PEQUEÑAS SEMILLITAS
Número 0178 ~ Martes 4 de Setiembre de 2007
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Hola !!!
Jamás se compare con nadie, ni a su favor ni en contra; cada cual recibe de la vida lo que ha merecido y cosecha lo que ha sembrado. Oriéntese a lograr lo mejor de usted mismo y de su vida; cada cual tiene una diferente misión para cumplir y lo que hace felices a unos puede ser la infelicidad para otros; concéntrese sólo en sus ventajas y beneficios.
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba. Quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad. Había en la sinagoga un hombre que tenía el espíritu de un demonio inmundo, y se puso a gritar a grandes voces: «¡Ah! ¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios». Jesús entonces le conminó diciendo: «Cállate, y sal de él». Y el demonio, arrojándole en medio, salió de él sin hacerle ningún daño. Quedaron todos pasmados, y se decían unos a otros: «¡Qué palabra ésta! Manda con autoridad y poder a los espíritus inmundos y salen». Y su fama se extendió por todos los lugares de la región.
(Lucas 4, 31-37)
Comentario
Hoy vemos cómo la actividad de enseñar fue para Jesús la misión central de su vida pública. Pero la predicación de Jesús era muy distinta a la de los otros maestros y esto hacía que la gente se extrañara y se admirara. Ciertamente, aunque el Señor no había estudiado (cf. Jn 7,15), desconcertaba con sus enseñanzas, porque «hablaba con autoridad» (Lc 4,32). Su estilo de hablar tenía la autoridad de quien se sabe el “Santo de Dios”.
Precisamente, aquella autoridad de su hablar era lo que daba fuerza a su lenguaje. Utilizaba imágenes vivas y concretas, sin silogismos ni definiciones; palabras e imágenes que extraía de la misma naturaleza cuando no de la Sagrada Escritura. No hay duda de que Jesús era buen observador, hombre cercano a las situaciones humanas: al mismo tiempo que le vemos enseñando, también lo contemplamos cerca de las gentes haciéndoles el bien (con curaciones de enfermedades, con expulsiones de demonios, etc.). Leía en el libro de la vida de cada día experiencias que le servían después para enseñar. Aunque este material era tan elemental y “rudimentario”, la palabra del Señor era siempre profunda, inquietante, radicalmente nueva, definitiva.
La cosa más grande del hablar de Jesucristo era el compaginar la autoridad divina con la más increíble sencillez humana. Autoridad y sencillez eran posibles en Jesús gracias al conocimiento que tenía del Padre y su relación de amorosa obediencia con Él (cf. Mt 11,25-27). Es esta relación con el Padre lo que explica la armonía única entre la grandeza y la humildad. La autoridad de su hablar no se ajustaba a los parámetros humanos; no había competencia, ni intereses personales o afán de lucirse. Era una autoridad que se manifestaba tanto en la sublimidad de la palabra o de la acción como en la humildad y sencillez. No hubo en sus labios ni la alabanza personal, ni la altivez, ni gritos. Mansedumbre, dulzura, comprensión, paz, serenidad, misericordia, verdad, luz, justicia... fueron el aroma que rodeaba la autoridad de sus enseñanzas.
Rev. D. Joan Bladé i Piñol (Barcelona, España)
Santoral y Efemérides
En el Santoral Católico hoy se conmemora a Santa Rosalía y a San Marcelo, Mártir.
Un cordial saludo para las amigas y amigos que llevan esos nombres.
Algunos de los hechos más importantes ocurridos en un día como hoy en la Historia fueron:
- Día de la Secretaria y Día del Inmigrante en Argentina.
1781 - Se funda Los Angeles, en el Valle del Humo (nombre indio).
1821 - Fusilan a José Miguel Carrera, primer caudillo de la independencia de Chile.
1882 - Se inaugura la primera red de iluminación eléctrica en New York.
1888 - George Eastman patenta el primer rollo y cámara "Kodak".
1890 - Un incendio destruye media ciudad de Salónica, en Grecia.
1941 - Segunda guerra mundial: comienza el asedio alemán de Leningrado (San Petersburgo).
1951 - Se inaugura el cable coaxial que permitió la primera transmisión de TV transcontinental en los Estados Unidos.
1965 - Muere Albert Schweitzer, teólogo y médico que se fue a vivir a África para contribuir a mejor el nivel de salud de la gente de ese continente.
1986 - Yaser Arafat acepta la resolución 242 de la ONU, que supone el implícito reconocimiento del derecho a la existencia del Estado de Israel.
