sábado, 12 de marzo de 2022

Pequeñas Semillitas 4933

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 17 - Número 4933 ~ Sábado 12 de Marzo de 2022
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Esta es una motivación que nos ofrece Benedicto XVI sobre la Cuaresma:
“La observancia de la Cuaresma es por excelencia la insignia de batalla cristiana. Por ella nos probamos a nosotros mismos que no somos enemigos de la cruz de Cristo; por ella evitamos el flagelo de la justicia divina, por ella obtenemos fortaleza contra el príncipe de las tinieblas, porque nos protege la ayuda celestial. Si la humanidad se volviese negligente en la observancia de la Cuaresma, sería un perjuicio para la gloria de Dios, una vergüenza para la religión católica, y un peligro para las almas cristianas. Tampoco puede dudarse de que tal negligencia se convertiría en fuente de miseria en el mundo, de calamidad pública y de dolor privado”.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Dt 26,16-19
 
Salmo: Sal 118,1-2.4-5.7-8
 
Santo Evangelio: Mt 5,43-48
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo’. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial».
 
Comentario:
Hoy, el Evangelio nos exhorta al amor más perfecto. Amar es querer el bien del otro y en esto se basa nuestra realización personal. No amamos para buscar nuestro bien, sino por el bien del amado, y haciéndolo así crecemos como personas. El ser humano, afirmó el Concilio Vaticano II, «no puede encontrar su plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás». A esto se refería santa Teresa del Niño Jesús cuando pedía hacer de nuestra vida un holocausto. El amor es la vocación humana. Todo nuestro comportamiento, para ser verdaderamente humano, debe manifestar la realidad de nuestro ser, realizando la vocación al amor. Como ha escrito San Juan Pablo II, «el hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente».
El amor tiene su fundamento y su plenitud en el amor de Dios en Cristo. La persona es invitada a un diálogo con Dios. Uno existe por el amor de Dios que lo creó, y por el amor de Dios que lo conserva, «y sólo puede decirse que vive en la plenitud de la verdad cuando reconoce libremente este amor y se confía totalmente a su Creador» (Concilio Vaticano II): ésta es la razón más alta de su dignidad. El amor humano debe, por tanto, ser custodiado por el Amor divino, que es su fuente, en él encuentra su modelo y lo lleva a plenitud. Por todo esto, el amor, cuando es verdaderamente humano, ama con el corazón de Dios y abraza incluso a los enemigos. Si no es así, uno no ama de verdad. De aquí que la exigencia del don sincero de uno mismo devenga un precepto divino: «Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial» (Mt 5,48).
* Rev. D. Joan COSTA i Bou (Barcelona, España)
 
Santoral Católico:
San Luis Orione
Sacerdote y Fundador
Nació en Pontecurone (Piamonte, Italia) el año 1872. Muy joven ingresó en el convento franciscano de Voghera, que al año tuvo que dejar por motivos de salud. Fue alumno de san Juan Bosco en Turín hasta que en 1889 entró en el seminario diocesano de Tortona; se ordenó de sacerdote en 1895. A lo largo de su vida fundó numerosos oratorios, colegios, instituciones, congregaciones, entre los que cabe destacar la Pequeña Obra de la Divina Providencia, dedicada al ejercicio de la caridad, y los Pequeños Cottolengos, para los que sufren y los abandonados, surgidos en la periferia de las grandes ciudades. Su vida estuvo marcada por un gran amor a Cristo y a la Virgen, a la Iglesia y al Papa, y también al hombre, cuerpo y alma. Fue un gran apóstol, valiente e infatigable, lleno de bondad y ternura, entregado en particular a la causa de los que sufren, los marginados, las viudas y los huérfanos, y todos los pobres y desamparados. Falleció en San Remo el 12 de marzo de 1940. Lo canonizó san Juan Pablo II el año 2004.
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© Directorio Franciscano – Aciprensa – Catholic.net
 
Palabras del Papa Francisco
 
“No nos cansemos de hacer el bien,
porque, si no desfallecemos,
cosecharemos los frutos a su debido tiempo.
Por tanto, mientras tenemos la oportunidad,
hagamos el bien a todos”.
 
Tema del día:
¡Gracias Señor!
Gracias Señor por este nuevo día...
 
Gracias por el don de la vida, por la salud (poca o mucha), por el aire que respiro, por la naturaleza que me regalaste y tengo que cuidar, por tener lo imprescindible para estar en el mundo, por las personas que me rodean y con las que intentamos caminar juntos hacia Ti, con dificultades, con tropiezos, pero con una fe inquebrantable y sin dobleces.
 
Gracias Señor por mis escasos aciertos, pero mucho más te agradezco Señor por mis errores, porque de ellos aprendo y mucho. Gracias Señor por mis miserias porque ellas me hacen comprender qué pequeño soy y cuánto tengo que crecer espiritualmente si algún día quiero llegar a mirarte a los ojos.
 
Gracias por la posibilidad de comunicarme y por la libertad de expresar lo que pienso, aun cuando no a todos les guste lo que digo. Y es que no lo digo para que guste sino para mayor gloria tuya. Y por eso elogio las cosas que creo merecen destacarse y advierto sobre todo aquello que pienso nos puede alejar de ti.
 
Gracias Señor por permitirme entender que cuando elogio soy querido y aceptado por todos… y cuando marco lo que creo incorrecto algunos me señalan con el dedo, olvidándose que cuando me apuntan con un dedo, otros tres dedos señalan hacia ellos mismos.
 
