PEQUEÑAS
SEMILLITAS Año
18 - Número 5294 ~ Martes 25 de Abril de 2023Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina) ¡Alabado sea Jesucristo!
“Las personas más bellas con las que me he encontrado son aquellas que han
conocido la derrota, conocido el sufrimiento, conocido la lucha, conocido la
pérdida, y han encontrado su forma de salir de las profundidades. Estas
personas tienen una apreciación, una sensibilidad y una comprensión de la vida
que los llena de compasión, humildad y una profunda inquietud amorosa. La gente bella no surge de la nada”.
(Elisabeth Kubler-Ross)
La Palabra de Dios Lecturas del día ♡ Primera Lectura: 1Pe 5,5b-14
♡ Salmo: Sal 88,2-3.6-7.16-17
♡ Santo Evangelio: Mc 16,15-20
En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: «Id por todo el
mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea
bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Estas son las señales que
acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en
lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les
hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien».
Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se
sentó a la diestra de Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes,
colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la
acompañaban.
♡ Comentario:
Hoy habría mucho que hablar sobre la cuestión de por qué no resuena con
fuerza y convicción la palabra del Evangelio, por qué guardamos los cristianos
un silencio sospechoso acerca de lo que creemos, a pesar de la llamada a la
“nueva evangelización”. Cada uno hará su propio análisis y apuntará su
particular interpretación.
Pero en la fiesta de san Marcos, escuchando el Evangelio y mirando al
evangelizador, no podemos sino proclamar con seguridad y agradecimiento dónde
está la fuente y en qué consiste la fuerza de nuestra palabra.
El evangelizador no habla porque así se lo recomienda un estudio
sociológico del momento, ni porque se lo dicte la “prudencia” política, ni
porque “le nace decir lo que piensa”. Sin más, se le ha impuesto una presencia
y un mandato, desde fuera, sin coacción, pero con la autoridad de quien es
digno de todo crédito: «Ve al mundo entero y proclama el Evangelio a toda la
creación» (cf. Mc 16,15). Es decir, que evangelizamos por obediencia, bien que
gozosa y confiadamente.
Nuestra palabra, por otra parte, no se presenta como una más en el mercado
de las ideas o de las opiniones, sino que tiene todo el peso de los mensajes
fuertes y definitivos. De su aceptación o rechazo dependen la vida o la muerte;
y su verdad, su capacidad de convicción, viene por la vía testimonial, es
decir, aparece acreditada por signos de poder en favor de los necesitados. Por
eso es, propiamente, una “proclamación”, una declaración pública, feliz,
entusiasmada, de un hecho decisivo y salvador.
¿Por qué, pues, nuestro silencio? ¿Miedo, timidez? Decía san Justino que
«aquellos ignorantes e incapaces de elocuencia, persuadieron por la virtud a
todo el género humano». El signo o milagro de la virtud es nuestra elocuencia.
Dejemos al menos que el Señor en medio de nosotros y con nosotros realice su
obra: estaba «colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las
señales que la acompañaban» (Mc 16,20).
* Mons. Agustí CORTÉS i Soriano Obispo de Sant Feliu de Llobregat
(Barcelona, España)
Santoral Católico: San Marcos Junto con su primo
Bernabé, fue compañero de san Pablo en la comunidad de Antioquía y en los
comienzos de su predicación apostólica en Chipre. Más tarde fue compañero y
colaborador de san Pedro durante su permanencia en Roma hasta su muerte; el
Apóstol, en su carta primera, lo llama «hijo mío». La tradición considera que
Marcos recogió en su Evangelio las catequesis de Pedro a los romanos, y que fue
«discípulo e intérprete de Pedro, aunque no hubiera escuchado ni seguido al Señor».
Cuando san Pablo estaba prisionero en Roma, le pidió a Timoteo, que se
encontraba en Éfeso, que le llevara a Marcos «porque le era muy útil para el
ministerio». Según la tradición, Marcos evangelizó en Alejandría de Egipto,
fundó aquella Iglesia y sufrió el martirio en tiempo del emperador Trajano.
Oración: Señor, Dios
nuestro, que enalteciste a tu evangelista san Marcos con el ministerio de la
predicación evangélica, concédenos aprovechar de tal modo sus enseñanzas que
sigamos siempre fielmente las huellas de Cristo. Él, que vive y reina por los
siglos de los siglos. Amén.
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© Directorio Franciscano – ACI Prensa – Catholic.net
Pensamiento del día con que
vencer tu Goliat y no cometer pecados:Rezar
el Rosario, leer la Palabra de Dios,confesar
y comulgar con frecuencia,y
ayunar (vida de penitencia)» Tema del día:El demonio existe El demonio, el satanismo
y otros fenómenos relacionados son de gran actualidad e inquietan no poco a
nuestra sociedad. Nuestro mundo tecnológico e industrializado pulula de magos,
brujos urbanos, ocultismo, espiritismo, escrutadores de horóscopos, vendedores
de hechizos, de amuletos, así como de auténticas sectas satánicas. Expulsado
por la puerta, el diablo ha entrado por la ventana. O sea, expulsado por la fe,
ha vuelto a entrar con la superstición.
El episodio de las
tentaciones de Jesús en el desierto, que leíamos el primer domingo de Cuaresma,
nos ayuda a aportar un poco de claridad a este tema. Ante todo, ¿existe el
demonio? Esto es, ¿la palabra "demonio" indica de verdad alguna
realidad personal, dotada de inteligencia y voluntad, o es simplemente un símbolo,
un modo de hablar que indica la suma del mal moral del mundo, el inconsciente
colectivo, la alienación colectiva y cosas por el estilo? Muchos, entre los
intelectuales, no creen en el demonio según el primer sentido. Pero se debe
observar que grandes escritores y pensadores, como Goethe o Dostoievski,
tomaron muy en serio la existencia de satanás. Baudelaire, que no era
ciertamente trigo limpio, dijo que «la mayor astucia del demonio es hacer creer
que no existe».
