domingo, 4 de febrero de 2024

Pequeñas Semillitas 5541

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 19 - Número 5541 ~ Domingo 4 de Febrero de 2024
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
El pasaje evangélico de este domingo nos ofrece el informe fiel de una jornada-tipo de Jesús. Cuando salió de la sinagoga, Jesús se acercó primero a casa de Pedro, donde curó a la suegra, quien estaba en cama con fiebre; al llegar la tarde le llevaron a todos los enfermos y curó a muchos, afectados de diversas enfermedades; por la mañana, se levantó cuando aún estaba oscuro y se retiró a un lugar solitario a orar; después partió a predicar el Reino a otros pueblos.
Hay muchas formas de encontrarse con “la suegra de Pedro” en los tiempos que vivimos. La debilidad humana sigue acampando a sus anchas en la tierra de los vivos. Y, precisamente por eso, la Iglesia –siguiendo la indicación de Jesús– sigue saliendo del templo al encuentro de los que, con fiebre alta o baja, horas grandes o pequeñas, necesitan palabras de consuelo, ayuda, estímulo y reconocimiento. Si Jesús vino a reconocer y enaltecer a los sufridos, no es menos cierto que la Iglesia –siglos después– sigue estando al lado de la cabecera de millones de hombres y mujeres sufrientes.
No hemos de olvidar aquel proyecto en el que Jesús con tanto entusiasmo se incorporó y nos incorporó: dar pan al hambriento (“Denles ustedes de comer”). Que nuestra generosidad, en este día, sea también una forma práctica y real de rebajar un poco tanta penalidad y pobreza que existe en nuestro mundo.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Job 7,1-4.6-7
 
Salmo: Sal 146,1-2. 3-4. 5-6
 
Segunda Lectura: 1 Cor 9,16-19.22-23
 
Santo Evangelio: Mc 1,29-39
En aquel tiempo, cuando Jesús salió de la sinagoga se fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre; y le hablan de ella. Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirles. Al atardecer, a la puesta del sol, le trajeron todos los enfermos y endemoniados; la ciudad entera estaba agolpada a la puerta. Jesús curó a muchos que se encontraban mal de diversas enfermedades y expulsó muchos demonios. Y no dejaba hablar a los demonios, pues le conocían.
De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración. Simón y sus compañeros fueron en su busca; al encontrarle, le dicen: «Todos te buscan». Él les dice: «Vayamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que también allí predique; pues para eso he salido». Y recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.
 
Comentario:
Hoy, contemplamos a Jesús en Cafarnaúm, el centro de su ministerio, y más en concreto en casa de Simón Pedro: «Cuando salió de la sinagoga se fue (...) a casa de Simón y Andrés» (Mc 1,29). Allí encuentra a su familia, la de aquellos que escuchan la Palabra y la cumplen (cf. Lc 8,21). La suegra de Pedro está enferma en cama y Él, con un gesto que va más allá de la anécdota, le da la mano, la levanta de su postración y la devuelve al servicio.
Se acerca a los pobres-sufrientes que le llevan y los cura solamente alargando la mano; sólo con un breve contacto con Él, que es fuente de vida, quedan liberados-salvados.
Todos buscan a Cristo, algunos de una manera expresa y esforzada, otros quizá sin ser conscientes de ello, ya que «nuestro corazón está inquieto y no encuentra descanso hasta reposar en Él» (San Agustín).
Pero, así como nosotros le buscamos porque necesitamos que nos libere del mal y del Maligno, Él se nos acerca para hacer posible aquello que nunca podríamos conseguir nosotros solos. Él se ha hecho débil para ganarnos a nosotros débiles, «se ha hecho todo para todos para ganar al menos algunos» (1Cor 9,22).
Hay una mano alargada hacia nosotros que yacemos agobiados por tantos males; basta con abrir la nuestra y nos encontraremos en pie y renovados para el servicio. Podemos “abrir” la mano mediante la oración, tomando ejemplo del Señor: «De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración» (Mc 1,35).
Además, la Eucaristía de cada domingo es el encuentro con el Señor que viene a levantarnos del pecado de la rutina y del desánimo para hacer de nosotros testigos vivos de un encuentro que nos renueva constantemente, y que nos hace libres de verdad con Jesucristo.
* Rev. D. Francesc CATARINEU i Vilageliu (Sabadell, Barcelona, España) © Textos de Evangeli net 
 
