domingo, 16 de abril de 2023

Pequeñas Semillitas 5285

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 18 - Número 5285 ~ Domingo 16 de Abril de 2023
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
Hoy, el Segundo Domingo de Pascua, se ha llamado como el “Domingo de la Divina Misericordia”. Se le ha dado este nombre por los escritos de una mística polaca, Santa Faustina Kowalska y, también, porque en el pasaje evangélico para este domingo Jesús inicia el Sacramento de la Reconciliación.
En el Evangelio de hoy, Santo Tomás representa a ese mundo nuestro que se fija y se deja llevar por lo palpable. Por aquello que se siente en la mano, se saborea en el paladar o se hace color frente a la mirada de los ojos. Y, como Santo Tomás, nos gustaría meter nuestras manos en su costado. Hurgar en los orificios que dejaron los clavos para, a continuación, salir corriendo y llevar la buena noticia de que Jesús no sólo murió sino que, además, sigue tan vivo como el primer día: ¡Ha resucitado el Señor!
Y, muchos de nosotros, somos fotocopia idéntica a aquel Tomás que, no solamente no creía que Jesús había salido triunfante del sepulcro, sino que además no se fiaba ni un pelo de la palabra de sus amigos cuando le decían, que sí Tomás, “hemos visto al Señor”.
En medio de las sacudidas a las que estamos sometidos, sigamos creyendo en ÉL como valor supremo de nuestra vida cristiana y como cumbre de todo lo que realizamos y celebramos en su nombre.
(Padre Javier Leoz)
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Hch 4,32-35
 
Salmo: Sal 117,2-4.13-15.22-24
 
Segunda Lectura: 1Pedro 1, 3-9
 
Santo Evangelio: Jn 20,19-31
Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío». Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré».
Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: «La paz con vosotros». Luego dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente». Tomás le contestó: «Señor mío y Dios mío». Dícele Jesús: «Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído».
Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro. Éstas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.
 
Comentario:
Hoy, Domingo II de Pascua, completamos la octava de este tiempo litúrgico, una de las dos octavas —juntamente con la de Navidad— que en la liturgia renovada por el Concilio Vaticano II han quedado. Durante ocho días contemplamos el mismo misterio y tratamos de profundizar en él bajo la luz del Espíritu Santo.
Por designio del Papa San Juan Pablo II, este domingo se llama Domingo de la Divina Misericordia. Se trata de algo que va mucho más allá que una devoción particular. Como ha explicado el Santo Padre en su encíclica ‘Dives in misericordia’, la Divina Misericordia es la manifestación amorosa de Dios en una historia herida por el pecado. “Misericordia” proviene de dos palabras: “Miseria” y “Cor”. Dios pone nuestra mísera situación debida al pecado en su corazón de Padre, que es fiel a sus designios. Jesucristo, muerto y resucitado, es la suprema manifestación y actuación de la Divina Misericordia. «Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito» (Jn 3,16) y lo ha enviado a la muerte para que fuésemos salvados. «Para redimir al esclavo ha sacrificado al Hijo», hemos proclamado en el Pregón pascual de la Vigilia. Y, una vez resucitado, lo ha constituido en fuente de salvación para todos los que creen en Él. Por la fe y la conversión acogemos el tesoro de la Divina Misericordia.
La Santa Madre Iglesia, que quiere que sus hijos vivan de la vida del resucitado, manda que —al menos por Pascua— se comulgue y que se haga en gracia de Dios. La cincuentena pascual es el tiempo oportuno para el cumplimiento pascual. Es un buen momento para confesarse y acoger el poder de perdonar los pecados que el Señor resucitado ha conferido a su Iglesia, ya que Él dijo sólo a los Apóstoles: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados» (Jn 20,22-23). Así acudiremos a las fuentes de la Divina Misericordia. Y no dudemos en llevar a nuestros amigos a estas fuentes de vida: a la Eucaristía y a la Penitencia. Jesús resucitado cuenta con nosotros.
* Rev. D. Joan Ant. MATEO i García (Tremp, Lleida, España)
 
