martes, 27 de septiembre de 2022

Pequeñas Semillitas 5107

 PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 17 - Número 5107 ~ Martes 27 de Setiembre de 2022
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
Cuando un pájaro está vivo, él come las hormigas, pero cuando muere, son las hormigas las que lo comen a él. El tiempo y circunstancias pueden cambiar en cualquier minuto, por eso, no desvaloricemos nada en nuestra vida. Podemos tener hoy, pero recordemos: el tiempo es mucho más poderoso que cualquiera de nosotros… De un árbol se hace un millón de fósforos, pero basta un fósforo para quemar millones de árboles. ¡Por lo tanto seamos buenos! ¡Hagamos el bien!
El tiempo es como un río: Nunca podremos tocar la misma agua dos veces, porque el agua que ya pasó, nunca pasará nuevamente. Aprovechemos cada minuto de nuestra vida y nunca busquemos buenas apariencias, porque ellas cambian con el tiempo. No busquemos personas perfectas, pues ellas no existen. Mejor busquemos encima de todo a alguien que sepa valorarnos como somos.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Job 3,1-3.11-17.20-23
 
Salmo: Sal 87
 
Santo Evangelio: Lc 9,51-56
Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, Él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén, y envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén. Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?». Pero volviéndose, les reprendió; y se fueron a otro pueblo.
 
Comentario:
Hoy, el Evangelio nos ofrece dos puntos principales para la reflexión personal. En primer lugar, nos dice que «cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén» (Lc 9,51). El verbo que usa san Lucas significa “completar”, “consumar”; Jesús lleva a plenitud el tiempo marcado por el Padre para completar su misión salvífica mediante la crucifixión, muerte y resurrección. Después va a ser glorificado, “llevado al cielo”. Ante esta perspectiva, Jesucristo «tomó la decisión de subir a Jerusalén», es decir la firme decisión de amar al Padre realizando su voluntad redentora. Jesús muere en la cruz diciendo: «Todo está cumplido» (Jn 19,30). El Señor ha vivido para cumplir la voluntad del Padre, y ha mantenido esa actitud de fidelidad hasta la muerte.
Así debemos vivir también nosotros aunque experimentemos en el camino hacia Dios la oposición o el rechazo, el desprecio o la marginación por ser fieles al Señor. Dice el Papa Francisco: «El verdadero progreso de la vida espiritual no consiste en multiplicar los éxtasis, sino en ser capaces de perseverar en los tiempos difíciles: camina, camina, camina; si estás cansado detente un poco y luego vuelve a caminar, con perseverancia».
En segundo lugar, ante el rechazo de los samaritanos, Santiago y Juan quieren hacer descender fuego del cielo (cf. Lc 9,54). El Señor les reprende por su celo indiscreto. Debemos recordar la paciencia que Dios tiene con nosotros, y ser pacientes con nuestros hermanos en su camino hacia Dios, aunque no respondan inmediatamente a su gracia. Dios quiere que todos los hombres se salven y ha entregado a su Hijo único en la cruz por todos. Dios agota todas las posibilidades de acercarse a cada hombre, y espera con paciencia divina el momento en el que cada corazón se abre a su Misericordia.
* Rev. D. Félix LÓPEZ SHM (Alcalá de Henares, España)
 
Santoral Católico:
San Vicente de Paúl
Presbítero y Fundador
Nació en Pouy, distrito de Tarbes (Mediodía-Pirineos, Francia) el año 1581, en el seno de una familia de humildes labriegos. Después de estudiar en Dax, Zaragoza y Toulouse, fue ordenado de sacerdote a los 19 años de edad. Lleno de espíritu sacerdotal, en cualquier persona que sufriera veía el rostro de su Señor. Capturado por los piratas turcos cuando navegaba de Marsella a Narbona, fue vendido como esclavo en Túnez. Liberado y vuelto a su patria, ejerció de párroco en París, entregándose al servicio de los pobres, y, luego, de capellán en las galeras, atendiendo con solicitud a los remeros galeotes. A raíz de sus experiencias como párroco en zonas rurales, fundó la Congregación de la Misión (Padres Paúles), destinada sobre todo al servicio de los campesinos pobres y a la formación del clero. Fundó también, con la colaboración de santa Luisa de Marillac, la Compañía de las Hijas de la Caridad. Murió en París el 27 de septiembre de 1660. León XIII lo proclamó patrono de las obras de caridad.
Oración: Señor, Dios nuestro, que dotaste de virtudes apostólicas a tu presbítero san Vicente de Paúl para que entregara su vida al servicio de los pobres y a la formación del clero, concédenos, te rogamos, que, impulsados por su mismo espíritu, amemos cuanto él amó y practiquemos sus enseñanzas. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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© Directorio Franciscano – ACI Prensa – Catholic.net
 
