jueves, 11 de agosto de 2022

Pequeñas Semillitas 5060

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 17 - Número 5060 ~ Jueves 11 de Agosto de 2022
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
Dicen que antes de entrar en el mar, el río tiembla de miedo. Mira para atrás todo el camino recorrido, las cumbres, las montañas, el largo y sinuoso camino abierto a través de selvas y poblados, y ve frente de sí un océano tan grande, que entrar en él solo puede significar desaparecer para siempre. Pero no hay otra manera, el río no se puede volver. Nadie puede volver. Volver atrás es imposible en la existencia. El río necesita aceptar su naturaleza y entrar en el océano. Solamente entrando en el océano se diluirá el miedo, porque solo entonces sabrá el río que no se trata de desaparecer en el océano, sino en convertirse en océano.
(Khalil Gibran)
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Ez 12,1-12
 
Salmo: Sal 77,56-57.58-59.61-62
 
Santo Evangelio: Mt 18,21—19,1
En aquel tiempo, Pedro preguntó a Jesús: «Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?». Dícele Jesús: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por eso el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía 10.000 talentos. Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le pagase. Entonces el siervo se echó a sus pies, y postrado le decía: «Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré». Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó en libertad y le perdonó la deuda.
»Al salir de allí aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios; le agarró y, ahogándole, le decía: «Paga lo que debes». Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba: «Ten paciencia conmigo, que ya te pagaré». Pero él no quiso, sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo que debía. Al ver sus compañeros lo ocurrido, se entristecieron mucho, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido. Su señor entonces le mandó llamar y le dijo: «Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?». Y encolerizado su señor, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía. Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano».
Y sucedió que, cuando acabó Jesús estos discursos, partió de Galilea y fue a la región de Judea, al otro lado del Jordán.
 
Comentario:
Hoy, preguntar «¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano?» (Mt 18,21), puede significar: —Éstos a quienes tanto amo, los veo también con manías y caprichos que me molestan, me importunan cada dos por tres, no me hablan... Y esto un día y otro día. Señor, ¿hasta cuándo los he de aguantar?
Jesús contesta con la lección de la paciencia. En realidad, los dos colegas coinciden cuando dicen: «Ten paciencia conmigo» (Mt 18,26.29). Mientras la intemperancia del malvado, que ahogaba al otro por poca cosa, le ocasiona la ruina moral y económica, la paciencia del rey, a la vez que salva al deudor, a la familia y sus bienes, engrandece la personalidad del monarca y le genera la confianza de la corte. La reacción del rey, en labios de Jesús, nos recuerda aquello del libro de los Salmos: «Mas el perdón se halla junto a ti, para que seas temido» (Sal 130,4).
Está claro que nos hemos de oponer a la injusticia, y, si es necesario, enérgicamente (soportar el mal sería un indicio de apatía o de cobardía). Pero la indignación es sana cuando en ella no hay egoísmo, ni ira, ni necedad, sino deseo recto de defender la verdad. La auténtica paciencia es la que nos lleva a soportar misericordiosamente la contradicción, la debilidad, las molestias, las faltas de oportunidad de las personas, de los acontecimientos o de las cosas. Ser paciente equivale a dominarse a uno mismo. Los seres susceptibles o violentos no pueden ser pacientes porque ni reflexionan ni son amos de sí mismos.
La paciencia es una virtud cristiana porque forma parte del mensaje del Reino de los cielos, y se forja en la experiencia de que todo el mundo tenemos defectos. Si Pablo nos exhorta a soportarnos los unos a los otros (cf. Col 3,12-13), Pedro nos recuerda que la paciencia del Señor nos da la oportunidad de salvarnos (cf. 2Pe 3,15).
Ciertamente, ¡cuántas veces la paciencia del buen Dios nos ha perdonado en el confesionario! ¿Siete veces? ¿Setenta veces siete? ¡Quizá más!
* Rev. D. Joan BLADÉ i Piñol (Barcelona, España)
 
Santoral Católico:
Santa Clara de Asís
Virgen y Fundadora
Nació en Asís (Italia) el año 1193 en el seno de una familia noble. Cuando san Francisco se convirtió a Dios y empezó a predicar, Clara lo escuchaba a gusto y se entrevistaba con él en secreto. La noche del Domingo de Ramos de 1211 ó 1212, Clara abandonó la casa paterna y se consagró a Dios en la Porciúncula en manos de Francisco. Acto seguido la acompañaron al monasterio de benedictinas de San Pablo de Bastia, de donde pasó más tarde a la iglesia del Santo Ángel de Panzo y luego a San Damián. Pronto la siguieron otras jóvenes, y con ellas, bajo la guía de Francisco, se formó en San Damián, a las afueras de Asís, la comunidad que se convertiría en la Orden de las Clarisas. Allí vivió Clara encerrada, en pobreza, oración y caridad, más de cuarenta años, gran parte de los cuales estuvo postrada en cama. Fue la madre y formadora, con su ejemplo y su palabra, de una gran familia monástica, parte esencial del carisma franciscano. La víspera de su muerte tuvo la alegría de ver aprobada por el Papa su Regla propia. Murió en San Damián el 11 de agosto de 1253, y la canonizó Alejandro IV el 15 de agosto de 1255.
Oración: Oh Dios, que infundiste en santa Clara un profundo amor a la pobreza evangélica, concédenos, por su intercesión, que, siguiendo a Cristo en la pobreza de espíritu, merezcamos llegar a contemplarte en tu reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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© Directorio Franciscano – Aciprensa – Catholic.net
 
Pensamiento del día
“Si queremos que el sol ilumine la estancia de nuestra alma, debemos abrirle la ventana. Esta ventana se llama conversión”
(SAN PABLO VI)
 
Tema del día:
Cómo vivir con la paciencia
El cielo no se gana con sufrimiento, sino con paciencia. Ni los santos, ni los mártires se santificaron con lo que sufrieron, sino a través de la paciencia con que soportaron sus penas. Es decir, que lo que santifica no es tanto lo que se sufre, cuanto el espíritu con que se sufre.
  
