jueves, 3 de diciembre de 2015

Pequeñas Semillitas 2866

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 10 - Número 2866 ~ Jueves 3 de Diciembre de 2015
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
A todos nos gusta pertenecer, saber que formamos parte de algo. Saber que somos amados y aceptados; entonces hagamos de nuestra familia  un grupo de amigos en donde encontremos paz, comprensión y compañía. Formemos parte de tal manera que siempre se piense en plural y no en el "yo" egoísta. Pensemos en el bienestar nuestro, en nuestros problemas y en nuestras satisfacciones, compartamos no sólo las ventajas de pertenecer a una familia, sino las responsabilidades, para que formando un frente unido podamos juntos enfrentarnos a los problemas de una forma solidaria y generosa.
Qué hermoso sería que toda la humanidad lograra algún día formar una Gran Familia.

¡Buenos días!

Quince años más de vida
Leemos en la Biblia: “En aquellos días, se enfermó el rey Ezequías de una enfermedad mortal y el profeta Isaías le dijo: Así dice el Señor: Dispón de tu casa, porque vas a morir y no curarás. Ezequías volvió su rostro cara a la pared y oró diciendo: Oh Señor, acuérdate, te suplico, de que he andado delante de ti con fidelidad e íntegro corazón y he hecho lo que era bueno a tus ojos”. Y vino la palabra Dios a Isaías: Vete y dile a Ezequías: “He oído tu oración y he visto tus lágrimas. Te voy a añadir 15 años más de vida”.

Dios le concedió 15 años más de vida, porque se lo pidió. Luego vale la pena pedir y, después, agradecer. Jesús sigue sanando enfermos ¿Por qué no le pides tu sanación o la de tus familiares enfermos? Recuerda: Muchos enfermos no se sanan, porque sus familiares no rezan. Además, Dios quiere que tú seas instrumento de su sanación para los enfermos.

Y te dice Jesús: “El que cree en Mí, impondrá las manos sobre los enfermos y éstos quedarán sanos” (Mc 16,18). ¿Crees tú esto? Al menos, ora y confía para que veas las maravillas de Dios. Y si no se sanan físicamente de sus enfermedades corporales, siempre quedarán sanados de sus enfermedades espirituales, recibiendo abundantes bendiciones, que les darán más amor y paz para tener alegría en su corazón.
Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina». (Mt 7,21.24-27)

Comentario
Hoy, el Señor pronuncia estas palabras al final de su "sermón de la montaña" en el cual da un sentido nuevo y más profundo a los Mandamientos del Antiguo Testamento, las "palabras" de Dios a los hombres. Se expresa como Hijo de Dios, y como tal nos pide recibir lo que yo os digo, como palabras de suma importancia: palabras de vida eterna que deben ser puestas en práctica, y no sólo para ser escuchadas —con riesgo de olvidarlas o de contentarse con admirarlas o admirar a su autor— pero sin implicación personal.
«Edificar en la arena una casa» (cf. Mt 7,26) es una imagen para describir un comportamiento insensato, que no lleva a ningún resultado y acaba en el fracaso de una vida, después de un esfuerzo largo y penoso para construir algo. "Bene curris, sed extra viam", decía san Agustín: corres bien, pero fuera del trayecto homologado, podemos traducir. ¡Qué pena llegar sólo hasta ahí: el momento de la prueba, de las tempestades y de las crecidas que necesariamente contiene nuestra vida!
El Señor quiere enseñarnos a poner un fundamento sólido, cuyo cimiento proviene del esfuerzo por poner en práctica sus enseñanzas, viviéndolas cada día en medio de los pequeños problemas que Él tratará de dirigir. Nuestras resoluciones diarias de vivir la enseñanza del Cristo deben así acabar en resultados concretos, a falta de ser definitivos, pero de los cuales podamos obtener alegría y agradecimiento en el momento del examen de nuestra conciencia, por la noche. La alegría de haber obtenido una pequeña victoria sobre nosotros mismos es un entrenamiento para otras batallas, y la fuerza no nos faltará —con la gracia de Dios— para perseverar hasta el fin.
Abbé Jean-Charles TISSOT (Freiburg, Suiza)