1993 - Se inaugura la nueva catedral de Managua, capital de Nicaragua.
2002 - El músico israelí Daniel Barenboim y el escritor estadounidense de origen palestino Edward Said comparten el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia.
Para pensar...
"Una excelente manera de mejorar nuestras relaciones interpersonales y de paso aprender más, es: escuchar, escuchar a todas las personas. Todos, de alguna manera, tendrán algo que pueden enseñarnos. Escuche atentamente... y aprenda".
Anónimo
La privacidad vulnerada
Lo primero que confunde es el entorno. Usted que está en su casa navegando por Internet supone que nadie sabe qué páginas visitó, con quién estuvo chateando, cuáles fueron los blogs en los que participó. Y si a la cuestión del entorno (cualquiera sea: su dormitorio, el living o la oficina) se le agrega la creencia de que en el mundo virtual somos como fantasmas, pues entonces llegamos a la suposición de que en la ‘red de redes’ un individuo puede hacer y ser quien quiera porque, total, qué va: se es anónimo.
Bueno, para todos aquellos que creían que esto era así... ¡noticia! : no lo es. Y el problema es, justamente, el anonimato. O mejor dicho, la falta de...
La privacidad en Internet apenas ha comenzado a debatirse. Es una gran ‘laguna’, y ya se presenta como una discusión extensa, imprecisa y de horizonte lejano. La verdad es que, aunque no se lo imagine, casi todo lo que envía y recibe por Internet puede archivarse, incluso los mensajes que deja en los foros o los archivos que consulta el suscriptor, y ni hablar de las páginas web que visita. Los proveedores de Internet y los operadores de sitios tienen la capacidad de recopilar dicha información; ésta es al cabo, sépalo bien, su identidad.
Una buena pregunta sería, ¿en qué momento dejamos de ser anónimos en la Red? Respuesta: desde el preciso momento en que nos conectamos. Más, cada vez que accedemos a la Red dejamos una marca personal que está determinada por las direcciones IP, algo así como el DNI (Documento Nacional de Identidad) de las computadoras. La importancia de la dirección IP es fundamental para que nuestros correos electrónicos sepan, por ejemplo, cómo llegar desde nuestro buzón hasta el del destinatario. Pero, claro, a su vez, el DNI virtual de nuestra computadora aporta otro tipo de datos clave como nuestra ubicación en el mundo, quiénes son todos nuestros contactos, qué periódicos leemos, cuál es la música que preferimos, y algo todavía más importante: qué tipo de perfil cuadra con nosotros en tanto consumidores. Finalmente, el temor de muchos se hizo realidad. El anonimato que implicaba pertenecer a una sociedad moderna ha sido vulnerado, y es fácil imaginar adónde irán a parar esos datos ¿O a qué empresa no le gustaría contar con esa jugosa base?
Es curioso porque a lo largo de los últimos 25 años hemos sido víctimas de este despojo abrupto de datos merced a las siempre útiles y salvadoras tarjetas de crédito y no nos percatamos de que sucedía. Cuando Internet era una quimera propia de los libros de ciencia ficción de Ray Bradbury, nuestra huella como individuos se evidenciaba en las transacciones comerciales. Las centrales de las compañías de crédito recibían –de hecho, sigue sucediendo– actualizaciones y autorizaciones constantes de cada uno de nuestros movimientos financieros. Fácilmente, una filtración de esa información confidencial determinaba dónde estábamos, qué habíamos comprado, cuánto habíamos gastado y cuánto nos quedaba por gastar, entre otras cosas. Trasladado al hoy, el problema no tiene que ver con que esos datos queden en poder de las tarjetas, sino que puedan ser divulgados masivamente a través de la Red, dejándonos indefensos, y sí: a punto de ser estafados.
Fuente: Revista Nueva - Rosario - República Argentina
Gracias Marta Delia Stazzone
Consignas
Engarza en oro las alas del pájaro y nunca más volará al cielo. Envuelve tu corazón en las apetencias excesivas del dinero y ya no te inquietará ningún ideal que lleve al cielo.
Historias : Juicio sin trampas y a verdad desnuda
El cuento trata de un difunto. Ánima bendita camino del cielo donde esperaba encontrarse con papá Dios para el juicio sin trampas y a verdad desnuda. Y no era para menos, porque en la conciencia a más de llevar muchas cosas negras, tenía muy pocas positivas que hacer valer. Buscaba ansiosamente aquellos recuerdos de buenas acciones que había hecho en sus largos años de usurero.
