domingo, 12 de marzo de 2023

Pequeñas Semillitas 5253

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 18 - Número 5253 ~ Domingo 12 de Marzo de 2023
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
El encuentro de Jesús con la samaritana constituye uno de los relatos más luminosos del Nuevo Testamento, pues nos muestra el rostro de un Jesús profundamente humano, quien, con fino sentido pedagógico, conduce gradualmente a la mujer que encuentra junto al pozo para que acoja la plenitud de la revelación de Jesús como Mesías. Delicadeza, humanidad y pedagogía son los rasgos que caracterizan  este relato.
Luego los samaritanos van al encuentro de Jesús, porque la mujer, que se ha convertido en apóstol, ha ido a llamarles. A los apóstoles, que extrañados le han visto con la mujer, les dirá que es como un campo que, regado con el agua viva, ha fructificado y está pronto para recogerse el fruto. En la Iglesia hay grandes frutos. Nosotros también podemos fructificar. Dejémonos regar del agua viva que Jesús tiene especialmente en la Eucaristía. Ahí está el mismo Jesús que quiere derramar su Espíritu en nosotros.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Éx 17,3-7
 
Salmo: Sal 94,1-2.6-7.8-9
 
Segunda Lectura: Rom 5,1-2.5-8
 
Santo Evangelio: Jn 4,5-42
En aquel tiempo, Jesús llega, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca de la heredad que Jacob dio a su hijo José. Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, como se había fatigado del camino, estaba sentado junto al pozo. Era alrededor de la hora sexta.
Llega una mujer de Samaría a sacar agua. Jesús le dice: «Dame de beber». Pues sus discípulos se habían ido a la ciudad a comprar comida. Le dice la mujer samaritana: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?» (Porque los judíos no se tratan con los samaritanos). Jesús le respondió: «Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: ‘Dame de beber’, tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva». Le dice la mujer: «Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva? ¿Es que tú eres más que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?». Jesús le respondió: «Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna».
Le dice la mujer: «Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed y no tenga que venir aquí a sacarla». El le dice: «Vete, llama a tu marido y vuelve acá». Respondió la mujer: «No tengo marido». Jesús le dice: «Bien has dicho que no tienes marido, porque has tenido cinco maridos y el que ahora tienes no es marido tuyo; en eso has dicho la verdad».
Le dice la mujer: «Señor, veo que eres un profeta. Nuestros padres adoraron en este monte y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar». Jesús le dice: «Créeme, mujer, que llega la hora en que, ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero llega la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y los que adoran, deben adorar en espíritu y verdad».
Le dice la mujer: «Sé que va a venir el Mesías, el llamado Cristo. Cuando venga, nos lo explicará todo». Jesús le dice: «Yo soy, el que te está hablando».
En esto llegaron sus discípulos y se sorprendían de que hablara con una mujer. Pero nadie le dijo: «¿Qué quieres?», o «¿Qué hablas con ella?». La mujer, dejando su cántaro, corrió a la ciudad y dijo a la gente: «Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será el Cristo?». Salieron de la ciudad e iban donde Él.
Entretanto, los discípulos le insistían diciendo: «Rabbí, come». Pero Él les dijo: «Yo tengo para comer un alimento que vosotros no sabéis». Los discípulos se decían unos a otros: «¿Le habrá traído alguien de comer?». Les dice Jesús: «Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra. ¿No decís vosotros: Cuatro meses más y llega la siega? Pues bien, yo os digo: Alzad vuestros ojos y ved los campos, que blanquean ya para la siega. Ya el segador recibe el salario, y recoge fruto para la vida eterna, de modo que el sembrador se alegra igual que el segador. Porque en esto resulta verdadero el refrán de que uno es el sembrador y otro el segador: yo os he enviado a segar donde vosotros no os habéis fatigado. Otros se fatigaron y vosotros os aprovecháis de su fatiga».
Muchos samaritanos de aquella ciudad creyeron en Él por las palabras de la mujer que atestiguaba: «Me ha dicho todo lo que he hecho». Cuando llegaron donde Él los samaritanos, le rogaron que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Y fueron muchos más los que creyeron por sus palabras, y decían a la mujer: «Ya no creemos por tus palabras; que nosotros mismos hemos oído y sabemos que éste es verdaderamente el Salvador del mundo».
 
