jueves, 16 de febrero de 2023

Pequeñas Semillitas 5229

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 18 - Número 5229 ~ Jueves 16 de Febrero de 2023
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
En medio de la sombra y de la herida me preguntan si creo en Ti. Y digo que tengo todo cuando estoy contigo: el sol, la luz, la paz, el bien, la vida.
Sin Ti, el sol es luz descolorida. Sin Ti, la paz es un cruel castigo. Sin Ti, no hay bien ni corazón amigo. Sin Ti, la vida es muerte repetida.
Contigo el sol es luz enamorada y contigo la paz es paz florida. Contigo el bien es casa reposada y contigo la vida es sangre ardida.
Pues, si me faltas Tú, no tengo nada: ni sol, ni luz, ni paz, ni bien, ni vida.
(José Luis Martín Descalzo)
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Gén 9,1-13
 
Salmo: Sal 101,16-18.19-21.29.22-23
 
Santo Evangelio: Mc 8,27-33
En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos hacia los pueblos de Cesarea de Filipo, y por el camino hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que soy yo?». Ellos le dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que uno de los profetas». Y Él les preguntaba: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Pedro le contesta: «Tú eres el Cristo».
Y les mandó enérgicamente que a nadie hablaran acerca de Él. Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar a los tres días. Hablaba de esto abiertamente. Tomándole aparte, Pedro, se puso a reprenderle. Pero Él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciéndole: «¡Quítate de mi vista, Satanás! porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres».
 
Comentario:
Hoy seguimos escuchando la Palabra de Dios con la ayuda del Evangelio de san Marcos. Un Evangelio con una inquietud bien clara: descubrir quién es este Jesús de Nazaret. Marcos nos ha ido ofreciendo, con sus textos, la reacción de distintos personajes ante Jesús: los enfermos, los discípulos, los escribas y fariseos. Hoy nos lo pide directamente a nosotros: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (Mc 8,29).
Ciertamente, quienes nos llamamos cristianos tenemos el deber fundamental de descubrir nuestra identidad para dar razón de nuestra fe, siendo unos buenos testigos con nuestra vida. Este deber nos urge para poder transmitir un mensaje claro y comprensible a nuestros hermanos y hermanas que pueden encontrar en Jesús una Palabra de Vida que dé sentido a todo lo que piensan, dicen y hacen. Pero este testimonio ha de comenzar siendo nosotros mismos conscientes de nuestro encuentro personal con Él. San Juan Pablo II, en su Carta apostólica "Novo millennio ineunte", nos escribió: «Nuestro testimonio sería enormemente deficiente si nosotros no fuésemos los primeros contempladores de su rostro».
San Marcos, con este texto, nos ofrece un buen camino de contemplación de Jesús. Primero, Jesús nos pregunta qué dice la gente que es Él; y podemos responder, como los discípulos: Juan Bautista, Elías, un personaje importante, bueno, atrayente. Una respuesta buena, sin duda, pero lejana todavía de la Verdad de Jesús. Él nos pregunta: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (Mc 8,29). Es la pregunta de la fe, de la implicación personal. La respuesta sólo la encontramos en la experiencia del silencio y de la oración. Es el camino de fe que recorre Pedro, y el que hemos de hacer también nosotros.
Hermanos y hermanas, experimentemos desde nuestra oración la presencia liberadora del amor de Dios presente en nuestra vida. Él continúa haciendo alianza con nosotros con signos claros de su presencia, como aquel arco puesto en las nubes prometido a Noé.
* Rev. D. Joan Pere PULIDO i Gutiérrez Secretario del obispo de Sant Feliu (Sant Feliu de Llobregat, España)
 
Santoral Católico:
Santa Juliana (o Ileana)
Nació en Nicomedia (hoy Izmit, en Turquía). Era la única cristiana de su familia y, cuando su padre quiso casarla con el gobernador, ella se negó si antes no se bautizaba él. Éste la acusó de ser cristiana y, por no ceder ella en su exigencia ni querer a apostatar de su fe, la sometió a crueles tormentos y la condenó a morir decapitada. Era hacia el año 305, en tiempo del emperador Maximiano. Posteriormente sus restos fueron trasladados a la región de Nápoles (Campania, Italia).
Para más información hacer clic acá.
© Directorio Franciscano – Píldoras de la fe – Catholic.net
 