Palabras del Beato Juan Pablo I
«Personalmente, cuando hablo solo con Dios y la Virgen, más que adulto prefiero sentirme niño. La mitra, el solideo, el anillo desaparecen; mando de vacaciones al adulto y también al obispo, para abandonarme a la ternura espontánea que tiene un niño delante de papá y mamá. El rosario, oración simple y fácil, a su vez, me ayuda a ser niño y no me avergüenzo de ello en absoluto»
 
Predicación del Evangelio:
Tomás: entre la desconfianza y la fe
Sus amigos le han dicho que Jesús está vivo, pero no estuvo allí para verlo. Parece decirles: “Estás siempre con las historias del resucitado.” Escruta sus miradas de alegres mediterráneos, mueve después la cabeza con insistencia: “Si no meto mi dedo en el lugar de sus clavos, y mi mano en su costado, no creeré.”
 
Tomás sería el más feliz de los hombres si fuera verdad. También estaba fascinado al igual que los demás por este amigo extraordinario, pero cree que las cosas le han ido mal a Jesús. Es difícil imaginar un final más amargo y un rechazo más completo que esta muerte de cruz decidida por el tribunal más alto de la nación judía de acuerdo con el gobernador romano.
 
Ante semejante tragedia, se pierde el sueño a fuerza de lógica: “¿Ha resucitado de verdad Jesús? Si hubiera querido darle su apoyo, ¿no hubiera intervenido antes en lugar de dejarlo sufrir así?” De hecho, Jesús ha puesto toda su confianza en su Padre, pero no le ha ahorrado ningún dolor a su propia condición humana.
 
Tomás se desgarra en un profundo misterio. Elige esperar que le venga la experiencia del resucitado. Su decisión nos esclarece tanto como nos asegura. Pues en lugar de reprenderlo, Jesús le expresa su compasión y su confianza como lo hizo con la mujer adúltera al decirle: En adelante no peques más” (Juan 8, 11). No hay en la mirada del resucitado ninguna condena cuando dice amigablemente a Tomás: “No seas incrédulo sino creyente.”
 
El apóstol, parece, no pedía tanto. Responde con un impulso de agradecimiento y de profunda amistad: “Señor mío y Dios mío.” Esta palabra nos remite por encima de los siglos al corazón de la realidad eclesial.
 
La fe naciente de los primeros testigos es también la nuestra. Reunidos entre amigos, los cercanos del resucitado se llenan de emoción y de alegría al ver a Jesús. María Magdalena, la primera que llega a la tumba, transmite la nueva a Pedro y a Juan. Después cada uno y cada una hace, a su vez, la experiencia de este agradecimiento cordial: Jesús, el Cristo está vivo. Lo reconocemos también con Tomás, y todos juntos somos testigos.
(P. Felipe Santos SDB)
 
Poesía
Jesús misericordioso, en ti confío
Postrado ante tus pies, humildemente,
vengo a pedirte, dulce Jesús mío,
poderte repetir constantemente:
«Jesús misericordioso, en ti confío»
 
Si la confianza es prueba de ternura
esta prueba de amor darte yo ansío;
aun cuando este sumido en amargura,
«Jesús misericordioso, en ti confío»
 
En las horas más tristes de mi vida,
cuando todos me dejen ¡oh, Dios mío!
y el alma esté por penas combatida,
«Jesús misericordioso, en ti confío»
 
Aunque sienta venir la desconfianza
y aunque todos me miren con desvío,
no será confundida mi esperanza:
«Jesús misericordioso, en ti confío»
 
Si contraje contigo Santa Alianza
y te di todo mi amor y mi albedrío,
¿cómo ha de ser frustrada mi esperanza?
«Jesús misericordioso, en ti confío»
 
Y siento una confianza de tal suerte,
que sin temor a nada, Jesús mío,
espero repetir hasta la muerte:
«Jesús misericordioso, en ti confío»
-
(Desconozco autor)
 
Nuevo vídeo y artículo
 
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet
referido al Evangelio de este Domingo.
Para verlo tienes que ir al final de esta página:
 
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
sobre el tema: Divina Misericordia
Puedes acceder en la dirección:
 
Agradecimientos 
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
💕 Desde Córdoba, Argentina, la familia de Maximiliano M. da gracias a Dios, a la Virgen de Lourdes y a las personas que rezaron por él, pues las biopsias de su cirugía de colon han dado bien, y el pronóstico de su enfermedad se comienza a tornar favorable. Igual seguiremos rezando por él.
 