Comentario:
Hoy, como en aquel mediodía en Samaría, Jesús se acerca a nuestra vida, a mitad de nuestro camino cuaresmal, pidiéndonos como a la Samaritana: «Dame de beber» (Jn 4,7). «Su sed material —nos dice san Juan Pablo II— es signo de una realidad mucho más profunda: manifiesta el ardiente deseo que, tanto la mujer con la que habla como los demás samaritanos, se abran a la fe».
El Prefacio de la celebración eucarística de hoy nos hablará de que este diálogo termina con un trueque salvífico en donde el Señor, «(...) al pedir agua a la Samaritana, ya había infundido en ella la gracia de la fe, y si quiso estar sediento de la fe de aquella mujer, fue para encender en ella el fuego del amor divino».
Ese deseo salvador de Jesús vuelto “sed” es, hoy día también, “sed” de nuestra fe, de nuestra respuesta de fe ante tantas invitaciones cuaresmales a la conversión, al cambio, a reconciliarnos con Dios y los hermanos, a prepararnos lo mejor posible para recibir una nueva vida de resucitados en la Pascua que se nos acerca.
«Yo soy, el que te está hablando» (Jn 4,26): esta directa y manifiesta confesión de Jesús acerca de su misión, cosa que no había hecho con nadie antes, muestra igualmente el amor de Dios que se hace más búsqueda del pecador y promesa de salvación que saciará abundantemente el deseo humano de la Vida verdadera. Es así que, más adelante en este mismo Evangelio, Jesús proclamará: «Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba el que crea en mí», como dice la Escritura: ‘De su seno correrán ríos de agua viva’» (Jn 7,37b-38). Por eso, tu compromiso es hoy salir de ti y decir a los hombres: «Venid a ver a un hombre que me ha dicho…» (Jn 4,29).
* P. Julio César RAMOS González SDB (Mendoza, Argentina)
 
Cuaresma día a día
Día 19º. Domingo  12 de marzo de 2023
Tres formas de hacer daño a Dios. Hay tres formas de hacer sufrir y llorar a una madre. Además de la más elemental, que sería atacarle a ella directamente: golpeándola o insultándola, hay otras dos en las que le podemos hacer sufrir igualmente. Una de ellas es hacer algo malo a mi hermano. Si yo le doy una paliza a un hermano mío, y mi madre se entera, le dolerá incluso más que si le maltrato a ella.
Otra forma de hacerle sufrir es hacer algo que sea malo para mí, algo que me empeore. Como mi madre me quiere eso le dolerá. Imagínate que ve cómo te cortas un brazo: no lo aguantaría.
Dios te ve siempre -no como un espía sino como alguien que te quiere mucho- y sufre cada vez que te ve hacer algo que hace daño a otra persona, porque esa otra persona es hija de Él y cada vez que te ve hacerte daño a ti mismo, y cada vez que te ve hacer algo que le  hará daño a Él. Por eso es bueno que todas las noches, cuando te acuestes, hagas un repaso del día, un examen de conciencia, y pidas perdón a Dios por esas cosas que Él ha visto y no le han gustado.
El examen de conciencia lo puedes hacer así: ¿Cómo me he portado con Dios? ¿Cómo me he portado con los demás? ¿Cómo me he portado conmigo mismo? Dios mío, a partir de ahora haré el examen todas las noches. Y te pediré perdón por el daño que haya hecho cada día de alguna de estas tres formas. Y también te agradeceré tu compañía. ¡Recuérdamelo!, y gracias.
Web Católico de Javier
 
Palabras del Beato Juan Pablo I
 
“El amor a Dios es también viaje misterioso,
es decir, uno no lo emprende si Dios no toma la iniciativa primero.
Esto quiere decir, amar a Dios no poco sino muchísimo;
no detenerse en el punto a que se ha llegado
sino, con su ayuda, avanzar en el amor”
 
Predicación del Evangelio:
La religión de Jesús
Cansado del camino, Jesús se sienta junto al manantial de Jacob, en las cercanías de la aldea de Sicar. Pronto llega una mujer samaritana a apagar su sed. Espontáneamente, Jesús comienza a hablar con ella de lo que lleva en su corazón.
 
En un momento de la conversación, la mujer le plantea los conflictos que enfrentan a judíos y samaritanos. Los judíos peregrinan a Jerusalén para adorar a Dios. Los samaritanos suben al monte Garizín, cuya cumbre se divisa desde el pozo de Jacob. ¿Dónde hay que adorar a Dios? ¿Cuál es la verdadera religión? ¿Qué piensa el profeta de Galilea?
 
Jesús comienza por aclarar que el verdadero culto no depende de un lugar determinado, por muy venerable que pueda ser. El Padre del cielo no está atado a ningún lugar, no es propiedad de ninguna religión. No pertenece a ningún pueblo concreto.
 
No lo hemos de olvidar. Para encontrarnos con Dios no es necesario ir a Roma o peregrinar a Jerusalén. No hace falta entrar en una capilla o visitar una catedral. Desde la cárcel más secreta, desde la sala de cuidados intensivos de un hospital, desde cualquier cocina o lugar de trabajo podemos elevar nuestro corazón hacia Dios.
 
Jesús no habla a la samaritana de «adorar a Dios». Su lenguaje es nuevo. Hasta por tres veces le habla de «adorar al Padre». Por eso no es necesario subir a una montaña para acercarnos un poco a un Dios lejano, desentendido de nuestros problemas, indiferente a nuestros sufrimientos. El verdadero culto empieza por reconocer a Dios como Padre querido que nos acompaña de cerca a lo largo de nuestra vida.
 
