PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 9 - Número 2308 ~ Domingo
16 de Marzo de 2014
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
El centro de ese relato complejo, llamado
tradicionalmente “La transfiguración de Jesús”, lo ocupa una Voz que viene de
una extraña “nube luminosa”, símbolo que se emplea en la Biblia para hablar de
la presencia siempre misteriosa de Dios que se nos manifiesta y, al mismo
tiempo, se nos oculta.
La Voz dice estas palabras: “Este es mi Hijo, el amado, mi
predilecto. Escuchadlo”. En otros tiempos, Dios había revelado su
voluntad por medio de los “diez mandatos” de la Ley. Ahora la voluntad de Dios
se resume y concreta en un solo mandato: escuchad a Jesús. La escucha establece
la verdadera relación entre los seguidores y Jesús.
Muchas personas solo conocen a Jesús de oídas. Su nombre
les resulta, tal vez, familiar, pero lo que saben de él no va más allá de algunos
recuerdos e impresiones de la infancia. Incluso, aunque se llamen cristianos,
viven sin escuchar en su interior a Jesús. Y, sin esa experiencia, no es
posible conocer su paz inconfundible ni su fuerza para alentar y sostener
nuestra vida.
Cuando un creyente se detiene a escuchar en silencio a
Jesús, en el interior de su conciencia, escucha siempre algo como esto: “No
tengas miedo. Abandónate con toda sencillez en el misterio de Dios. Tu poca fe
basta. No te inquietes. Si me escuchas, descubrirás que el amor de Dios
consiste en estar siempre perdonándote. Y, si crees esto, tu vida cambiará.
Conocerás la paz del corazón”.
En el libro del Apocalipsis se puede leer así: “Mira,
estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en
su casa”. Jesús llama a la puerta de cristianos y no cristianos. Le podemos
abrir la puerta o lo podemos rechazar. Pero no es lo mismo vivir con Jesús que
sin él. José Antonio Pagola
¡Buenos días!
Crecer en oración
La oración que
haces al comenzar la jornada y al terminarla, es la expresión de tu amor y
confianza en Dios. Entre estos dos momentos, si amas de verdad a Dios con toda
el alma y con todas las fuerzas, como dice la Palabra, de alguna manera el
recuerdo y la presencia del Señor te acompañarán en las variadas tareas de tu
jornada. Un mensaje de la Reina de la Paz:
“¡Queridos hijos! Hoy quiero hacerles esta
invitación: ¡oren, oren, oren!, en la oración, ustedes conocerán el gozo más
grande y encontrarán la solución a cualquier situación difícil. Gracias por los
progresos que hacen en la oración! Cada uno de ustedes es querido a mi corazón
y agradezco a todos aquellos que han incrementado la oración en sus familias.
Gracias por haber respondido a mi llamado!”
“La oración me
salvó la vida. Sin ella estaría loco hace ya mucho tiempo. Si conseguí salvarme
de la desesperación fue gracias a la oración” (M. Gandhi). “Sólo por la oración
podemos alcanzar la completa y armoniosa unificación del cuerpo, mente y
espíritu, que le da a la frágil constitución humana su fortaleza invencible” (A.
Carrel). Toma una buena decisión.
Padre Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús toma consigo a Pedro, a Santiago y
a su hermano Juan, y los lleva aparte, a un monte alto. Y se transfiguró
delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se
volvieron blancos como la luz. En esto, se les aparecieron Moisés y Elías que
conversaban con Él. Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: «Señor, bueno es
estarnos aquí. Si quieres, haré aquí tres tiendas, una para ti, otra para
Moisés y otra para Elías».
Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los
cubrió con su sombra y de la nube salía una voz que decía: «Éste es mi Hijo
amado, en quien me complazco; escuchadle». Al oír esto los discípulos cayeron
rostro en tierra llenos de miedo. Mas Jesús, acercándose a ellos, los tocó y
dijo: «Levantaos, no tengáis miedo». Ellos alzaron sus ojos y ya no vieron a
nadie más que a Jesús solo. Y cuando bajaban del monte, Jesús les ordenó: «No
contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre
los muertos». (Mt 17,1-9)
Comentario
Hoy, camino hacia la Semana Santa, la liturgia de la
Palabra nos muestra la Transfiguración de Jesucristo. Aunque en nuestro
calendario hay un día litúrgico festivo reservado para este acontecimiento (el
6 de agosto), ahora se nos invita a contemplar la misma escena en su íntima
relación con los sucesos de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor.
