PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año 11 - Número 2907
~ Miércoles 13 de Enero de 2016
Desde la ciudad de
Córdoba (Argentina)
Alabado
sea Jesucristo…
Le
preguntaron a Mahatma Gandhi cuáles son los factores que destruyen al ser
humano. Él respondió así:
La
política sin principios, el placer sin compromiso, la riqueza sin trabajo, la
sabiduría sin carácter, los negocios sin moral, la ciencia sin humanidad y la oración
sin caridad. La vida me ha enseñado que la gente es amable, si yo soy amable;
que las personas están tristes, si estoy triste; que todos me quieren, si yo
los quiero; que todos son malos, si yo los odio; que hay caras sonrientes, si
les sonrío; que hay caras amargas, si estoy amargado; que el mundo está feliz,
si yo soy feliz; que la gente es enojona, si yo soy enojón; que las personas
son agradecidas, si yo soy agradecido. La vida es como un espejo: Si sonrío, el
espejo me devuelve la sonrisa. La actitud que tome frente a la vida, es la
misma que la vida tomará ante mí.
"El
que quiera ser amado, que ame".
¡Buenos días!
En un accidente…
La
anécdota de hoy es una invitación a examinar si tienes una correcta jerarquía
de los valores que orientan tu vida. Porque a veces puedes cometer el error de
perder serenidad y alegría, fuerza y coraje de vivir por pérdidas que, si bien
lamentables y dolorosas, no deben significar una catástrofe total. Como ves
ésta es una reflexión de suma importancia.
Un hombre tiene un accidente con su coche y
llega la policía al lugar del suceso. Allí se encontraron al accidentado en el
suelo gritando entre sollozos por su coche que estaba destrozado. Los policías
entonces le dicen: —Pero, ¡hombre! ¡Cómo se lamenta por su coche...! ¿No se da
cuenta que ha perdido su brazo izquierdo? El hombre, con cara de terror, grita:
—¡Cómo! ¡Que he perdido mi brazo izquierdo!
¡Dios mío, mi Rólex! ¿Dónde está mi Rólex?
El
divino Maestro presentó este problema con una pregunta que nos lleva más allá
de los límites terrenos: “¿De qué le vale al hombre ganar todo el mundo, si
pierde su vida?”. La vida a la que se refiere Jesús es la vida que él vino a
ofrecer en abundancia, la vida eterna que esperamos gozar en la visión del Sumo
Bien. Don Bosco lo decía con sencillez: “Un rinconcito de Cielo lo arregla
todo”. Que este pensamiento de fe te aliente en las penas.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de
Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús, saliendo de la
sinagoga se fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de
Simón estaba en cama con fiebre; y le hablan de ella. Se acercó y, tomándola de
la mano, la levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirles.
Al atardecer, a la puesta del sol, le
trajeron todos los enfermos y endemoniados; la ciudad entera estaba agolpada a
la puerta. Jesús curó a muchos que se encontraban mal de diversas enfermedades
y expulsó muchos demonios. Y no dejaba hablar a los demonios, pues le conocían.
De madrugada, cuando todavía estaba muy
oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer
oración. Simón y sus compañeros fueron en su busca; al encontrarle, le dicen:
«Todos te buscan». Él les dice: «Vayamos a otra parte, a los pueblos vecinos,
para que también allí predique; pues para eso he salido». Y recorrió toda
Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios. (Mc
1,29-39)
Comentario
Hoy vemos claramente cómo Jesús dividía
la jornada. Por un lado, se dedicaba a la oración, y, por otro, a su misión de
predicar con palabras y con obras. Contemplación y acción. Oración y trabajo.
Estar con Dios y estar con los hombres.
En efecto, vemos a Jesús entregado en
cuerpo y alma a su tarea de Mesías y Salvador: cura a los enfermos, como a la
suegra de san Pedro y muchos otros, consuela a los tristes, expulsa demonios,
predica. Todos le llevan sus enfermos y endemoniados. Todos quieren escucharlo:
«Todos te buscan» (Mc 1,37), le dicen los discípulos. Seguro que debía tener
una actividad frecuentemente muy agotadora, que casi no le dejaba ni respirar.
Pero Jesús se procuraba también tiempo
de soledad para dedicarse a la oración: «De madrugada, cuando todavía estaba
muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer
oración» (Mc 1,35). En otros lugares de los Evangelios vemos a Jesús dedicado a
la oración en otras horas e, incluso, muy entrada la noche. Sabía distribuirse
el tiempo sabiamente, a fin de que su jornada tuviera un equilibrio razonable
de trabajo y oración.