Había encontrado en los bolsillos del alma unos pocos recibos que decían "Que Dios se lo pague", medio arrugados y amarillentos por lo viejo. Fuera de eso, no había nada que valiera la pena. Pertenecía a un grupo de ladrones de cuello blanco, de quienes comentó un poeta: "No dijo malas palabras, ni realizó cosas buenas". Parece que en el cielo las primeras se perdonan y las segundas se exigen. Todo esto ahora lo veía clarito; pero ya era tarde. La cercanía del juicio de papá Dios lo tenía muy preocupado.
Se acercó despacito a la entrada principal, y se extraño mucho al ver que allí no había que hacer fila: o bien no había demasiados clientes o quizá los trámites se realizaban sin complicaciones. Quedó realmente desconcertado cuando se percató no sólo de que no se hacía fila sino que las puertas estaban abiertas de par en par, y además no había nadie para vigilarlas. Golpeó con las manos y gritó el “Ave María purísima”, pero nadie le respondió. Miró hacia adentro, y quedó maravillado de la cantidad de cosas lindas que se distinguían, pero no vio a nadie, ni ángel, ni santo, ni nada que se le pareciera. Se animó un poco más y la curiosidad lo llevó a cruzar el umbral de las puertas celestiales, y nada. Se encontró perfectamente dentro del paraíso sin que nadie se lo impidiera.
- ¡Caramba -se dijo- parece que aquí deber ser todos gente muy honrada! ¡Mirá que dejar todo abierto y sin guardia que vigile!
Poco a poco fue perdiendo el miedo, y fascinado por lo que veía se fue adentrando por los patios de la Gloria; realmente una preciosura. Era para pasarse allí una eternidad mirando, porque a cada momento uno descubría realidades asombrosas y bellas. De patio en patio, de jardín en jardín y de sala en sala se fue internando en las mansiones celestiales, hasta que desembocó en lo que tendría que ser la oficina de papá Dios. Por supuesto, estaba también abierta de par en par. Titubeó un poquito antes de entrar, pero en el cielo todo termina por inspirar confianza. Así que penetró en la sala ocupada en su centro por el escritorio de papá Dios. Sobre el escritorio estaban sus anteojos, nuestro amigo no pudo resistir la tentación -santa tentación al fin- de echar una miradita hacia la tierra con los anteojos de papá Dios. Se los puso y cayó en éxtasis. ¡Que maravilla! Se veía todo clarito y patente.
Con esos anteojos se lograba ver la realidad profunda de todo y de todos sin la menor dificultad. Pudo mirar profundo de las intenciones de los políticos, las auténticas razones de los economistas, las tentaciones de los hombres de Iglesia, y los sufrimientos de las dos terceras partes de la humanidad. Entonces se le ocurrió una idea. Trataría de ubicar a su socio de la financiera para observarlo desde esta situación privilegiada. No le resulto difícil conseguirlo, pero de inmediato se sintió mal. En ese preciso instante su colega esta estafando a una pobre mujer viuda mediante un crédito bochornoso que terminaría de hundirla en la miseria. Al ver con tanta claridad la cochinada que su socio estaba por realizar, le subió al corazón un profundo deseo de justicia.
Nunca le había pasado en la tierra, pero, claro, ahora estaba en el cielo. Fue tan ardiente este deseo de hacer justicia, que sin pensar en otra cosa, buscó a tientas debajo de la mesa el banquito de papá Dios, y lo lanzó a la tierra con una certera puntería. El banquito le pegó un golpe tal a su socio, que lo tumbó allí mismo. En ese momento se sintió en el cielo una gran algarabía. Era papá Dios que retornaba con sus angelitos, sus santas vírgenes, confesores y mártires, luego de un día de paseo realizado en los collados eternos.
La alegría de todos se expresaba hasta por los poros del alma. Nuestro amigo se sobresaltó. Como era pura alma, el alma no se le fue a los pies, sino que se trató de esconder detrás del armario de las indulgencias. Pero ustedes comprenderán que la cosa no le sirvió de nada, porque a los ojos de Dios todo está claro. Así que fue no más entrar y llamarlo a su presencia. Pero Dios no estaba irritado, gozaba de muy buen humor como siempre. Simplemente le preguntó qué estaba haciendo.
