jueves, 17 de febrero de 2022

Pequeñas Semillitas 4910

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 17 - Número 4910 ~ Jueves 17 de Febrero de 2022
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Los cambios son parte de la existencia; si no cambiáramos, no viviríamos. Y, sin embargo, nos resistimos a ellos aunque sean por nuestro bien.
¿Por qué nos cuesta tanto afrontarlos? La respuesta es que en todo cambio dejamos algo atrás. Y eso duele, pero también libera: sin ataduras al pasado, podemos decidir de nuevo cómo queremos ser.
En los cambios está la oportunidad de corregir errores, de rectificar caminos equivocados, de encontrar el rumbo adecuado a nuestras buenas metas.
Por eso, pidamos ayuda a Jesús, que es luz y es camino... Tengamos ánimo y coraje para asumir todos los cambios necesarios para hacer de nuestra vida algo que merezca ser vivido...
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Sant 2,1-9
 
Salmo: Sal 33,2-3.4-5.6-7
 
Santo Evangelio: Mc 8,27-33
En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos hacia los pueblos de Cesarea de Filipo, y por el camino hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que soy yo?». Ellos le dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que uno de los profetas». Y Él les preguntaba: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Pedro le contesta: «Tú eres el Cristo».
Y les mandó enérgicamente que a nadie hablaran acerca de Él. Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar a los tres días. Hablaba de esto abiertamente. Tomándole aparte, Pedro, se puso a reprenderle. Pero Él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciéndole: «¡Quítate de mi vista, Satanás! porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres».
 
Comentario:
Hoy seguimos escuchando la Palabra de Dios con la ayuda del Evangelio de san Marcos. Un Evangelio con una inquietud bien clara: descubrir quién es este Jesús de Nazaret. Marcos nos ha ido ofreciendo, con sus textos, la reacción de distintos personajes ante Jesús: los enfermos, los discípulos, los escribas y fariseos. Hoy nos lo pide directamente a nosotros: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (Mc 8,29).
Ciertamente, quienes nos llamamos cristianos tenemos el deber fundamental de descubrir nuestra identidad para dar razón de nuestra fe, siendo unos buenos testigos con nuestra vida. Este deber nos urge para poder transmitir un mensaje claro y comprensible a nuestros hermanos y hermanas que pueden encontrar en Jesús una Palabra de Vida que dé sentido a todo lo que piensan, dicen y hacen. Pero este testimonio ha de comenzar siendo nosotros mismos conscientes de nuestro encuentro personal con Él. San Juan Pablo II, en su Carta apostólica "Novo millennio ineunte", nos escribió: «Nuestro testimonio sería enormemente deficiente si nosotros no fuésemos los primeros contempladores de su rostro».
San Marcos, con este texto, nos ofrece un buen camino de contemplación de Jesús. Primero, Jesús nos pregunta qué dice la gente que es Él; y podemos responder, como los discípulos: Juan Bautista, Elías, un personaje importante, bueno, atrayente. Una respuesta buena, sin duda, pero lejana todavía de la Verdad de Jesús. Él nos pregunta: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (Mc 8,29). Es la pregunta de la fe, de la implicación personal. La respuesta sólo la encontramos en la experiencia del silencio y de la oración. Es el camino de fe que recorre Pedro, y el que hemos de hacer también nosotros.
Hermanos y hermanas, experimentemos desde nuestra oración la presencia liberadora del amor de Dios presente en nuestra vida. Él continúa haciendo alianza con nosotros con signos claros de su presencia, como aquel arco puesto en las nubes prometido a Noé.
* Rev. D. Joan Pere PULIDO i Gutiérrez. Secretario del obispo de Sant Feliu (Sant Feliu de Llobregat, España)
 
Santoral Católico:
Siete santos fundadores de los Servitas
(Orden de los Siervos de Virgen María)
Ellos son Bonfilio, Bartolomé, Juan, Benito, Gerardino, Ricóvero y Alejo Falconieri; éste murió, último de todos ellos, el 17 de febrero de 1310, y en ese día los celebramos a todos. Hacia el año 1233, cuando Florencia vivía agitada por las luchas fratricidas, siete ciudadanos nobles, comerciantes, miembros de una asociación seglar de devotos de la Virgen, unidos por el ideal evangélico de la comunión fraterna y del servicio a los pobres, decidieron abandonar sus negocios y retirarse a llevar vida eremítica en el monte Senario, cerca de Florencia, con particular dedicación al culto de la Virgen. Más tarde se dedicaron a predicar por toda la Toscana. Muchas personas acudían a ellos en busca de consuelo o de consejo, y no pocos deseaban compartir su forma de vida. Por eso decidieron fundar la Orden de los Siervos de la Virgen María, los «Servitas», que adoptó la Regla de San Agustín y fue reconocida definitivamente por la Santa Sede el año 1304.
Oración: Señor, infunde en nosotros el espíritu de amor que llevó a estos santos hermanos a venerar con la mayor devoción a la Madre de Dios, y les impulsó a conducir a tu pueblo al conocimiento y al amor de tu nombre. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
© Directorio Franciscano – Aciprensa – Catholic.net
 
Pensamiento del día
 
“Hay algo tan necesario
como el pan de cada día
y es la paz de cada día;
la paz sin la cual
el mismo pan es amargo”
(Amado Nervo)
 
Historias:
La magia del amor
Juanito era un niño callejero.  Un día, junto a un grupo de amigos, se les ocurrió descarrilar un tren.  Todos terminaron en el reformatorio.  Pero a Juanito, por ser huérfano y aún niño nos lo dieron en adopción por una temporada.
 
