jueves, 31 de julio de 2025

Pequeñas Semillitas 6055

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 20 - Número 6055 ~ Jueves 31 de Julio de 2025
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
Hoy celebramos la memoria de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, hace casi cinco siglos, circunstancia que en lo personal me llega muy de cerca porque en mi juventud me eduqué con Jesuitas, que -gracias a Dios- dejaron en mí su fuerte impronta que me acompañará toda la vida y hace que en todo momento me sienta muy cerca de ellos y muy empapado de todo lo que sea jesuítico.
Las estadísticas oficiales de la Compañía de Jesús (al 1 de enero de 2022) reflejan que la congregación está compuesta por 14.439 jesuitas: 10.432 sacerdotes, 837 hermanos legos, 2.537 estudiantes, 583 novicios… y también un Papa.
Es una gran bendición para la Compañía haber dado el primer Papa Jesuita de toda la historia, en la persona del padre Jorge Mario Bergoglio, quien gobernó la Iglesia entre 2013 y 2025 con el nombre de Francisco, a quien conocí allá por el año 1965, cuando él era un “maestrillo” y todavía no se había ordenado sacerdote (cosa que sucedería a fines de 1969) y yo un joven alumno en el Colegio Inmaculada Concepción de la ciudad de Santa Fe, Argentina.
A San Ignacio de Loyola y a la Compañía de Jesús, con respeto, con amor y agradecimiento, va dedicado este número de “Pequeñas Semillitas”
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
- JUEVES 17 DEL TIEMPO ORDINARIO -
Primera Lectura: Éxodo 40, 16-21. 34-38
 
Salmo: Sal 83, 3. 4. 5-6a y 8a. 11
 
Santo Evangelio: Mt 13,47-53
En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas clases; y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y tiran los malos. Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Habéis entendido todo esto?» Dícenle: «Sí». Y Él les dijo: «Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo». Y sucedió que, cuando acabó Jesús estas parábolas, partió de allí.
 
Comentario:
Hoy, el Evangelio constituye una llamada vital a la conversión. Jesús no nos ahorra la dureza de la realidad: «Saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno de fuego» (Mt 13,49-50). ¡La advertencia es clara! No podemos quedarnos dormidos.
Ahora debemos optar libremente: o buscamos a Dios y el bien con todas nuestras fuerzas, o colocamos nuestra vida en el precipicio de la muerte. O estamos con Cristo o estamos contra Él. Convertirse significa, en este caso, optar totalmente por pertenecer a los justos y llevar una vida digna de hijos. Sin embargo, tenemos en nuestro interior la experiencia del pecado: vemos el bien que deberíamos hacer y en cambio obramos el mal; ¿cómo intentamos dar una verdadera unidad a nuestras vidas? Nosotros solos no podemos hacer mucho. Sólo si nos ponemos en manos de Dios podremos lograr hacer el bien y pertenecer a los justos.
«Por el hecho de no estar seguros del tiempo en que vendrá nuestro Juez, debemos vivir cada jornada como si nos tuviera que juzgar al día siguiente» (San Jerónimo). Esta frase es una invitación a vivir con intensidad y responsabilidad nuestro ser cristiano. No se trata de tener miedo, sino de vivir en la esperanza este tiempo que es de gracia, alabanza y gloria.
Cristo nos enseña el camino de nuestra propia glorificación. Cristo es el camino del hombre, por tanto, nuestra salvación, nuestra felicidad y todo lo que podamos imaginar pasa por Él. Y si todo lo tenemos en Cristo, no podemos dejar de amar a la Iglesia que nos lo muestra y es su cuerpo místico. Contra las visiones puramente humanas de esta realidad es necesario que recuperemos la visión divino-espiritual: ¡Nada mejor que Cristo y que el cumplimiento de su voluntad!
* Rev. D. Ferran JARABO i Carbonell (Agullana, Girona, España) © Textos de Evangeli.net
 