Palabras de San Vicente de Paúl
“Es preciso que tú y yo tomemos la resolución de no faltar nunca a la oración diaria. Digo: diaria, hijas mías, pero si pudiese, diría: no la dejemos nunca”.
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“Después del soberano amor de Dios, la segunda cosa que Dios les pide, es que se amen mutuamente como hermanas que Él unió con lazos de su amor”.
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“Amemos a Dios, hermanos míos, amemos a Dios, pero que esto sea a costa de nuestros brazos, que esto sea con el sudor de nuestros rostros”.
 
Tema del día:
Cuando todo parece perdido
Cuando todo parece perdido y la esperanza desaparece, búscame. Estoy a tu lado, aunque no me veas.
 
Cuando las lágrimas insistan en caer de tus ojos, acuérdate de la sangre que derramé, para que fueras feliz.
 
Cuando el deseo de morir tome cuenta de tu ser, recuerda que tu muerte será en vano. Yo morí para salvar a los hombres. Yo tengo mi tiempo, yo soy dueño de la vida y de la muerte y sólo morirás en mi tiempo.
 
Cuando todo parezca triste y los desamores, la falta de creencia y las desesperanzas insistan en tomar cuenta de tu corazón, búscame. Nunca abandoné a quien de mí necesita, y no serás tú, que confías en mí, a quien dejaré desamparado.
 
Vamos… ¡Pon una sonrisa en ese rostro! Levanta la cabeza y sigue de frente. Luego, sentirás mi presencia y todo se resolverá.
 
Tristezas no caben en mi mundo. Y si te pruebo en cosas de la vida, es porque sé que tienes fuerza suficiente para enfrentarlas. Yo soy tu Dios, jamás te abandonaré... Por lo tanto hijo, espera y confía... en mi tiempo... Todo lo resolveré. Entrégate a mí sin miedo...
 
Ningún Padre de este mundo abandona a un hijo. Acepta entonces las pruebas a que te someto. Éstas solo servirán para engrandecer tu espíritu y te volverás mensajero de mis palabras y de mis actos en tu vida. ¡Serás testimonio vivo de mi poder, y de mi amor, para aquellos que confían en mí!
 
"Yo soy la luz del mundo, aquel que me siga, jamás andará en las tinieblas."
 
¡Yo te amo!
 
Jesucristo
 
Biblioteca de archivos
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Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
La paciencia es el valor que nos hace como personas: tolerar, comprender, padecer y soportar los contratiempos y las advertencias con fortaleza y por ende sin lamentos; esto es posible porque uno aprende a actuar acorde a cada circunstancia, moderando las palabras y la conducta en esos momentos.
La paciencia es un rasgo de carácter que nos permite pasar por situaciones caóticas sin derrumbarnos, nos permite educar a nuestros hijos sin gritos y aceptar a los compañeros de trabajo sin deprimirnos, entre muchas otras cosas.
Paciencia es la cualidad de tolerar o soportar dolor o dificultades sin quejas. Por otra parte, el no detenerse a considerar las posibilidades reales de éxito, tiempo y esfuerzo que se necesitan para alcanzar un determinado fin, es el principal obstáculo del desarrollo de este valor y se denomina impaciencia. Tan es así, que uno debe moderarse para evitar cargarse de demasiados compromisos que posiblemente no los podrán cumplir.
La paciencia es un ejercicio de amor, fe y humildad que hace crecer a las personas. La paciencia es amarga, pero sus frutos son dulces.
 
Un minuto para volar
Setiembre 27
Adora a Dios. Él es ilimitado, perfectísimo, inteligencia infinita, bondad pura, sin mezcla de imperfección alguna. Él es puro ser, vida plena e inagotable, poder sin límites, belleza que está más allá de toda imaginación. Para expresar que él supera todas las cosas decimos que está “en el cielo”, ya que mirar al cielo nos obliga a ampliar la mirada, a salir de los pequeños límites de nuestra experiencia cotidiana. Por eso le decimos: ¡Señor Dios mío, qué grande eres! ¡Vestido de grandeza y hermosura! (Sal 104,1). Libérate por un momento de las quejas y de los lamentos. Déjate llevar en la contemplación y la alabanza.
(Mons. Víctor M. Fernández)

FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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