Santoral Católico:
San Francisco Javier
Misionero Jesuita
Nació de familia noble en el Castillo de Javier (Navarra, España) el año 1506. En 1525 marchó a París a estudiar, y allí se encontró con el beato Pedro Fabro y san Ignacio, que le contagiaron su ideal religioso. Se unió al grupo iniciado por san Ignacio y fue uno de los miembros fundacionales de la Compañía de Jesús. El año 1537 recibió la ordenación sacerdotal en Venecia, donde se dedicó a obras de caridad. Tras breves estancias en Bolonia y Roma, el año 1541, respondiendo a la petición del rey de Portugal de misioneros para sus posesiones en Asia, marchó al Oriente, donde se convirtió en uno de los más destacados misioneros de la historia de la Iglesia. Evangelizó incansablemente la India, las islas Molucas y el Japón durante diez años, convirtió a muchos a la fe y estableció comunidades cristianas. Murió el 3 de diciembre de 1552 en la isla de Sanchón o Sancián, a las puertas de China. Pío XI lo declaró en 1927 patrono de las misiones, junto con santa Teresa del Niño Jesús.
Oración: Señor y Dios nuestro, tú has querido que numerosas naciones llegaran al conocimiento de tu nombre por la predicación de san Francisco Javier; infúndenos su celo generoso por la propagación de la fe, y haz que tu Iglesia encuentre su gozo en evangelizar a todos los pueblos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano    

Palabras del Papa Francisco
“Yo querría decir una cosa a los jóvenes… hay pocos porque la natalidad es un lujo, parece, en Europa. Natalidad 0%, natalidad 1%. Pero me dirijo a los jóvenes: piensen qué hacer de su vida, ¿qué piensan, qué quieren hacer con su vida? Es el momento de pensar y pedir al Señor que te haga sentir su voluntad, pero no excluyan por favor esta posibilidad de ser misioneros para llevar el amor, la humanidad, la fe en otros países. No para hacer proselitismo, eso lo hacen otros que buscan otra cosa. La fe se predica primero con el testimonio y luego con la palabra, lentamente”.

Tema del día:      
Espera, preparación y acogida
El Adviento es tiempo de espera para la gran celebración de la Navidad. El nacimiento de Jesús es el gran acontecimiento largamente esperado por el Pueblo de Israel que durante tantos años vivió anhelando el cumplimiento de la promesa que Dios le había hecho de que le enviaría un Salvador.

Nuestra cultura no está habituada a esperar y nos es difícil comprender que el Pueblo de Israel haya esperado siglos y siglos para el cumplimiento de esta promesa. La nuestra es la cultura de la prisa, de lo inmediato, de lo "express". Esperar implica acomodarse al tiempo de otro y es realmente difícil aceptar los tiempos de "otro” cuando no coinciden con los nuestros, incluso si son tiempos de Dios.

El Adviento nos invita a esperar el tiempo de Dios; la venida de Jesús.

El Adviento no es aún la fiesta, sino espera, preparación y expectación para la gran fiesta. El gozo propio del adviento es de quien ha recibido una promesa y espera ilusionado su cumplimiento y verificación. Sin embargo, hoy ya no lo vivimos esperando una promesa. Hemos adelantado la fiesta y hemos perdido el clima de "espera", "de promesa", de "don".

Lo anticipamos todo: durante el Adviento, nos damos regalos, los abrimos, comemos pavo, dulces, etc. No sabemos esperar. Esta anticipación del festejo nos ha "robado" el tiempo de preparación espiritual propuesto por la Iglesia para una celebración profunda de la Navidad, que tendría que ser para cada cristiano, un encuentro "de corazón a corazón” con el Dios-niño, tan sencillo y pequeño, que se encuentra al alcance de todos. Actualmente hay muchos festejos "navideños” que nada tienen que ver con el misterio de la Navidad y muchas veces para el 24 de diciembre, ya nos encontramos cansados y agobiados; incluso "saturados" de tantos compromisos; agotados por la prisa y el estrés. La forma en la que solemos vivir el Adviento, en lugar de prepararnos para celebrar la Fe en un clima de paz y gozo espiritual, muy probablemente nos acelera, dispersa y distrae para lo esencial.

María, la Madre que supo esperar con verdadera esperanza y gran amor, es el gran personaje del Adviento que nos enseña a vivir este tiempo como camino hacia el portal de Belén, lugar de encuentro y adoración del Dios-niño.

Tres actitudes muy hermosas de María que nos pueden ayudar a vivir este Adviento son: la espera, la preparación del corazón y la acogida sincera.

