PEQUEÑAS SEMILLITAS Año 17 - Número 4962 ~ Domingo 10 de Abril
de 2022Desde la ciudad de Córdoba (Argentina) Alabado sea
Jesucristo…
Venid, subamos juntos al
monte de los Olivos y salgamos al encuentro de Cristo, que vuelve hoy desde
Betania, y que se encamina por su propia voluntad hacia aquella venerable y
bienaventurada pasión, para llevar a término el misterio de nuestra salvación.
Viene, en efecto,
voluntariamente hacia Jerusalén, el mismo que, por amor a nosotros, bajó del
cielo para exaltarnos con él, como dice la Escritura, por encima de todo
principado, potestad, virtud y dominación, y de todo ser que exista, a nosotros
que yacíamos postrados.
Aclamémoslo también
nosotros, como hacían los niños, agitando los ramos espirituales del alma y
diciéndole un día y otro: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor, el rey de
Israel!
La Palabra de
Dios Lecturas del día ♡ Primera Lectura: Is 50,4-7
♡ Salmo: Sal 21,2a.8-9.17-18a.19-20.23-24
♡ Segunda Lectura: Flp 2,6-11
♡ Santo Evangelio: Lc 22,14—23,56
Llegada la hora, se
sentó Jesús con sus discípulos, y les dijo: «He deseado enormemente comer esta
comida pascual con vosotros antes de padecer, porque os digo que ya no la
volveré a comer hasta que se cumpla en el Reino de Dios». Y tomando una copa,
dio gracias y dijo: «Tomad esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que
no beberé desde ahora del fruto de la vid hasta que venga el Reino de Dios».
Y tomando pan, dio
gracias; lo partió y se lo dio diciendo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por
vosotros; haced esto en memoria mía». Después de cenar, hizo lo mismo con la
copa diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza sellada con mi sangre, que se
derrama por vosotros. Pero mirad: la mano del que me entrega está con la mía en
la mesa. Porque el Hijo del Hombre se va según lo establecido; pero ¡ay de ése
que lo entrega!».
Ellos empezaron a
preguntarse unos a otros quién de ellos podía ser el que iba a hacer eso. Los
discípulos se pusieron a disputar sobre quién de ellos debía ser tenido como el
primero. Jesús les dijo: «Los reyes de los gentiles los dominan y los que
ejercen la autoridad se hacen llamar bienhechores. Vosotros no hagáis así, sino
que el primero entre vosotros pórtese como el menor, y el que gobierne, como el
que sirve. Porque, ¿quién es más, el que está en la mesa o el que sirve?,
¿verdad que el que está en la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el
que sirve. Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas, y
yo os transmito el Reino como me lo transmitió mi Padre a mí: comeréis y
beberéis a mi mesa en mi Reino, y os sentaréis en tronos para regir a las doce
tribus de Israel».
Y añadió: «Simón, Simón,
mira que Satanás os ha reclamado para cribaros como trigo. Pero yo he pedido
por ti para que tu fe no se apague. Y tú, cuando te recobres, da firmeza a tus
hermanos». Él le contestó: «Señor, contigo estoy dispuesto a ir incluso a, la
cárcel y a la muerte». Jesús le replicó: «Te digo, Pedro, que no cantará hoy el
gallo antes que tres veces hayas negado conocerme».
Y dijo a todos: «Cuando
os envié sin bolsa ni alforja, ni sandalias, ¿os faltó algo?». Contestaron:
«Nada». Él añadió: «Pero ahora, el que tenga bolsa que la coja, y lo mismo la
alforja; y el que no tiene espada que venda su manto y compre una. Porque os
aseguro que tiene que cumplirse en mí lo que está escrito: ‘Fue contado con los
malhechores’. Lo que se refiere a mí toca a su fin». Ellos dijeron: «Señor, aquí
hay dos espadas». Él les contestó: «Basta».
Y salió Jesús como de
costumbre al monte de los Olivos, y lo siguieron los discípulos. Al llegar al
sitio, les dijo: «Orad, para no caer en la tentación». Él se arrancó de ellos,
alejándose como a un tiro de piedra y arrodillado, oraba diciendo: «Padre, si
quieres, aparta de mí ese cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la
tuya». Y se le apareció un ángel del cielo que lo animaba. En medio de su
angustia oraba con más insistencia. Y le bajaba el sudor a goterones, como de
sangre, hasta el suelo. Y, levantándose de la oración, fue hacia sus
discípulos, los encontró dormidos por la pena, y les dijo: «¿Por qué dormís?