Santoral Católico:
San Ignacio de Loyola
Nació en Loyola (Guipúzcoa, España) el año 1491. De joven permaneció en la corte y se dedicó a la vida militar. Herido en la defensa de Pamplona, tuvo que guardar reposo, y las lecturas piadosas favorecieron su conversión a Dios. Se retiró a Montserrat y Manresa, dando inicio a los Ejercicios espirituales. Viajó a Tierra Santa y luego estudió en Alcalá, Salamanca y finalmente en París, donde reunió a los primeros compañeros, con los que fundó en Roma la Compañía de Jesús. Antes, en Venecia, se ordenó de sacerdote el año 1537. Escribió las constituciones de la Compañía, a la que dio como lema «A mayor gloria de Dios». Fructífero fue su apostolado, por las obras que escribió y por los discípulos que formó, que contribuyeron poderosamente a la verdadera reforma de la Iglesia. Envió a san Francisco Javier a Oriente como misionero. Para que Roma fuera un centro de ciencia eclesiástica, con un plantel de doctores de los que pudiera disponer el Papa, fundó el Colegio Romano, después llamado Universidad Gregoriana. Murió en Roma el 31 de julio de 1556.
Oración: Señor, Dios nuestro, que has suscitado en tu Iglesia a san Ignacio de Loyola para extender la gloria de tu nombre, concédenos que después de combatir en la tierra, bajo su protección y siguiendo su ejemplo, merezcamos compartir con él la gloria del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
(Directorio Franciscano – ACI Prensa – Catholic.net)
 
Palabras de San Ignacio
«Toma Señor y recibe toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento, y toda mi voluntad. Todo mi haber y poseer. Tú me lo diste, a ti Señor lo torno. Todo es tuyo. Dispón según tu voluntad. Dame tu amor y tu gracia que con eso me basta»
 🕊
«Tened gran cuidado en predicar la verdad de tal modo que, si acaso hay entre los oyentes un hereje, le sirva de ejemplo de caridad y moderación cristianas. No uséis de palabras duras ni mostréis desprecio por sus errores»
 🕊
«Si Dios te envía muchos sufrimientos es una señal de que Él tiene grandes planes para ti, y ciertamente desea hacerte santo»
 
Tema del día:
Ejercicios Espirituales Ignacianos
Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola son una secuencia ordenada de meditaciones y contemplaciones –ejercicios– que surgen de la profunda experiencia espiritual que el santo vive a partir de su conversión. Su objetivo es ayudar al que se ejercita en ellos a descubrir cuál es la voluntad de Dios para su vida.
 
Los Ejercicios se remontan al Cuaderno de notas en el que Ignacio describe sus experiencias espirituales durante su visita a la ciudad de Manresa, donde, como describe en su autobiografía, “le trataba Dios de la misma manera que trata un maestro de escuela a un niño enseñándole” (Autobiografía 27).
 
El gran jesuita argentino que fue el P. Leonardo Castellani lo describe así: “Ese cuaderno contiene las experiencias ascéticas de un soldado del Renacimiento, y su elaboración por él mismo, de un método y un training (entrenamiento) aplicable a todos. ¿Se ha reflexionado lo suficiente sobre la enorme paradoja que tal hecho involucra? El hecho es éste: una experiencia religiosa concreta, una conversión ha sido como desindividualizada y arquetipada, sin convertirse por eso ni en un rígido esqueleto ni en un fantasma abstracto. Pienso que si los E.E. no existieran, parecerían imposibles. Si antes de San Ignacio hubiéramos presentado el proyecto a los teólogos y a los filósofos, se hubieran reído, o tal vez enojado, según el humor. Algunos los hubieran declarado imposibles, utópicos. Otros, los hubiesen tenido por heréticos, pelagianos. O se hubieran escandalizado ante la sola idea de una máquina de convertir”.
 
Además, no es el libro de los Ejercicios -aunque suene extraño a primera vista- “un libro para leer”, sino un libro “para hacer los Ejercicios”, y muy difícilmente se le pueda entender y aprovechar si no se cuenta con la guía de alguien que los conozca y los haya experimentado.
 
