miércoles, 3 de enero de 2018

Pequeñas Semillitas 3551

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 13 - Número 3551 ~ Miércoles 3 de Enero de 2018
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
En este nuevo año que hemos iniciado ojalá te sigas eligiendo todos los días... Ojalá te levantes cada mañana orgulloso de quien eres... Ojalá te hagas muecas cada vez que te miras al espejo. Porque una sonrisa todo lo puede... Ojalá no te rindas nunca, ni siquiera cuando sientes que no puedes más... Ojalá no mires para atrás ni para tomar impulso, y ganes fuerza para levantarte después de tropezar con esa piedra una vez más... Ojalá te vistas como te apetezca, incluso si no se lleva. Incluso si el de al lado te mira de arriba abajo... Ojalá cantes en la ducha con todas tus ganas aunque al segundo caiga un gran chaparrón... Ojalá grites a los cuatro vientos que puedes con todo... Ojalá te regalen sonrisas para cada lágrima... Ojalá te den abrazos de esos que quitan los miedos en un segundo. Y en los que apetece quedarse a vivir... Ojalá que puedas sentir que Dios te ama...

¡Buenos días!

Como incienso…
Hoy te presento una oración en forma de responsorio. Es apropiada para ambientarte al empezar a orar: ayuda a ponerse en la presencia del Señor con sentimientos de profunda fe y devoción. Ante todo revisa su estructura: repetición de la primera frase, engarce de la tercera con la primera. Y la terminación: “Gloria” y primera frase. Es simple.

V. Suba, Señor, a ti mi oración.
R. Suba, Señor, a ti mi oración.

V. Como incienso en tu presencia.
R. A ti mi oración.

V. Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Suba, Señor, a ti mi oración.

Hermoso símbolo de tu oración es el incienso, humo aromático que sube de las resinas esparcidas sobre brasas. De tu corazón ardiente de amor sube tu oración al Dios Altísimo que hace tanto por ti, porque te ama, y está dispuesto a escucharte y enviarte el auxilio oportuno. El aroma de tu oración humilde es agradable al Señor que conoce tu interior.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
Al día siguiente Juan ve a Jesús venir hacia él y dice: «He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es por quien yo dije: ‘Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo’. Y yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que él sea manifestado a Israel». Y Juan dio testimonio diciendo: «He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre Él. Y yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: ‘Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo’. Y yo le he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de Dios». (Jn 1,29-34)

Comentario:
Hoy, san Juan Bautista da testimonio sobre el Bautismo de Jesús. El Papa Francisco recordaba que «el Bautismo es el sacramento en el cual se funda nuestra fe misma, que nos injerta como miembros vivos en Cristo y en su Iglesia»; y agregaba: «No es una formalidad. Es un acto que toca en profundidad nuestra existencia. Un niño bautizado o un niño no bautizado no es lo mismo. No es lo mismo una persona bautizada o una persona no bautizada. Nosotros, con el Bautismo, somos inmersos en esa fuente inagotable de vida que es la muerte de Jesús, el más grande acto de amor de toda la historia; y gracias a este amor podemos vivir una vida nueva, no ya en poder del mal, del pecado y de la muerte, sino en la comunión con Dios y con los hermanos».
Hemos escuchado los dos efectos principales del Bautismo enseñados en el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 1262-1266):
1º «He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Jn 1,29). Un efecto del Bautismo es la purificación de los pecados, es decir, todos los pecados son perdonados, el pecado original y todos los pecados personales así como todas las penas del pecado.
2º «Baja el Espíritu», «bautiza con Espíritu Santo» (Jn 1,34): el bautismo nos hace "una nueva creación", hijos adoptivos de Dios y partícipes de la naturaleza divina, miembros de Cristo, coherederos con Él y templos del Espíritu Santo.
La Santísima Trinidad —Padre, Hijo y Espíritu Santo— nos da la gracia santificante, que nos hace capaces de creer en Dios, de esperar en Él y de amarlo; de vivir y obrar bajo la moción del Espíritu Santo mediante sus dones; de crecer en el bien por medio de las virtudes morales.
Pidamos, como nos exhorta el Papa Francisco, «despertar la memoria de nuestro Bautismo», «vivir cada día nuestro Bautismo, como realidad actual en nuestra existencia».
Rev. P. Higinio Rafael ROSOLEN IVE (Cobourg, Ontario, Canadá)