Pensamiento del día
«Los padres pecan si no enseñan a sus hijos las cosas de la Fe y de la salvación. No deben imitar a ciertos padres y madres que no cumplen ese deber por el afán de mantener ocupados a sus hijos en otras cosas. La consecuencia es que los desdichados no saben confesarse, no conocen las principales verdades de la Fe, ignoran lo que es la Santísima Trinidad, la Encarnación de Jesucristo, el pecado mortal, el juicio, el infierno, el paraíso, la eternidad... Muchas veces esa ignorancia es causa de condenación y sus padres deberán prestar cuentas a Dios por ello.»
(SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO)
 
Predicación del Evangelio:
Pasión por la vida
Donde está Jesús crece la vida. Esto es lo que descubre con gozo quien recorre las páginas entrañables del evangelista Marcos y se encuentra con ese Jesús que cura a los enfermos, acoge a los desvalidos, sana a los enajenados y perdona a los pecadores.
 
Donde está Jesús hay amor a la vida, interés por los que sufren, pasión por la liberación de todo mal. No deberíamos olvidar nunca que la imagen primera que nos ofrecen los relatos evangélicos es la de un Jesús curador. Un hombre que difunde vida y restaura lo que está enfermo.
 
Por eso encontramos siempre a su alrededor la miseria de la humanidad: poseídos, enfermos, paralíticos, leprosos, ciegos, sordos. Hombres a los que falta vida; «los que están a oscuras», como diría Bertolt Brecht.
 
Las curaciones de Jesús no han solucionado prácticamente nada en la historia dolorosa de los hombres. Su presencia salvadora no ha resuelto los problemas. Hay que seguir luchando contra el mal. Pero nos han descubierto algo decisivo y esperanzador. Dios es amigo de la vida, y ama apasionadamente la felicidad, la salud, el gozo y la plenitud de sus hijos e hijas.
 
Inquieta ver con qué facilidad nos hemos acostumbrado a la muerte: la muerte de la naturaleza, destruida por la polución industrial, la muerte en las carreteras, la muerte por la violencia, la muerte de los que no llegan a nacer, la muerte de las almas.
 
Es insoportable observar con qué indiferencia escuchamos cifras aterradoras que nos hablan de la muerte de millones de hambrientos en el mundo, y con qué pasividad contemplamos la violencia callada, pero eficaz y constante, de estructuras injustas que hunden a los débiles en la marginación.
 
Los dolores y sufrimientos ajenos nos preocupan poco. Cada uno parece interesarse solo por sus problemas, su bienestar o su seguridad personal. La apatía se va apoderando de muchos. Corremos el riesgo de hacernos cada vez más incapaces de amar la vida y de vibrar con el que no puede vivir feliz.
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(Texto de José Antonio Pagola - Imagen Misioneros Digitales Católicos)
 
Nuevo vídeo
 
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet
referido al Evangelio de este Domingo.
Para verlo tienes que ir al final de esta página:
 
Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
💕 Desde San Luis, Argentina, nuestra lectora Cecilia Claudia agradece a Dios por su cumpleaños número 65, que la encuentra bien de salud, trabajando, disfrutando de cada cosa que el Creador ha puesto en la naturaleza para que podamos sentir Su presencia en todo.
 
💕 Desde la provincia de Córdoba, Argentina, agradecemos las oraciones hechas en favor de Santi, el joven de 25 años de edad por el que hemos rezado hace unos días, que finalmente fue operado de apéndice y ya está dado de alta sin complicaciones.
 
💕 Desde Resistencia, Chaco, Argentina, agradecen a Dios y a los que rezaron por Manuel Antonio M., de 65 años de edad, con problemas de presión ocular y cataratas, que ha sido operado exitosamente. Nos sumamos a la plegaria de acción de gracias.
 