Al llegar a nuestra casa, lo primero que hizo fue echar una ojeada sobre la mesa dispuesta para cenar.  ¡Carne! -exclamó-, ¿todos los días comen carne?
 
Le serví de inmediato.  Tomó la comida con desesperación y la devoró, pero empezó a devolver lo que con tanta prisa había ingerido.
 
El pobre se encontraba tan mal que tuvimos que llamar al médico para que lo examine.  Este chico está medio muerto de hambre, dijo el doctor y nos recomendó preparar su estómago con cucharadas de sopa que debía tomar cada hora.
 
Juanito se recuperó pronto.  Pero aún mantenía su extrema palidez, su boca entreabierta por no poder respirar bien, sus párpados contraídos que le daban a su frente un aspecto de gran arruga y su tos áspera y continua, que le daban un aspecto repulsivo.  Todo ello era resultado de su mala alimentación y de las crisis nerviosas que había vivido en la calle.
 
Pronto, con los cuidados y el cariño, se recuperó.  Pero ya estaba por agotarse el tiempo por el que nos lo habían entregado para su cuidado.  Juanito lo sabía y una noche me suplicó que lo dejara vivir con nosotros.
 
Prometió nunca más hacer nada malo.  Decidimos que viva con nosotros.  Algunos días después, me pidió permiso para llamarme "mamá", tal como lo hacían mis hijos, desde ahí no dejó de gritar "mamá" por cada cosa que hacía, o porque, simplemente, le provocaba.
 
El progreso más notorio de Juanito fue gracias a un piano que había en la casa donde vacacionábamos.  Le llamó tanto la atención y tenía tales aptitudes para la música que practicó hasta que pudo sacar una tonada que escuchó.  Una profesora de piano afianzó su talento.  Juanito sintió seguridad y jamás volvió a mentir.
 
Pero su miedo al daño físico fue lo más complicado de superar.  Cualquier movimiento brusco le daba temor, no podía realizar deporte alguno.  Con paciencia, le enseñamos a jugar con una pelota de goma.
 
Pasó el tiempo y llegó a formar parte del equipo de béisbol de la escuela.  Llegó a ser director de una orquesta.  Y hasta ganó una beca de cuatro años para la universidad, terminó sus estudios trabajando en diferentes cosas.  Al concluir el tercer año obtuvo su título de piloto civil.
 
Poco antes que ingresara a la Armada, tuvieron que operarme.  Debía recibir una transfusión.  Juan, que era ya casi un hombre, estaba tan angustiado como un niño al que están por arrebatarlo de su madre.  Fue él quien donó la sangre que necesitaba.  Cuando me recuperé y nos vimos nuevamente, me abrazó con lágrimas en los ojos y me dijo: "Al fin mamá, tú y yo, tenemos un lazo de sangre".
(Autor desconocido)
 
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Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
Sea cual sea el desafío al que debo enfrentarme, no necesito hacerlo solo.  No tengo por qué estar solo ante cualquier prueba; pues Dios es una presencia amorosa que está siempre conmigo.
Si alguna vez me siento apartado de la presencia de Dios; digo en voz alta o en silencio: "Ahora Dios está conmigo".  Afirmo esta verdad una y otra vez hasta que comienzo a sentir la amorosa presencia de Dios.  Afirmo esta verdad hasta que me invade una nueva comprensión de mi unidad con Dios.
Recuerdo que no estoy solo en este momento ni lo estaré jamás.  En las cumbres o en las honduras de las experiencias vitales, Dios está conmigo.
Dios está conmigo en todo momento y en todo lugar. Dondequiera que yo esté, allí estará Dios. Dondequiera que vaya, Dios irá conmigo.
Haga lo que haga, Dios trabaja conmigo para lograr grandes cosas.
 
Un minuto para volar
Febrero 17
Señor, ya probé las falsedades de este mundo, las ilusiones vacías, las promesas de esta tierra, y nada de eso me llenó. Quedé más insatisfecho y más inseguro. Entonces me revestiré de Ti, Señor, me dejaré rodear por tu misericordia, quedaré a merced del soplo de tu Espíritu. Más que la luz de mis pequeñas seguridades quiero la oscuridad iluminada por el fuego de tu amor. Quiero tu poder, que sabe sacar un bien de los males, antes que la superficialidad de los éxitos mundanos. Por eso me entrego a Ti, Señor, con mi pequeñez hecha confianza, con mi debilidad hecha súplica, con mis temores transformados en esperanza. Amén.
(Mons. Víctor M. Fernández)
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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2 comentarios:

  1. Felipe, tus comentarios, los textos de las "Pequeñas Semillitas, me llevan a cuestionarme y encontré éstas palabras, como un resumen de lo que ahora me preocupa:
    «Sálvanos, Señor, que se acaban los buenos,
    que desaparece la lealtad entre los hombres:
    no hacen más que mentir a su prójimo,
    hablan con labios embusteros y con doblez de corazón.»
    José Luis Sevillano - España

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  2. Estimado amigo: Tienes razón en lo que dices acerca del avance del mal en el mundo. Pero eso no debe cuestionarnos ni hacernos angustiar, sino por el contrario, ser difusores de la verdad de Cristo, de todo lo bueno que nuestra religión nos enseña y que es para compartir con el mundo... aunque el mundo no nos comprenda o vaya por otros caminos. Los cristianos tenemos que ser luz del mundo, más en estos momentos en que parecen avanzar los que traen tinieblas, odio y mentiras. ¡A no bajar los brazos! Y sigamos predicando el amor y el bien, aunque al final quedemos solo 12, como en el principio del cristianismo. Recuerda que Jesús prometió que El estaría siempre con nosotros hasta el final de los tiempos (Mt 28,20)

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