Levantaos y orad, para no caer en la tentación».
Todavía estaba hablando,
cuando aparece gente: y los guiaba el llamado Judas, uno de los Doce. Y se
acercó a besar a Jesús. Jesús le dijo: «Judas, ¿con un beso entregas al Hijo
del Hombre?». Al darse cuenta los que estaban con él de lo que iba a pasar,
dijeron: «Señor, ¿herimos con la espada?». Y uno de ellos hirió al criado del
Sumo Sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Jesús intervino diciendo:
«Dejadlo, basta». Y, tocándole la oreja, lo curó. Jesús dijo a los sumos
sacerdotes y a los oficiales del templo, y a los ancianos que habían venido contra
Él: «¿Habéis salido con espadas y palos a la caza de un bandido? A diario
estaba en el templo con vosotros, y no me echasteis mano. Pero ésta es vuestra
hora: la del poder de las tinieblas».
Ellos lo prendieron, se
lo llevaron y lo hicieron entrar en casa del sumo sacerdote. Pedro lo seguía
desde lejos. Ellos encendieron fuego en medio del patio, se sentaron alrededor
y Pedro se sentó entre ellos. Al verlo una criada sentado junto a la lumbre, se
le quedó mirando y le dijo: «También éste estaba con Él». Pero él lo negó
diciendo: «No lo conozco, mujer». Poco después lo vio otro y le dijo: «Tú
también eres uno de ellos». Pedro replicó: «Hombre, no lo soy». Pasada cosa de
una hora, otro insistía: «Sin duda, también éste estaba con Él, porque es
galileo». Pedro contestó: «Hombre, no sé de qué hablas». Y estaba todavía
hablando cuando cantó un gallo. El Señor, volviéndose, le echó una mirada a
Pedro, y Pedro se acordó de la palabra que el Señor le había dicho: «Antes de
que cante hoy el gallo, me negarás tres veces». Y, saliendo afuera, lloró
amargamente.
Y los hombres que
sujetaban a Jesús se burlaban de Él dándole golpes. Y, tapándole la cara, le
preguntaban: «Haz de profeta: ¿quién te ha pegado?». Y proferían contra Él
otros muchos insultos.
Cuando se hizo de día,
se reunió el senado del pueblo, o sea, sumos sacerdotes y letrados, y,
haciéndole comparecer ante su Sanedrín, le dijeron: «Si tú eres el Mesías,
dínoslo». Él les contestó: «Si os lo digo, no lo vais a creer; y si os pregunto
no me vais a responder. Desde ahora el Hijo del Hombre estará sentado a la
derecha de Dios todopoderoso». Dijeron todos: «Entonces, ¿tú eres el Hijo de
Dios?». Él les contestó: «Vosotros lo decís, yo lo soy». Ellos dijeron: «¿Qué
necesidad tenemos ya de testimonios? Nosotros mismos lo hemos oído de su boca».
El senado del pueblo, o
sea, sumos sacerdotes y letrados, se levantaron y llevaron a Jesús a presencia
de Pilato. Y se pusieron a acusarlo diciendo: «Hemos comprobado que éste anda
amotinando a nuestra nación, y oponiéndose a que se paguen tributos al César, y
diciendo que Él es el Mesías rey». Pilato preguntó a Jesús: «¿Eres tú el rey de
los judíos?». Él le contestó: «Tú lo dices». Pilato dijo a los sumos sacerdotes
y a la turba: «No encuentro ninguna culpa en este hombre». Ellos insistían con
más fuerza diciendo: «Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde
Galilea hasta aquí». Pilato, al oírlo, preguntó si era galileo; y al enterarse
que era de la jurisdicción de Herodes se lo remitió. Herodes estaba
precisamente en Jerusalén por aquellos días.
Herodes, al ver a Jesús,
se puso muy contento; pues hacía bastante tiempo que quería verlo, porque oía
hablar de Él y esperaba verlo hacer algún milagro. Le hizo un interrogatorio
bastante largo; pero Él no le contestó ni palabra. Estaban allí los sumos
sacerdotes y los letrados acusándolo con ahínco. Herodes, con su escolta, lo
trató con desprecio y se burló de Él; y, poniéndole una vestidura blanca, se lo
remitió a Pilato. Aquel mismo día se hicieron amigos Herodes y Pilato, porque
antes se llevaban muy mal.
