domingo, 9 de julio de 2023

Pequeñas Semillitas 5368

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 18 - Número 5368 ~ Domingo 9 de Julio de 2023
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)

Día de la Independencia
 
¡Alabado sea Jesucristo!
El pasaje evangélico de este domingo, una de las páginas más intensas y profundas del Evangelio, se compone de tres partes: una oración ("Te alabo, Padre..."), una declaración sobre él mismo ("Todo me ha sido dado por mi Padre...") y una invitación ("Venid a mí todos los que están afligidos y agobiados...").
Vemos en Jesús la humildad verdadera. En el evangelio no se jacta ni de su inteligencia ni de sus logros. Más bien, dice todo que tiene viene del Padre. Es cierto que dice que solo él conoce a Dios Padre. Sin embargo, añade que quiere revelarlo a otras personas.
Entonces Jesús emite su gran invitación a todos que se sienten “fatigados y agobiados”. Tiene en cuenta especialmente a los que están sobrecargados por las 613 leyes de la Alianza que ni entienden bien. Sin embargo, podemos incluir como “fatigados” a aquellos jóvenes que se sienten desilusionados por la cultura actual donde solo se busca el placer a costa de cualquier cosa.
También podemos añadir a los “agobiados” a los adultos que se han cansado de la búsqueda constante de la fortuna y fama.
Hemos de contar con Jesús para descansar y siguiéndolo a Él encontraremos la paz y el verdadero sentido de nuestras vidas.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Zac 9,9-10
 
Salmo: Sal 144,1-2.8-9.10-11.13cd-14
 
Segunda Lectura: Rom 8,9.11-13
 
Santo Evangelio: Mt 11,25-30
En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
»Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».
 
Comentario:
Hoy, Jesús nos muestra dos realidades que le definen: que Él es quien conoce al Padre con toda la profundidad y que Él es «manso y humilde de corazón» (Mt 11,29). También podemos descubrir ahí dos actitudes necesarias para poder entender y vivir lo que Jesús nos ofrece: la sencillez y el deseo de acercarnos a Él.
A los sabios y entendidos frecuentemente les es difícil entrar en el misterio del Reino, porque no están abiertos a la novedad de la revelación divina; Dios no deja de manifestarse, pero ellos creen que ya lo saben todo y, por tanto, Dios ya no les puede sorprender. Los sencillos, en cambio, como los niños en sus mejores momentos, son receptivos, son como una esponja que absorbe el agua, tienen capacidad de sorpresa y de admiración. También hay excepciones, e incluso, hay expertos en ciencias humanas que pueden ser humildes por lo que al conocimiento de Dios se refiere.
En el Padre, Jesús encuentra su reposo, y su paz puede ser refugio para todos aquellos que han sido maleados por la vida: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso» (Mt 11,28). Jesús es humilde, y la humildad es hermana de la sencillez. Cuando aprendemos a ser felices a través de la sencillez, entonces muchas complicaciones se deshacen, muchas necesidades desaparecen, y al fin podemos reposar. Jesús nos invita a seguirlo; no nos engaña: estar con Él es llevar su yugo, asumir la exigencia del amor. No se nos ahorrará el sufrimiento, pero su carga es ligera, porque nuestro sufrimiento no nos vendrá a causa de nuestro egoísmo, sino que sufriremos sólo lo que nos sea necesario y basta, por amor y con la ayuda del Espíritu. Además, no olvidemos, «las tribulaciones que se sufren por Dios quedan suavizadas por la esperanza» (San Efrén).
* P. Antoni POU OSB Monje de Montserrat (Montserrat, Barcelona, España)
 
Palabras de San Pablo VI
«Así es la oración según lo que enseña el Evangelio: coloquio, conversación, contacto con Dios. Encuentro casi aterrador entre el yo, pobre cosa de este mundo y el infinito, el Creador. Pero frente a la turbación que puede tomarnos, Jesús nos invita a hablar en un coloquio verdadero y vivo. Y por eso recordamos la actitud del pobre publicano del Evangelio que no se atreve a entrar en el templo y reconoce su poquedad y debilidad e indignidad»
 
Predicación del Evangelio:
¡Somos unos privilegiados!
Sí, a nosotros: aunque a veces nos las demos de entendidos en todo; aunque presumamos de ser más listos que nadie; aunque, lejos de la sencillez, nos confundamos y nos perdamos en las telarañas de mil y una complicaciones que nos salen a nuestro encuentro. A nosotros; sí, a nosotros se nos revela Dios con toda su fuerza. ¿Qué tenemos para que, Dios, se nos manifieste una y otra vez, sabiendo de antemano que hoy le diremos “sí” y mañana, a la vuelta de la esquina “no”?
 
