PEQUEÑAS SEMILLITAS Año
17 - Número 5002 ~ Jueves 26 de Mayo de 2022Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina) ¡Alabado sea Jesucristo!
Una cosa es tener conocimientos y otra es poseer sabiduría. Las puertas
del conocimiento son la investigación y el análisis.
Una de las puertas de la sabiduría es la meditación. Quien reflexiona
profundamente sobre lo que él es y sobre lo que debe ser, comienza a entrar al
palacio de la sabiduría.
Quien contempla los acontecimientos conflictivos y mantiene el equilibrio
mental y emocional, se está iniciando en la sabiduría.
Sabio es quien logra ser veraz, quien se gobierna a sí mismo y quien se
integra con amor a sus semejantes.
La meditación de la Palabra de Dios nos lleva a saber quién es Dios,
cuánto nos ama y cuál es nuestro compromiso con Él, comienzo de la sabiduría
superior.
La Palabra de Dios Lecturas del día ♡ Primera Lectura: Hch 18,1-8
♡ Salmo: Sal 97,1-2ab.2cd-3ab.3cd-4
♡ Santo Evangelio: Jn 16,16-20
En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Dentro de poco ya no
me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver». Entonces algunos de sus
discípulos comentaron entre sí: «¿Qué es eso que nos dice: ‘Dentro de poco ya
no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver’ y ‘Me voy al Padre’?». Y
decían: «¿Qué es ese ‘poco’? No sabemos lo que quiere decir». Se dio cuenta
Jesús de que querían preguntarle y les dijo: «¿Andáis preguntándoos acerca de
lo que he dicho: ‘Dentro de poco no me veréis y dentro de otro poco me
volveréis a ver?’. En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis,
y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá
en gozo».
♡ Comentario:
Hoy contemplamos de nuevo la Palabra de Dios con la ayuda del evangelista
Juan. En estos últimos días de Pascua sentimos una inquietud especial por hacer
nuestra esta Palabra y entenderla. La misma inquietud de los primeros
discípulos, que se expresa profundamente en las palabras de Jesús —«Dentro de
poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver» (Jn 16,16)—
concentra la tensión de nuestras inquietudes de fe, de búsqueda de Dios en
nuestra vida cotidiana.
Los cristianos de hoy sentimos la misma urgencia que los cristianos del
primer siglo. Queremos ver a Jesús, necesitamos experimentar su presencia en
medio de nosotros, para reforzar nuestra fe, esperanza y caridad. Por esto, nos
provoca tristeza pensar que Él no esté entre nosotros, que no podamos sentir y
tocar su presencia, sentir y escuchar su palabra. Pero esta tristeza se
transforma en alegría profunda cuando experimentamos su presencia segura entre
nosotros.
Esta presencia, así nos lo recordaba San Juan Pablo II en su última Carta
encíclica Ecclesia de Eucharistia, se concreta —específicamente— en la
Eucaristía: «La Iglesia vive de la Eucaristía. Esta verdad no expresa solamente
una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en síntesis el núcleo del
misterio de la Iglesia. Ésta experimenta con alegría cómo se realiza
continuamente, en múltiples formas, la promesa del Señor: ‘He aquí que yo estoy
con vosotros todos los días hasta el fin del mundo’ (Mt 28,20). (...) La
Eucaristía es misterio de fe y, al mismo tiempo, “misterio de luz”. Cada vez
que la Iglesia la celebra, los fieles pueden revivir de algún modo la
experiencia de los dos discípulos de Emaús: 'Entonces se les abrieron los ojos
y le reconocieron' (Lc 24,31)».
Pidamos a Dios una fe profunda, una inquietud constante que se sacie en la
fuente eucarística, escuchando y entendiendo la Palabra de Dios; comiendo y
saciando nuestra hambre en el Cuerpo de Cristo. Que el Espíritu Santo llene de
luz nuestra búsqueda de Dios.
* Rev. D. Joan Pere PULIDO i Gutiérrez Secretario del obispo de Sant Feliu
(Sant Feliu de Llobregat, España)
Santoral Católico: San Felipe NeriPresbítero. Apóstol de Roma Nació en Florencia el año 1515 y pronto marchó a
Roma. Estudió filosofía y teología y fue preceptor de los hijos de una familia acomodada.
Crecía su vida interior y su dedicación al apostolado y a las obras de caridad.
