domingo, 25 de junio de 2023

Pequeñas Semillitas 5354

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 18 - Número 5354 ~ Domingo 25 de Junio de 2023
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
Se toma el evangelio de hoy del “sermón apostólico” del Evangelio según San Mateo. Es uno de los cinco grandes discursos que constituyen el cuerpo del evangelio.
¡Este domingo el tema dominante del Evangelio es que Cristo nos libera del miedo! El miedo no es un mal en sí mismo. Frecuentemente es la ocasión para revelar un valor y una fuerza insospechados. Sólo quien conoce el temor sabe qué es el valor.
El remedio se resume en una palabra: confianza en Dios, creer en la providencia y en el amor del Padre celeste. La verdadera raíz de todos los temores es el de encontrarse solo. Primero Jesús dice a sus apóstoles que “no tengan miedo”. ¿Qué nos dará miedo a proclamar el Reino hoy? No tenemos que temer porque Dios nos ha prometido su apoyo. En el evangelio Jesús recomienda la confianza. Dice que, si el Padre cuida a los pájaros del cielo, va a protegernos aún más.
Pidamos a Dios, en este domingo, que nuestra presencia sea más real, menos vistosa y más visible en medio de la comunidad.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Jer 20,10-13
 
Salmo: Sal 68,8-10.14.17.33-35
 
Segunda Lectura: Rom 5,12-15
 
Santo Evangelio: Mt 10,26-33
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus Apóstoles: «No tengáis miedo a los hombres. Pues no hay nada encubierto que no haya de ser descubierto, ni oculto que no haya de saberse. Lo que yo os digo en la oscuridad, decidlo vosotros a la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde los terrados.
»Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna. ¿No se venden dos pajarillos por un as? Pues bien, ni uno de ellos caerá en tierra sin el consentimiento de vuestro Padre. En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; vosotros valéis más que muchos pajarillos.
»Porque todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos».
 
Comentario:
Hoy, después de elegir a los doce, Jesús los envía a predicar y los instruye. Les advierte acerca de la persecución que posiblemente sufrirán y les aconseja cuál debe ser su actitud: «No temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna» (Mt 10,28). El relato de este domingo desarrolla el tema de la persecución por Cristo con un estilo que recuerda la última Bienaventuranza del Sermón de la Montaña (cf. Mt 5,11).
El discurso de Jesús es paradójico: por un lado dice dos veces “no temáis”, y nos presenta un Padre providente que tiene solicitud incluso por los pajarillos del campo; pero por otra parte, no nos dice que este Padre nos ahorre las contrariedades, más bien lo contrario: si somos seguidores suyos, muy posiblemente tendremos la misma suerte que Él y los demás profetas. ¿Cómo entender esto, pues? La protección de Dios es su capacidad de dar vida a nuestra persona (nuestra alma), y proporcionarle felicidad incluso en las tribulaciones y persecuciones. Él es quien puede darnos la alegría de su Reino que proviene de una vida profunda, experimentable ya ahora y que es prenda de vida eterna: «Por todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos» (Mt 10,32).
Confiar en que Dios estará junto a nosotros en los momentos difíciles nos da valentía para anunciar las palabras de Jesús a plena luz, y nos da la energía capaz de obrar el bien, para que por medio de nuestras obras la gente pueda dar gloria al Padre celestial. Nos enseña san Anselmo: «Hacedlo todo por Dios y por aquella feliz y eterna vida que nuestro Salvador se digna concederos en el cielo».
* P. Antoni POU OSB Monje de Montserrat (Montserrat, Barcelona, España)
 
Palabras de Benedicto XVI
 
«Se va constituyendo una dictadura del relativismo
que no reconoce nada como definitivo
y que deja sólo como medida última
al propio yo y sus apetencias.»
 