El evangelio no puede quedarse escondido. Cuando el Señor, con toda su fuerza, se acerca a nosotros, como lo hizo a Pedro –a orillas del Tiberíades– o a San Pablo, camino de Damasco, lo hace por dos razones: porque confía y porque nos necesita para llevar adelante su obra. ¿Somos conscientes de ello?
 
Alguien, con cierto humor, afirmó recientemente en un programa que “la gente está cansada de creer en Dios; que eso son antiguallas, producto de otras épocas pasadas”. ¡Qué va! ¡Al contrario! Quien está cansado es quien no ha descubierto el descanso que es creer y esperar en Dios.
 
- Se cansa, quien desespera.
- Se agota, quien mira por sí mismo.
- Cae en la extenuación quien, lejos de buscar espacios para el silencio, para la contemplación o para la oración, se deja arrollar por el ruido, el sinsentido, el vacío o el simple impulso de hacer por hacer o de trabajar por trabajar.
 
¡Venid a mí los cansados y agobiados! Y, ante esta invitación, no podemos menos que reflexionar sobre aquellos aspectos que producen dolor, hastío, desencanto, desilusión o apatía en nuestro camino.
- Con Dios, los acontecimientos se llevan mejor.
- Con el Señor, las cargas, se hacen más ligeras.
- Con Jesús, los problemas –aun existiendo– se toman y hasta resuelven de otra manera. Porque, apoyarse en el hombro de Cristo, es dar la vuelta a las cosas. Es esperar contra toda esperanza. Es dejar que, la tormenta que nos sacude, se aleje de nosotros sabiendo que Dios pondrá todo en su lugar.
 
En la actualidad, no hay más que asomarse a las pantallas de la televisión o escuchar las voces de los que se consideran grandes sabios en el mundo de la cultura o del poder, presumen de ser agnósticos. Incluso, algunos de ellos, propugnar un laicismo desmesurado. También, Jesús, se sintió decepcionado de aquellos entendidos y sabios que no comprendían ni acogían su mensaje y que, además, intentaban imponer su modo de ver y entender la sociedad y el mundo, a los demás.
 
No nos tiene que asustar la coyuntura actual: el mundo opulento, caprichoso, materialista y excesivamente permisivo, no necesita de Dios. Pero ¿hasta cuándo? ¿Qué ocurrirá cuando, las generaciones del futuro, vuelvan a sentir la necesidad, el hambre o la sed de algo más que pan o fútbol, disfrute o placer, relativismo o falsa felicidad? Ocurrirá lo que tiene que ocurrir: habrá un retorno a Dios. Porque entonces, no lo olvidemos, seguirán existiendo cristianos, hombres y mujeres, que
serán un recordatorio vivo de lo que Jesús en el evangelio de este día proclama: “venid a mí los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré”. ¡Cuántos yugos estamos poniendo en los hombros de muchas personas! ¿Quién aliviará ese peso?
 
¡Cuántas falsas esperanzas estamos dejando en una sociedad maquillada por el camino fácil y el todo vale! ¿Quién resolverá las grandes soledades?
 
Que, el cansancio que podamos sentir, lo pongamos a los pies del Señor. Y, Jesús, sabrá recomponer nuestras fuerzas gastadas día a día por El y por su Reino.
(P. Javier Leoz)
 
Poesía
María, madre de Dios y madre nuestra.
En tus manos amorosas,
pongo mis deseos, mis sueños
para que intercedas ante tu Hijo
por “mi hijo”.
Envuélveme, Madre buena,
con tu manto de amor
y alivia mis dolores, mis angustias,
mis dudas y mis miedos.
Renueva mi esperanza y acompáñame
con tu fuerza y tu dulzura,
para que yo también pueda meditar
esta dulce y larga espera
e ir guardando todo en mi corazón
como lo hiciste vos.
Pongo ante tu Hijo
mi deseo más profundo
de ser mamá y me abandono
a su amor con un agradecimiento
y una fe infinita,
para que, al igual que en vos,
se  haga en mí Su voluntad.
Amén.
 