En 1548 fundó una cofradía asistencial. Impulsado por su director espiritual y
superada su propia humildad, por fin se ordenó de sacerdote en 1551. Fundó la
Congregación del Oratorio para sacerdotes seculares dedicados a la predicación
y al confesionario. Se dedicó en especial al cuidado de los jóvenes y los
niños, en los que, con su estilo de vida, su bondad, su alegría y demás
virtudes no menos simpáticas que exigentes, ejerció una gran influencia. Fundó
también una asociación para atender a los pobres. Su celebración de la misa era
una singular experiencia mística, tenía una capacidad extraordinaria para el
contacto humano y popular, promovió nuevas formas de catequesis, arte y
cultura, difundía en torno a sí una alegría que brotaba de su unión con Dios y
de su buen humor. Fue gran amigo de san Carlos Borromeo y del capuchino san
Félix de Cantalicio. Murió en Roma el 26 de mayo de 1595.
Oración: Señor Dios,
que no cesas de enaltecer a tus siervos con la gloria de la santidad,
concédenos que el Espíritu Santo nos encienda con aquel mismo fuego con que
abrasó el corazón de san Felipe Neri. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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© Directorio Franciscano – Aciprensa – Catholic.net
Pensamiento del día “El hombre busca la felicidad, pero nada de este
mundo puede dársela. La felicidad es el fruto sobrenatural de la presencia de
Dios en el alma. Es la felicidad de los santos. Ellos la viven en las más
adversas circunstancias y nada ni nadie se la puede quitar”
(SAN FELIPE NERI)
Historias: Pide la luna y consíguela Desde que crecí y empecé a ganarme la vida tuve
debilidad por los chicos sin bicicletas.
Cuando tenía veinte años, vivía al lado de mi casa un chico al que le
tenía cariño y sus padres no podían comprarle una bicicleta.
De manera que un sábado fui al comercio y me
gasté medio sueldo: veinticinco dólares, por una sorpresa. Tendrían que haber
visto a ese chico a los saltos: fue mi amigo para toda la vida.
Pero este no es el final de la historia. A lo largo de los años, mientras ahorraba
dinero y mejoraba mi situación económica, regalaba una bicicleta tras otra, que
fueron alrededor de cien en total.
Hasta 1977. Ese año me propuse encontrar una
manera de iluminar la vida de los chicos necesitados de Minneapolis. Decidí
hacer una fiesta de Navidad para ellos: una fiesta para más de mil chicos
pobres de todas las razas que nunca hubieran tenido una bicicleta. Les serviría
refrescos en un gran salón, les diría que podían tener éxito, como me había
ocurrido a mí. Les daría dólares de plata, símbolo de un futuro más próspero. Y
les regalaría bicicletas: una brillante bicicleta nueva para todos y cada uno
de esos chicos.
Mis asistentes y yo escondimos los rodados
detrás de un telón gigantesco. Cuando la celebración llegó a su apogeo, el
telón se levantó. Deberían haber oído los suspiros, los gritos, los vivas, los
chillidos de alegría cuando los chicos vieron mil bicicletas flamantes
prolijamente estacionadas en hileras.
Luego se precipitaron sobre ellas, tocándolas,
sentándose, manejándolas felices.
Como Martin Luther King, yo también tengo un
sueño. Me gustaría dar otra fiesta de bicicletas antes de morir, pero ésta en
algún país de Medio Oriente. Invitaría a
niños de Israel, Egipto, Irán, Siria, Líbano y otros países de esa región del
ojo por ojo, que alimenta tanta desconfianza y terrorismo. Habría regalos,
juegos y una bicicleta para cada chico; pero el mejor regalo sería la
demostración de la hermandad entre los niños. La relación entre niños judíos y
árabes determinará el tipo de Medio Oriente que surja en la próxima generación.
Una fiesta así implicaría difíciles
negociaciones y sería muy difícil de organizar sin incidentes. Tendría que
bregar mucho y preguntar mucho para lograrlo, pero estoy más que dispuesto. En
realidad, estoy decidido.
¿Por qué? Porque sé lo que es crecer en un mundo
de pobreza, desconfianza, prejuicios y dolor.
Una vez pedí trabajo como lustrabotas y me
rechazaron. Tenía nueve años cuando el aristocrático Club Miscowaubik estaba
buscando un chico para lustrar zapatos a un níquel el par. Mi madre me vistió
con mis mejores ropas. Recuerdo que papá también se puso sus mejores ropas para
llevarme allí. Fuimos en su carro de basura tirado por caballos. Recuerdo
todavía hoy lo nervioso que me sentía, sentado a su lado en el alto asiento de
madera.
No hablamos mucho y a menudo me he preguntado si
ese día él no estaría silencioso porque sospechaba lo que podía ocurrir cuando
llamamos a la puerta del club. Sus miembros eran las familias más ricas de la
ciudad, los capitanes y lugartenientes de la Compañía de Minas de Cobre Calunet
y Hecia. Hasta el nombre de la empresa me intimidaba y me infundía respeto.