Pilato, convocando a los
sumos sacerdotes, a las autoridades y al pueblo, les dijo: «Me habéis traído a
este hombre, alegando que alborota al pueblo; y resulta que yo le he
interrogado delante de vosotros, y no he encontrado en este hombre ninguna de
las culpas que le imputáis; ni Herodes tampoco, porque nos lo ha remitido: ya
veis que nada digno de muerte se le ha probado. Así que le daré un escarmiento
y lo soltaré». Por la fiesta tenía que soltarles a uno. Ellos vociferaron en
masa diciendo: «¡Fuera ése! Suéltanos a Barrabás». A éste lo habían metido en
la cárcel por una revuelta acaecida en la ciudad y un homicidio. Pilato volvió
a dirigirles la palabra con intención de soltar a Jesús. Pero ellos seguían
gritando: «¡Crucifícalo, crucifícalo!». Él les dijo por tercera vez: «Pues,
¿qué mal ha hecho éste? No he encontrado en Él ningún delito que merezca la
muerte. Así es que le daré un escarmiento y lo soltaré». Ellos se le echaban
encima pidiendo a gritos que lo crucificara; e iba creciendo el griterío.
Pilato decidió que se cumpliera su petición: soltó al que le pedían (al que
había metido en la cárcel por revuelta y homicidio), y a Jesús se lo entregó a
su arbitrio.
Mientras lo conducían,
echaron mano de un cierto Simón de Cirene, qué volvía del campo, y le cargaron
la cruz para que la llevase detrás de Jesús. Lo seguía un gran gentío del
pueblo, y de mujeres que se daban golpes y lanzaban lamentos por Él. Jesús se
volvió hacia ellas y les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad
por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que llegará el día en que
dirán: ‘Dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los
pechos que no han criado’. Entonces empezarán a decirles a los montes:
‘Desplomaos sobre nosotros’, y a las colinas: ‘Sepultadnos’; porque si así
tratan al leño verde, ¿qué pasará con el seco?».
Conducían también a
otros dos malhechores para ajusticiarlos con Él. Y cuando llegaron al lugar
llamado "La Calavera", lo crucificaron allí, a Él y a los
malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: «Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen». Y se repartieron sus ropas,
echándolas a suerte. El pueblo estaba mirando. Las autoridades le hacían muecas
diciendo: «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si Él es el Mesías de
Dios, el Elegido». Se burlaban de Él también los soldados, ofreciéndole vinagre
y diciendo: «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo». Había encima
un letrero en escritura griega, latina y hebrea: «Éste es el rey de los
judíos».
Uno de los malhechores
crucificados lo insultaba diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo
y a nosotros». Pero el otro le increpaba: «¿Ni siquiera temes tú a Dios,
estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago
de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada». Y decía: «Jesús,
acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino». Jesús le respondió: «Te lo aseguro:
hoy estarás conmigo en el Paraíso».
Era ya eso de mediodía y
vinieron las tinieblas sobre toda la región, hasta la media tarde; porque se
oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con
voz potente, dijo: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu». Y dicho esto,
expiró.
El centurión, al ver lo
que pasaba, daba gloria a Dios diciendo: «Realmente, este hombre era justo».
Toda la muchedumbre que había acudido a este espectáculo, habiendo visto lo que
ocurría, se volvían dándose golpes de pecho. Todos sus conocidos se mantenían a
distancia, y lo mismo las mujeres que lo habían seguido desde Galilea y que
estaban mirando.
Un hombre llamado José,
que era senador, hombre bueno y honrado (que no había votado a favor de la
decisión y del crimen de ellos), que era natural de Arimatea y que aguardaba el
Reino de Dios, acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y, bajándolo, lo
envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro excavado en la roca, donde no
habían puesto a nadie todavía. Era el día de la Preparación y rayaba el sábado.
Las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea fueron detrás a examinar el
sepulcro y cómo colocaban su cuerpo. A la vuelta prepararon aromas y ungüentos.