Nuevo vídeo
 
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet
referido al Evangelio de este Domingo.
Para verlo tienes que ir al final de esta página:
 
Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
💕 Desde Córdoba, Argentina, la familia de Maximiliano M. expresa su agradecimiento a nuestro Señor Jesucristo, a la Virgen de Lourdes, a todos los santos y a las personas que rezaron por él, destacando la mejoría diaria que está teniendo después de tantas complicaciones por su enfermedad oncológica.
 
💕 Desde Córdoba, Argentina, agradecen a Dios y a los orantes por la recuperación de Mateo, niño de 2 años que estuvo internado en terapia intensiva por una afección respiratoria grave y ahora ya está en su casa dado de alta.
 
💕 Desde Córdoba, Argentina, el autor de esta página agradece a Dios, a la Santísima Virgen y a San José, por dos gracias concedidas.
 
Bendito seas, Dios mío, porque a pesar de ser yo indigno de toda ayuda, tu generosidad e infinita bondad nunca dejan de otorgar el bien aún a los ingratos y a los que se han apartado de ti. Conviértenos a ti, para que seamos agradecidos, humildes y piadosos, pues Tú eres nuestra salud, nuestra fortaleza y nuestra salvación.
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera” (Mt 11, 28-30)
Con frecuencia, Jesús habló a sus seguidores de las dificultades que entrañaba su seguimiento. Les advirtió reiteradamente que ser su discípulo significaba seguir un camino difícil e incluso peligroso. De esta manera mostraba un comportamiento contrario al que suelen usar los políticos, que prometen todo tipo de venturas y soluciones a los que les den el voto.
En esta ocasión, sin embargo, el Señor quiere dejar claro que seguirle es también encontrar alivio y ayuda, aun en medio de las dificultades y del necesario "cargar con el yugo". Nosotros sabemos que eso es verdad y que nadie como Cristo nos consuela, porque sólo Él puede penetrar hasta el fondo de nuestro corazón y darnos un tipo de ayuda diferente. La ayuda que nos ofrece el Señor no es, con frecuencia, la que a nosotros nos gustaría -quitarnos los problemas a golpe de milagro-, sino la de acompañarnos en nuestra lucha y darnos fuerza para que afrontemos os problemas y los resolvamos o, al menos, podamos ser felices en cualquier circunstancia. Por eso habla Jesús de que el “yugo” permanece, aunque gracias a él se vuelve “ligero”.
Jesús hace esa labor directamente, en la oración, a través de la Eucaristía. Pero la quiere hacer también mediante intermediarios, mediante sus seguidores, mediante nosotros. Imitar a Cristo, imitar a María, siendo "consuelo de afligidos" es un proyecto excelso de vida. Demos a los demás el consuelo que hemos recibido. Seamos para ellos canales que les acercan y conducen al único capaz de aliviar todo dolor. (P. Santiago Martín)
 
Recordando al Padre Natalio
Como a un padre
La oración que haces al comenzar la jornada y al terminarla, es la expresión de tu amor y confianza en Dios. Entre estos dos momentos, si amas de verdad a Dios con toda el alma y con todas las fuerzas, como dice la Palabra, de alguna manera el recuerdo amoroso del Señor te acompañará en las variadas tareas de tu jornada.
 
El abuelo preguntó al nietecito si rezaba las oraciones de la noche. —¡Oh, sí!,  respondió el niño. —¿Rezas también por la mañana?, siguió preguntando el abuelo. —¿Para qué?, contestó el niño, en el día no tengo miedo. Así obramos muchos de nosotros: recurrimos a Dios, como se recurre al médico, cuando lo necesitamos. Entonces lo invocamos diciéndole: "Padre nuestro". Ya que le damos ese nombre, deberíamos acudir a él no sólo cuando lo necesitamos, sino también para manifestarle, como Padre que es, nuestras alegrías, nuestra gratitud, nuestras penas, nuestras preocupaciones, nuestros deseos.
 
“Uno puede orar en las calles, las oficinas, las escuelas, como así también en el recogimiento de la propia habitación o en medio de multitudes. Pero de poco sirve orar por la mañana, si se vive el resto del día como un ateo. La verdadera oración moldea la vida y una vida auténtica exige la oración” (A. Carrel). Que la oración cada vez gane más espacio en tus jornadas.
(P. Natalio) 
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
 
 
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