💕 Desde Córdoba, Argentina, damos gracias a Dios por los cien (100) años de vida que cumple hoy la señora María Lutri, amiga y paciente del autor de esta página. Que Dios bendiga mucho a ella y a su familia.
 
💕 Desde Chile llega un agradecimiento a Dios y los orantes por la salud de Belén, niña de solo 7 años, operada de un glioma cerebral, que se está recuperando bien y ahora deberá completar tratamientos. La seguimos encomendando al Señor y la Santísima Virgen.
 
Bendito seas, Dios mío, porque a pesar de ser yo indigno de toda ayuda, tu generosidad e infinita bondad nunca dejan de otorgar el bien aún a los ingratos y a los que se han apartado de ti. Conviértenos a ti, para que seamos agradecidos, humildes y piadosos, pues Tú eres nuestra salud, nuestra fortaleza y nuestra salvación.
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
El relato evangélico de hoy nos invita a meditar sobre la aparición de Cristo resucitado a los apóstoles en ausencia de Tomás y la posterior aparición del Señor en presencia de éste. La petición de Tomás, que reclama pruebas “palpables” para creer en la resurrección de Cristo, es la petición de muchos hombres, que se niegan a aceptar todo aquello que no puede ser demostrado por la razón o comprobado por los sentidos y que, al hacerlo, se cierran a sí mismos las puertas de la fe.
La "palabra de vida" la viviremos intentando ser una especie de "cuerpo vivo de Cristo", un Cristo resucitado que puede decir a los incrédulos de hoy: ven y toca, mete tus dedos en los agujeros que han dejado en mis manos los clavos.
Esos agujeros no serán sólo simbólicos, sino que a veces tendrán también huellas físicas, producidas por el desgaste que lleva consigo amar al prójimo, o lo que es lo mismo, echar sobre nuestros hombros pesos que no son nuestros pero que alivian a los demás. Cuando alguien pregunte por qué lo hacemos, será el momento de contestar: porque Cristo está vivo, porque Él ha cargado con mis problemas y yo tengo una deuda que pagarle y la pago así: complicándome la vida por los que están agobiados para que ellos puedan vivir un poco mejor.
Por lo tanto, date cuenta de que te observan. Si te comportas como un buen cristiano, serás el cuerpo resucitado de Cristo que convence a los incrédulos de que el Señor está vivo. Son las heridas de la caridad las que atraen a los que quieren pruebas para creer en el amor de Dios.
(P. Santiago Martín)
 
Recordando al Padre Natalio
La divina misericordia
El domingo siguiente a Pascua se celebra la Fiesta de la Divina Misericordia. Fiesta querida por Jesús que, a través de revelaciones a santa Faustina Kowalska, pidió a la Iglesia instituir esta nueva celebración. Reproduzco unos párrafos conmovedores del “Diario” de santa Faustina, sobre la inconcebible misericordia de Jesús que vino a salvar a los pecadores.
 
“Que no tema acercarse a mí el alma más débil y pecadora, aunque tuviera más pecados que granos de arena hay en la tierra. Los más grandes pecadores llegarían a una gran santidad si confiaran en mi misericordia. Cuanto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a mi misericordia. Ofrezco a los hombres un recipiente con el que han de venir a la fuente de la misericordia para recoger gracias. Ese recipiente es esta imagen con la firma: «Jesús, en ti confío». Recordad mi pasión y, sino creéis en mis palabras, creed al menos en mis llagas. ¡Oh, si los pecadores conocieran mi misericordia, no perecería un número tan grande de ellos!”.
 
Honrar la misericordia de Jesús, exige vivir esa misericordia con el prójimo. El mismo Jesús dijo a Faustina: “Te doy tres formas de ejercer misericordia: la 1ª la acción, la 2ª la palabra, y la 3ª la oración. En estas tres formas está contenida la plenitud de la misericordia y es el testimonio irrefutable del amor hacia mí”. Que vivas con gratitud este misterio.
(P. Natalio)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
  
 
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