PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
11 - Número 3176 ~ Miércoles 2 de Noviembre de 2016
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
La Iglesia Católica nos invita
el 2 de noviembre, conmemoración de todos los fieles difuntos, a rezar por
nuestros fieles difuntos, miembros del Cuerpo Místico de Cristo. Ellos
constituyen la Iglesia Purgante y viven en solidaridad con los demás miembros
–los de la Iglesia Militante en la tierra y los de la Iglesia Triunfante en el
Paraíso– y en comunión con Dios, aunque de diverso modo.
Así como las almas de los fieles que
alcanzaron ya su meta definitiva en el Cielo, viven en una perfecta intimidad
con la Trinidad Beatísima, y los que aún vivimos en el mundo batallamos contra
nuestras pasiones por ser fieles a Dios, las almas del Purgatorio pasaron ya
por el mundo, pero todavía no gozan de Dios y requieren, por lo tanto, de
nuestras oraciones a la Misericordia de la Santísima Trinidad.
San Agustín expresaba en forma poética
y profunda:
"Una flor sobre su tumba se marchita.
Una lágrima sobre su recuerdo se evapora.
Una oración por su alma, la recibe Dios".
¡Buenos días!
Vivo en una estrella
Cuando
oras por tus queridos difuntos, te encuentras con ellos en una misteriosa
comunión de fe, esperanza y amor. Ellos han transpuesto ya la frontera del
tiempo y entrado en el ámbito de la eternidad, propio de Dios. Siempre que
haces oración por ellos, los encuentras dentro del dulce abrazo con que Dios
estrecha a los que lo aman.
Vivo en una estrella radiante de luz, no lloren mi
ausencia estoy con Jesús. Cuando llegué al cielo, cuando vi su faz, mi alma
dichosa se colmó de paz. El Dios de los cielos sanó toda herida, me tendió su
mano y encontré la vida. Un coro de ángeles y... la Virgen María me vino a
encontrar. ¿Qué más quieren hijos? ¡Dejen de llorar! ya desde mi estrella los
puedo mirar. Denme una sonrisa para descansar; piensen que los amo, búsquenme
en la flor, en la nueva brisa, ¡en lo que es amor! Que estoy presente como lo
está el sol, yo sigo latiendo en su corazón...
Si
por la fe estás abierto al sentido cristiano de la muerte, no te dejes abatir
por la amargura ante una pérdida dolorosa. Tu sensibilidad puede quedar
destrozada. Pero, en la zona más secreta del alma, vives una experiencia de
paz, esperanza y gozo, porque estás seguro que tus muertos viven ya una
existencia trascendente.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
Cuando
los soldados llegaron al lugar llamado Calvario, crucificaron allí a Jesús y a
los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Uno de los malhechores
colgados le insultaba: «¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a
nosotros!». Pero el otro le respondió diciendo: «¿Es que no temes a Dios, tú
que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido
con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho». Y decía: «Jesús,
acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino». Jesús le dijo: «Yo te aseguro: hoy
estarás conmigo en el Paraíso». (Lc 23,33.39-43)
Comentario:
Hoy,
el Evangelio evoca el hecho más fundamental del cristiano: la muerte y
resurrección de Jesús. Hagamos nuestra, hoy, la plegaria del Buen Ladrón:
«Jesús, acuérdate de mí» (Lc 23,42). «La Iglesia no ruega por los santos como
ruega por los difuntos, que duermen en el Señor, sino que se encomienda a las
oraciones de aquéllos y ruega por éstos», decía san Agustín en un Sermón. Una
vez al año, por lo menos, los cristianos nos preguntamos sobre el sentido de
nuestra vida y sobre el sentido de nuestra muerte y resurrección. Es el día de
la conmemoración de los fieles difuntos, de la que san Agustín nos ha mostrado
su distinción respecto a la fiesta de Todos los Santos.
Los
sufrimientos de la Humanidad son los mismos que los de la Iglesia y, sin duda,
tienen en común que todo sufrimiento humano es de algún modo privación de vida.
Por eso, la muerte de un ser querido nos produce un dolor tan indescriptible
que ni tan sólo la fe puede aliviarlo. Así, los hombres siempre han querido
honrar a los difuntos. La memoria, en efecto, es un modo de hacer que los
ausentes estén presentes, de perpetuar su vida. Pero sus mecanismos
psicológicos y sociales amortiguan los recuerdos con el tiempo. Y si eso puede
humanamente llevar a la angustia, cristianamente, gracias a la resurrección,
tenemos paz. La ventaja de creer en ella es que nos permite confiar en que, a
pesar del olvido, volveremos a encontrarlos en la otra vida.
Una
segunda ventaja de creer es que, al recordar a los difuntos, oramos por ellos.
Lo hacemos desde nuestro interior, en la intimidad con Dios, y cada vez que
oramos juntos, en la Eucaristía, no estamos solos ante el misterio de la muerte
y de la vida, sino que lo compartimos como miembros del Cuerpo de Cristo. Más
aún: al ver la cruz, suspendida entre el cielo y la tierra, sabemos que se
establece una comunión entre nosotros y nuestros difuntos. Por eso, san
Francisco proclamó agradecido: «Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana, la
muerte corporal».