La principal prueba de
la existencia del demonio en los evangelios no está en los numerosos episodios
de liberación de posesos, porque en la interpretación de estos hechos pueden
haber influido creencias antiguas sobre el origen de ciertas enfermedades.
Jesús tentado en el desierto por el demonio: ésta es la prueba. Prueba son
también los muchos santos que han luchado en vida contra el príncipe de las
tinieblas. No son quijotes que pelearon contra molinos de viento. Al contrario:
fueron hombres y mujeres concretos y de psicología sanísima.
Si muchos encuentran
absurdo creer en el demonio es porque se basan en libros, pasan la vida en
bibliotecas o en el escritorio, mientras que al demonio no le interesa la
literatura, sino las personas, especialmente los santos. ¿Qué puede saber sobre
satanás quien jamás ha tenido nada que ver con su realidad, sino sólo con su
idea, esto es, con las tradiciones culturales, religiosas, etnológicas sobre
satanás? Esos tratan habitualmente este tema con gran seguridad y superioridad,
liquidando todo como «oscurantismo medieval». Pero se trata de una falsa
seguridad. Como si alguien se jactara de no temer un león aduciendo como prueba
el hecho de que ha visto muchas veces su imagen y jamás le ha dado miedo. Por
otro lado, es del todo normal y coherente que no crea en el diablo quien no
cree en Dios. ¡Sería hasta trágico si alguien que no cree en Dios creyera en el
diablo!
Lo más importante que
tiene que decirnos la fe cristiana no es, en cambio, que el demonio existe,
sino que Cristo ha vencido al demonio. Cristo y el demonio no son para los
cristianos dos principios iguales y contrarios, como en ciertas religiones
dualistas. Jesús es el único Señor; satanás no es sino una criatura que «se
perdió». Si se le concede poder sobre los hombres es para que estos tengan la posibilidad
de hacer libremente una elección y también para que «no se ensoberbezcan» (2 Co
12,7) creyéndose autosuficientes y sin necesidad de redentor alguno. «Qué
locura la del viejo satanás -dice un canto espiritual negro-. Ha disparado para
destruir mi alma, pero ha errado el tiro y destruyó en cambio mi pecado».
Con Cristo no tenemos
nada que temer. Nada ni nadie puede hacernos daño si nosotros no lo queremos.
Satanás -decía un antiguo padre de la Iglesia-, tras la venida de Cristo, es
como un perro atado; puede ladrar y abalanzarse cuanto le plazca; si no nos
acercamos, no puede morder. ¡Jesús en el desierto se liberó de satanás para
liberarnos de satanás! ¡Es la gozosa noticia!
-
Cardenal Raniero
Cantalamessa (Predicador de la Casa Pontificia)
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Semillitas” por email Si lo deseas puedes
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Semillitas” a través de las redes sociales en las que estamos presentes,
como Facebook, Twitter, etc.
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas” La comunicación ha
tomado un papel muy importante en nuestros tiempos, y la Iglesia Católica ha
querido sumarse a este gran esfuerzo de comunicar la buena nueva del Evangelio.
Fue el papa Pío XI quien se valió de la televisión para enviar un saludo a los
católicos en 1927. Después Pío XII escribió una exhortación apostólica y la
Encíclica Miranda Prorsus dedicada al cine, la radio y la televisión.
San Juan XXIII con el
Motu Propio Boni Pastoris constituyó la Comisión Pontifica de cine,
radio y televisión para ayudar a su progreso basándose en la Encíclica Miranda
Prorsus.
El Papa San Pablo VI
escribió el decreto conciliar Inter Mirifica sobre los medios de
comunicación social, donde trata cuestiones relacionadas con los medios y
métodos para aprovechar la salvación de los fieles cristianos y el progreso de
la humanidad.
Recordamos a San Juan
Pablo II, el papa viajero que aprovechó los medios de comunicación para
difundir el Evangelio. La Iglesia ha sacado varios documentos de enorme valor
para el mundo de la comunicación. Es en esos años cuando nace la web
‘Catholic.net’ como la primera plataforma digital de habla hispana que ofrece
contenidos para acompañar y orientar la formación de los católicos y pueblo de
Dios en general.
Recordando al Padre Natalio Refugio mío, alcázar mío
Con frecuencia los salmos comparan a Dios con un
alcázar, peña, roca, plaza fuerte, bastión. Todas estas palabras significan lo
mismo: un lugar muy seguro de refugio porque es inexpugnable, imposible de
tomar por asalto. Eso es Dios para el creyente que ha puesto toda su confianza
en él. Una oración responsorial (Sal. 18) para vivenciar esta convicción.
- Dios mío, mi escudo y peña en que me
amparo.
- Dios mío, mi escudo y peña en que me
amparo.
- Mi alcázar, mi libertador.
- En que me amparo.
- Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
- Dios mío, mi escudo y peña en que me
amparo.
- “Descarguen en el Señor todas sus
inquietudes, ya que él se ocupa de ustedes”.
Si lees y meditas la Biblia, encontrarás esta
exhortación y otras semejantes. Te ayudarán a fortalecer tu confianza en Dios
que te ofrece refugio “a la sombra de sus alas mientras vienen calamidades” de
cualquier clase y magnitud. “No temas, contigo estoy. Yo te amo”, te asegura
Dios.
(P. Natalio)
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