Mientras estaba en el asiento de madera junto a
mi padre, sacudiéndome de arriba abajo, divisé el Club Miscowaubik. Era impresionante pero elegante. Mi padre
esperó mientras caminaba hacia la gran puerta de entrada; recuerdo la manija de
bronce. Con el corazón que se me salía del pecho y grandes esperanzas, golpeé.
La puerta se abrió y un hombre bien vestido,
probablemente el administrador, me miró. No me invitó a pasar. Sólo me preguntó
qué quería.
- Me llamo Percy Ross y me enteré de que
necesitaban a alguien para lustrar zapatos - le dije.
- No necesitamos chicos como tú - respondió con
voz helada.
Las palabras me golpearon como una tonelada de
ladrillos. Atontado, volví al carro y el caballo. Mi padre estaba tan callado,
tan callado... No sabía qué pensar en ese momento.
¿Por qué me había rechazado? Tal vez porque era
judío. Tal vez porque venía del otro mundo: pintadas en grandes letras en el
costado de la carreta de mi padre se leían las palabras "W. M. ROSS -
BASURERO".
Al volver a casa, las herraduras del caballo que
repiqueteaban sobre la calle eran como ladrillos contra mi alma.
- ¿Por qué no me dejó pasar? ¿Qué tipo de chico
soy? - le pregunté a mi padre.
Mi padre no tenía respuesta. Recuerdo que lloré
todo el camino de vuelta. He tenido muchos otros rechazos, desilusiones y
humillaciones en mi vida, pero la herida que recibí ese día todavía me duele.
Esa herida es la que encendió el sueño de hacer una fiesta de bicicletas en
Medio Oriente.
Voy a dar esa fiesta con la esperanza, por débil
que sea, de un mundo sin odio, miedo, opresión o renuncias.
Me parece que puede cambiar las cosas.
(Percy Ross)
Mensaje de María Reina de la Paz Mensaje de María Reina de la Paz del
25 de mayo de 2022
"¡Queridos hijos! Los miro y doy gracias a Dios por cada uno de
ustedes, porque Él me ha permitido estar todavía con ustedes, para animarlos a
la santidad. Hijitos, la paz está deteriorada y Satanás quiere la tribulación.
Por lo tanto, que su oración sea aún más fuerte a fin de que todo espíritu
impuro de división y de guerra sea silenciado. Sean constructores de paz y
portadores de la alegría del Resucitado en ustedes y a su alrededor, para que
el bien triunfe en cada hombre. ¡Gracias por haber respondido mi llamado!"
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas” La oración del Rosario es, después de la sagrada liturgia de la
Eucaristía, la que mejor nos introduce en el misterio íntimo de la Santísima
Trinidad y de la Eucaristía, y la que mejor nos ayuda a vivir la fe, la
esperanza y la caridad. Es el pan espiritual de las almas. El que no ora, se
seca y muere. Es en la oración donde encontramos a Dios y es en este encuentro
donde Él nos comunica la fe, la esperanza y la caridad, virtudes sin las cuales
no podremos llegar al Cielo.
El Rosario es la oración de los pobres y de los ricos, de los sabios y de
los ignorantes: quitar esta devoción a las almas es quitarles el pan espiritual
de cada día. Es ella la que mantiene la pequeña llama de la fe que aún no se
apaga en muchas conciencias. Incluso para aquellas almas que lo rezan sin
meditar, el simple hecho de tomar su Rosario para rezar ya es recordar a Dios y
lo sobrenatural. El simple recordatorio de los misterios en cada decena es más
que un rayo de luz para sostener la mecha que aún humea en las almas.
¡Por eso el demonio le hizo semejante guerra! (…) Tengo una gran esperanza
de que no esté lejos el día en que la oración del santo Rosario sea declarada
oración litúrgica. Sí, porque forma parte integral de la sagrada liturgia
eucarística. Oremos, trabajemos, sacrifiquémonos y tengamos confianza: “¡al
final, mi Corazón Inmaculado triunfará!”.
Un minuto para volar Mayo 26
El vino bueno, añejo y corpulento, se ha logrado con
el paso de los años. Eso ocurre también con las cosas realmente valiosas, en tu
vida. Por eso es tan importante no estar cambiando de actividad
permanentemente. Es mejor perseverar mucho tiempo en algunos grandes objetivos.
El tiempo hará que valga la pena. En cambio, de todo lo que empieces y
abandones, rápidamente no quedará ni siquiera un buen recuerdo.
(Mons. Víctor
M. Fernández)
La Palabra de Dios
Santoral Católico:
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Un minuto para volar
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