domingo, 18 de mayo de 2025

Pequeñas Semillitas 5988

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 20 - Número 5988 ~ Domingo 18 de Mayo de 2025
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
Jesús se estaba despidiendo de sus apóstoles en la Ultima Cena. Les había dado un ejemplo de amor y humildad con el lavatorio de los pies, y cuando salió Judas para completar la traición, quiso tener palabras de más intimidad con aquellos discípulos.
Hoy Jesús nos dice cuál es su última voluntad: que nos amemos. Pero no de cualquier manera, sino como Él nos ha amado. Los discípulos que vivieron esas horas con temor, pero también con amor a Jesús, tuvieron la gran experiencia de sentir hasta dónde era el amor de Jesús. Por eso el mandamiento “nuevo” no consistía sólo en el amor, de lo cual ya hablaba el Antiguo Testamento, sino en la medida del amor. Y la medida estaba en el amor de Jesús.
Si examinamos la historia de la Iglesia son multitud los que se han distinguido por hacer el bien como diversos santos: Francisco de Asís, Juan de Dios, Vicente de Paúl, Camilo de Lelis, Teresa de Calcuta... Y multitudes conocidos y desconocidos. Hoy es un día para hacer examen: ¿Mi vida se distingue por el amor, el perdón, la amabilidad...?
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
- DOMINGO V DE PASCUA -
Primera Lectura: Hechos 14, 21b-27
 
Salmo: Sal 144, 8-9. 10-11. 12-13ab
 
Segunda Lectura: Apocalipsis 21, 1-5a
 
Santo Evangelio: Jn 13,31-33a.34-35
Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo del Hombre y Dios es glorificado en Él. Si Dios es glorificado en Él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará.
»Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado. La señal por la que conocerán que sois discípulos míos, será que os amáis unos a otros».
 
Comentario:
Hoy, Jesús nos invita a amarnos los unos a los otros. También en este mundo complejo que nos toca vivir, complejo en el bien y en el mal que se mezcla y amalgama. Frecuentemente tenemos la tentación de mirarlo como una fatalidad, una mala noticia y, en cambio, los cristianos somos los encargados de aportar, en un mundo violento e injusto, la Buena Nueva de Jesucristo.
En efecto, Jesús nos dice que «os améis unos a otros como yo os he amado» (Jn 13,34). Y una buena manera de amarnos, un modo de poner en práctica la Palabra de Dios es anunciar, a toda hora, en todo lugar, la Buena Nueva, el Evangelio que no es otro que Jesucristo mismo.
«Llevamos este tesoro en recipientes de barro» (2Cor 4,7). ¿Cuál es este tesoro? El de la Palabra, el de Dios mismo, y nosotros somos los recipientes de barro. Pero este tesoro es una preciosidad que no podemos guardar para nosotros mismos, sino que lo hemos de difundir: «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes (...) enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,19-20). De hecho, San Juan Pablo II escribió: «quien ha encontrado verdaderamente a Cristo no puede tenerlo sólo para sí, debe anunciarlo».
Con esta confianza, anunciamos el Evangelio; hagámoslo con todos los medios disponibles y en todos los lugares posibles: de palabra, de obra y de pensamiento, por el periódico, por Internet, en el trabajo y con los amigos... «Que vuestro buen trato sea conocido de todos los hombres. El Señor está cerca» (Flp 4,5).
Por tanto, y como nos recalca el Papa Juan Pablo II, hay que utilizar las nuevas tecnologías, sin miramientos, sin vergüenzas, para dar a conocer las Buenas Nuevas de la Iglesia hoy, sin olvidar que sólo siendo gente de buen trato, sólo cambiando nuestro corazón, conseguiremos que también cambie nuestro mundo.
* Rev. D. Jordi CASTELLET i Sala (Vic, Barcelona, España) © Textos de Evangeli.net
 
Palabras del Papa León XIV
«[El papado] es un yugo que claramente supera no sólo mis fuerzas, sino a las de cualquier otro. Su presencia [se refiere a los cardenales] me recuerda que el Señor, que me ha confiado esta misión, no me deja solo con la carga de esta responsabilidad. Ante todo, sé que cuento siempre, siempre, con su auxilio, el auxilio del  Señor, y, por su Gracia y Providencia, con la cercanía de ustedes y de tantos hermanos y hermanas  que en el mundo entero creen en Dios, aman a la Iglesia y sostienen con la oración y las buenas obras  al Vicario de Cristo».
 
Predicación del Evangelio:
El mandamiento nuevo
Acabamos de escuchar en el Evangelio el mandamiento nuevo de Jesús. Él es original incluso a la hora de dejarnos su mandamiento. Recordemos, para entender mejor la novedad del mandamiento de Jesús, que los mandamientos de Dios en el Sinaí fueron diez y que la ley de Moisés los diversificó en gran número de preceptos y que, después, los maestros de la ley y los intérpretes se encargaron de multiplicarlos, hasta confeccionar un código inacabable de prohibiciones y prescripciones.
 
Parecido es lo que ocurre en el ámbito de la ley civil, donde los estados someten a los ciudadanos al yugo de un cúmulo inacabable de leyes que crece sin parar, en cualquiera de sus ramas: Código de lo civil, de lo criminal, de circulación, etc.
 