La pobre alma trató de explicar balbuceando que había entrado a la gloria, porque estando la puerta abierta nadie la había respondido y él quería pedir permiso, pero no sabía a quién:
- No, no te preocupes -le dijo papá Dios-, todo está muy bien. A propósito ¿qué hiciste con mi banquito donde apoyo los pies?
Reconfortado por la misericordiosa manera de ser de papá Dios, el pobre tipo se fue recuperando del susto y le contó que había entrado en su despacho, había visto el escritorio y encima los anteojos, y que no había resistido la tentación de colocárselos para echarle una miradita al mundo, y le pidió perdón por el atrevimiento.
- No, no -volvió a decirle papá Dios-, todo eso está muy bien. No hay nada qué perdonar. Mi deseo profundo es que todos los hombres fueran capaces de mirar el mundo como yo lo veo, en eso no hay pecado. Pero hiciste algo más. ¿Qué pasó con mi banquito donde apoyo los pies?
Ahora sí el ánima bendita se encontró animada del todo, le contó a papá Dios en forma apasionada que había estado observando a su socio justamente cuando cometía una tremenda injusticia y que le había subido al alma un gran deseo de justicia, y que sin pensar en nada le había arrojado a su socio el banquito.
- ¡Ah, no! -volvió a decirle papá Dios. Ahí te equivocaste, no te diste cuenta de que si bien te habías puesto mis anteojos, te faltaba tener mi corazón. Imagínate que si yo cada vez que veo una injusticia en la tierra me decidiera a tirarles un banquito, no alcanzarían los carpinteros de todo el universo para abastecerme de proyectiles. No hijo. Hay que tener mucho cuidado con ponerse mis anteojos, si no se está bien seguro de tener también mi corazón...
... Y el hombre se despertó todo transpirado, observando por la ventana entreabierta que el sol ya había salido y que afuera cantaban los pajaritos, entonces comprendió que hay historias que parecen sueños, y sueños que podrían cambiar la historia.
Autor Desconocido - Recibido de Magadalena Bustamante Alonso
Meditación breve
A lo largo del día, allí donde esté, interrumpo lo que estoy haciendo y hago una pausa para la oración. No necesito cerrar los ojos ni esperar a tener algunos minutos de soledad. Dondequiera que esté, cualquiera sea mi tarea, puedo aquietar mis pensamientos y pronunciar una oración de agradecimiento a Dios.
Si algo me tiene preocupado, pongo mis preocupaciones en las manos de Dios. En esos momentos de estrecha comunión con Dios, se me quita el peso del problema.
Tras la pausa para orar me siento apacible y en calma. Relajado, reconcentrado en las responsabilidades que tengo ante mí; sé que puedo hacer todo lo necesario de modo ordenado y eficiente.
Para reponerme con celeridad, incluyo varias pausas para rezar en mi rutina de cada día.
¡Da resultado!
El rincón de los lectores
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# Gustavo el cura - 3-Setiembre-2007 - Mensaje dejado en el blog de internet -
Excelente blog, con muchos aportes; si me permite lo enlazaré al mío. No soy sacerdote, es un apodo por mi condición de catequista me llaman el cura y lo he tomado para identificar mi blog. Saludos y Dios te bendiga hermano.
# Nota del autor:
Gracias Gustavo por tus palabras y por cierto puedes enlazar tu blog al mío. Te pido que me mandes la dirección de internet de tu blog para poder conocerlo. Un cordial saludo.
Felipe
Los cinco minutos de Dios - por Alfonso Milagro
Nos es frecuente oír decir, ante cualquier circunstancia: "lo hice porque me arrastró la corriente, la costumbre..."
Tú no debes dejarte arrastrar por nada ni por nadie que no sea tu propia conciencia; porque en tu vida no debes tolerar que mande nada ni nadie más que tú.
Si te dejas arrastrar, serás como hoja de árbol caída y seca, y, por lo mismo, ya infecunda y estéril
Si permaneces fiel a los dictados de tu conciencia, serás como la roca milenaria, que siempre señala la ruta a los caminantes.
No quieras, pues, sincerar tu culpa cuando obras "arrastrado por la corriente"; en realidad lo único que te arrastró fue tu falta de voluntad, la debilidad de tu carácter.
Si te dejas arrastrar eres una cosa; si no dejas que nada ni nadie te arrastre, eres simplemente hombre.
Sé persona, no seas cosa.
Pide al Señor que fortifique los músculos de tu cuerpo y también los resortes de tu voluntad.
Felipe de Urca
-Jardinero de Dios-
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