martes, 11 de septiembre de 2018

Pequeñas Semillitas 3767

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 13 - Número 3767 ~ Martes 11 de Setiembre de 2018
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Nadie es insustituible.  Dicen que los cementerios están llenos de insustituibles...
No te engrandezcas ni envanezcas, creyendo ser una persona indispensable en las circunstancias de la vida.
Aprende a ser único y especial, pero se consciente de que nadie es insustituible.
La presunción, a los ojos de todos, causa antipatía y arrogancia. Se humilde, pero no te humilles ni te rebajes. Aprende a ser grande pero sin ensalzarte.
Obrando así, seguirás siendo sustituible, pero serás una persona muy especial para todos los que te rodean.

¡Buenos días!

Aceptar la realidad
Para la persona de fe, todo sucede porque lo quiere o lo permite Dios. Y él es experto en sacar bien del mal. Imagínate el río de bendiciones que bajó del Calvario donde murió Jesús en la cruz. También él tiene proyectos de salvación para cada una de tus contradicciones aceptadas en paz.

Un profesor de química al mismo tiempo que hacía experimentos solía dejar enseñanzas inolvidables. Una vez que tenía en la mano una botella de leche, la dejó caer en la batea del agua. Quedaron los vidrios y toda la leche se escurrió por el desagüe. “La leche está perdida, dijo. No podemos rescatarla más. Seamos más cuidadosos y no lloremos nunca por la leche derramada”.

Hay una oración muy buena para recordar cuando nos sucedan esas cosas desagradables que no tienen más solución: “Señor, concédeme fortaleza para solucionar lo que tiene solución; pero, valor para aceptar lo que ya no tiene solución; y sabiduría para reconocer la diferencia”. Es una sabia lección que se resume así: “Aceptar, olvidar, y seguir adelante”.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios
Lecturas de hoy 
Primera Lectura: 1Cor 6, 1-11

Salmo: Sal 149, 1-6a. 9b

SANTO EVANGELIO: Lc 6,12-19
En aquellos días, Jesús se fue al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor.
Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.

Comentario:
Hoy, quisiera centrar nuestra reflexión en las primeras palabras de este Evangelio: «En aquellos días, Jesús se fue al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de Dios» (Lc 6,12). Introducciones como ésta pueden pasar desapercibidas en nuestra lectura cotidiana del Evangelio, pero —de hecho— son de la máxima importancia. En concreto, hoy se nos dice claramente que la elección de los doce apóstoles —decisión central para la vida futura de la Iglesia— fue precedida por toda una noche de oración de Jesús, en soledad, ante Dios, su Padre.
¿Cómo era la oración del Señor? De lo que se desprende de su vida, debía ser una plegaria llena de confianza en el Padre, de total abandono a su voluntad —«no busco hacer mi propia voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado» (Jn 5,30)—, de manifiesta unión a su obra de salvación. Sólo desde esta profunda, larga y constante oración, sostenida siempre por la acción del Espíritu Santo que, ya presente en el momento de su Encarnación, había descendido sobre Jesús en su Bautismo; sólo así, decíamos, el Señor podía obtener la fuerza y la luz necesarias para continuar su misión de obediencia al Padre para cumplir su obra vicaria de salvación de los hombres. La elección subsiguiente de los Apóstoles, que, como nos recuerda san Cirilo de Alejandría, «Cristo mismo afirma haberles dado la misma misión que recibió del Padre», nos muestra cómo la Iglesia naciente fue fruto de esta oración de Jesús al Padre en el Espíritu y que, por tanto, es obra de la misma Santísima Trinidad. «Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles» (Lc 6,13).
Ojalá que toda nuestra vida de cristianos —de discípulos de Cristo— esté siempre inmersa en la oración y continuada por ella.
Fray Lluc TORCAL Monje del Monasterio de Sta. Mª de Poblet (Santa Maria de Poblet, Tarragona, España)

Santoral Católico:
San Juan Gabriel Perboyre
Presbítero y Mártir 
Nació en Montgesty (Mediodía-Pirineos, Francia) en 1802 de familia numerosa; tanto él como sus dos hermanos entraron en la Congregación de la Misión, y Jean-Gabriel recibió la ordenación sacerdotal en 1826. Comenzó su ministerio en la formación de los seminaristas, pero a la muerte de su hermano Luis durante su viaje a China, solicitó sustituirlo. Llegó a China en 1835 y, después de ambientarse y prepararse en Macao, inició su ministerio. En 1839 se desencadenó la persecución contra la religión cristiana. El 16 de septiembre de aquel año, fue detenido por un grupo de soldados que, con amenazas, habían obligado a un catecúmeno a revelar el lugar donde se escondía el misionero. Así inició su largo calvario, indefenso, a merced de carceleros y jueces. Lo sometieron a varios procesos y un sinfín de interrogatorios. Le pidieron que traicionara a sus compañeros de fe, pero siempre se negó. El 11 de septiembre de 1840 fue llevado junto con siete delincuentes a una altura de Wuchang (Hebei), donde los estrangularon. Juan Pablo II lo canonizó en 1996.
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© Directorio Franciscano – Catholic.net