Predicación del Evangelio:
Aprender a confiar en Dios
Estoy convencido de que la experiencia de Dios, tal como la ofrece y comunica Jesús, infunde siempre una paz inconfundible en nuestro corazón, lleno de inquietudes, miedos e inseguridades.
 
Esta paz es casi siempre el mejor signo de que hemos escuchado desde el fondo de nuestro ser su llamada: «No tengáis miedo, no hay comparación entre vosotros y los gorriones». ¿Cómo acercarnos a ese Dios?
 
Tal vez, lo primero es detenernos a experimentar a Dios solo como amor. Todo lo que nace de él es amor. De él solo nos llega vida, paz y bien. Yo me puedo apartar de él y olvidar su amor, pero él no cambia.
 
El cambio se produce solo en mí. Él nunca deja de amarme. Hay algo todavía más conmovedor. Dios me ama incondicionalmente, tal como soy. No tengo que ganarme su amor. No tengo que conquistar su corazón. No tengo que cambiar ni ser mejor para ser amado por él. Más bien, sabiendo que me ama así, puedo cambiar, crecer y ser bueno.
 
Ahora puedo pensar en mi vida: ¿qué me pide Dios?, ¿qué espera de mí? Solo que aprenda a amar. No sé en qué circunstancias me puedo encontrar y qué decisiones tendré que tomar, pero Dios solo espera de mí que ame a las personas y busque su bien, que me ame a mí mismo y me trate bien, que ame la vida y me esfuerce por hacerla más digna y humana para todos. Que sea sensible al amor.
 
Hay algo que no he de olvidar. Nunca estaré solo. Todos «vivimos, nos movemos y existimos» en Dios. Él será siempre esa presencia comprensiva y exigente que necesito, esa mano fuerte que me sostendrá en la debilidad, esa luz que me guiará por sus caminos. Él me invitará siempre a caminar diciendo «sí» a la vida. Un día, cuando termine mi peregrinación por este mundo, conoceré junto a Dios la paz y el descanso, la vida y la libertad.
(P. José Antonio Pagola)
 
Poesía
No
No nombres los diez mandamientos... Si no lo cumples.
No muestres inconformidad con el mundo... Si no lo mejoras.
No seas un repetidor de todo... Sino un creador de algo.
No juzgues... Mas bien comprende y analiza.
No sentencies... Discrepa y averigua.
No condenes... Consulta y razona.
No te desquicies... Con el placer.
No te hundas... Con el dolor.
No te anules... Con la rutina.
No te envanezcas... Con el éxito.
No te impacientes... Con la vida.
No uses a Dios... Si no lo irradias.
No busque violencia... Sino armonía.
No busques la duda... Sino la confianza.
No enredes... Desata y da pasos a la luz.
No busques venganza... Sino reconciliación.
No implores beneficio... Si no lo mereces.
No seas espectador... Se constructor.
No seas masa... Se fermento.
No seas uva... Se racimo.
No te quedes en harina... ¡Hazte Hostia!
-
(Del Libro: Ramillete de Estrellas)
 
Nuevo vídeo y artículo
 
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet
referido al Evangelio de este Domingo.
Para verlo tienes que ir al final de esta página:
 
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
 
Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
💕 Desde Escobar, Buenos Aires, Argentina, nuestra amiga Patricia D. quiere hacer presente su agradecimiento a Dios, a la Santísima Virgen y a San Expedito, por la operación exitosa de su nieto Lucca, de 5 añitos de edad. Nos sumamos a la plegaria de acción de gracias.
 
Bendito seas, Dios mío, porque a pesar de ser yo indigno de toda ayuda, tu generosidad e infinita bondad nunca dejan de otorgar el bien aún a los ingratos y a los que se han apartado de ti. Conviértenos a ti, para que seamos agradecidos, humildes y piadosos, pues Tú eres nuestra salud, nuestra fortaleza y nuestra salvación.
 
