jueves, 11 de mayo de 2017

Pequeñas Semillitas 3324

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 12 - Número 3324 ~ Jueves 11 de Mayo de 2017
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
«Única entre las mujeres, María es al mismo tiempo madre y virgen en cuerpo y espíritu. María es madre en espíritu, pero no podemos decir que ella es madre en espíritu de nuestro salvador ya que ella misma nació de él, como todos los que creen en Él. Y todos los que creen en Él merecen ser llamados hijos del Esposo. María es nuestra Madre en espíritu, nosotros somos sus hijos ya que ella coopera por su caridad con el nacimiento de los fieles en la Iglesia, es decir con el nacimiento de los miembros de ese Jefe. En su cuerpo, Ella es madre de nuestro Jefe. Era necesario que nuestro Jefe, por un signo milagroso, naciera de la carne de una virgen, para indicar que sus miembros nacerían, según el Espíritu, de la Iglesia virgen.» (Tomado de De sancta virginitate, San Agustín (354-430), VI. P.L., 40, col. 399)
Así María es en cuerpo y espíritu madre y virgen: Madre de Cristo y Virgen de Cristo. San Agustín no tenía una visión tan clara de la maternidad divina; pero el  sentido de este pasaje es muy justo: María, tuvo como todos los humanos, necesidad de ser salvada y engendrada por la gracia de su Hijo.
Su privilegio de concepción inmaculada es un efecto anticipado de la Cruz. Ella es dos veces “hija de su Hijo” como creatura y como inmaculada.

¡Buenos días!

Lección de la ambulancia
Hoy te ofrezco una reflexión que te ayudará a madurar un sano sentido del verdadero valor de los bienes de la vida. A veces nos falta el sentido de la proporción, pues distorsionamos la importancia de las cosas y perdemos la paz del corazón por pequeñeces que ambicionamos desmedidamente.

Tal vez hoy te encontraste con una ambulancia y quizás eso te obligó a pensar en el dolor, en ese pobre enfermo que iba camino del hospital. Esa ambulancia ha sido para ti un despertador de esa modorra espiritual que elimina enseguida de la reflexión el mundo del dolor. Por eso, Dios permitió que la ambulancia se cruzara en tu camino. Esta mañana te levantaste sano, y esta noche tal vez también te acuestes sano, pero no piensas en la riqueza inmensa que es la salud, y te quejas a veces porque te falta algo de escasa importancia. ¿No es más justo, hermano, agradecer porque gozas de excelente salud y no quejarte por cosas que en verdad son pequeñeces? Aprende la sabiduría de ver en Dios al dador de los bienes fundamentales, y no tanto al negador de ciertas comodidades…

Una vez leí esta frase: “Me quejé de no tener zapatos, hasta que contemplé un hombre que no tenía pies”. En verdad una experiencia así nos abre al sentido de la proporción, pues moderamos nuestras quejas en medio de una intensa gratitud por los bienes básicos que disfrutamos. Que pases un día de acción de gracias.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
Después de lavar los pies a sus discípulos, Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: no es más el siervo que su amo, ni el enviado más que el que le envía. Sabiendo esto, dichosos seréis si lo cumplís. No me refiero a todos vosotros; yo conozco a los que he elegido; pero tiene que cumplirse la Escritura: el que come mi pan ha alzado contra mí su talón. Os lo digo desde ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, creáis que Yo Soy. En verdad, en verdad os digo: quien acoja al que yo envíe me acoge a mí, y quien me acoja a mí, acoge a Aquel que me ha enviado». (Jn 13,16-20)

Comentario:
Hoy, como en aquellos films que comienzan recordando un hecho pasado, la liturgia hace memoria de un gesto que pertenece al Jueves Santo: Jesús lava los pies a sus discípulos (cf. Jn 13,12). Así, este gesto —leído desde la perspectiva de la Pascua— recobra una vigencia perenne. Fijémonos, tan sólo, en tres ideas.
En primer lugar, la centralidad de la persona. En nuestra sociedad parece que hacer es el termómetro del valor de una persona. Dentro de esta dinámica es fácil que las personas sean tratadas como instrumentos; fácilmente nos utilizamos los unos a los otros. Hoy, el Evangelio nos urge a transformar esta dinámica en una dinámica de servicio: el otro nunca es un puro instrumento. Se trataría de vivir una espiritualidad de comunión, donde el otro —en expresión de San Juan Pablo II— llega a ser “alguien que me pertenece” y un “don para mí”, a quien hay que “dar espacio”. Nuestra lengua lo ha captado felizmente con la expresión: “estar por los demás”. ¿Estamos por los demás? ¿Les escuchamos cuando nos hablan?
En la sociedad de la imagen y de la comunicación, esto no es un mensaje a transmitir, sino una tarea a cumplir, a vivir cada día: «Dichosos seréis si lo cumplís» (Jn 13,17). Quizá por eso, el Maestro no se limita a una explicación: imprime el gesto de servicio en la memoria de aquellos discípulos, pasando inmediatamente a la memoria de la Iglesia; una memoria llamada constantemente a ser otra vez gesto: en la vida de tantas familias, de tantas personas.
Finalmente, un toque de alerta: «El que come mi pan ha alzado contra mí su talón» (Jn 13,18). En la Eucaristía, Jesús resucitado se hace servidor nuestro, nos lava los pies. Pero no es suficiente con la presencia física. Hay que aprender en la Eucaristía y sacar fuerzas para hacer realidad que «habiendo recibido el don del amor, muramos al pecado y vivamos para Dios» (San Fulgencio de Ruspe).
Rev. D. David COMPTE i Verdaguer (Manlleu, Barcelona, España)