La experiencia completa de los Ejercicios Espirituales Ignacianos, llamados “típicos” dura aproximadamente 30 días, los cuales se hacen en silencio y bajo la guía de un “predicador”, a quien San Ignacio llama “el que da los Ejercicios”, haciendo notar que no se trata de predicar algo “nuevo” sino de explicar los Ejercicios.
 
¿Por qué hacerlos?
El ritmo frenético de la vida moderna crea personas llenas de cosas y actividades pero profundamente insatisfechas. Las múltiples actividades ocasionan una dispersión en la persona, dejándola confundida y débil, un sujeto así es incapaz de enfrentar las contrariedades de vida porque esta no está ordenada a su último fin. Ahí está la clave de los Ejercicios: ordenar y enfocar la vida a lo importante, dejando lo efímero y pasajero de lado.
 
Este método ha probado su eficacia durante cinco siglos y es ahora cuando su ayuda se hace más urgente e indispensable dado el ritmo voraz al que nos somete la vida moderna, empeñada en hacer de nosotros un mero instrumento de producción y consumo.
 
Ha dicho San Juan Pablo II (Ángelus del 16/12/79): “Espero que (…) sacerdotes, religiosas y laicos continúen siendo fieles a esta experiencia y le den incremento: hago esta invitación a todos los que buscan sinceramente la verdad. La escuela de los Ejercicios Espirituales sea siempre un remedio eficaz para el mal del hombre moderno arrastrado por el torbellino de las vicisitudes humanas a vivir fuera de sí, excesivamente absorbido por las cosas exteriores; sea fragua de hombres nuevos, de cristianos auténticos, de apóstoles comprometidos. Es el deseo que confío a la intención de la Virgen, la contemplativa por excelencia, la maestra sabia de los Ejercicios Espirituales”.
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
Hay un breve texto del Padre Arrupe (fue superior de los jesuitas entre 1965 y 1983) cuyos ecos oigo cada vez que escucho al Papa Francisco.
Cuando le preguntaban hacia dónde iba la Compañía de Jesús, su respuesta fue siempre: “A donde Dios la lleva”.
En otros términos, era como decir:
“No sé, pero sí sé una cosa, y es que Dios nos lleva a alguna parte: vamos seguros, vamos con la Iglesia, que va dirigida por el Espíritu Santo. Sé que Dios nos lleva a una tierra nueva, la de promisión, la suya. Él sabe dónde está, a nosotros no nos toca sino seguirle”.
Es necesario tener mucho valor para renunciar a las falsas seguridades que no son más que necedad que anestesia el alma.  No es fácil asumir que Dios no es Señor de seguridades, sino de inseguro caminar.  Que hay que estar siempre a la escucha.  Que la Verdad no busca defensores o guardianes sino testigos,  amigos capaces de andar sobre las turbulentas aguas del mar sin hundirse, atentos a su llamada.
Deus semper maior, Dios siempre está un paso más allá de nosotros…  Pero no deja de invitarnos a seguirle: venid y ved.  Eso sí, es preciso llevar como equipaje un corazón más grande que el mundo…  Ese es el signo que identifica a quienes realmente transitan por la senda de la espiritualidad.
Ése debe ser nuestro rasgo característico como hombres de Dios: ser hombres para los demás
 
Un año con María
Julio 31: Como el gato
Los integrantes de la raza humana compartimos las mismas características. No podemos ser más persona que otros, pero sí podemos ser mejor persona que otros, y lo que defino ello es el logro de virtudes y hábitos.
Alguna vez escuché que hay que amar a las personas como se ama a un gato: con su carácter, su independencia, sin intentar dominarlo ni cambiarlo, dejando que se acerque cuando quiera.
En tu relación con el prójimo respétalo y no busques cambiarlo, sino que descubre la voluntad de Dios. María no cambió la forma de ser de José ni de Jesús, ni de los apóstoles, pero el evangelio nos dice que no dejó de acompañarlos.
(PADRE LUIS ZAZANO)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
 
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