Y el sábado guardaron reposo, conforme al mandamiento.
♡ Comentario:
Hoy leemos el relato de
la pasión según san Lucas. En este evangelista, los ramos gozosos de la entrada
en Jerusalén y el relato de la pasión están en relación mutua, aunque el primer
paso suene a triunfo y el segundo a humillación.
Jesús llega a Jerusalén
como rey mesiánico, humilde y pacífico, en actitud de servicio y no como un rey
temporal que usa y abusa de su poder. La cruz es el trono desde donde reina (no
le falta la corona real), amando y perdonando. En efecto, el Evangelio de Lucas
se puede resumir diciendo que revela el amor de Jesús manifestado en la
misericordia y el perdón.
Este perdón y esta
misericordia se muestran durante toda la vida de Jesús, pero de una manera
eminente se hacen sentir cuando Jesús es clavado en la cruz. ¡Qué
significativas resultan las tres palabras que, desde la cruz, escuchamos hoy de
los labios de Jesús!:
—Él ama y perdona
incluso a sus verdugos: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lc
23,34).
—Al ladrón de su
derecha, que le pide un recuerdo en el Reino, también lo perdona y lo salva:
«Hoy estarás conmigo en el Paraíso» (Lc 23,43).
—Jesús perdona y ama
sobre todo en el momento supremo de su entrega, cuando exclama: «Padre, a tus
manos encomiendo mi espíritu» (Lc 23,46).
Ésta es la última
lección del Maestro desde la cruz: la misericordia y el perdón, frutos del
amor. ¡A nosotros nos cuesta tanto perdonar! Pero si hacemos la experiencia del
amor de Jesús que nos excusa, nos perdona y nos salva, no nos costará tanto
mirar a todos con una ternura que perdona con amor, y absuelve sin mezquindad.
San Francisco lo expresa
en su Cántico de las Criaturas: «Alabado seas, oh Señor, por aquellos que
perdonan por tu amor».
* Fray Josep Mª MASSANA
i Mola OFM (Barcelona, España)
Palabras de Benedicto XVI “El Domingo de Ramos es el gran pórtico que nos lleva a la Semana Santa,
la semana en la que el Señor Jesús se dirige hacia la culminación de su vida
terrena. Él va a Jerusalén para cumplir las Escrituras y para ser colgado en la
cruz, el trono desde el cual reinará por los siglos, atrayendo a sí a la
humanidad de todos los tiempos y ofrecer a todos el don de la redención.”
Predicación del Evangelio: La grandeza se hace
pobreza Al celebrar el Domingo
de Ramos, se entrecruzan dos sentimientos bien diferentes. Por un lado, la
alegría de recibir y aclamar a Jesús en el pórtico de la Semana Santa y, por
otro lado, la visión que tenemos de que, la Pasión, es lo que al final le
espera.
Pero la Pasión de Jesús,
no será un muro infranqueable. Lo recibimos con palmas los mismos que, en
Viernes Santo, gritaremos ¡crucifícale!, ¡crucifícale!
La vida está sembrada de
contradicciones. Envuelta en adhesiones y deserciones. Probada por fidelidades
e infidelidades. Y, nosotros, en el Domingo de Ramos, manifestamos que
ciertamente, la Pasión, sólo la puede retar alguien como Jesucristo. Alguien
que, como Él, esté dispuesto a perdonar, olvidar ofensas, cobardías y falsos
juicios.
El Domingo de Ramos, es
el ascenso hacia la Pascua. Aquel que viene en el nombre del Señor, incita
muchos sentimientos en aquellos que le acompañamos con ramos y palmas en esta
mañana. ¡Bendito el que viene en el
nombre del Señor!
La Semana Santa, si algo
tiene, es que sigue cristalizando los deseos de un Dios que, en Jesús, quiere
acercarse y donarse por los hombres. La riqueza, en Navidad, se hizo pobreza y,
en este pórtico de Semana Santa, la grandeza cabalga sobre la humildad y la
pobreza de un pollino.
¡Pero qué ingenuo!
(Pensarían algunos de los que contemplaron el auténtico cortejo que se dio en
la Jerusalén de entonces). ¿Un rey en pollino? Así es Dios. Nos desconcierta.
Habla y cabalga por el camino de la sencillez.