Nosotros decimos frecuentemente: —¡No
tengo tiempo! Estamos ocupados con el trabajo del hogar, con el trabajo
profesional, y con las innumerables tareas que llenan nuestra agenda. Con
frecuencia nos creemos dispensados de la oración diaria. Realizamos un montón
de cosas importantes, eso sí, pero corremos el riesgo de olvidar la más
necesaria: la oración. Hemos de crear un equilibrio para poder hacer las unas
sin desatender las otras.
San Francisco nos lo plantea así: «Hay
que trabajar fiel y devotamente, sin apagar el espíritu de la santa oración y
devoción, al cual han de servir las otras cosas temporales».
Quizá nos debiéramos organizar un poco
más. Disciplinarnos, “domesticando” el tiempo. Lo que es importante ha de
caber. Pero más todavía lo que es necesario.
* Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM (Barcelona, España)
Santoral Católico:
San Hilario de
Poitiers
Obispo y Doctor de
la Iglesia
Nació en Poitiers (Francia), de una
distinguida familia pagana, a principios del siglo IV. Recibió una excelente
formación. Estaba casado y tenía una hija, que abrazaron la fe cristiana junto
con él. Hacia el año 350 fue elegido obispo de su ciudad natal. Luchó
valerosamente contra los arrianos, proclamando con firmeza la divinidad de
Jesucristo, y fue desterrado a Oriente por el emperador Constancio. Teólogo,
historiógrafo y exégeta bíblico, escribió varias obras admirables por su
sabiduría y doctrina, entre ellas el tratado De Trinitate, destinadas a consolidar la fe católica y a
interpretar la Sagrada Escritura. Regresó a Poitiers, y allí murió el año 367.
Oración: Concédenos, Dios
todopoderoso, progresar cada día en el conocimiento de la divinidad de tu Hijo
y proclamarla con firmeza, como lo hizo, con celo infatigable, tu obispo y
doctor san Hilario. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano
La frase de hoy
“No dejes que el enojo ocupe el más
mínimo lugar de tu corazón.
Deséchalo por completo, aun cuando
parezca justificado y razonable.
Porque una vez que entra en tu corazón,
es difícil desarraigarlo”.
~ San Francisco de Sales ~
Tema del día:
Reconocer el
rostro de Cristo
Fray Angélico decía que quien quiera
pintar a Cristo sólo tiene un procedimiento: vivir con Cristo. Aceptamos la
explicación de que a los apóstoles les importaba más contar el gozo de la
resurrección que describir los ojos del Resucitado. Lo aceptamos todo, pero aun
así, ¿qué no daríamos por conocer su verdadero rostro?
Isaías lo describirá como varón de
dolores. Su aspecto no era de hombre, ni su rostro el de los hijos de los
hombres. No tenía figura ni hermosura para atraer nuestras miradas, ni
apariencia para excitar nuestro afecto… Era despreciado y abandonado de los
hombres, varón de dolores, como objeto ante el cual las gentes se cubren el
rostro (Is 52, 14; 53, 2)
Los Padres de la Iglesia ponderarán la
belleza física de Jesús. San Juan Crisóstomo contará que "el aspecto de
Cristo estaba lleno de una gracia admirable”. San Agustín afirma que es
"el más hermoso de los hijos de los hombres”. Y san Jerónimo dirá que
"el brillo que se desprendía de él, la majestad divina oculta en él y que
brillaba hasta en su rostro, atraía a él, desde el principio, a los que lo
veían”.
Jesús tenía un corazón de hombre, un
corazón sensible a las ingratitudes, insultos, silencios, traiciones y
negaciones. Así se queja de la soledad y tristeza que siente. “Simón, ¿duermes?
¿Ni una hora has podido velar?” (Mc 14,37). Ante la triple negación de Pedro,
Jesús le devuelve una mirada llena de reproche, ternura, compasión y aliento.
El Señor miró a Pedro. Y ante el beso del traidor, Jesús dice: "¿Con un
beso me entregas?” A la bofetada del siervo de Anás, Jesús responde mansamente
"Si he hablado bien, ¿por qué me pegas?” (Jn 18,23). De todas las
actitudes del Maestro, la más elocuente, sin duda, es la del silencio. Jesús
calla ante el abandono de los amigos, cuando le atan, cuando le calumnian,
cuando le pegan, cuando la gente prefiere la libertad de Barrabás, cuando lo
tratan como a un bandido… Ya muere en el abandono, traicionado, apurando
vinagre para calmar su sed…
Era la compasión, la misericordia que
sentía Jesús lo que le llevaba a actuar. Los evangelios nos hablan de un Jesús
compasivo y misericordioso y así lo hace con el leproso (Mc 1,41); con la viuda
de Naím (Lc 7,13); con los dos ciegos (Mt 20,34); con la muchedumbre que anda
como ovejas sin pastor; con la muchedumbre sin comida por el desierto (Mt
14,14).