Ntra. Señora de Coromoto
Patrona de Venezuela
 
Información más amplia 

Oración por Venezuela
Jesucristo, Señor Nuestro, acudimos a ti en esta hora de tantas necesidades en nuestra patria.
Nos sentimos inquietos y esperanzados, y pedimos la fortaleza como don precioso de tu Espíritu.
Anhelamos ser un pueblo identificado con el respeto a la dignidad humana, la libertad, la justicia y el compromiso por el bien común.
Como hijos de Dios, danos la capacidad de construir la convivencia fraterna, amando a todos sin excluir a nadie, solidarizándonos con los pobres y trabajando por la reconciliación y la paz.
Concédenos la sabiduría del diálogo y el encuentro, para que juntos construyamos la civilización del amor a través de una real participación y la solidaridad fraterna.
Tú nos convocas como nación y te decimos: Aquí estamos Señor, junto a nuestra Madre, María de Coromoto, para seguir el camino emprendido y testimoniar la fe de un pueblo que se une a una nueva esperanza.
Por eso todos juntos decimos: ¡Venezuela! ¡Vive y camina con Jesucristo, Señor de la historia!
Amén

Pensamiento del día

“Dios es caridad,
y quien permanece en la caridad,
permanece en Dios.
Ama, pues, al prójimo...,
y en él verás a Dios”
-San Agustín-

Historias:     
Así comenzó
 
Teníamos que estar para una celebración en la Catedral. Había ido con un algo de tiempo y, para ocuparlo, decidí sentarme en un banco de la plaza a tomar unos mates. Desde allí miraba el movimiento en el templo para saber cuándo debía acercarme.

Estaba en eso cuando se me acerca un cuida coches y se sienta en el mismo banco en el que me encontraba. Casi sin darme cuenta me encontré conversando con él. No nos conocíamos pero los temas fueron dándose con naturalidad.

En un momento me miró y sacó de debajo de su gastada campera una botellita con vino y tomó, rápidamente, un trago. Le manifesté que, por mí, podía tomar tranquilamente. Se sonrió y continuamos conversando.

Recuerdo habló de su estadía en la cárcel y me dio una serie de nombres de los que habían sido sus compañeros de prisión. Uno de esos nombres llamó mi atención puesto era el mismo de una persona que conocía, al igual que su familia, del barrio de Montevideo, donde había estado. La conversación se centró en esa persona hasta que debí irme a cumplir con lo que me había convocado a aquel lugar.

En otras oportunidades iba a sentarme en algún banco de la plaza y él se acercaba a conversar. “Así que es cura porque el otro día lo vi vestido como los otros” así me recibió en el segundo encuentro.

En uno de esos posteriores encuentros llamó a otro cuida coches. Éramos tres en animada charla entre mates de mi parte y tragos de vino de ellos. Esos encuentros me permitieron descubrir una realidad totalmente desconocida para mí. Me dije de la necesidad de realizar lo mismo en la otra plaza donde, también, reconocía algún cuida coches. Supuse que si ello significaba un descubrimiento para mí también podía serlo para los diversos integrantes de la comunidad.

En las Eucaristías solía compartirles historias o anécdotas que escuchaba de ellos. Les hablada de ellos con el asombro de quien descubre un mundo totalmente nuevo y deslumbrante. Era un mundo donde se encontraba la pobreza y la miseria, el abandono y los sin sabores de la vida, el alcohol y la soledad.

Un día, al finalizar una Eucaristía, me disponía a cerrar el portón de ingreso al templo cuando una de las participantes volvió hacia donde me encontraba. “¿No podríamos hacer un almuerzo con tus amiguitos?”

No necesité preguntarle por quienes eran “tus amiguitos” ya que muy en claro lo tenía. Le dije que al día siguiente lo podíamos conversar en la misa y eso hicimos. Manifesté mi disposición a invitarles siempre y cuando nosotros compartiésemos la mesa con ellos.