Pensamiento del día
“El tiempo es muy lento para los que esperan,
muy rápido para los que tienen miedo,
muy largo para los que se lamentan,
muy corto para los que festejan.
Pero, para los que aman, el tiempo es eternidad”.
(William Shakespeare)
 
Tema del día:
La tentación
La tentación tiene su origen en el demonio, que por odio a Dios quiere destruir también la obra de Dios, especialmente al hombre, su obra predilecta. Precisamente por eso, no podemos considerar la tentación como algo imputable al hombre; la Iglesia nos ha enseñado siempre que la tentación no es pecado, sino que lo que es pecado es consentir en ella: el pecado no es sentir sino consentir. Ahora bien, también nos ha enseñado que “el que evita la tentación evita el pecado” y, por lo tanto, que debemos mantenernos alejados lo más posible de aquellas circunstancias que favorecen el pecado.
 
A la vez, nos enseña que para vencer la tentación contamos siempre con el auxilio de Dios, a través de la llamada “gracia actual”, que es la fuerza que el Señor nos da en cada caso, ante cada tentación, para rechazarla; no estamos, pues, predestinados a sucumbir a la tentación, como si fuéramos tentados por encima de nuestras fuerzas, ya que aunque éstas no sean suficientes sí lo es la gracia de Dios que nunca nos abandona; esa gracia hay que pedirla continuamente y por eso Jesús nos enseñó a hacerlo así en el “Padre nuestro”; a la vez, hay que buscarla, con una mayor vida de oración y frecuentando los sacramentos; también es necesario el dominio del propio cuerpo y eso se consigue llevando una vida ascética, evitando darle al cuerpo todo aquello que le apetece y practicando una mortificación de los sentidos equilibrada y madura.
 
Otra enseñanza con respecto a la tentación es que ésta tiene “su propio sabor”; es decir, que no se nos presenta como algo repudiable, sino como algo atractivo, bueno incluso, y por eso suele ofuscar la inteligencia, que llega a dudar de que sea realmente malo algo que parece tan bueno; la consecuencia es que la persona se revuelve contra Dios, al que acusa de calificar como malas las cosas buenas de la vida, de ser un “aguafiestas” que no quiere que el hombre disfrute, de ser incluso un envidioso porque quiere privarle al hombre de sus placeres ya que Él no puede disfrutar de ellos. Así, el hombre no sólo peca cayendo en la tentación, sino que comete otro pecado mayor: el de la rebeldía contra Dios, que termina por alejarle de Él y dejarle completamente a merced del enemigo. Por desgracia, con muchísima frecuencia se cumple aquello de “si no vives como piensas, terminarás por pensar como vives”. En la mayoría de las ocasiones, el alejamiento de Dios tiene este origen: el hombre no soporta una conciencia que le dice continuamente que está obrando mal, que no puede hacer lo que hace, y termina por matar a esa conciencia; el arma es el relativismo y el disparo lo recibe él mismo en su propia carne, pero cree estar disparando a Dios porque se aleja de Él, negando su existencia o comportándose como si no existiera.
 
