PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año
13 - Número 3795 ~ Martes 9 de Octubre de 2018
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Jesús
mío, quiero pedirte que me acojas en la paz que da tu presencia, sé que me amas
y quieres lo mejor para mí aunque a veces sienta que no lo merezca. Tú conoces
todas las actividades en la que estoy involucrado y todas las preocupaciones
que, por distintas razones, tengo en mi corazón. Quiero sentir que me llenas de
confianza y me das paz para poder continuar. Te amo y quiero servirte con todas
las fuerzas de mi corazón, pero para ello, necesito que llenes mi corazón de tu
bondad y de tu amor, para poder ser una persona coherente y comprometida en
cada uno de mis actos. Permite que pueda ser sal para aquellos que están a mi
lado, que mis palabras, mis actitudes y mis acciones les ayuden a encontrarse
contigo y puedan así vivir plenamente felices. Permite que siempre esté
dispuesto y preparado para dar lo mejor de mí a cada instante. Amén.
¡Buenos días!
Ayudar de corazón
Cuando de alguien se dice, “es una buena persona”,
así simplemente, se la está calificando con la nota más excelente: la bondad.
Ser bueno es ser de nobles sentimientos, honrado, respetuoso con todos, amable, generoso. La
bondad sintetiza aspectos muy valiosos de la personalidad, que generan en los
demás, atracción y simpatía.
Centrados en los
problemas del día, pocas veces miramos a nuestro alrededor. Y cómo cambiaría el
mundo si cada uno se alejara un momento de sí mismo, para ayudar a los demás.
Cuántos hay en el círculo de tus relaciones que hoy necesitan tu palabra, tu
sonrisa, tu abrazo o sólo tu compañía. Cuánto ayuda la gracia del buen humor al
corazón abatido, la palabra serena al irritado, la dulzura de una voz amable al
que yace en el abismo de la desesperación. No hay mayor felicidad que no pasar
en vano por la vida de otra persona. Que fuimos para alguien una brisa
refrescante, una palabra que lo reanimó, una mano extendida que lo rescató de
las tinieblas...
Qué nobleza de alma tiene quien descubre y subraya en
los demás lo que los honra. Ojalá tú también te especialices en rescatar en los
otros ese lado bueno, simpático, agradable que todos tenemos. Es un aspecto del
amor a nuestros semejantes. Es una expresión de la norma de oro: “Haz a tu
prójimo lo que te gustaría que te hagan a ti”.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios
Lecturas de hoy
♥ Primera Lectura: Gál 1, 13-24
♥ Salmo: Sal 138, 1-3. 13-15
♥ SANTO EVANGELIO: Lc 10, 38-42
En aquel tiempo, Jesús entró en un pueblo; y una
mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada
María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta
estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te
importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude».
Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas
cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la
mejor parte, que no le será quitada».
♥ Comentario:
Hoy, como cada día, puedes aprender del Evangelio.
Jesús, invitado en el hogar de Betania, nos da una lección de humanidad: Él,
que quería a la gente, se deja querer, porque las dos cosas son importantes.
Rechazar las muestras de afecto, de Dios y de los demás, sería un grave error,
de consecuencias nefastas para la santidad.
¿Marta o María? Pero..., ¿por qué enfrentar a quienes
tanto se querían, y querían tanto a Dios? Jesús amaba a Marta y María, y a su
hermano Lázaro, y nos ama a cada uno de nosotros.
En el camino de la santidad no hay dos almas iguales.
Todos procuramos amar a Dios, pero con estilo y personalidad propios, sin
imitar a nadie. Nuestro modelo está en Cristo y la Virgen. ¿Te molesta la
manera de tratar a Dios de otros? Intenta aprender de su piedad personal.
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en
el trabajo? Dile, pues, que me ayude» (Lc 10,40). Servir a los demás, por amor
a Dios, es un honor, no una carga. ¿Servimos con alegría, como la Virgen a su
prima santa Isabel o en las bodas de Caná, o como Jesús, en el lavatorio de los
pies en la Última Cena?
«Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas
cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola» (Lc 10,41-42). No
perdamos la paz, ni el buen humor. Y para eso, cuidemos la presencia de Dios.
«Sabedlo bien: hay un algo santo, divino, escondido en las situaciones más
comunes, que toca a cada uno de vosotros descubrir (…); o sabemos encontrar en
nuestra vida ordinaria al Señor, o no lo encontraremos nunca» (San Josemaría).
