domingo, 20 de marzo de 2022

Pequeñas Semillitas 4941

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 17 - Número 4941 ~ Domingo 20 de Marzo de 2022
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
La parábola de la higuera estéril es para pensar. Dios quiere que todos los hombres se salven, pero espera nuestra colaboración. Nuestra redención será inútil si no ponemos de nuestra parte. Dios no suple lo que no hacemos por pereza o desinterés.
Es distinta la responsabilidad de los que no conocen a Dios inculpablemente. Es el caso de los infieles que no han oído hablar de Jesucristo. Pero en nuestra sociedad creo que nadie es inculpable de no conocer a Dios, pues tenemos a mano montones de facilidades para conocer la existencia de Dios y el mensaje de Cristo.
Dios, que es justo, sabrá calibrar el grado de responsabilidad que tenemos en nuestro obrar. Estamos a tiempo de rectificar y convertirnos. Todos podemos ser mejores de lo que somos. Después de la muerte ya no se puede rectificar. Eternamente permaneceremos en el estado que nos encuentre la muerte.
(Padre Jorge Loring S.J.)
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Éx 3,1-8a.13-15
 
Salmo: Sal 102,1-2.3-4.6-7.8.11
 
Segunda Lectura: 1Cor 10,1-6.10-12
 
Santo Evangelio: Lc 13,1-9
En aquel tiempo, llegaron algunos que contaron a Jesús lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios. Les respondió Jesús: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque han padecido estas cosas? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo. O aquellos dieciocho sobre los que se desplomó la torre de Siloé matándolos, ¿pensáis que eran más culpables que los demás hombres que habitaban en Jerusalén? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo».
Les dijo esta parábola: «Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, y fue a buscar fruto en ella y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: ‘Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro; córtala; ¿para qué va a cansar la tierra?’. Pero él le respondió: ‘Señor, déjala por este año todavía y mientras tanto cavaré a su alrededor y echaré abono, por si da fruto en adelante; y si no da, la cortas’».
 
Comentario:
Hoy, tercer domingo de Cuaresma, la lectura evangélica contiene una llamada de Jesús a la penitencia y a la conversión. O, más bien, una exigencia de cambiar de vida.
“Convertirse” significa, en el lenguaje del Evangelio, mudar de actitud interior, y también de estilo externo. Es una de las palabras más usadas en el Evangelio. Recordemos que, antes de la venida del Señor Jesús, san Juan Bautista resumía su predicación con la misma expresión: «Predicaba un bautismo de conversión» (Mc 1,4). Y, enseguida, la predicación de Jesús se resume con estas palabras: «Convertíos y creed en el Evangelio» (Mc 1,15).
Esta lectura de hoy tiene, sin embargo, características propias, que piden atención fiel y respuesta consecuente. Se puede decir que la primera parte, con ambas referencias históricas (la sangre derramada por Pilato y la torre derrumbada), contiene una amenaza. ¡Imposible llamarla de otro modo!: lamentamos las dos desgracias —entonces sentidas y lloradas— pero Jesucristo, muy seriamente, nos dice a todos: —Si no cambiáis de vida, «todos pereceréis del mismo modo» (Lc 13,5).
Esto nos muestra dos cosas. Primero, la absoluta seriedad del compromiso cristiano. Y, segundo: de no respetarlo como Dios quiere, la posibilidad de una muerte, no en este mundo, sino mucho peor, en el otro: la eterna perdición. Las dos muertes de nuestro texto no son más que figuras de otra muerte, sin comparación con la primera.
Cada uno sabrá cómo esta exigencia de cambio se le presenta. Ninguno queda excluido. Si esto nos inquieta, la segunda parte nos consuela. El “viñador”, que es Jesús, pide al dueño de la viña, su Padre, que espere un año todavía. Y entretanto, él hará todo lo posible (y lo imposible, muriendo por nosotros) para que la viña dé fruto. Es decir, ¡cambiemos de vida! Éste es el mensaje de la Cuaresma. Tomémoslo entonces en serio. Los santos —san Ignacio, por ejemplo, aunque tarde en su vida— por gracia de Dios cambian y nos animan a cambiar.
* Cardenal Jorge MEJÍA Archivista y Bibliotecario de la S.R.I. (Città del Vaticano, Vaticano)
 
Pensamiento del Santo Padre Pío
 
"No te inquietes cuando no puedes meditar,
no puedes comulgar o no puedes llegar
a todas las prácticas de devoción.
En esta situación, busca suplirlas de otro modo,
manteniéndote unido a nuestro Señor
con una voluntad amorosa,
con las oraciones, jaculatorias,
con las comuniones espirituales"
 
Predicación del Evangelio:
Vida estéril
El riesgo más grave que nos amenaza a todos es terminar viviendo una vida estéril. Sin darnos cuenta vamos reduciendo la vida a lo que nos parece importante: ganar dinero, no tener problemas, comprar cosas, saber divertirnos... Pasados unos años nos podemos encontrar viviendo sin más horizonte ni proyecto.
 
Es lo más fácil. Poco a poco vamos sustituyendo los valores que podrían alentar nuestra vida por pequeños intereses que nos ayudan a «ir tirando». No es mucho, pero nos basta con «sobrevivir» sin más aspiraciones. Lo importante es «sentirnos bien».
 
Nos estamos instalando en una cultura que los expertos llaman «cultura de la intrascendencia». Confundimos lo valioso con lo útil, lo bueno con lo que nos apetece, la felicidad con el bienestar. Ya sabemos que eso no es todo, pero tratamos de convencernos de que nos basta.
 
