PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 9 - Número 2442 ~ Domingo
24 de Agosto de 2014
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Cualquier día, en cualquier momento, a tiempo o a
destiempo, sin previo aviso lanzas tu pregunta: “Y tú, ¿quién dices que soy
yo?”
Y yo me quedo a medio camino entre lo correcto y lo que siento, porque no me
atrevo a correr riesgos cuando tú me preguntas así.
Enséñame como tú sabes. Llévame a tu ritmo por los caminos del Padre y por esas
sendas marginales que tanto te atraen. Corrígeme, cánsame. Y vuelve a
explicarme tus proyectos y quereres, y quién eres.
Cuando en tu vida toda encuentre el sentido para los trozos de mi vida rota;
cuando en tu sufrimiento y en tu cruz descubra el valor de todas las cruces;
cuando haga de tu causa mi causa, cuando ya no busque salvarme sino perderme en
tus quereres...
Entonces, Jesús, vuelve a preguntarme: Y tú, ¿quién dices que soy yo?
Florentino Ulibarri
¡Buenos días!
La mariposa azul
La persona
responsable responde por sus actos. Por eso piensa antes de actuar y mide sus
consecuencias. Sabe que tiene que responder de sus propios actos ante su
conciencia, ante la familia, ante la sociedad y ante Dios. La responsabilidad
consiste en cumplir con perseverancia el propio deber, sin vacilar, sin
miramientos.
Dos niñas durante sus vacaciones fueron a
donde vivía un gran sabio para aprender de él. El filósofo respondía todas las
preguntas con seguridad. Las traviesas niñas decidieron inventar una pregunta
que él no supiera responder. Una de ellas apareció un día con una linda
mariposa azul. “¿Qué vas a hacer?” Preguntó la hermana. “Voy a esconder la
mariposa en mis manos y preguntarle al sabio si está viva o muerta” “Si dice
que está muerta, abriré mis manos y la dejaré volar. Si dice que está viva la
apretaré y la aplastaré. Es imposible acertar”. Las dos chicas fueron a ver al
sabio, que meditaba. -“Tengo aquí una mariposa azul. Dígame, sabio, ¿está viva
o muerta?”. Con mucha calma el sabio sonrió y respondió: “Depende de ti… Ella
está en tus manos.”
Así es nuestra
vida, nuestro presente y nuestro futuro. No debes de culpar a nadie cuando algo
falle: somos nosotros los responsables por aquello que conquistamos (o no
conquistamos). Nuestra vida está en nuestras manos. Dios nos la dio, como la
mariposa azul… Nos toca a nosotros escoger qué hacer con ella.
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de
Filipo, Jesús hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres
que es el Hijo del hombre?». Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros,
que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Díceles Él: «Y vosotros,
¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de
Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de
Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que
está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta
piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra
ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la
tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará
desatado en los cielos». Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie
que Él era el Cristo. (Mt 16,13-20)
Comentario
Hoy, la profesión de fe de Pedro en Cesarea de Filipo
abre la última etapa del ministerio público de Jesús preparándonos al
acontecimiento supremo de su muerte y resurrección. Después de la
multiplicación de los panes y los peces, Jesús decide retirarse por un tiempo
con sus apóstoles para intensificar su formación. En ellos empieza hacerse
visible la Iglesia, semilla del Reino de Dios en el mundo.
Hace dos domingos, al contemplar como Pedro andaba sobre
las aguas y se hundía en ellas, escuchábamos la reprensión de Jesús: «¡Qué poca
fe! ¿Por qué has dudado?» (Mt 14,31). Hoy, la reconvención se troca en elogio:
«Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás» (Mt 16,17). Pedro es dichoso porque
ha abierto su corazón a la revelación divina y ha reconocido en Jesucristo al
Hijo de Dios Salvador. A lo largo de la historia se nos plantean las mismas
preguntas: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre? (…). Y
vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (Mt 16,13.15). También nosotros, en un
momento u otro, hemos tenido que responder quién es Jesús para mí y qué
reconozco en Él; de una fe recibida y transmitida por unos testigos (padres,
catequistas, sacerdotes, maestros, amigos…) hemos pasado a una fe personalizada
en Jesucristo, de la que también nos hemos convertido en testigos, ya que en
eso consiste el núcleo esencial de la fe cristiana.
Solamente desde la fe y la comunión con Jesucristo
venceremos el poder del mal. El Reino de la muerte se manifiesta entre
nosotros, nos causa sufrimiento y nos plantea muchos interrogantes; sin
embargo, también el Reino de Dios se hace presente en medio de nosotros y
desvela la esperanza; y la Iglesia, sacramento del Reino de Dios en el mundo,
cimentada en la roca de la fe confesada por Pedro, nos hace nacer a la
esperanza y a la alegría de la vida eterna. Mientras haya humanidad en el
mundo, será preciso dar esperanza, y mientras sea preciso dar esperanza, será
necesaria la misión de la Iglesia; por eso, el poder del infierno no la
derrotará, ya que Cristo, presente en su pueblo, así nos lo garantiza.