«María ha elegido la mejor parte, que no le será
quitada» (Lc 10,42). Dios nos quiere felices. Que nuestra Madre del Cielo nos
ayude a experimentar la alegría de la entrega.
Rev. D. Josep RIBOT i Margarit (Tarragona, España)
Santoral Católico:
San Dionisio de París
Obispo y Mártir
Según narra san Gregorio de Tours, Dionisio, junto
con otros miembros de la comunidad cristiana de Roma, fue enviado como
misionero por el papa san Fabián, a mediados del siglo III, a la región de las
Galias. Fue el primer obispo de París, y sufrió el martirio, junto con dos de
sus clérigos, Rústico sacerdote y Eleuterio diácono, en las afueras de la
ciudad, en un monte al que se dio el nombre de Mons Martyrum (Monte de los
Mártires), hoy Montmartre, hacia el año 250, en tiempos de la persecución de
Decio.
Oración: Oh Dios, que enviaste a san Dionisio
y a sus compañeros a proclamar tu gloria ante las gentes, y les dotaste de
admirable fortaleza en el martirio, concédenos imitarlos en su desprecio a la
soberbia del mundo, para que no temamos nunca sus ataques. Por Jesucristo,
nuestro Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
© Directorio Franciscano – Aciprensa –
Catholic.net
San Benito de Jesús
(Héctor Valdivieso Sáez)
Religioso Lasallista
Para más información
Palabras del Papa
Francisco
“El matrimonio es la unión fiel de amor entre un
hombre y una mujer, sostenidos por la gracia de Cristo. En el proyecto
originario del Creador, no es el hombre el que se casa con una mujer, y si las
cosas no funcionan, la repudia. No. Se trata de un hombre y una mujer llamados
a reconocerse, a completarse, a ayudarse en la vivencia del matrimonio”
Aviso de ausencia
Se informa a los lectores que “Pequeñas Semillitas”
no se editará desde el 11 al 19 de octubre inclusive
por breve período de descanso y viaje del autor.
Regresamos, si Dios lo permite, el sábado 20 de
octubre.
Tema del día:
La construcción de la
felicidad
No es cierto, como muchos piensan, que la dicha pueda
encontrarse como se encuentra por la calle una moneda o que pueda tocar como
una lotería, sino que es algo que se construye, ladrillo a ladrillo, como una
casa.
Habría también que enseñarles que la felicidad nunca
es completa en este mundo, pero que, aun así, hay razones más que suficientes
de alegría para llenar una vida de jugo y de entusiasmo y que una de las claves
está precisamente en no renunciar o ignorar los trozos de felicidad que
poseemos por pasarse la vida soñando o esperando la felicidad entera.
Sería también necesario decirles que no hay «recetas»
para la felicidad, porque, en primer lugar, no hay una sola, sino muchas
felicidades y que cada hombre debe construir la suya, que puede ser muy
diferente de la de sus vecinos. Y porque, en segundo lugar, una de las claves
para ser felices está en descubrir «qué» clase de felicidad es la mía propia.
Añadir después que, aunque no haya recetas
infalibles, sí hay una serie de caminos por los que, con certeza, se puede
caminar hacia ella.
A mí se me ocurren, así de repente, unos cuantos:
♥ Valorar y reforzar las fuerzas positivas de nuestra
alma.
♥ Descubrir y disfrutar de todo lo bueno que tenemos.
♥ No tener que esperar a encontramos con un ciego para
enterarnos de lo hermosos e importantes que son nuestros ojos.
♥ Asumir después serenamente las partes negativas o
deficitarias de nuestra existencia.
♥ Vivir abiertos hacia el prójimo. Pensar que es
preferible que nos engañen cuatro o cinco veces en la vida que pasarnos la vida
desconfiando de los demás.
♥ Tener un gran ideal, algo que centre nuestra
existencia y hacia lo que dirigir lo mejor de nuestras energías.
♥ Creer descaradamente en el bien. Tener confianza en
que a la larga y a veces muy a la larga, terminará siempre por imponerse.
♥ En el amor, preocuparse más por amar que por ser
amados.
♥ Elegir, si se puede, un trabajo que nos guste. Y si
esto es imposible, tratar de amar el trabajo que tenemos.