Él viene a proclamar un año de gracia
para los pobres y oprimidos y los de corazón destrozado (Lc 4,16-22); él llama
bienaventurados a los misericordiosos... (Mt 5,7) e invita a mostrar la
misericordia unos a otros (Lc 10,33-35).
Jesús se acerca a la gente y se muestra
misericordioso con los gestos, con la mirada; él toma siempre la iniciativa, se
adelanta a sanar, a comer y alojarse con alguien o quedarse en tal pueblo. Sus
palabras amables, consuelan, dan confianza, dan paz. Se sienta y acoge a los
más débiles, a los más necesitados: leprosos, impuros: (Mc 1,40-45);
sordomudos, ciegos, (Mc 7,31-37); los endemoniados ( Mc 5,1-20); pecadores
(publicanos) (Mt 9,9-13); pecadoras (prostitutas) (Lc 7,36-50); mujeres
marginadas (Mc 5,24-34); niños relegados, enfermos (Mc 10,13-16); samaritanos y
paganos (Jn 4,4-42).
Y la misericordia también la adopta en
la postura con que expresa sus sentimientos, actitud, relación...
• agachado frente a la humillada/acusada (y luego se endereza para
hablarle cara a cara)
• sentado compartiendo con Mateo y compañeros publicanos, el fariseo,
la samaritana)
• invita a levantarse a la gente (suegra de Simón, niña de Jairo),
• a presentarse ante los demás sin miedo (hemorroisa, de la mano
seca)
• a detener la procesión fúnebre (viuda de Naím)
• camina junto con los discípulos de Emaús.
Y Jesús manda ser misericordiosos, como
el Padre de es misericordioso (Lc 6,36).
A algunas personas les hubiera gustado
haber vivido en tiempo de Jesús para mirarlo, tocarlo, escuchar sus palabras.
Hoy, sin embargo, tenemos un privilegio mayor, pues sabemos que, por la fe, al
mirar a cada persona, miramos a Cristo y creemos que todo lo que hacemos a uno
de los más pequeños, a él se lo hacemos, pues no podemos olvidar que cada una
de las caras humanas es el rostro de Jesús, cada ser humano, bien esté
sufriendo o gozando, riendo o llorando, es el rostro de Cristo.
El reconocer el rostro de Cristo en cada
ser humano, con su nombre y apellidos, nos dará la oportunidad de que él podrá
reconocernos a nosotros en la eternidad y por toda la eternidad.
* Autor: P. Eusebio Gómez Navarro | Fuente:
Catholic.net
Nuevo vídeo
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas
Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de
esta página.
Ofrecimiento para
sacerdotes y religiosas
Formulo el siguiente ofrecimiento únicamente para sacerdotes o religiosas
que reciben diariamente "Pequeñas Semillitas" por e-mail: Si desean
recibir el power point y los comentarios del Evangelio del domingo siguiente
con dos o tres días de anticipación, para tener tiempo de preparar sus
meditaciones, homilías o demás trabajos pastorales sobre la Palabra de Dios,
pueden pedírmelo a feluzul@gmail.com
Sólo deben indicar claramente su nombre,
su correo electrónico, ciudad de residencia y a qué comunidad religiosa
pertenecen.
Los cinco minutos
de Dios
Enero 13
Todos
consideramos como una verdadera alabanza el que digan de nosotros que tenemos
mucha personalidad.
Ahora
bien, la propia personalidad no se forma sino con el dominio de sí mismo, con
el acero de la voluntad, que sabe negarse muchas cosas y ser fiel a otras. No
traicionar la propia conciencia, que es lo mismo que no traicionar a Dios.
Por el
contrario, se considera como un insulto que nos digan que somos
"cobardes"; pero resulta que, para adquirir una personalidad propia,
resulta imprescindible el valor; el valor que sepa decir sí cuando hay que
decirlo, pero no titubee en decir no cuando no se pueda decir sí.
Ser
valiente, ser cobarde; tener personalidad, no tenerla.
Es la
voluntad la que deberá regirnos; pero esa voluntad debe ser iluminada por el
entendimiento y por la gracia del Señor; deberemos pedir esa luz y esa fuerza y
con ellas lanzarnos a las cumbres sin titubeos, sin miedos, sin angustias de
ninguna clase.
Si tenemos conciencia de que somos hijos de Dios,
esa conciencia deberá regir todos nuestros actos. “El bautismo por el que ahora
ustedes son salvados, el cual no consiste en la supresión de una mancha
corporal, sino que es el compromiso con Dios de una buena conciencia por medio
de la resurrección de Jesucristo” (1 Pe 3,21)
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el más
pequeñito de todos-
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