 1968 en San Giovanni Rotondo
(Apulia). Juan Pablo II lo beatificó en 1999 y lo canonizó en 2002.
Oración: Dios
omnipotente y eterno que, con gracia singular concediste al sacerdote san Pío
participar en la cruz de tu Hijo y, por medio de su ministerio, has renovado
las maravillas de tu misericordia, concédenos, por su intercesión, que unidos
constantemente a la pasión de Cristo podamos llegar felizmente a la gloria de
la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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© Directorio Franciscano – Aciprensa –
Catholic.net
Palabras del Santo Padre
Pío
“Todo lo podría resumir así:
me siento devorado por el amor a Dios y el amor por
el prójimo.
Dios está siempre presente en mi mente,
y lo llevo impreso en mi corazón.
Nunca lo pierdo de vista:
me toca admirar su belleza, sus sonrisas y sus
emociones,
su misericordia, su venganza o más bien el rigor de
su justicia”
Tema del día:
Quédate, Señor, conmigo
(Plegaria del Padre Pío
para después de la comunión)
Has venido a visitarme,
como Padre y como Amigo.
Jesús, no me dejes solo.
¡Quédate, Señor, conmigo!
Por el mundo envuelto en sombras
voy errante peregrino.
Dame tu luz y tu gracia.
¡Quédate, Señor, conmigo!
En este precioso instante
abrazado estoy contigo.
Que esta unión nunca me falte.
¡Quédate, Señor, conmigo!
Acompáñame en la vida.
Tu presencia necesito.
Sin Ti desfallezco y caigo.
¡Quédate, Señor, conmigo!
Declinando está la tarde.
Voy corriendo como un río
al hondo mar de la muerte.
¡Quédate, Señor, conmigo!
En la pena y en el gozo
sé mi aliento mientras vivo,
hasta que muera en tus brazos.
¡Quédate, Señor, conmigo!
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ese modo ayudan a sembrar en el mundo la alegría del Evangelio.
Meditaciones de
“Pequeñas Semillitas”
Un día un hombre salió de la iglesia, después de
haberse confesado con el P. Pío, y se puso a gritar, loco de alegría, a todas
las personas que se le acercaban: "Hacía 35 años que no entraba en una
iglesia. Sí, 35 años que no quería saber nada ni de Dios ni de la Virgen ni de
los santos. ¡Llevaba una vida de infierno! Un día una persona me dijo: ¡Vaya a
San Giovanni Rotondo y verá! Solté la carcajada y contesté: “Si usted cree que
ese cura me va a convencer, está muy equivocada”. Pero esta idea no me dejó en
paz. Era como una perforadora que escarbaba dentro de mí. Finalmente, no
pudiendo más, me dije: “¿Por qué no ir? Así acabaré con esta obsesión”. Llegué
anoche. No había lugar para uno como yo, acostumbrado a las comodidades. Pasé
la noche pensando en mis pecados y sudando abundantemente. A las dos de la
madrugada, se oyen varios despertadores.
Me levanté con todos los demás; pero blasfemando
contra todos. No obstante, me dirigí a la iglesia. No entendía lo que me pasaba
por dentro. Esperé como los demás y entré como los demás. Asistí a la Misa del
P. Pío. ¡Qué Misa! Me mordía los labios, me defendía... pero no tenía nada que
hacer, comenzaba a perder terreno. La cabeza me estaba explotando. Después de
la Misa seguí a los hombres que iban a la sacristía como un autómata. Al
entrar, el P. Pío vino a mi encuentro y me dijo: “¿No sientes en la cabeza la
mano de Dios?” Yo contesté: “Confiéseme, padre”. Apenas me había arrodillado,
sentí la cabeza vacía como una olla. Me era imposible recordar mis pecados. El
padre esperó un poco y luego me dijo: “Ánimo, hijo, ¿no me dijiste todo durante
la Misa? ¡Ánimo!” ¡Y me dijo todos mis pecados! Yo le contestaba solamente
“Sí”. ¡Ahora me siento limpio como un niño! ¡Ahora me siento feliz!"
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el
Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes,
diáconos, seminaristas, monjas, religiosas, novicias, catequistas y todos los
que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para
que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto
con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de
Jesús y del Inmaculado Corazón de María;
por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los
cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros
lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente
por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo,
el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras patologías graves; por
el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la
falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes
naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por
más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las
vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración para Margarita R., de Guatemala, de aproximadamente 60 años de edad, que
está en una fase terminar de un cáncer en la columna que la tiene con dolores
muy fuertes, para que la Virgencita de Lourdes sea su fortaleza y la de toda su
familia y que estos momentos sean para acercarse más a Jesús.
Pedimos oración para Miriam A., que va a ser operada esta semana, para que en su
operación salga bien y que Dios guie las manos de los médicos.
Pedimos oración para Patricia E., de Buenos Aires, Argentina, lectora de esta página, que
será intervenida quirúrgicamente mañana, rogando a la Santísima Virgen de
Lourdes que la acompañe, la proteja e interceda ante Jesús por su pronta
recuperación.
Continuamos unidos en oración por medio del rezo del
Santo Rosario poniendo en Manos de Nuestra Madre Bendita todas nuestras
preocupaciones, alegrías y necesidades, poniendo al mundo entero en Manos de
nuestra Madre y pidiéndole a Ella paz para el mundo. Al rezar por la paz,
rezamos por todo, por la paz en el mundo, en los corazones, porque la violencia
sea desterrada, por la paz para los niños que están en peligro de ser
abortados. Paz para los jóvenes que no encuentran el camino, paz para los
deprimidos. Paz para los que no han tenido la dicha de conocer al Amor. En fin
rezamos por la paz, y sigamos haciéndolo.
Cinco minutos con Jesús
Setiembre 23
Danos hoy nuestro pan de
cada día: danos el pan que
necesitamos para cada día; el pan, es decir, todo lo que necesitamos para
nuestra vida material, personal, familiar y social. No te pedimos, Padre,
comodidades ni lujo, ni nada que no esté conforme a tu voluntad; pero sí todo
aquello que nosotros y los nuestros necesitamos para vivir dignamente, como
corresponde a la persona humana. Y también te pedimos el otro pan: el pan para
nuestra alma, el Pan de la Eucaristía, que nos dé la fuerza necesaria para
vivir en toda plenitud nuestra vida espiritual.
(Padre Alfonso Milagro)
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
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