Santoral Católico:
San Francisco de Gerónimo
Misionero Jesuita
San Francisco nació en Grottaglie, cerca de Taranto, en 1642. Este elocuente misionero jesuita, al que llamaban "el apóstol de Nápoles", se distinguió por su ilimitado celo en favor de la conversión de los pecadores y por su amor a los pobres, los enfermos y los oprimidos. En 1666,antes de cumplir los 24 años de edad, San Francisco recibió la ordenación sacerdotal. Durante los cinco años siguientes, enseñó en el "Collegio dei Nobili", que los jesuítas tenían en Nápoles. A los 28 años ingresó en la Compañía de Jesús. De1671 a 1674, ayudó en el trabajo misional al célebre predicador Agnello Bruno. Al concluir sus estudios de teología, los superiores le nombraron predicador de la Iglesia del Gesú Nuovo, de Nápoles. Se dice que convertía por lo menos a unos 400 pecadores al año. El Santo visitaba las prisiones, los hospitales y no vacilaba en seguir a los pecadores hasta los antros del vicio, donde algunas veces fue brutalmente maltratado. San Francisco murió a los 74 años de edad y fue sepultado en la Iglesia de los jesuítas de Nápoles. Su canonización tuvo lugar en 1839.
© Aciprensa    

Pensamiento del día

"Aunque tus pasos sean pequeños...
vayas poco a poco y tu progreso sea lento,
sigue avanzando y pronto alcanzarás tu meta.
¡Tú puedes! Recuerda que nadie encuentra su camino
sin haberse perdido antes"

Historias:
Dios te ama
Un niño se quitó su ropa de acólito después de misa, se puso su ropa para el frío y le dijo al padre:
‘Bien, padrecito, ¡estoy listo!’

El sacerdote le dijo:
‘¿Listo para qué?’

‘Padre, es hora de salir a repartir nuestros volantes.’

El sacerdote le respondió:
‘Hijo, hace mucho frío y además está lloviznando.’

El niño miró sorprendido al sacerdote y le dijo:
‘Pero Padrecito la gente necesitan saber de Dios aún en los días lluviosos.’

El sacerdote contestó:
‘Hijo yo no voy a salir con este tiempo.’

Con cierta ansiedad, el acólito dijo:
‘Padre, ¿puedo ir yo solo? ¿Por favor?’

El sacerdote dudó un momento y luego le dijo:
‘Está bien, puedes ir. Aquí tienes los volantes; pero ten cuidado.’

‘¡Gracias padrecito!’

Acto seguido, el acólito salió a la lluvia. El niño de 11 años recorrió todas las calles del pueblo, repartiendo los volantes a las personas que veía.
Después de 2 horas de caminar con frío bajo la lluvia y con su último volante, se detuvo en una esquina esperando ver a alguien a quien darle el último volante, pero las calles estaban totalmente desiertas. Entonces se dirigió a la primera casa que vio, caminó hasta la puerta del frente, tocó el timbre varias veces y esperó, pero nadie salió.

Finalmente, el niño giró para irse, pero algo lo detuvo. El niño volteó nuevamente hacia la puerta y empezó a tocar el timbre y a golpear la puerta fuertemente con los nudillos. Él seguía esperando; algo lo mantenía ahí frente a la puerta. Tocó nuevamente el timbre y esta vez la puerta se abrió suavemente.

Una señora con una mirada muy triste asomó en el umbral y suavemente le preguntó:
‘¿Qué puedo hacer por ti, hijo?’

Con unos ojos radiantes y una sonrisa que le cortaba las palabras, el niño dijo:
‘Señora, lo siento si la molesté, pero sólo quiero decirle que “Dios realmente la ama” y vine para darle mi último volante que habla sobre Dios y su gran amor.

El niño le dio el volante y se marchó.
Ella sólo le dijo:
‘¡Gracias, hijo, y que Dios te bendiga!’