Cuando salí a invitar todos aceptaron menos aquel primero que no pude encontrar por ningún lado. Me había manifestado que un primo se lo quería llevar para el campo. Nunca más le he visto ni he sabido de él.

Muchas veces lo recuerdo puesto ha sido él quien me abrió la puerta a un mundo desconocido para mí. En oportunidades me he dicho que nunca existió sino que fue un alguien puesto por Dios para hacerme encontrar con una realidad que, pese a los años, continúa asombrándome y desconcertándome.

Padre Martín Ponce de León
Sacerdote Salesiano

Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
El Señor nos ha mandado en el Evangelio a que no juzguemos a nadie, puesto que no sabemos por qué, determinada persona, actúa de una forma o de otra, ya que el corazón lo conoce sólo Dios.
¡Cuántos que parecían tan santos en la tierra, ahora están ardiendo en el Infierno! ¡Y cuántos otros que fueron tratados como pecadores, ahora gozan del Paraíso!
Éste es un secreto que el Señor nos quiso revelar: “No juzguéis para no ser juzgados”.
Tenemos que saber aprovechar este secreto, que si bien no es secreto, no lo aprovechamos puesto que no lo cumplimos.
Pensemos un poco. Si no juzgamos al prójimo, entonces Dios no nos juzgará tampoco a nosotros. ¿Hay algo más consolador que esta verdad, nosotros que le tememos tanto al juicio particular y al Juicio Final?
Nosotros mirémonos a nosotros mismos y con nosotros seamos jueces severos. Pero para los demás tengamos toda la indulgencia y hagamos la “vista gorda”, miremos para otro lado, compadezcamos, sabiendo que si nosotros no caemos en esos pecados o maldades, es simplemente porque Dios nos sostiene, que si nos dejara de su mano, caeríamos en pecados peores que esos.
Sitio Santísima Virgen

Pedidos de oración 
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, monjas, religiosas, novicias, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los pacientes internados en la Casa de la Bondad en  Córdoba (Argentina); por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Continuamos unidos en oración por medio del rezo del Santo Rosario poniendo en Manos de Nuestra Madre Bendita todas nuestras preocupaciones, alegrías y necesidades, poniendo al mundo entero en Manos de nuestra Madre y pidiéndole a Ella paz para el mundo. Al rezar por la paz, rezamos por todo, por la paz en el mundo, en los corazones, porque la violencia sea desterrada, por la paz para los niños que están en peligro de ser abortados. Paz para los jóvenes que no encuentran el camino, paz para los deprimidos. Paz para los que no han tenido la dicha de conocer al Amor. En fin rezamos por la paz, y sigamos haciéndolo.

Cinco minutos del Espíritu Santo
 
Setiembre 11
Jesús quería hacer ver a sus discípulos que no debían entristecerse por su partida, porque en realidad esa partida era un bien para ellos: "Les conviene que yo me vaya" (Juan 16,7). Porque es necesario que Jesús sea glorificado, que pase por la cruz para liberarnos del pecado y resucite llegando glorioso a la presencia del Padre, para poder enviarnos así al Espíritu Santo: "Si no me voy no vendrá a ustedes el Paráclito" (Juan 16,7).
Y la presencia interior del Espíritu Santo es una riqueza y un tesoro que los discípulos no podían ni siquiera imaginar; porque es el Espíritu el que derrama la gracia divina en los corazones y hace presente la vida de Jesús en lo íntimo de los creyentes. Pero el cuarto Evangelio describe la obra del Espíritu Santo de un modo extraño; dice que el Espíritu Santo convence a los creyentes "de un pecado, de una justicia, de una sentencia" (Juan 16,8). En definitiva esto significa que el Espíritu saca a luz el error del mundo que no da a Cristo su lugar y que se mueve con falsos valores que no son su mensaje de amor. Y toda la miseria que el mundo trata de ocultar y disfrazar sale a la luz en toda su negrura gracias a la acción del Espíritu en nuestros corazones. Así, el Espíritu Santo evita que nos dejemos engañar.
El Espíritu hace ver el pecado de incredulidad del mundo, y así muestra cómo el camino que ofrece el mundo es ceguera, oscuridad, sin sentido. Hace ver la justicia, porque muestra que la verdadera justicia, la de Dios, está del lado de Cristo y no de las mentiras del mundo; y hace ver también una sentencia, porque Dios ya ha sentenciado a los poderes del mal, ya los ha condenado, aunque aparentemente ellos lleven las de ganar, aunque parezcan victoriosos.
Dejémonos convencer por el Espíritu Santo, porque él tiene la verdad que nos libera de la mentira.
* Mons. Víctor Manuel Fernández
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)

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