* Fra. Agustí BOADAS Llavat OFM (Barcelona, España)
Santoral Católico:
Conmemoración de los Fieles Difuntos
La
Iglesia, después de celebrar ayer la fiesta de todos sus hijos bienaventurados
ya en el cielo, se interesa hoy ante el Señor en favor de las almas de todos
cuantos nos precedieron en el signo de la fe y duermen en la esperanza de la
resurrección, para que, purificados de toda mancha de pecado, puedan gozar de
la felicidad eterna. Celebramos, pues, la victoria de Cristo, y de nosotros con
Él, sobre la muerte. Y hacemos memoria de cuantos, habiendo compartido ya la
muerte de Jesucristo, están llamados a compartir también con Él la gloria de la
resurrección. El primer prefacio de difuntos nos enseña que «en Cristo brilla
la esperanza de nuestra feliz resurrección; y así, aunque la certeza de morir
nos entristece, nos consuela la promesa de la futura inmortalidad; porque la
vida de los que creemos en el Señor, no termina, se transforma; y, al
deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo».
Mientras nosotros pedimos por los difuntos, ellos interceden por nosotros.
Oración: Escucha, Señor, nuestras súplicas para que,
al confesar la resurrección de Jesucristo, tu Hijo, se afiance también nuestra
esperanza de que todos tus hijos resucitarán. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.- O bien: Oh Dios, gloria de los
fieles y vida de los justos, nosotros los redimidos por la muerte y
resurrección de tu Hijo, te pedimos que acojas con bondad a tus siervos
difuntos, y pues creyeron en la resurrección futura, merezcan alcanzar los
gozos de la eterna bienaventuranza. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.- O
bien: Oh Dios, que resucitaste a tu Hijo
para que, venciendo la muerte, entrara en tu reino, concede a tus siervos
difuntos que, superada su condición mortal, puedan contemplarte para siempre
como su Creador y Salvador. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano
Pensamiento del día
“No
llores si me amas... Si conocieras el don de Dios y lo que es el cielo... Si
pudieras oír el cántico de los ángeles y verme en medio de ellos... Si por un
instante pudieras contemplar como yo la belleza ante la cual las bellezas
palidecen... Créeme. Cuando llegue el día que Dios ha fijado y conoce, y tu
alma venga a este cielo en el que te ha precedido la mía... Ese día volverás a
verme... Sentirás que te sigo amando, que te amé y encontrarás mi corazón con
todas sus ternuras purificadas. Volverás a verme en transfiguración, en
éxtasis, feliz... Ya no esperando la muerte, sino avanzando contigo, que te
llevaré de la mano por los senderos nuevos de luz y de vida. Enjuga tu llanto y
no llores si me Amas”.
(San Agustín)
(San Agustín)
Tema del día:
Oración por los difuntos
Dios
de infinita misericordia,
confiamos a tu inmensa bondad
a cuantos han dejado este mundo para la
eternidad,
donde tú esperas a toda la humanidad,
redimida por la sangre preciosa de Jesucristo,
muerto en rescate por nuestros pecados.
No mires, Señor,
tantas pobrezas, miserias y debilidades
humanas
con las que nos presentaremos ante el tribunal
para ser juzgados para la felicidad o la
condena.
Míranos con la mirada piadosa
que nace de la ternura de tu corazón,
y ayúdanos a caminar en el camino de una
completa purificación.
Que ninguno de tus hijos se pierda en el fuego
eterno,
donde ya no puede haber arrepentimiento.
Te confiamos, Señor, las almas de nuestros
seres queridos,
y de las personas que han muerto sin el
consuelo sacramental
o no han tenido manera de arrepentirse
ni siquiera al final de su vida.
Que nadie tenga el temor de encontrarte
después de la peregrinación terrenal,
en la esperanza de ser acogidos
en los brazos de la infinita misericordia.
La hermana muerte corporal
nos encuentre vigilantes en la oración
y llenos de todo el bien recogido
en nuestra breve o larga existencia.
Señor, que nada nos aleje de ti en esta
tierra,
sino que en todo nos sostengas
en el ardiente deseo de reposar serena y
eternamente.
Amen.
Autor: Papa
Francisco
Nuevo vídeo
Hay
un nuevo vídeo subido al blog
de
"Pequeñas Semillitas" en
internet.
Para
verlo tienes que ir al final de esta página
Pedidos de oración
Hoy, en este día que la Iglesia dedica especialmente a su
recordación,
todos nuestros pedidos de oración por las Benditas Almas del Purgatorio.
Los cinco minutos de Dios
Noviembre 2
Saber
callar cuando hay que callar es toda una sabiduría; pero saber hablar cuando
hay que hablar no es menos sabiduría.
Hablar
cuando es conveniente callar es condenarse al fracaso; es echar a perder las
cosas o quizá empeorarlas.
Callar
cuando es prudente hablar es signo indudable de cobardía; es no cumplir con el
deber.
El
silencio será beneficioso cuando sea más prudente callar; será dañino cuando
surja la obligación de hablar.
La
palabra será útil y productiva cuando salga de un generoso deseo de ayudar al
hermano; será contraproducente cuando vaya envuelta en sentimientos egoístas o
en deseos de humillación para los demás.
Silencio
y palabra, callar y hablar... habrá que irlos moderando y aplicando con
prudencia, con esa prudencia que los convertirá de vicios en virtudes.
“Guarda tu lengua del mal, y tus labios de palabras
mentirosas; apártate del mal y practica el bien, busca la paz y sigue tras
ella” (Sal 34,14). “La lengua es un miembro pequeños y, sin embargo, puede
jactarse de grandes cosas… Ningún hombre ha podido dominar la lengua, es un
flagelo siempre activo, lleno de veneno mortal” (Sant 3,5-8)
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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