Interviene Dios, en el
Domingo de Ramos, desde la alegría que nos debe de producir un Jesús que sabe
lo que le aguarda, a la vuelta de la esquina, por haber apostado por la
salvación del hombre.
Habla Dios, en el
Domingo de Ramos, para los que tenemos fragilidad e incoherencia: hoy decimos
que sí, pero mañana diremos que no. Se hace presente Dios, en el Domingo de
Ramos, como lo hizo desde el mismo nacimiento de Jesús en Belén: con pobreza y
sin miedo al ridículo. Fue adorado por los pobres en la gruta de Belén, y es
aclamado por el pueblo sencillo y llano, en su entrada a Jerusalén. ¡Bendito el
que viene en el nombre del Señor!
La Iglesia, con el
rostro del Papa Francisco, sigue adentrándose en este tercer milenio, en
ciudades y conciencias, porque sabe que viene y habla en el nombre del Señor.
Su sola presencia a unos dejará indiferentes, en otros acarreará aplausos y en
otros… enojo. Y lo haremos con la cruz, como dijo el Papa Francisco en el
primer día de su pontificado, porque sin la cruz… todo el edificio espiritual
de nuestra Iglesia y de nosotros mismos se tambalea y cae abajo. Hace aguas.
En el Domingo de Ramos,
la Iglesia debe de recuperar la fuerza por seguir caminando con ilusión,
convencimiento y fortaleza hacia la mañana de resurrección. Siendo consciente
de que, por medio, está la cruz, la persecución, las traiciones desde dentro de
casa, la blandura de algunos de sus miembros y la incomprensión de otros tantos
que… tan pronto le aplauden como la apedrean.
Y es que, la vida
cristiana, en algunos momentos puede ser así: un encantador viaje con un triste
final. Eso sí, la última Palabra por ser de Dios, pondrá a esa tristeza un
choque: la resurrección de Cristo. Y, eso, ya no es final triste. Es un final
con destellos de eternidad y de felicidad eterna.
(Padre Javier Leoz)
AVISO DE AUSENCIA “Pequeñas Semillitas”NO se publicará durante
la Semana Santa. PoesíaOración al Cristo del CalvarioEn esta tarde, Cristo
del Calvario, vine a rogarte por mi
carne enferma;pero, al verte, mis ojos
van y vienende tu cuerpo a mi cuerpo
con vergüenza. ¿Cómo quejarme de mis
pies cansados,cuando veo los tuyos
destrozados?¿Cómo mostrarte mis
manos vacías,cuando las tuyas están
llenas de heridas? ¿Cómo explicarte a ti mi
soledad,cuando en la cruz alzado
y solo estás?¿Cómo explicarte que no
tengo amor,cuando tienes rasgado el
corazón? Ahora ya no me acuerdo
de nada,huyeron de mí todas mis
dolencias.El ímpetu del ruego que
traíase me ahoga en la boca
pedigüeña. Y sólo pido no pedirte
nada,estar aquí, junto a tu
imagen muerta,ir aprendiendo que el
dolor es sólola llave santa de tu
santa puerta. Amén(Gabriela Mistral) Cuarenta días para
acercarnos a JesúsEntrada triunfal de
Jesús en Jerusalén I. Jesús hace su entrada
en Jerusalén como Mesías en un humilde borrico, como había sido profetizado
muchos siglos antes (Zacarías 4, 4). Y los cantos del pueblo son claramente
mesiánicos; esta gente conocía bien las profecías y se llena de júbilo. Jesús
admite el homenaje. Su triunfo es sencillo, sobre un pobre animal por trono.
Jesús quiere también entrar hoy triunfante en la vida de los hombres sobre una
cabalgadura humilde: quiere que demos testimonio de Él, en la sencillez de
nuestro trabajo bien hecho, con nuestra alegría, con nuestra serenidad, con
nuestra sincera preocupación por los demás. Hoy nos puede servir de jaculatoria
repitiendo: Como un borrico soy ante Ti, Señor..., como un borrico de carga, y
siempre estaré contigo (San Josemaría Escrivá, citado por A. Vázquez de Prada).
El Señor ha entrado triunfante en Jerusalén. Pocos días más tarde, en esta
ciudad, será clavado en la Cruz.
II. Desde la cima del
monte de los Olivos, Jesús contempla la ciudad de Jerusalén, y llora por ella.