En efecto, se acercaba la Pasión para Jesús y seis días
antes de subir al Tabor lo anunció con toda claridad: les había dicho que «Él
debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos
sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer día» (Mt 16,21).
Pero los discípulos no estaban preparados para ver sufrir
a su Señor. Él, que siempre se había mostrado compasivo con los desvalidos, que
había devuelto la blancura a la piel dañada por la lepra, que había iluminado
los ojos de tantos ciegos, y que había hecho mover miembros lisiados, ahora no
podía ser que su cuerpo se desfigurara a causa de los golpes y de las
flagelaciones. Y, con todo, Él afirma sin rebajas: «Debía sufrir mucho».
¡Incomprensible! ¡Imposible!
A pesar de todas las incomprensiones, sin embargo, Jesús
sabe para qué ha venido a este mundo. Sabe que ha de asumir toda la flaqueza y
el dolor que abruma a la humanidad, para poderla divinizar y, así, rescatarla
del círculo vicioso del pecado y de la muerte, de tal manera que ésta —la
muerte— vencida, ya no tenga esclavizados a los hombres, creados a imagen y
semejanza de Dios.
Por esto, la Transfiguración es un espléndido icono de
nuestra redención, donde la carne del Señor es mostrada en el estallido de la
resurrección. Así, si con el anuncio de la Pasión provocó angustia en los
Apóstoles, con el fulgor de su divinidad los confirma en la esperanza y les
anticipa el gozo pascual, aunque, ni Pedro, ni Santiago, ni Juan sepan
exactamente qué significa esto de… resucitar de entre los muertos (cf. Mt
17,9), ¡Ya lo sabrán!
Rev. D. Jaume GONZÁLEZ i Padrós (Barcelona, España)
Palabras del Beato Juan Pablo
II
“Dios nos ha amado con infinita misericordia, sin
detenerse ante la condición de grave ruptura ocasionada por el pecado en la
persona humana. Se ha inclinado con benevolencia sobre nuestra enfermedad,
haciendo de ella la ocasión para una nueva y más maravillosa efusión de su amor.
La Iglesia no deja de proclamar este misterio de infinita bondad, exaltando la
libre elección divina y su deseo de no de condenar, sino de admitir de nuevo al
hombre a la comunión consigo”
Beato Juan Pablo II
Cuaresma:
Reflexión para cada día
Domingo Segundo de
Cuaresma
“Este es mi Hijo,
el escogido, escuchadle” (Lc 9,28b-36)
Un día salimos de excursión, con unos jóvenes de mi
parroquia, a un monte de nuestra tierra. Una vez situados en la cumbre
comenzaron, espontáneamente, a surgir diversos comentarios sobre la
experiencia: “¡qué paisaje se divisa desde este alto!”; “¡qué pequeños se ven
aquellos pueblos!”; “¡qué plantas tan originales!”. Así, uno tras otro…. hasta
que llegó el momento de encararse y de descender a las cosas vertiginosas de
todos los días.
A la semana siguiente, en una evaluación sobre la
actividad, uno de los monitores interpelaba a los jóvenes: ¿tanto os impresionó
el paisaje que fuisteis incapaces de aprovechar para respirar profundamente el
oxígeno que os regalaba aquella montaña? Los jóvenes cayeron en la cuenta que,
ciertamente, se quedaron con el paisaje sin percatarse “de la vida invisible a
sus ojos” que les daba el aire puro y vivificante de aquella cumbre.
“Este es mi
secreto, un secreto muy sencillo; sólo se puede ver bien con el corazón; lo
esencial es invisible a los ojos” (A. de Saint Exupéry)
También a nosotros, con el Evangelio de hoy, Jesús nos
invita a adentrarnos y comprender su identidad. Subir junto a Él, camino del
calvario, es quedarnos embelesados por la cercanía de un Dios que se manifiesta
claramente en Él.
