martes, 31 de mayo de 2022

Pequeñas Semillitas 5007

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 17 - Número 5007 ~ Martes 31 de Mayo de 2022
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
Préstame, Madre, tus ojos, para con ellos mirar, porque si por ellos miro, nunca volveré a pecar.
Préstame, Madre, tus labios, para con ellos rezar, porque si con ellos rezo, Jesús me podrá escuchar.
Préstame, Madre, tu lengua, para poder comulgar, pues es tu lengua patena de amor y de santidad.
Préstame, Madre, tus brazos, para poder trabajar, que así rendirá el trabajo una y mil veces más.
Préstame, Madre, tu manto, para cubrir mi maldad, pues cubierto con tu manto al Cielo he de llegar.
Préstame, Madre a tu Hijo, para poderlo yo amar, si Tú me das a Jesús, ¿qué más puedo yo desear?
Y esa será mi dicha por toda la eternidad.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Sofonías 3,14-18
 
Salmo: Is 12,2-3.4bcd.5-6
 
Santo Evangelio: Lc 1,39-56
En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».
Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como había anunciado a nuestros padres- en favor de Abraham y de su linaje por los siglos». María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.
 
Comentario:
Hoy contemplamos el hecho de la Visitación de la Virgen María a su prima Isabel. Tan pronto como le ha sido comunicado que ha sido escogida por Dios Padre para ser la Madre del Hijo de Dios y que su prima Isabel ha recibido también el don de la maternidad, marcha decididamente hacia la montaña para felicitar a su prima, para compartir con ella el gozo de haber sido agraciadas con el don de la maternidad y para servirla.
El saludo de la Madre de Dios provoca que el niño, que Isabel lleva en su seno, salte de entusiasmo dentro de las entrañas de su madre. La Madre de Dios, que lleva a Jesús en su seno, es causa de alegría. La maternidad es un don de Dios que genera alegría. Las familias se alegran cuando hay un anuncio de una nueva vida. El nacimiento de Cristo produce ciertamente «una gran alegría» (Lc 2,10).
A pesar de todo, hoy día, la maternidad no es valorada debidamente. Frecuentemente se le anteponen otros intereses superficiales, que son manifestación de comodidad y de egoísmo. Las posibles renuncias que comporta el amor paternal y maternal, asustan a muchos matrimonios que, quizá por los medios que han recibido de Dios, debieran ser más generosos y decir “sí” más responsablemente a nuevas vidas. Muchas familias dejan de ser “santuarios de la vida”. El Papa San Juan Pablo II constata que la anticoncepción y el aborto «tienen sus raíces en una mentalidad hedonista e irresponsable respecto a la sexualidad y presuponen un concepto egoísta de la libertad, que ve en la procreación un obstáculo al desarrollo de la propia personalidad».
Isabel, durante cinco meses, no salía de casa, y pensaba: «Esto es lo que ha hecho por mí el Señor» (Lc 1,25). Y María decía: «Engrandece mi alma al Señor (...) porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava» (Lc 1,46.48). La Virgen María e Isabel valoran y agradecen la obra de Dios en ellas: ¡la maternidad! Es necesario que los católicos reencuentren el significado de la vida como un don sagrado de Dios a los seres humanos.
* Mons. F. Xavier CIURANETA i Aymí Obispo Emérito de Lleida (Lleida, España)
 
Santoral Católico:
La Visitación de la Virgen María
Esta fiesta mariana celebra el episodio narrado por el evangelista san Lucas: Lc 1,39-56. En la Anunciación, el ángel dijo a María que su pariente Isabel estaba en el sexto mes de embarazo. Días después, María marchó presurosa de Nazaret a una ciudad de la montaña de Judá, Ain Karem, entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Cuando ésta oyó el saludo de María, saltó de gozo el hijo que llevaba en su seno y, llena de Espíritu Santo, dijo a María: «Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre. Dichosa tú que has creído». María le respondió con las palabras que conocemos como el Magníficat: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador...». María permaneció con Isabel unos tres meses y luego se volvió a Nazaret.
Oración: Dios todopoderoso, tú que inspiraste a la Virgen María, cuando llevaba en su seno a tu Hijo, el deseo de visitar a su prima Isabel, concédenos, te rogamos, que, dóciles al soplo del Espíritu, podamos, con María, cantar tus maravillas durante toda nuestra vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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© Directorio Franciscano – Aciprensa – Catholic.net
 
Pensamiento del día
“María es dichosa porque escuchó la palabra de Dios y la cumplió; llevó en su seno el cuerpo de Cristo, pero más aún: guardó en su mente la verdad de Cristo”
(SAN AGUSTÍN)
 
Tema del día:
Reflexiones sobre la Visitación
El evangelio de San Lucas nos narra el Anuncio del ángel a María como "de puntillas", con gran respeto, venerando a los protagonistas de este diálogo único. Hoy, sin embargo, asistimos a aquella "segunda anunciación". La que el Espíritu Santo revela a santa Isabel en el momento de reconocer en María a la Madre de su Señor.
 