♥ Revisar constantemente nuestras escalas de valores.
♥ Cuidar que el dinero no se apodere de nuestro
corazón, pues es un ídolo difícil de arrancar de él cuando nos ha hecho sus
esclavos.
♥ Descubrir que Dios es alegre.
♥ Procurar sonreír con ganas o sin ellas.
La lista podría ser más larga. Pero creo que, tal
vez, esas pocas lecciones podrían servir para iniciar el estudio de la
asignatura más importante de nuestra carrera de hombres: la construcción de la
felicidad.
© José Luis Martín Descalzo
Meditaciones de
“Pequeñas Semillitas”
Originalmente, el papa Urbano II había ordenado
durante la primera cruzada rezar a la Virgen al mediodía por los que habían ido
a defender la tumba de Cristo. El rey Luis XI ordenó en 1472 tocar el Ángelus
por la mañana, al mediodía y por la tarde, en todo el reino. Desde entonces,
esta práctica se ha extendió en Francia y otros países.
Algunos también atribuyen la creación del Ángelus a
Francisco de Asís, quien durante su viaje al Oriente tuvo la idea de crear un
llamado a la oración de los católicos, similar al llamado a la oración de los
musulmanes.
Incluso hoy, en esas mismas horas, los religiosos y
religiosas interrumpen sus actividades para hacer un momento de oración,
recordando el mensaje de Dios, transmitido a la Virgen por el arcángel Gabriel.
Esta práctica ha disminuido gradualmente,
particularmente en las zonas urbanas. En Roma, sin embargo, todos los domingos
al mediodía, la multitud se reúne bajo las ventanas del Papa para rezar con él
el Ángelus que presenta a través de una breve meditación y, a veces, un
comentario rápido sobre la actualidad, feliz o trágica, del mundo.
Un Minuto con María
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el
Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos,
seminaristas, monjas, religiosas, novicias, catequistas y todos los que
componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que
seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el
Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y
del Inmaculado Corazón de María; por la
conversión de todos los pueblos; por la
Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio
Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por
diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia
de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los pacientes
internados en la Casa de la Bondad en
Córdoba (Argentina); por los niños con cáncer y otras enfermedades
graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas
de catástrofes naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los
matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el
aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Continuamos unidos en oración por medio del rezo del
Santo Rosario poniendo en Manos de Nuestra Madre Bendita todas nuestras
preocupaciones, alegrías y necesidades, poniendo al mundo entero en Manos de
nuestra Madre y pidiéndole a Ella paz para el mundo. Al rezar por la paz,
rezamos por todo, por la paz en el mundo, en los corazones, porque la violencia
sea desterrada, por la paz para los niños que están en peligro de ser
abortados. Paz para los jóvenes que no encuentran el camino, paz para los
deprimidos. Paz para los que no han tenido la dicha de conocer al Amor. En fin
rezamos por la paz, y sigamos haciéndolo.
Cinco minutos del
Espíritu Santo
Octubre 9
Cuando fuimos formados en el seno de nuestra madre,
el Espíritu Santo colocó en nosotros muchas capacidades, que ni siquiera
imaginamos. La mayoría de las personas muere sin haber desarrollado una mínima
parte de todas esas capacidades que el Espíritu Santo les regaló. Porque son
como semillas de cosas buenas que necesitan nuestra decisión y nuestra
cooperación para desarrollarse.
Es una pena que tantas cosas bellas queden atrofiadas
y escondidas, porque servirían para mejorar el mundo a nuestro alrededor.
Invoquemos al Espíritu Santo, para que podamos
explotar toda esa potencia de vida, de luz y de bien que llevamos dentro; para
que no nos despreciemos a nosotros mismos ni pensemos que tenemos poco para
dar.
No vamos a ser más fuertes si nos guardamos todo eso.
Al contrario, porque las cosas más hermosas que llevamos dentro sólo se
desarrollan si las ejercitamos y las compartimos. Entonces, seremos más débiles
y más pobres si las dejamos escondidas y no las ofrecemos al mundo.
Demos gracias al Espíritu Santo, que nos ha llenado
de riqueza interior, y pidámosle que nos fecunde con su gracia para que
desarrollemos todo lo que ha puesto en nosotros.
* Mons. Víctor Manuel Fernández
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito
de todos)
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