La Transfiguración nos invita, por capilaridad, a
contemplar y ver, tocar y fusionarnos, sin duda alguna, a su persona.
En estos tiempos, en los que tanto interesa el “ADN” de
las personas, se me ocurre pensar que el Monte Tabor es un lugar privilegiado
donde aprendemos a vislumbrar, a intuir que Jesús encierra algo grande que
escapa a nuestra razón pero que colma de vida el corazón que todos llevamos
dentro.
La Transfiguración de Jesús, en este segundo domingo de
Cuaresma, nos descubre la identidad de Jesús: HIJO DE DIOS
Pero, aun así, muchos seguirán sin creer, jactándose de
sentenciar que ni hubo monte, ni hubo manifestación, ni nubes que se abrieron
de par en par vociferando el Misterio.
Otros se quedarán en el Jesús histórico sin más
trascendencia que su nacimiento, su muerte o el movimiento de liberación que
pudo, en su tiempo, haber desencadenado.
Y, algunos más, -ojalá nosotros-, pensaremos que la
Transfiguración es una transfusión y adelanto de la gloria que nos espera
después de la muerte y con la resurrección de Jesús.
Tabor…es subir para comprender y entender la persona de
Jesús.
Tabor…es bajar al terreno de cada día con nuevas
actitudes, con nuevo brillo en el rostro, con el corazón sobrecogido por la
experiencia de haber estado cerca de Jesús
Tabor…es levantar, en medio de nuestro mundo, no tres
tiendas (y si cientos de miles) para que muchos hombres y mujeres descubran que
el resplandor de la Gloria de Dios sigue brillando para todo aquel que se
aventure (con esfuerzo, seguimiento, escucha,
valentía y audacia) a buscarla.
¿Nos atrevemos a subir a ese monte?
Feliz II Domingo de Cuaresma
P. Javier Leoz
Nuevo video y artículo
Hay un nuevo video subido a este blog.
Para verlo tienes que ir al final de la página.
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo
II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
Nunca olvidemos agradecer
Alguna vez leí que en el cielo hay dos oficinas
diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la
tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí
los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la
cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por
las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque
prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para
dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas"
pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la
segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como
respuesta a nuestros pedidos de oración.
Marta J., de
Buenos Aires, Argentina agradece las oraciones que los hermanos lectores de “Pequeñas
Semillitas” elevaron por su operación de pulmón para extirpar un nódulo. Dios
las escuchó y hoy le han confirmado que está fuera de peligro y sana. Bendita y
alabada sea Su Infinita Misericordia!
Cecilia Claudia,
de Buenos Aires, Argentina, agradece a Dios porque su chequeo médico anual ha
salido muy bien. Y también porque a su hija María Cecilia le han reconocido los méritos en su trabajo y le han
concedido un ascenso.
Un estímulo todos los días
Marzo 16
En la Biblia Jesús se presenta como un pan de vida, y nos
dice: “El que me coma vivirá por mí” (Jn 6,57). Jesús se quedó presente en la
Eucaristía para ser alimento interior, para fortalecernos, para animarnos, para
llevarnos a una vida más intensa, para que estemos cada vez más unidos a él.
Pero no es un alimento mágico y la comunicación no debe ser un rito vacío. Sólo
nos transforma en la medida en que lo deseamos. Por eso es importante
prepararse, dialogar con él, reconocer su presencia, despertar el deseo de su
amor.
Si no podemos recibir la comunión por alguna razón,
igualmente es bueno ir a celebrar la Misa con los hermanos, porque allí podemos
hacer una comunión espiritual. Significa que en el momento de la comunión
hacemos un acto de amor a Jesús, le expresamos nuestro deseo, le pedimos que
entre y tome nuestra vida, y lo aceptamos como Señor de nuestra existencia. Ese
momento tiene un valor muy especial. Si por alguna razón no podemos ir a Misa,
igualmente podemos hacer un acto interior de deseo, imaginar a Jesús presente
en la Eucaristía y vivir este momento de encuentro personal con él.
Mons. Víctor Manuel Fernández
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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