Santoral Católico:
El Santísimo Nombre de Jesús
Nombre anunciado por el Ángel a san José e impuesto al Niño en la circuncisión, invocado por los fieles desde los comienzos de la Iglesia, como puede verse ya en san Pablo, empezó a ser venerado en las celebraciones litúrgicas en el siglo XIV. San Bernardino de Siena y sus discípulos fueron los grandes apóstoles que propagaron este culto a lo largo y ancho de Italia y de Europa. En 1530, Clemente VII concedió a la Orden Franciscana la celebración del Oficio del Santísimo Nombre de Jesús. Inocencio XIII, en el s. XVIII, hizo extensiva la fiesta a la Iglesia universal. En la actualidad se celebra el día 3 de enero. «El nombre de Jesús es el divino poema que expresa lo más sublime y lo más humilde que la sabiduría y la misericordia de Dios han podido inventar para salvar a la Humanidad decaída. Este nombre adorable, que primero pronunció el Ángel, y luego María y José impusieron al Verbo Encarnado, fue también pronunciado por Pilatos cuando leyó contra el Salvador la sentencia de muerte. Pero el Padre lo constituyó juez de vivos y muertos, e hizo figurar su nombre como señal de salvación en la frente de los predestinados» (A. I. Schuster).
Oración: Oh Dios, que a tu Hijo le has puesto el nombre de Jesús, Salvador de todos los hombres; concédenos pronunciar con gozo este nombre en la tierra y disfrutar en el cielo de su presencia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano - Aciprensa    

Pensamiento del día

“Todos tenemos demonios en los rincones oscuros del alma,
pero si los sacamos a la luz, los demonios se achican,
se debilitan, se callan y al fin nos dejan en paz.”
-Isabel Allende-

Tema del día:
Las tres Avemarías diarias
Una de las prácticas de devoción más sencillas a la vez que importantes para honrar a nuestra Madre del Cielo, la Santísima Virgen, es el rezo diario de 3 Avemarías.

Se trata de una sencilla práctica que conmemora el Poder, la Sabiduría y el Amor que le fueron comunicados por la Augusta Trinidad. La propia Virgen ha prometido la Salvación a quienes practiquen esta devoción, que la Iglesia ha reconocido siempre y ha sido también recomendada por grandes santos.

A quien las haya rezado, "A la hora de su muerte me mostraré a él con el brillo de una belleza tan grande, que mi vista le consolará y le comunicará las alegrías celestiales", reveló la Santísima Virgen a Santa Gertrudis. No olvidemos que San Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia recomendó este rezo y dijo que "María no solo socorre a sus devotos en la hora crítica de la muerte, sino que además viene en su busca en ese tránsito a la otra vida, para animarlos y acompañarlos a la presencia de su Divino Hijo, ante el cual Ella será su abogada".

San Andrés Cretense recomendó también esta devoción diciendo “María es tan generosa y magnífica que premiará con grandes favores los más pequeños servicios, homenajes y muestras de afecto que le hayamos ofrecido” .También San Leonardo de Porto Mauricio, gran predicador y devoto mariano recomendó encarecidamente esta práctica.

La Santísima Virgen reveló también a Santa Matilde la importancia de rezar las 3 Avemarías prometiéndole a ella y a todos los que las rezaran, su asistencia en la hora de la muerte y una especial protección durante la vida. La Santísima Virgen, por supuesto, no miente nunca. La forma más correcta de hacerlo, como reveló la Virgen a Santa Matilde es diciendo: "María Madre mía, líbrame de caer en pecado mortal por el Poder que te concedió el Padre Eterno” y rezar la primera Avemaría, "María Madre mía, líbrame de caer en pecado mortal por la Sabiduría que te concedió el Hijo” y rezar la seguna Avemaría, y "María Madre mía, líbrame de caer en pecado mortal por el Amor que te concedió el Espíritu Santo” y rezar la tercer Avemaría.

Rezarlas antes de acostarnos mientras hacemos un breve repaso de nuestras obras del día, ofreciéndoselas a María, sería una forma muy útil de practicar esta sencilla devoción. Por supuesto, es necesario tener recta intención y un sincero propósito de enmienda pero si es así, a pesar de que recaigamos en el pecado muchas veces, la Santísima Virgen nos guiará poco a poco hacia Nuestro Señor y se encargará de que sus devotos mueran en Gracia. Y una de las mejores formas de mostrarle devoción es con esta sencilla práctica piadosa de las 3 Avemarías.

Las historias de conversión y de muertes edificantes de personas que habían sido grandes pecadoras, gracias a esta devoción, son muchas. Como reveló María a San Bernardo: "Después de Madre de Dios , de nada me glorío tanto como de ser llamada Abogada de los pecadores".