💕 Desde Cuba, escribe Dania D. A. y dice: "Felipe: Quiero dar gracias a Dios y a mi amiga Gilda V. que fue la que me inscribió hace ya unos cuantos años en Pequeñas Semillitas. Doy gracias a las Semillitas que me han ayudado a crecer en la fe, además ellas pusieron en mi camino a personas como tú y Verónica que posiblemente sin saberlo están siendo mis Cireneos en el camino duro por el que transito actualmente".

Bendito seas, Dios mío, porque a pesar de ser yo indigno de toda ayuda, tu generosidad e infinita bondad nunca dejan de otorgar el bien aún a los ingratos y a los que se han apartado de ti. Conviértenos a ti, para que seamos agradecidos, humildes y piadosos, pues Tú eres nuestra salud, nuestra fortaleza y nuestra salvación.
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
La fama, los halagos, los aplausos pueden convertirse en una cadena, en una esclavitud. De hecho, por conseguirlos o por retenerlos, muchos también en la Iglesia– dejan de hacer lo que deben y de decir lo que es necesario. Se huye de la impopularidad, aun a costa de traicionar la propia conciencia y de incumplir los deberes profesionales.
Jesús nos demuestra, con su comportamiento, que Él no era un hombre que buscaba, por encima de todo, ser bien visto, ni que ansiaba que todos hablaran bien de él. Ante la popularidad responde: “Vámonos a otra parte”. Nosotros, en cambio, decimos eso ante las críticas. Muy pocas veces huimos de los elogios, mientras que nos acobardamos ante los problemas y tendemos a pensar que lo mejor es no tener ninguno, aunque para eso debamos dejar de hacer aquello que Cristo quiere que hagamos.
Se trata, pues, de no tener miedo. Se trata de hacer las cosas en conciencia y en fidelidad a la Iglesia. Naturalmente, también en caridad, pero sin que el riesgo de no ser comprendidos, de no ser aplaudidos, nos atenace y nos silencie. Al único que debemos temer es al juicio de Dios y no al juicio de los hombres. Démosle al prójimo la caridad de la verdad, a la par que le damos la verdad con caridad. Y si llega el caso de que nos tengamos que ir a otra parte, porque no podemos seguir anunciando la verdad o porque allí no hace ya falta que lo hagamos, no nos hagamos ningún problema por ello. Cristo ya pasó por ese trance, lo mismo que pasó por el de la cruz y el de la resurrección.
(P. Santiago Martín)
 
Extractos de cartas del Padre Pío
(Recopilación: P. Gianluigi Pasquale en “365 días con el Padre Pío”)
4 de febrero
Usted sabe bien cómo me hace sufrir el ver a tantos pobres ciegos, que huyen, más que del fuego, de la dulcísima invitación del divino Maestro: «Venid a mí todos los que tenéis sed, y yo os daré de beber».
Mi espíritu se siente extremadamente triste al encontrarse ante estos verdaderos ciegos, que ni siquiera sienten piedad de sí mismos, de modo que sus pasiones de tal modo les han privado del sentido común que ni siquiera sueñan en venir a beber de esta verdadera agua del paraíso.
Un momento de reflexión, padre, y después dígame si tengo razón al sufrir por la locura de estos ciegos. Mire cómo triunfan cada día más los enemigos de la cruz. ¡Oh, cielos!, ellos arden continuamente en un fuego vivo, entre mil deseos de satisfacciones terrenales.
Jesús les invita a que vayan a satisfacer la sed en aquella agua viva. Jesús conoce muy bien la gran necesidad que tienen de beber hasta saciarse de esta nueva agua, que él tiene destinada a quienes verdaderamente tienen sed, para no perecer en las llamas por las que son devorados.
Jesús les dirige esta tiernísima invitación: «Venid a mí todos los que tenéis sed, y yo os daré de beber». Pero, ¡Dios mío!, ¿qué respuesta recibe de estos infelices? Estos desgraciados dan pruebas de no entender; se alejan; y, lo que es peor, acostumbrados desde hace años a vivir en ese fuego de satisfacciones terrenas, envejecidos entre esas llamas, ya no escuchan estas amorosas invitaciones, y ni siquiera se dan cuenta del peligro grave, horroroso, en el que están.
(10 de octubre de 1915, al P. Agostino da San Marco in Lamis, Ep. I, 666)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
 
 
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