El siguiente domingo por la mañana, el sacerdote estaba en el púlpito y antes de comenzar la misa preguntó:
‘¿Alguien tiene un testimonio o una anécdota que quiera compartir con nosotros?’

Suavemente, en la fila de atrás de la iglesia, una señora mayor se puso de pie. Cuando empezó a hablar, una mirada radiante y gloriosa brotaba de sus ojos:
‘Nadie en esta iglesia me conoce. Nunca había estado aquí; incluso el domingo pasado aún no creía en Dios.’
‘Mi esposo murió hace poco tiempo y me dejó totalmente sola en este mundo. El domingo pasado fue un día particularmente frío y lluvioso, y también lo fue en mi corazón. Ese día llegué al final del camino; ya que no tenía esperanza alguna ni ganas de vivir.’
‘Entonces, tomé una silla y una soga y subí hasta el ático de mi casa. Subida en la silla, amarré y aseguré bien un extremo de la soga a una de las vigas del techo y luego y puse el otro extremo alrededor de mi cuello.’
‘Parada en la silla, tan sola y con el corazón destrozado, estaba a punto de tirarme cuando de repente escuché el timbre de la puerta sonar con insistencia.’
‘Entonces me dije: “Esperaré un minuto y quien quiera que sea se irá”. Esperé y esperé, pero el timbre de la puerta sonaba cada vez con más insistente, y luego la persona empezó a golpear la puerta con fuerza.’
‘Entonces me pregunté, “¿Quién podrá ser?” ¡Jamás alguien toca mi puerta o viene a verme!’
‘Me quité la soga del cuello y bajé hasta la puerta, mientras el timbre seguía sonando cada vez con mayor insistencia.’
‘Cuando abrí la puerta no podía creer lo que veían mis ojos: frente a mi puerta estaba el niño más radiante y angelical que jamás hubiera visto.’
‘Su sonrisa… Ohhh… ¡Nunca podré describirla! Las palabras que salieron de su boca hicieron que mi corazón, muerto hace tanto tiempo, volviera a la vida, cuando me dijo con voz de querubín: “Señora, sólo quiero decirle que Dios realmente la ama”.’
‘Cuando aquel angelito desapareció en el frío y la lluvia, cerré mi puerta y leí cada palabra del volante.’
‘Entonces subí al ático para bajar la silla y la soga. Ya no las necesitaría más. Como ven, ahora soy una hija feliz del Señor.’
‘Como la dirección de la iglesia venía anotada en la parte de atrás del volante, hoy vine personalmente a decirle gracias a ese pequeño ángel de Dios que llegó justo a tiempo y, de hecho, a rescatar mi vida de una eternidad en el infierno.’

En la iglesia, todos los asistentes lloraban. El sacerdote bajó del púlpito hasta la primera banca del frente donde estaba sentado su acólito, lo tomó en sus brazos y lloró. Probablemente la iglesia no volvió a tener un momento más glorioso.

Dios siempre llega en el momento justo…

Nuevo vídeo

Hay un nuevo vídeo subido al blog
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Para verlo tienes que ir al final de esta página

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por las amplias zonas inundadas en la República Argentina, en especial el sur de la provincia de Santa Fe (zona de Melincué); el sur de la provincia de Córdoba; y gran parte de la provincia de Buenos Aires, donde los productores están perdiendo sus tierras, sembrados, tambos y propiedades particulares por el efecto del agua descontrolada.

Pedimos oración para Tania Z. T., que vive en España, u que está buscando quedar embarazada habiendo perdido ya dos gestaciones previas. Que la Santísima Virgen María le conceda la hermosa gracia de la maternidad.

Pedimos oración para Beatriz U., de Argentina, que está pasando momentos de crisis emocionales y de pánico, actualmente en tratamiento y tratando de reducir las dosis de los psicofármacos, rogando al Señor que la acompañe para que recupere su tranquilidad y pueda superar este momento de dificultades.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Los cinco minutos de María
Mayo 11
Todos los actos de la vida de la Virgen estuvieron orientados hacia Dios. Todo lo hacía por su Hijo y para su Hijo; pero como su Hijo era Dios, todo en su vida empezaba y terminaba en Dios.
¿Podemos decir nosotros que Dios es el móvil de nuestros actos? ¿Nuestros actos se dirigen a Dios?
Cuanto hagamos en esta vida debe tener su proyección en la vida eterna, ya que esta vida terrena no tiene sentido en sí misma sino en cuanto es preparación para la vida definitiva. Por tanto, sepamos que todo cuanto no hagamos por Dios, se pierde y no tiene mérito para la vida eterna.
Madre, cuyo ruego poderoso es gracia y bendición, ruega por nosotros.
* P. Alfonso Milagro

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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