Sin embargo, no es fácil vivir así, repitiéndonos una y otra vez, alimentándonos siempre de lo mismo, sin creatividad ni compromiso alguno, con esa sensación extraña de estancamiento, incapaces de hacernos cargo de nuestra vida de manera más responsable.
 
La razón última de esa insatisfacción es profunda. Vivir de manera estéril significa no entrar en el proceso creador de Dios, permanecer como espectadores pasivos, no entender lo que es el misterio de la vida, negar en nosotros lo que nos hace más semejantes al Creador: el amor creativo y la entrega generosa.
 
Jesús compara la vida estéril de una persona con una «higuera que no da fruto». ¿Para qué va a ocupar un terreno en balde? La pregunta de Jesús es inquietante. ¿Qué sentido tiene vivir ocupando un lugar en el conjunto de la creación si nuestra vida no contribuye a construir un mundo mejor? ¿Nos contentamos con pasar por esta vida sin hacerla un poco más humana?
 
Criar un hijo, construir una familia, cuidar a los padres ancianos, cultivar la amistad o acompañar de cerca a una persona necesitada... no es «desaprovechar la vida», sino vivirla desde su verdad más plena.
(P José Antonio Pagola)
 
Poesía
Mis ojos, mis pobres ojos
 
Mis ojos, mis pobres ojos,
que acaban de despertar,
los hiciste para ver,
no sólo para llorar.
 
Haz que sepa adivinar
entre las sombras la luz,
que nunca me ciegue el mal
ni olvide que existes tú.
 
Que cuando llegue el dolor,
que yo sé que llegará,
no se me enturbie el amor
ni se me nuble la paz.
 
Sostén ahora mi fe,
pues, cuando llegue a tu hogar,
con mis ojos te veré
y mi llanto cesará. Amén.

(José Luis Martín Descalzo)
 
Cuarenta días para acercarnos a Jesús
El sentido de la mortificación
I. La salvación del género humano culmina en la Cruz, hacia la que Cristo encamina toda su vida en la tierra. Y es en la Cruz donde el alma alcanza la plenitud de la identificación con Cristo. Ese es el sentido más profundo que tienen los actos de mortificación y penitencia. Para ser discípulo del Señor es preciso seguir su consejo: el que quiera venir en pos de Mí niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. No es posible seguir al Señor sin la Cruz. Unida al Señor, la mortificación voluntaria y las mortificaciones pasivas adquieren su más hondo sentido. No son algo dirigido a la propia perfección, o una manera de sobrellevar con paciencia las contrariedades de esta vida, sino participación en el misterio de la Redención. La mortificación puede parecer a algunos locura o necedad, y también puede ser signo de contradicción o piedra de escándalo para aquellos olvidados de Dios. Pero no nos debe extrañar, pues ni los mismos Apóstoles no siguen a Cristo hasta el Calvario, pues aún, por no haber recibido al Espíritu Santo, eran débiles.
 
II. Para dar frutos, amando a Dios, ayudando a una manera efectiva a los demás, es necesario el sacrificio. Para ser sobrenaturalmente eficaces debe morir uno a sí mismo mediante la continua mortificación, olvidándose por completo de su comodidad y de su egoísmo. Debemos perder el miedo al sacrificio, pues la Cruz la quiere para nosotros un Padre que nos ama y sabe bien lo que nos conviene. Con la mortificación nos elevamos hasta el Señor; sin ella quedamos a ras de tierra. Con el sacrificio voluntario, con el dolor ofrecido y llevado con paciencia y amor nos unimos firmemente al Señor. Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestra alma, pues mi yugo es suave, y mi carga, ligera. (Mateo 11, 28-30).
 
III. Con la mortificación, además de seguir a Cristo en su afán de redimirnos en la Cruz, es también medio para progresar en las virtudes, pues mantiene nuestro corazón permanentemente dirigido a Dios. La mortificación es también medio indispensable para hacer apostolado. Además, no olvidemos que la mortificación nos sirve como reparación de nuestras faltas pasadas, hayan sido pequeñas o grandes. Le pedimos al Señor que sepamos aprovechar nuestra vida, a partir de ahora del mejor de los modos, y nos preguntamos: “¿Motivos para la penitencia?: Desagravio, reparación, petición, hacimiento de gracias: medio para ir adelante...: por ti, por mí, por los demás, por tu familia, por tu país, por la Iglesia... Y mil motivos más” (San Josemaría Escrivá, Camino)
(Francisco Fernández Carvajal)
 
Nuevo vídeo y artículo
 
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"Juan Pablo II inolvidable"
Tema: “San José, hombre justo”
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Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
💕 Desde Córdoba, Argentina, agradecen las oraciones hechas en favor de Constanza A. N., de 50 años de edad, a quien practicaron embolización por aneurismas con todo éxito. Nos sumamos en la plegaria de agradecimiento a Dios.
 
Un minuto para volar
Marzo 20
¿Qué das a los demás, a los que están a tu alrededor? ¿Qué dejas en ellos? Tu forma de saludarlos, tus gestos, tu manera de escucharlos, las palabras que les dices, todo deja algo en ellos. Pueden ser gestos superficiales y palabras vacías, que no entregan nada. O tus palabras y gestos pueden dejar buen ánimo, fuerza, motivación, afecto. Pero también pueden dejar en los demás malos sentimientos, resentimientos, desconfianza, tristeza. Pregúntate qué dejas en los demás cuando estás un momento con ellos, qué dejas cada día en los que trabajan o viven contigo, que dejas tras de ti cuando pasas por un lugar. Pregúntate: ¿qué he dejado hoy en las personas que encontré? Y luego hazte la pregunta más importante: ¿qué quiero realmente dejar en ellos?   
(Mons. Víctor M. Fernández)
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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