Gracias Señor por permitirme hablar y escribir de las cosas que honestamente creo que están mal en ciertos temas, en lugar de adoptar silencios cómplices y buscar aplausos fáciles con temas en los que de antemano sabemos que todos estaremos de acuerdo.
 
Gracias Señor también por los que me critican, y te pido los bendigas con tu amor infinito, porque ellos me ayudan a revisar mis opiniones y corregir mis errores, que por cierto los cometo a cada rato.
 
Gracias Señor por renovar cada día mis escasas fuerzas para reiniciar con entusiasmo la tarea de intentar ser un buen cristiano. Aunque muchas veces no lo logre… sé que mañana será mejor.
 
Tu pequeño hijo.
 
Felipe
 
Biblioteca de archivos
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Cuarenta días para acercarnos a Jesús
Llamados a la santidad
I. Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto (Mateo 5, 48), nos dice el Evangelio de la Misa. El Señor no sólo se dirige a los Apóstoles sino a todos los que quieren ser de verdad sus discípulos. Para todos, cada uno según sus propias circunstancias, tiene el Señor grandes exigencias. El Maestro llama a la santidad sin distinción de edad, profesión, raza o condición social. Esta doctrina del llamamiento universal a la santidad, es, desde 1928, por inspiración divina, uno de los puntos centrales de la predicación de San Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, quien ha vuelto a recordar que el cristiano, por su Bautismo, está llamado a la plenitud de la vida cristiana, a la santidad. Más tarde, el Concilio Vaticano II ha ratificado para toda la Iglesia esta vieja doctrina evangélica: el cristiano está llamado a la santidad, desde el lugar que ocupa en la sociedad. Hoy podemos preguntarnos si nos basta solamente con querer ser buenos, sin esforzarnos decididamente en ser santos.
 
II. La santidad, amor creciente a Dios y a los demás por Dios, podemos y debemos adquirirla en las cosas de todos los días, que se repiten muchas veces, con aparente monotonía. “Para la gran mayoría de los hombres, ser santo supone santificar el trabajo, santificarse en su trabajo y santificar a los demás con el trabajo, y encontrar así a Dios en el camino de sus vidas” (Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer, 55) Santificar el trabajo: bien hecho, cumpliendo en forma fidelísima la virtud de la justicia y afán constante por mejorar profesionalmente. Santificarnos en el trabajo: Nos llevará a convertirlo en ocasión y lugar de trato con Dios, ofreciéndolo a Él, y viviendo las virtudes humanas y sobrenaturales. Santificar a los demás con el trabajo: El trabajo puede y debe ser medio para dar a conocer a Cristo a muchas personas si somos ejemplares en la manera cristiana de actuar, llena de naturalidad y de firmeza.
 
III. La Iglesia nos recuerda la tarea urgente de estar presentes en medio del mundo, para conducir a Dios todas las realidades terrenas. Así lo hicieron los primeros cristianos. Esto sólo será posible si nos mantenemos unidos a Cristo mediante la oración y los sacramentos. El Señor pasó su vida en la tierra haciendo el bien (Hechos 10, 38). El cristiano ha de ser “otro Cristo”. Esta es la gran fuerza del testimonio cristiano. Pidamos a Nuestra Madre que nos ayude ser testigos de su Hijo, mientras nos esforzamos en buscar la santidad en nuestras circunstancias personales.
(Francisco Fernández Carvajal)
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
Juan trabajaba en una planta distribuidora de carne. Un día, terminando su horario de trabajo, fue a uno de los refrigeradores para inspeccionar algo; en ese momento se cerró la puerta, se bajó el seguro y quedó atrapado dentro. Aunque golpeó la puerta fuertemente y comenzó a gritar, nadie pudo escucharlo. La mayoría de los trabajadores habían partido a sus casas, y fuera del refrigerador era imposible escuchar lo que ocurría dentro. Cinco horas después, y al borde de la muerte, alguien abrió la puerta. Era el guardia de seguridad que entró y lo rescató. Juan preguntó a su salvador como se le ocurrió abrir esa puerta si no era parte de su rutina de trabajo, y él le explicó: "Llevo trabajando en ésta empresa 35 años; cientos de trabajadores entran a la planta cada día, pero tú eres el único que me saluda en la mañana y se despide de mí en las tardes. El resto de los trabajadores me tratan como si fuera invisible. Hoy, como todos los días, me dijiste tu simple "Hola" a la entrada, pero nunca escuché el "Hasta mañana". Espero por ese "Hola" y ese "Hasta mañana" todos los días. Para ti yo soy alguien, y eso me levanta cada día. Cuando no oí tu despedida, supe que algo te había pasado... ¡Te busqué y te encontré!
Reflexión: se humilde y ama a tu prójimo, todos somos importantes.
 
Un minuto para volar
Marzo 12
Frente a un problema lo primero que conviene hacer es aceptarlo. Lo mejor es dejar de rechazarlo, dejar de ponerse tenso por dentro. Te conviene aceptar que esta semana habrá algún momento difícil, algo desagradable. La vida en esta tierra siempre te presentará dificultades y desafíos nuevos. Una vez que lo aceptes, sufrirás mucho menos. Además, cada vez que se presente una dificultad, la enfrentarás con paz y con todas tus luces.
(Mons. Víctor M. Fernández)
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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