Todos sufrimos, y sin embargo no todos somos santos. Es que todos sufrimos, pero no todos sabemos sufrir.
 
Cristo padeció lo indecible, pero lo hizo con un amor infinito, si no hubiera tenido paciencia se hubiera frustrado toda su obra de redención. De manera que el sello irrefutable de su amor en el sacrificio fue, precisamente, su paciencia.
 
Cristo tuvo paciencia para nacer en un miserable establo, paciencia al tener que huir de Herodes, paciencia en la pobreza de su vida entera, paciencia al ser calumniado, paciencia en el instante de la traición, paciencia al ser vendido miserablemente, paciencia ante su juez y acusadores, paciencia en la flagelación y vía crucis, paciencia al ser crucificado y despreciado, porque la paciencia es la señal exterior de que se sufre por verdadero amor.
 
Más vale una hora de paciencia que un día de sufrimiento. El verdadero amor no se manifiesta con besos, cariños, halagos, ni siquiera con pequeñas o grandes atenciones personales. Todo esto puede llegar a ser convencionalismo, buena educación.
 
El amor se conoce si es sincero, teniendo paciencia.
 
Has de tener paciencia de ti mismo, no siempre esto resulta fácil.
 
Has de tener paciencia de los demás y tampoco esto puede hacerse con facilidad.
 
Has de tener paciencia de los fenómenos naturales: frío, calor, vientos, lluvias, etc. todo eso forma tu vida, la existencializa, y, en consecuencia, es así como Dios quiere que vivas.
 
Has de tener paciencia con tus propias limitaciones, trata de superarlas, pero cuando ya te convenzas de que excede algo tu capacidad, quédate tranquilo y ten paciencia.
 
Deja que Dios haga lo que tú no pudiste hacer, pero no dejes hacer a Dios lo que hubieras podido hacer. No pretendas hacer lo que los demás pueden y les corresponde hacer, pero haz tú lo que a ti te corresponde y lo que los demás no alcanzan a hacer.
 
Difundan "Pequeñas Semillitas"
Para los que reciben diariamente “Pequeñas Semillitas” por correo electrónico, va este pedido: les pido por favor que reenvíen nuestros mails diarios a sus amigos y contactos, para que la alegría del Evangelio llegue a muchos corazones más en este mundo que cada día da muestras más evidentes de su necesidad de Dios.
Recuerden, queridos lectores, que, desde el día mismo de nuestro Bautismo, todos somos discípulos y misioneros, y en tal condición tenemos que ayudar a llevar la Palabra y las divinas enseñanzas de Jesús a tantas personas como nos sea posible.
También pueden difundir “Pequeñas Semillitas” a través de las redes sociales en las que estamos presentes, como Facebook, Twitter, etc.
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
¿Por qué Dios ha puesto en el hombre ese deseo tan intenso, si luego resulta que es malo?
Ya hemos dicho que el deseo sexual no es malo de por sí, ni mucho menos. La lujuria -el mal uso del sexo- es una deformación de la legítima apetencia sexual humana, igual que el cáncer de hígado es una alteración del hígado, órgano que nada tiene de innoble. Confundir el deseo sexual con la lujuria sería como confundir un órgano con el tumor que lo está destruyendo.
De la misma manera que un tumor destruye un órgano cuando sus propias células tienen un desarrollo ajeno a su función natural, puede decirse que la búsqueda del placer sexual fuera de sus leyes naturales produce una alteración en la función sexual natural del hombre.
Las grandes energías (como el impulso sexual, sin el que la persona no puede madurar como tal), si se desconectan de su unidad humana originaria, pueden desplegar un gran poder de destrucción. La sexualidad bien vivida en el matrimonio es algo estupendo, pero fuera de sus límites naturales es algo realmente peligroso: igual que es estupendo hacer fuego un día de invierno en la chimenea, pero es peligroso encenderlo encima de la moqueta o del sofá.
(Alfonso Aguiló)
 
Un minuto para volar
Agosto 11
No hay una sola forma de ser cristiano. Hay muchas formas de vivir la fe, y cada una tiene su propio estilo de ser santo. Entonces ya no te sientas culpable porque no eres como tal persona o como aquel ser ejemplar, no te sientas un miserable porque tu vida es diferente a la de esa persona que admiras. El Señor espera que encuentres tu propia manera de vivir a fondo el Evangelio. No será peor que otra, solo será distinta, única, irrepetible. No rechazarás nada del Evangelio, pero lo vivirás de un modo diferente y original. Porque hay un proyecto del amor de Dios que tiene solo para ti.
(Mons. Víctor M. Fernández)

FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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1 comentario:

  1. Agradecemos las oraciones por Julio Alberto PÉREZ ,argentino de ciudad de Buenos Aires.
    Se recupera de su operación de arteria coronaria .
    Gracias seguimos unidos en la oración por su pronto restablecimiento

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