Por el contrario, Jesús dejó a los suyos un solo mandamiento que va a la raíz de todo: Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también vosotros. Es, efectivamente, un mandamiento nuevo, aunque lo comparemos con el parecido antiguo, que se formulaba así: Amarás al prójimo como a ti mismo. El punto de referencia, el modelo a seguir en ambos casos marca la diferencia entre uno y otro e innova totalmente el sentido. Una cosa es, en efecto, tomar como referencia nuestra autoestima, y otra bien distinta fijarnos como meta el amor de Jesús a la humanidad.
 
Puesto que, si amamos a los demás como a nosotros mismos, es cosa plausible, pero imperfecta. ¿O es que alguno de nosotros está plenamente satisfecho del amor que se tiene a sí mismo? Porque amarse de verdad comporta buscar siempre y en todo lo que es mejor para uno mismo; siendo lo mejor, algunas veces, no lo que más gusta, sino lo que más conviene. Sabemos, por el contrario, que hay amores que matan. Acontece también que, pensando que nos amamos, nos causamos graves daños, en ocasiones irreparables. A causa de ello, si amamos al prójimo como a nosotros mismos, podemos hacerlo de forma inadecuada e incluso perjudicarle más o menos.
 
El mandamiento nuevo de Jesús nos propone otro punto de referencia. Nos dice: “Tal como yo os he amado”. Amar al otro como Jesús presupone amarle sin condición ni prejuicio alguno, amarle siempre, amarle hasta el extremo; porque Él lo ha hecho y lo hace así. Amar al prójimo como Jesús es buscar y procurar, en todo y siempre, el mejor bien para el otro. Es decir, este amor va mucho más allá de una invitación a mantener buenas relaciones mutuas, a evitar hacerle mal a nadie, a guardar buenas formas y cultivar para con el otro buenos sentimientos. Sería amar como Jesús cuando nuestra manera de ser y de obrar estuviera orientada, básicamente, al bien de los demás; cuando se pudiera afirmar de nosotros que vivimos para los demás.
 
Comprendemos fácilmente que un amor tan perfecto, más que una realidad sólidamente consolidada en nosotros, se reduce a una aspiración sincera y firme que, a pesar de las deficiencias, marca un estilo de vida diferente que hemos de mejorar sin tregua, en la medida en que nuestra vida interior se vaya anclando firmemente en Dios. Como lo hace Jesús que, estando en el Padre, hace realidad también en nosotros el infinito amor de Dios.
(Mons. Enric Prat  - Imagen de YouTube)
 
Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
💕 Desde Córdoba, Argentina, la familia de Catalina B., niña de once años, agradece a Dios y a todas las personas que rezaron por ella, que luego de una prolongada internación, con 46 días de terapia intensiva por una severa infección respiratoria, finalmente está en su casa en plena recuperación.
 
Oremos: Bendito seas, Dios mío, porque a pesar de ser yo indigno de toda ayuda, tu generosidad e infinita bondad nunca dejan de otorgar el bien aún a los ingratos y a los que se han apartado de ti. Conviértenos a ti, para que seamos agradecidos, humildes y piadosos, pues Tú eres nuestra salud, nuestra fortaleza y nuestra salvación.
 
Meditación del P. Santiago Martín
Amar es una ley impresa, de un modo u otro, en el corazón de todo hombre. Incluso el más abyecto de los criminales ama o ha amado a alguien alguna vez. Ama a los suyos, a los de su sangre, a los miembros de su banda o de su grupo de colegas asesinos. Lo que Cristo hace no es, pues, invitarnos simplemente al amor, pues ahí no habría mucha novedad. Él no habla de amor, sino de “su amor”.
Este “amar a la manera de Cristo” sí es distintivo y típico del cristiano. Sólo él lo tiene, pues sólo él hace de Cristo su punto de referencia, su modelo a imitar. Pero amar como Cristo amó lleva consigo cumplir una serie de requisitos, los mismos que llevó a cabo el Señor. Por ejemplo, es imprescindible perdonar a los enemigos y eso, lo sabemos bien, es muy difícil. También es obligatorio estar dispuesto a llegar hasta el límite de dar la vida por el ser amado, tal y como Cristo hizo por nosotros, y eso también es muy difícil. Otra característica del amor cristiano es que debe abarcar a todos y no sólo a los que sean de la familia, del grupo o merecedores de nuestra simpatía. Amar como Cristo amó nos debe llevar a “amar el primero”, sin esperar a que sea el otro el que tome la iniciativa. Del mismo modo, nos invita a procurar un amor que sea recíproco, para que el prójimo no se canse de tener que estar siempre dándonos sin recibir nada a cambio.
Todo esto es bien difícil y, en cierto modo, está muy por encima de la fuerza humana. Por eso, para amar como Cristo hay que estar unido a Cristo, pues sin Él no podemos hacer nada.
Propósito: Amar a todos, amar el primero, volver a empezar perdonando o pidiendo perdón, no cansar al prójimo con nuestro egoísmo y, sobre todo, rezar.
 
Un año con María
Mayo 18: Dejar el celular
Tuve que estar unos días sin mi celular porque a llevé a un técnico para arreglarlo. ¡Qué sufrimiento! Uno quiere estar allí y ver cómo trabajan, qué hacen, qué tocan. El funcionamiento con Dios es parecido: cuando presentas tu ansiedad a María para que lleve a su Hijo Jesús, te está diciendo: “Déjamelo a mí, ya no pienses más”. María te invita a que dejes las cosas al pie de la Cruz, Dios a través de María lo va a resolver.
Confía en María, Ella te acompaña. Entrega tu problema, Ella sabe presentarlo a su Hijo, como en las bodas de Caná.
(PADRE LUIS ZAZANO)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
  
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