Rev. D. Joaquim MESEGUER García (Sant Quirze del
Vallès, Barcelona, España)
Palabras de San Juan Pablo II
"Pido para vosotros la gracia de la luz
y de la fuerza espiritual en el sufrimiento,
para que no perdáis el valor, sino que descubráis
individualmente
el sentido del sufrimiento y podáis, con la oración y el
sacrificio,
aliviar a los demás"
San Juan Pablo II
Tema del día:
¿Qué decimos nosotros?
También hoy nos dirige Jesús a los cristianos la misma
pregunta que hizo un día a sus discípulos: “Y vosotros, ¿quién decís que soy
yo?”. No nos pregunta solo para que nos pronunciemos sobre su identidad
misteriosa, sino también para que revisemos nuestra relación con él. ¿Qué le
podemos responder desde nuestras comunidades?
¿Conocemos cada vez mejor a Jesús, o lo tenemos
“encerrado en nuestros viejos esquemas aburridos” de siempre? ¿Somos
comunidades vivas, interesadas en poner a Jesús en el centro de nuestra vida y
de nuestras actividades, o vivimos estancados en la rutina y la mediocridad?
¿Amamos a Jesús con pasión o se ha convertido para
nosotros en un personaje gastado al que seguimos invocando mientras en nuestro
corazón va creciendo la indiferencia y el olvido? Quienes se acercan a nuestras
comunidades, ¿pueden sentir la fuerza y el atractivo que tiene para nosotros?
¿No sentimos discípulos de Jesús? ¿Estamos aprendiendo a
vivir con su estilo de vida en medio de la sociedad actual, o nos dejamos
arrastrar por cualquier reclamo más apetecible para nuestros intereses? ¿Nos da
igual vivir de cualquier manera, o hemos hecho de nuestra comunidad una escuela
para aprender a vivir como Jesús?
¿Estamos aprendiendo a mirar la vida como la miraba
Jesús? ¿Miramos desde nuestras comunidades a los necesitados y excluidos con
compasión y responsabilidad, o nos encerramos en nuestras celebraciones,
indiferentes al sufrimiento de los más desvalidos y olvidados: los que fueron
siempre los predilectos de Jesús?
¿Seguimos a Jesús colaborando con él en el proyecto
humanizador del Padre, o seguimos pensando que lo más importante del
cristianismo es preocuparnos exclusivamente de nuestra salvación? ¿Estamos
convencidos de que el modo de seguir a Jesús es vivir cada día haciendo la vida
más humana y más dichosa para todos?
¿Vivimos el domingo cristiano celebrando la resurrección
de Jesús, u organizamos nuestro fin de semana vacío de todo sentido cristiano?
¿Hemos aprendido a encontrar a Jesús en el silencio del corazón, o sentimos que
nuestra fe se va apagando ahogada por el ruido y el vacío que hay dentro de
nosotros?
¿Creemos en Jesús resucitado que camina con nosotros
lleno de vida? ¿Vivimos acogiendo en nuestras comunidades la paz que nos dejó
en herencia a sus seguidores? ¿Creemos que Jesús nos ama con un amor que nunca
acabará? ¿Creemos en su fuerza renovadora? ¿Sabemos ser testigos del misterio
de esperanza que llevamos dentro de nosotros?
José Antonio Pagola
Nuevo video y artículo
Hay un nuevo video subido a este blog.
Para verlo tienes que ir al final de la página.
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo
II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
Nunca olvidemos agradecer
Una vez leí que en el cielo hay dos oficinas diferentes
para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí
los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la
cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por
las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque
prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para
dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas"
pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la
segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta
a nuestros pedidos de oración.
Desde Ontario, Canadá, nuestra lectora y amiga Elena Chávez Bravo envía el
siguiente mensaje de agradecimiento: “Millones de gracias a la Madre de Dios y
Madre Nuestra; siempre me escucha y responde a mis suplicas y necesidades. Que todos lo sepan, Ella nos oye a todos.
Gracias Santísima Virgen de la Encarnación, Virgen de Guadalupe, Virgen de
Lourdes, de Medjugorge, de Fátima y de todos los lugares donde aparece, siendo
siempre la misma Virgen Madre María…”
Un estímulo todos los días
Agosto 24
Para dar los pequeños pasos que puedan cambiar las cosas
hace falta estar convencidos de que las cosas realmente pueden ser de otra
manera. El pesimismo no es realista. Es cierto que todo puede ser peor, pero no necesariamente. Mirando toda la
historia de la humanidad no se puede hablar ni de una evolución permanente, ni
de una degradación constante.
Pero frecuentemente nos asalta cierta incertidumbre que a
veces nos paraliza. No sabemos si vale la pena esforzarnos. Esa situación de
inseguridad, duda, insatisfacción, debilidad, no favorece la decisión de
abandonar el individualismo cómodo para provocar un dinamismo de cambio en este
mundo.
El problema es que, por buscar la pureza total, la
claridad plena o la perfección absoluta, al final no hacemos nada y muchas
veces nos volvemos estériles. Pensemos que muchos de los que provocaron algo
nuevo en el mundo han sido mucho más fecundos después de su muerte que durante
sus vidas. Pero no se desanimaron, siguieron luchando, y finalmente fueron
fecundos, porque las obras buenas tarde o temprano dan frutos.
Mons. Víctor Manuel Fernández
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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