1. María espera con gozo, con profunda esperanza, la llegada de Jesús a su vida.
2. María prepara su corazón con vivos sentimientos de ternura para con el Niño Jesús que viene y de gratitud profunda para con Dios que cumple sus promesas.
3. María cultiva en su corazón una acogida generosa, abriéndolo de par en par para que realmente entre Jesús a su vida. Ella lo esperaba sinceramente, no lo acoge sólo de palabra, sino que le ofrece su corazón.

Que María nos enseñe a vivir este Adviento en una espera gozosa; a aprovechar este tiempo para preparar nuestro corazón para que Jesús realmente encuentre en él un lugar donde quedarse y desde el cual podamos descubrirlo como verdadero Salvador: como el Dios que viene a iluminar lo que en nuestra vida está oscuro; a sanar lo que en nuestra vida está enfermo; y a liberarnos de todo lo que nos impide vivir en el gozo de su Amor.
Autor: María de Lourdes Rodero Elizondo, o.p. | Fuente: Catholic.net

Mensaje de María Reina de la Paz 
Mensaje de María Reina de la Paz del 2 de diciembre de 2015

“Queridos hijos, yo estoy siempre con vosotros, porque mi Hijo os ha confiado a mí. Y vosotros hijos míos, vosotros me necesitáis, me buscáis, venís a mí y alegráis mi Corazón materno. Yo tengo, y siempre tendré, amor para vosotros, para vosotros que sufrís y que ofrecéis vuestros dolores y sufrimientos a Mi Hijo y a mí. Mi amor busca el amor de todos mis hijos y mis hijos buscan mi amor. Por medio del amor, Jesús busca la comunión entre el Cielo y la Tierra, entre el Padre celestial y vosotros, mis hijos, su Iglesia. Por eso necesitamos orar mucho, orar y amar la Iglesia a la cual pertenecéis. Ahora la Iglesia está sufriendo y necesita apóstoles que, al amar la comunión, al testimoniar y dar, muestren los caminos de Dios. Necesita apóstoles que, viviendo la Eucaristía con el corazón, realicen grandes obras; necesita de vosotros, mis apóstoles del amor. Hijos míos, la Iglesia ha sido perseguida y traicionada desde sus inicios, pero ha crecido día a día. Es indestructible, porque mi Hijo le ha dado un corazón: la Eucaristía. La luz de Su Resurrección ha brillado y brillará sobre ella. ¡Por eso no temáis! Orad por vuestros pastores para que tengan la fuerza y el amor de ser puentes de salvación. ¡Os doy las gracias!”

Nuevo vídeo y artículo

Hay un nuevo vídeo subido al blog
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"Juan Pablo II inolvidable"
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El rincón del lector
Desde hace años hemos tenido esta sección llamada “El rincón del lector” destinada a dar cabida a los mensajes, opiniones y comentarios de las personas que leen Pequeñas Semillitas, que han podido expresarse libre y respetuosamente. Ahora, con nuestra presencia en Facebook, la posibilidad de manifestarse es mucho más abierta, directa y permanente.
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Unidos a María
El Papa Francisco dijo a los sacerdotes y religiosos de Nápoles: "Un sacerdote, un religioso, una religiosa que no ama a la Santísima Virgen, que no reza a la Santa Virgen, que no reza el Rosario, si no quiere a la Madre, la Madre no le dará su Hijo"
Nos recuerda el diálogo que relata Georges Bernanos en su libro "El diario de un cura rural". Un viejo párroco quiere iniciar a su joven colega en el camino de su misión, que es la de servir a la obra de la gracia en los corazones. "¿Rezas a la Virgen María?" Pero no mecánicamente, sin pensar en ella. ¿Quieres creer que nuestro viejo mundo hundido en el pecado, el mal, la violencia, es una fuente pura, "tan clara y pura, que ni siquiera puede ver su propia imagen reflejada, hecha sólo para alegría del Padre"?
Incluso en el más vil de los verdugos, hay una pequeña parte mariana, inmaculada, es nuestra responsabilidad descubrirla, encontrarla en la profundidad del fango y traerla a la superficie. El Rosario nos hace ver el mundo con la confianza de un Dios que pudiera suscitar la fe de María. "Salve, llena de gracia, el Señor es contigo..."

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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