Por eso, el propio San Bernardo recomendó que “veneremos a María con todos los afectos del corazón y con todos los sentimientos del alma porque la voluntad del Señor es que todo lo recibamos a través de María”.
© Rafael María Molina

Mensaje de María Reina de la Paz 
Mensaje de María Reina de la Paz del 2 de enero de 2018

“Queridos hijos, cuando en la Tierra llega a faltar el amor, cuando no se encuentra el camino de la salvación, yo, la Madre, vengo a ayudaros para que conozcáis la verdadera fe, viva y profunda; para ayudaros a que améis de verdad. Como Madre anhelo vuestro amor recíproco, vuestra bondad y vuestra pureza. Mi deseo es que seáis justos y os améis. Hijos míos, sed alegres en el espíritu, sed puros, sed niños. Mi Hijo decía que amaba estar entre los corazones puros, porque los corazones puros son siempre jóvenes y alegres. Mi Hijo os decía que perdonéis y os améis. Sé que esto no siempre es fácil: el sufrimiento hace que crezcáis en el espíritu. Para poder crecer cada vez más espiritualmente, debéis perdonar y amaros sincera y verdaderamente. Muchos hijos míos en la Tierra no conocen a mi Hijo, no lo aman; pero vosotros, que amáis a mi Hijo, vosotros que lo lleváis en el corazón, orad, orad y, orando, sentid a mi Hijo junto a vosotros, que vuestra alma respire su Espíritu. Yo estoy en medio de vosotros y os hablo de pequeñas y grandes cosas. No me cansaré nunca de hablaros de mi Hijo, amor verdadero. Por eso, hijos míos, abridme vuestros corazones, permitidme que os guíe maternalmente. Sed apóstoles del amor de mi Hijo y del mío. Como Madre os pido: no olvidéis a aquellos que mi Hijo ha llamado para guiaros. Llevadlos en el corazón y orad por ellos. Os doy las gracias”

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por el eterno descanso del alma de Rina, de 88 años, fallecida ayer, y de Juan Carlos L., hombre bueno y piadoso, llamado el primer día del año a la casa del Padre celestial. Ambos de Córdoba, Argentina,

Pedimos oración para Julia G., de Medellín, Antioquia, Colombia, que presenta un cuadro clínico muy complicado ya que tiene un grave deterioro multi sistémico: y también para Andrés Mauricio Ciro Z., de la misma ciudad, que viene atravesando una situación sentimental bastante complicada y tiene sufriendo a su mamá y hermanos. Que Jesús, nacido en Belén y en nuestros corazones, atienda generoso las necesidades de estos hermanos.

Continuamos unidos en oración por medio del rezo del Santo Rosario poniendo en Manos de Nuestra Madre Bendita todas nuestras preocupaciones, alegrías y necesidades, poniendo al mundo entero en Manos de nuestra Madre y pidiéndole a Ella paz para el mundo, al rezar por la paz; rezamos por todo, por la paz en el mundo, en los corazones, porque la violencia sea desterrada, por la paz para los niños que están en peligro de ser abortados.  Paz para los jóvenes que no encuentran el camino, paz para los deprimidos. Paz para los que no han tenido la dicha de conocer al Amor. En fin rezamos por la paz, y sigamos haciéndolo.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Los cinco minutos del Espíritu Santo
Enero 3
En la Palabra de Dios, el Espíritu Santo se nos presenta como un fuerte ruido, que resuena potente, que sorprende, que admira: "Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De pronto, vino del cielo un ruido, como si fuera una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban" (Hechos 2,1-2). ¿Por qué ese ruido estremecedor, por qué ese viento atronador, ese inesperado trueno que descoloca a quienes lo escuchan?
Porque el Espíritu Santo es como un grito de amor que vuelve a despertar a los que están adormecidos, desganados, melancólicos. A esos que han perdido el entusiasmo en la vida y son como una vela que se apaga, el Espíritu Santo en algún momento les resuena en el corazón y les grita: "¡Despierten, salgan, vivan!".
Cuando parece que ya no podemos escuchar nada interesante, nada que nos anime, nada que nos estimule, el Espíritu Santo aparece como un grito en el alma: "¡No te sientas solo, aquí estoy, vamos!".
Por eso San Agustín, después de su conversión, decía: "Señor, has gritado, y has vencido mi sordera".
Pidamos al Espíritu Santo que nos despierte y nos devuelva las ganas de caminar, de avanzar, de luchar; que nos regale el santo entusiasmo de los que se dejan llevar por él.
* Mons. Víctor Manuel Fernández 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)

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