Jesús le dice algo más. El Padre está buscando «verdaderos adoradores». No está esperando de sus hijos grandes ceremonias, celebraciones solemnes, inciensos y procesiones. Lo que desea es corazones sencillos que le adoren «en espíritu y en verdad».
 
«Adorar al Padre en espíritu» es seguir los pasos de Jesús y dejarnos conducir como él por el Espíritu del Padre, que lo envía siempre hacia los últimos. Aprender a ser compasivos como es el Padre. Lo dice Jesús de manera clara: «Dios es Espíritu, y quienes le adoran deben hacerlo en espíritu». Dios es amor, perdón, ternura, aliento vivificador... y quienes lo adoran deben parecerse a él.
 
«Adorar al Padre en verdad» es vivir en la verdad. Volver una y otra vez a la verdad del evangelio. Ser fieles a la verdad de Jesús sin encerrarnos en nuestras propias mentiras. Después de veinte siglos de cristianismo, ¿hemos aprendido a dar culto verdadero a Dios? ¿Somos los verdaderos adoradores que busca el Padre?
-
(P. José Antonio Pagola)
 
Poesía
Herencia 
Bendigo y venero la sangre que tengo,
la herencia que porto, la fe que profeso;
en miles de años la vida me obsequia
un baúl en dones de carga genética.
 
Por ello hoy me visto de gala y de fiesta
y bailo una danza con madres y abuelas,
de ellas provengo y con tanto orgullo
tatuado lo llevo lo que antes fue suyo.
 
Es tiempo de hacer en mí un equilibrio
dejando volar lo que ya no es mío;
de soltar amarras y de agradecer,
rezando plegarias libero mi ser.
 
Lo que duele y pesa reconozco y suelto,
lo que bien me calza es lo que me quedo;
¡Gracias madre mía y amadas abuelas,
regaron mi vida con luces de estrellas!
-
(Aurora Orozco)
 
Nuevo vídeo
 
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet
referido al Evangelio de este Domingo.
Para verlo tienes que ir al final de esta página:
 
Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
💕 Desde San Luis, Argentina, Karina agradece a Dios, a la Virgen de Lourdes y a todos los que rezaron por su cirugía de mama, que se desarrolló sin inconvenientes, y espera ahora con fe los resultados de la biopsia
 
💕 Desde Costa Rica, Sonia agradece a Dios por la colonoscopía y extirpación de un par de pólipos que le realizaron esta semana, procedimiento que resultó exitoso y ahora solo cabe esperar con mucha fe los resultados de las biopsias del material extirpado.
 
💕 Desde Buenos Aires, Argentina, agradecen a Dios y a los orantes por la cirugía de pulmón realizada al señor Ricardo Luis B., de 81 años de edad, que se ha desarrollado sin complicaciones y tal vez mañana ya vuelva a su domicilio.
 
Bendito seas, Dios mío, porque a pesar de ser yo indigno de toda ayuda, tu generosidad e infinita bondad nunca dejan de otorgar el bien aún a los ingratos y a los que se han apartado de ti. Conviértenos a ti, para que seamos agradecidos, humildes y piadosos, pues Tú eres nuestra salud, nuestra fortaleza y nuestra salvación.
 
Recordando al Padre Natalio
La espada de Damocles
No envidies a los poderosos, o a las estrellas o astros del cine, del deporte, o de la vida social. La envidia es como un resentimiento irracional causado por desear el bien ajeno, un disgusto oscuro que provoca la elevada posición de una persona, o el brillo de sus cualidades. Detrás de la envidia hay una incapacidad de asumir con serenidad los propios límites.
 
Damocles, era  un adulador cortesano de Dionisio, tirano de Siracusa (siglo IV a. C.). Había propagado que Dionisio era un afortunado al disponer de tan gran poder y riqueza. El tirano para darle un escarmiento, le ofreció intercambiar con él por un día sus tareas. Así podría disfrutar de absoluto poder. Esa misma tarde Damocles celebró un opíparo banquete donde fue servido como un rey. Cuando a mitad de la comida miró hacia arriba y reparó en la afilada espada que colgaba de un finísimo hilo sobre su cabeza, empalideció de repente y perdió las ganas de seguir comiendo. Pidió al tirano abandonar su puesto, diciendo que ya no quería seguir siendo tan dichoso.
 
El envidioso no percibe que su infelicidad no proviene de lo que no tiene, sino de la falta de aprecio por lo que sí posee. Hay además una falta de compromiso y responsabilidad con la propia vida, porque el celoso, pendiente de la vida de otros, no conoce sus fortalezas y posibilidades reales. El Señor te libre de la dañosa envidia.
(P. Natalio)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
 
 
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