Oración por la Patria
 
Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.
Nos sentimos heridos y agobiados.
Precisamos tu alivio y fortaleza.
Queremos ser nación, una nación cuya identidad
sea la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común.
Danos la valentía de la libertad de los hijos de Dios
para amar a todos sin excluir a nadie,
privilegiando a los pobres y perdonando a los que nos ofenden,
aborreciendo el odio y construyendo la paz.
Concédenos la sabiduría del diálogo
y la alegría de la esperanza que no defrauda.
Tú nos convocas. Aquí estamos, Señor,
cercanos a María, que desde Luján nos dice:
¡Argentina! ¡Canta y camina!
Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.
Amén.
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
“No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo” (Mt 10, 28)
“No tengáis miedo”. Estas palabras de Cristo fueron de un gran consuelo para aquellos primeros cristianos, que sabían que por seguir al Maestro iban a correr la misma suerte que Él y que, por lo tanto, sufrirían persecución y quizá martirio. Jesús quiere asegurarles que les espera la recompensa de la vida eterna y que eso es lo que verdaderamente importa, pues al final, con persecuciones o sin ellas, la vida termina por pasar y la muerte llega de todas las maneras y a todos.
Hoy, sin embargo, parece que a quien se le tiene miedo es al propio Cristo. Son muchos los católicos que rehúyen hablar con Él, que no quieren decirle aquella hermosa oración de San Francisco: “Señor, que quieres que haga”. Tienen miedo a que Cristo les complique la vida, que les pida ayuda para evangelizar, para consagrarse a Él, para ayudar a los pobres. Van, incluso, a misa, pero no quieren participar en nada, no quieren comprometerse para nada. Deberían recordar las palabras del ángel en el Apocalipsis: “A los tibios los vomito”. Hay que vencer el miedo a Cristo. Él nos ama y no nos pedirá nada que no sea bueno para nosotros. Hagamos nuestra la oración de San Agustín, cuando le pedía fuerzas al Señor para seguir su camino: “Señor, da lo que pides y pide lo que quieras”.
También hay que vencer otro miedo, el de que nos identifiquen con Cristo, el de que sepan que somos cristianos. Si, por serlo, nos dieran premios y alabanzas, seguro que muchos no lo ocultarían. Pues bien, ser seguidor de Cristo es un honor, es lo más noble y grande a que puede aspirar un ser humano, pues lleva consigo ser hijos de Dios. ¿Por qué tener complejo y vergüenza de ello?
(P. Santiago Martín)
 
Recordando al Padre Natalio
Creciendo
La aceptación libera al hombre, porque rompe las cadenas de la autocompasión y del miedo. Una vez que se acepta el golpe, la desilusión, uno está libre; libre para acometer nuevas empresas que pueden darle resultados magníficos.
 
Temía estar solo, hasta que aprendí a quererme a mí mismo. Temía lo que la gente opinara de mí, hasta que advertí que de todos modos opinarán de mí. Temía al dolor, hasta que me convencí que éste es necesario para crecer. Temía al ridículo, hasta que intenté reírme de mí mismo. Temía a la muerte, hasta que consideré que no es el final, sino más bien el comienzo. Temía hacerme viejo, hasta que comprendí que ganaba sabiduría día a día. Temía al pasado, hasta que reflexioné que no podía herirme más. Temía al cambio, hasta que observé que aún la mariposa más hermosa necesitaba pasar por una metamorfosis antes de volar…
 
Un signo de madurez es aceptar la realidad y poseer suficiente solidez y equilibrio para vivirla. La persona madura es objetiva: sabe valorarse a sí mismo sin dejar de valorar a los demás. Es capaz de tomar una decisión y sostenerla. Madurez es el arte de vivir en paz con lo que no se puede cambiar. Ejercítate en la sabiduría de “poner siempre los pies sobre la tierra”.
(P. Natalio)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
  
 
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1 comentario:

  1. En esta mañana Señor del cielo y la tierra, te doy gracias por mi existencia, por tu llamado a donarme y ser tu hija .

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