Mira cómo la ciudad se hunde en el pecado, en su ignorancia y en su ceguera.
Lleno de misericordia se compadece de esta ciudad que le rechaza. Nada quedó
por intentar: ni en milagros, ni en palabras... En nuestra vida tampoco ha
quedado nada por intentar. ¡Tantas veces Jesús se ha hecho el encontradizo con
nosotros! ¡Tantas gracias ordinarias y extraordinarias ha derramado sobre
nuestra vida! La historia de cada hombre es la historia de la continua
solicitud de Dios sobre él. Cada hombre es objeto de la predilección del Señor.
Sin embargo, podemos rechazarlo como Jerusalén. Es el misterio de la libertad
humana, que tiene la triste posibilidad de rechazar la gracia divina. Hoy nos
preguntamos: ¿Cómo estamos respondiendo a los innumerables requerimientos del
Espíritu Santo para que seamos santos en medio de nuestras tareas, en nuestro
ambiente?
III. Nosotros sabemos
que aquella entrada triunfal fue muy efímera. Los ramos verdes se marchitaron
pronto y cinco días más tarde el hosanna se transformó en un grito enfurecido:
¡Crucifícale! La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén pide de nosotros
coherencia y perseverancia, ahondar en nuestra fidelidad, para que nuestros
propósitos no sean luces que brillan momentáneamente y pronto se apagan. Somos
capaces de lo mejor y de lo peor. Si queremos tener la vida divina, triunfar
con Cristo, hemos de ser constantes y hacer morir por la penitencia lo que nos
aparta de Dios y nos impide acompañar al Señor hasta la Cruz. No nos separemos
de la Virgen. Ella nos enseñará a ser constantes.
(Francisco Fernández Carvajal)
Nuevo vídeo y artículo Hay un nuevo vídeo subido al blogde "Pequeñas Semillitas"
en internet.Para verlo tienes que ir al final de esta página Hay nuevo material publicado en el blog"Juan Pablo
II inolvidable"Puedes acceder en la dirección: Agradecimientos Imaginemos que en
el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de
las personas en la tierra:
Una es para
receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden
trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan
en todo momento.
La otra oficina
es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un
par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de
los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta
sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por
semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina:
agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros
pedidos de oración.
💕 Desde la provincia de Santa Fe,
Argentina, llega el inmenso agradecimiento a Dios y a las personas que rezaron
por Pedro Daniel M., de 56 años de edad, que estuvo muy grave en terapia
intensiva por afección pulmonar, con respirador, casi al borde de la muerte, y
ahora se ha recuperado y está de alta en su casa.
💕
Desde Canals, provincia de Córdoba,
Argentina, agradecen a Dios Misericordioso y de corazón a todos los que rezaron
por Catalina, la nena de tres años que fue operada hace unos poquitos
días para extirpar un riñón, y que se recupera muy bien. Nos sumamos al agradecimiento.
💕 Desde San Salvador, El Salvador, América Central, dan gracias
a Dios y a todos los que oraron por Marissa Ivette C., quien fue
intervenida quirúrgicamente. La cirugía fue exitosa y se encuentra en su
tercera semana de recuperación.
Un minuto para volar Abril 10
Tomarse
las cosas en serio no es lo mismo que vivir todo como si fuera un drama.
Dramatizar es gastar muchas energías sufriendo lo que nos pasa. Por eso lo
mejor es “desdramatizar”, y usar las capacidades para solucionar lo que está
mal como podamos. Eso mismo tenemos que hacer con nuestros defectos: tratar de
superarlos con paciencia, pero sin drama. Porque nada es absoluto, solo Dios.
Él siempre nos espera, siempre nos tiene paciencia, y prefiere que usemos
nuestras fuerzas para luchar, no para sufrir.
(Mons. Víctor M. Fernández)
La Palabra de
Dios
Palabras de Benedicto XVI
Predicación del Evangelio:
AVISO DE AUSENCIA
En esta tarde, Cristo
del Calvario,
Nuevo vídeo y artículo
Un minuto para volar
FELIPE -Jardinero de Dios-(el más pequeñito de
todos) BLOG ”PEQUEÑAS
SEMILLITAS”♡FACEBOOK de
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FELIPE
Muchas bendiciones.
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