Esa fue precisamente la primera tentación. El demonio no se presentó a Eva invitándola directamente a la rebeldía contra el Señor, a la desobediencia. Fue, como sigue siendo, muy sutil, muy indirecto y sinuoso. Se hizo amigo de ella, hasta que Eva le perdió el miedo y aceptó hablar con él de forma habitual. Eva no se “alejó de la tentación” y esa fue ya la primera victoria del enemigo. Pero eso no era suficiente para que ella pecara. El demonio la rodea con sus preguntas y la conduce hacia donde él quiere, hacia su terreno; toca las fibras más receptivas de su psicología y le hace preguntarse el por qué no puede hacer lo que ella, hasta ese momento, había asumido como algo natural: decidir por sí misma qué es bueno y qué es malo, el relativismo (simbolizado como comer la fruta del árbol de la ciencia del bien y del mal); para Eva, eso no había supuesto un problema nunca y, de repente, empieza a serlo, porque el demonio le hace ver que esa limitación, esa prohibición, va contra sus derechos, la cercena en algo fundamental, la impide ser ella misma, la limita en su realización personal. Por último, viene el golpe de gracia: le ofrece nada menos que la divinidad si cae en la tentación; si desobedece, será “como Dios”; Eva no se había planteado eso nunca, era feliz con lo que tenía –que era nada menos que el Paraíso-, pero ahora, tentada por el maligno, se da cuenta de que es poco, que puede tener más, ser más. Hasta ese momento, Dios era su Señor y su amigo; desde ese instante, es su rival, alguien que pone límites insoportables a su ambición, a su realización. Y entonces convenció a Adán –que fue bastante fácil de convencer- y ambos pecaron.
 
Propósito: Alejarme lo más posible de las tentaciones. Cuidar mi cuerpo para que esté disciplinado. Cuidar mi alma para que no esté tibia, con la oración y con los sacramentos. Aceptar las enseñanzas de la Iglesia, aunque a veces no las entienda o incluso me puedan parecer absurdas por estar pasadas de moda. No dudar del amor de Dios y aceptar en todo momento lo que el Señor me pide, o me prohíbe, como algo que me hace bien y no como algo que me limita o me impide realizarme o me perjudica.
-
(Padre Santiago Martín)
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
No envidies la riqueza ajena, porque de ella no deriva la felicidad.
Cultivarás el amor y el desinterés personal porque, de ese modo, nacerá tu verdadero poder.
Debes de ser discreto; nada se gana explicando nuestros fines a los demás.
Guarda tus secretos solo para aquellos, que te merecen absoluta confianza; de otro modo, estarás desperdiciando tus tesoros.
Procura siempre la serenidad y la confianza en tu espíritu, pues ellas son la llave de la sabiduría.
No hay otro modo de obtener dignidad que comportándose dignamente; si lo haces, serás tú quien domine a tus instintos y no ellos a ti.
Olvídate del orgullo, porque éste es solo obra de personas inseguras de su propio poder.
El sabio no necesita exhibirse porque en ello radica la debilidad y pérdida de poder.
Ayuda mientras puedas, pero no cedas al poder de otros.
Y recuerda, finalmente, que no existe verdadera sabiduría sin bondad.
La felicidad se refleja en una sonrisa.
 
Recordando al Padre Natalio
En el campo de batalla
El Señor te ha regalado la luz de la fe para que la irradies a tu alrededor, con el ejemplo y con la palabra. Cada uno tiene posibilidades distintas, pero no menos importantes aunque parezcan restringidas. Dios ha dispuesto que las almas vayan iluminando otras almas, como si fueran antorchas.
 
El capellán se acercó al soldado herido, en medio del fragor de la batalla, y le preguntó:
—¿Quieres que te lea la Biblia? —Primero dame agua, que tengo sed, dijo el herido.  El capellán le convidó el último trago de su cantimplora, aun sabiendo que el agua distaba kilómetros.
—¿Ahora, puedo leerte la palabra de Dios?, preguntó de nuevo. —Antes dame de comer, suplicó el herido. El capellán le dio el último mendrugo de pan que guardaba en su mochila.
—Tengo frío, fue el siguiente clamor, y el hombre de Dios se despojó de su abrigo de campaña, pese al frío que le calaba los huesos, y cubrió al lesionado.
 —Ahora sí, le dijo al capellán. Habla de ese Dios que te hizo darme tu último trago de agua, tu mendrugo y tu único abrigo. Quiero conocerlo.
 
Un refrán dice “las palabras mueven, pero los ejemplos arrastran”. El poder del testimonio es enorme y decisivo. Las palabras están devaluadas. Nunca el mensaje de Jesús tuvo tanta fuerza como cuando pregonó el amor desde la cruz. Para construir a tu alrededor una civilización del amor aporta cada día gestos de servicio, de humildad y generosidad.
(P. Natalio)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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