Estas dos mujeres viven y comparten el mayor secreto que pueda Dios comunicar a los hombres, y lo hacen con una naturalidad sorprendente. Por su parte, María, la llena de gracia, no sólo no se queda ociosa en su casa. Ser Madre de Dios no desdice un ápice de su condición de mujer humilde, de modo que va en ayuda de su prima. Por su parte, Isabel anuncia, inspirada por el Espíritu, una gran verdad: la felicidad está en el creer al Señor.
 
Cuando alguien se profesa cristiano, su fe y su vida; lo que cree y cómo lo vive, son dos esferas que están íntimamente unidas. Quien piense que "creer" es sólo profesar un credo religioso, adherir a una religión o a unos dogmas, quizás tiene una pobre visión del término. Porque cuando se cree de verdad se empieza a gustar las delicias con que Dios regala a las almas que le buscan con sinceridad.
 
La pedagogía de Dios es tan sabia, que sabe impulsarnos, dándonos a saborear su felicidad, -que es inmensa e incomparable-, cuando somos fieles. Es un gozo que, sin casi quererlo, nos lleva a más, nos invita a entregarnos con más generosidad a la realización de un plan que va más allá de nuestra visión humana. Isabel reconoce en su prima esa felicidad porque ha creído, pero además porque, en consecuencia, su vida ya no respondía a un plan trazado por ella, sino por su Señor. Ella estaba también encinta ¿por qué era necesario un viaje en las condiciones de aquel tiempo...?
 
Preguntémonos, si hoy queremos ser felices, ¿cómo va mi fe en la presencia de Dios en mi vida? Si lucho por aceptarla y vivirla ya tengo el primer requisito para mi felicidad. Aunque tenga que trabajar y sufrir, sabré en todo momento que Dios está a mi lado, como lo estuvo de María y de Isabel.
 
Reflexión del Papa Francisco
 
Este episodio nos muestra ante todo la comunicación como un diálogo que se entrelaza con el lenguaje del cuerpo. En efecto, la primera respuesta al saludo de María la da el niño saltando gozosamente en el vientre de Isabel. Exultar por la alegría del encuentro es, en cierto sentido, el arquetipo y el símbolo de cualquier otra comunicación que aprendemos incluso antes de venir al mundo. El seno materno que nos acoge es la primera “escuela” de comunicación, hecha de escucha y de contacto corpóreo, donde comenzamos a familiarizarnos con el mundo externo en un ambiente protegido y con el sonido tranquilizador del palpitar del corazón de la mamá.
 
Después de llegar al mundo, permanecemos en un “seno”, que es la familia. Un seno hecho de personas diversas en relación; la familia es el “lugar donde se aprende a convivir en la diferencia”: diferencias que comunican antes que nada porque se acogen mutuamente, porque entre ellos existe un vínculo. Y cuanto más amplio es el abanico de estas relaciones y más diversas son las edades, más rico es nuestro ambiente de vida.  (Mensaje de S.S. Francisco, 23 de enero de 2015).
 
Que, en la celebración de esta fiesta, nuestro propósito sea vivir hoy con la resolución de servir, por amor, a las personas con las que convivo.
(Por: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net)
 
Biblioteca de archivos
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Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
Este domingo pasado hemos celebrado la Ascensión de Jesús al cielo. ¿Misterio glorioso? Lo cantamos con muchos aleluyas, ¡Y es un misterio de despedida! Se va el Médico y queda el enfermo; se va el Padre... ¿Por qué da alegría? ¿Por la entrada triunfal en el cielo? San Ignacio no dice nada de esto... ¿Es fantasía? Tenemos tres cosas: Hubo una colina; hubo una nube y hubo una palabra.
Una colina. ¿Por qué? ¿Para ver mejor el cielo? No: ¡Para ver mejor la tierra!
Nuestro Señor quiso llevar a sus discípulos a la colina para mostrarles mejor la tierra... La nube vino a tapar el cielo y luego ¡La palabra! ¡Basta de tonterías! ¿Qué significa eso? Bajen a la ciudad.
Y en el momento en que se queda invisible, les dice: "He aquí que estoy con vosotros" (Mt 28,20). Éste es el nacimiento de la Iglesia, cuando la presencia del Señor se tornó invisible y universal.
Vuelven a la ciudad para encontrar a Nuestro Señor en todos los caminos de la tierra. Cuando estaba visible, había que buscarlo solamente allí. Ahora está en todas partes.
Por tu admirable ascensión, ¡Escúchanos, Señor, te rogamos! Comenzaba la vida de la fe y la vida de la Iglesia. Debemos hacer de la tierra una casa digna de los hombres para que sea digna de Dios.
(San Alberto Hurtado)
 
Un minuto para volar
Mayo 31
Nadie te pide que de repente tengas una fe inmensa, lo importante es que desees que tu fe vaya creciendo, como sea. Deja que tu fe se vaya haciendo más firme. No esperes cambios deslumbrantes, pero permite que cada día vaya entrando un poquito más de luz. Como decía san Agustín: “es como si uno se cura los ojos de una vieja ceguera y empieza a ver un poquito de luz, y el segundo día un poco más, y el tercero más todavía”. No significa que hay más luz, porque la luz infinita siempre estuvo allí. Lo que ocurre es que tus ojos se van sanando y abriendo más y más.
(Mons. Víctor M. Fernández)

FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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