PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año 10 - Número 2815
~ Domingo 11 de Octubre de 2015
Desde la ciudad de
Córdoba (Argentina)
Alabado
sea Jesucristo…
Una observación preliminar es necesaria
para despejar el terreno de posibles equívocos al leer lo que el Evangelio de
este domingo dice de la riqueza. Jesús jamás condena la riqueza ni los bienes
terrenos por sí mismos. Entre sus amigos está también José de Arimatea, «hombre
rico»; Zaqueo es declarado «salvado», aunque retenga para sí la mitad de sus
bienes, que, visto el oficio de recaudador de impuestos que desempeñaba, debían
ser considerables. Lo que condena es el apegamiento exagerado al dinero y a los
bienes, hacer depender de ellos la propia vida y acumular tesoros sólo para
uno.
La avaricia es fuente de infelicidad. El
avaro es un hombre infeliz. Desconfiado de todos, se aísla. No tiene afectos,
ni siquiera entre los de su misma carne, a quienes ve siempre como aprovechados
y quienes, a su vez, alimentan con frecuencia respecto a él un solo deseo de
verdad: que muera pronto para heredar sus riquezas.
Pero Jesús no deja a nadie sin esperanza
de salvación, tampoco al rico. Jesús señala a los ricos una vía de salida de su
peligrosa situación: «Acumulaos tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni
herrumbre que corroan» (Mt 6, 20). ¡Se diría que Jesús aconseja a los ricos
transferir su capital al exterior! Pero no a Suiza, ¡al cielo! ¿Por qué no
ponerlo nada menos que en el cielo, donde estaría mucho más seguro y donde se
volverá a encontrar, un día, para siempre? ¿Cómo hacerlo? Es sencillo, dice San
Agustín: Dios te ofrece, en los pobres. Ellos van allí donde tú esperas ir un
día. La necesidad de Dios está aquí, en el pobre, y te lo devolverá cuando
vayas allí.
R. Cantalamessa
¡Buenos días!
Días llenos de gratitud
La
oración de acción de gracias te ayudará a vivir la relación con Dios de una
forma concreta y existencial, descubriendo con gozo los dones que te regala a
cada paso. Es una oración que ensancha el corazón y descansa la mente; favorece
la alegría y la esperanza. Acostúmbrate a practicarla. Como Maestra de oración,
la Reina de la Paz, te da unas orientaciones precisas.
“¡Queridos hijos! Hoy también los invito a
que su oración sea una oración con el corazón. Que cada uno de ustedes
encuentre el tiempo para hacer oración, de tal manera que en su oración,
ustedes descubran a Dios. Yo no deseo que ustedes hablen de oración, sino que
hagan oración. Que cada uno de sus días esté lleno de una oración de gratitud a
Dios por la vida y por todo lo que ustedes tienen. Yo no deseo que sus vidas
transcurran en palabras, sino que glorifiquen a Dios con obras. Yo estoy con
ustedes y estoy agradecida con Dios por cada momento que he pasado con ustedes.
¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”
La
clave está en la oración que alcanza poco a poco la meta señalada por san
Pablo: “Vivan dando gracias a Dios”, también, “En cualquier circunstancia
recurran a la oración y a la súplica””, y además, “Perseveren en la oración,
velando siempre en ella con acción de gracias”. Santa Teresa hablando de la
oración dice, “Se trata de amar mucho”.
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de
Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, cuando Jesús se ponía
en camino, uno corrió a su encuentro y arrodillándose ante Él, le preguntó:
«Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?». Jesús le
dijo: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los
mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso
testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre». Él, entonces, le
dijo: «Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud». Jesús, fijando en
él su mirada, le amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo
y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme».
Pero él, abatido por estas palabras, se
marchó entristecido, porque tenía muchos bienes. Jesús, mirando a su alrededor,
dice a sus discípulos: «¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en
el Reino de Dios!». Los discípulos quedaron sorprendidos al oírle estas
palabras. Mas Jesús, tomando de nuevo la palabra, les dijo: «¡Hijos, qué
difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el
ojo de la aguja que un rico entre en el Reino de Dios». Pero ellos se
asombraban aún más y se decían unos a otros: «Y ¿quién se podrá salvar?».
Jesús, mirándolos fijamente, dice: «Para los hombres, imposible; pero no para
Dios, porque todo es posible para Dios». Pedro se puso a decirle: «Ya lo ves,
nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». Jesús dijo: «Yo os aseguro:
nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda
por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora al
presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con
persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna». (Mc
10,17-30)
Comentario
Hoy vemos cómo Jesús —que nos ama—
quiere que todos entremos en el Reino de los cielos. De ahí esta advertencia
tan severa a los “ricos”. También ellos están llamados a entrar en él. Pero sí
que tienen una situación más difícil para abrirse a Dios. Las riquezas les
pueden hacer creer que lo tienen todo; tienen la tentación de poner la propia
seguridad y confianza en sus posibilidades y riquezas, sin darse cuenta de que
la confianza y la seguridad hay que ponerlas en Dios. Pero no solamente de
palabra: qué fácil es decir «Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío», pero qué
difícil se hace decirlo con la vida. Si somos ricos, cuando digamos de corazón
esta jaculatoria, trataremos de hacer de nuestras riquezas un bien para los
demás, nos sentiremos administradores de unos bienes que Dios nos ha dado.
Acostumbro a ir a Venezuela a una
misión, y allí realmente —en su pobreza, al no tener muchas seguridades
humanas— las personas se dan cuenta de que la vida cuelga de un hilo, que su
existencia es frágil. Esta situación les facilita ver que es Dios quien les da
consistencia, que sus vidas están en las manos de Dios. En cambio, aquí —en
nuestro mundo consumista— tenemos tantas cosas que podemos caer en la tentación
de creer que nos otorgan seguridad, que nos sostiene una gran cuerda. Pero, en
realidad —igual que los “pobres”—, estamos colgando de un hilo. Decía la Madre
Teresa: «Dios no puede llenar lo que está lleno de otras cosas». Tenemos el
peligro de tener a Dios como un elemento más en nuestra vida, un libro más en
la biblioteca; importante, sí, pero un libro más. Y, por tanto, no considerarlo
en verdad como nuestro Salvador.
Pero tanto los ricos como los pobres,
nadie se puede salvar por sí mismo: «¿Quién se podrá salvar?» (Mc 10,26),
exclamarán los discípulos. «Para los hombres, imposible; pero no para Dios,
porque todo es posible para Dios» (Mc 10,27), responderá Jesús. Confiémonos
todos y del todo a Jesús, y que esta confianza se manifieste en nuestras vidas.
Rev. D. Xavier SERRA i Permanyer (Sabadell, Barcelona,
España)
Palabras de San
Juan Pablo II
"Hoy más que nunca la Iglesia
necesita sacerdotes santos
cuyo ejemplo diario de conversión
inspire en los demás
el deseo de buscar la santidad
a la que está llamado todo el pueblo de
Dios"
Tema del día:
Una cosa nos falta
El
episodio está narrado con intensidad
especial. Jesús se pone en camino hacia Jerusalén, pero antes de que se aleje
de aquel lugar, llega "corriendo" un desconocido que "cae de
rodillas" ante él para retenerlo. Necesita urgentemente a Jesús.
No es
un enfermo que pide curación. No es un leproso que, desde el suelo, implora
compasión. Su petición es de otro orden. Lo que él busca en aquel maestro bueno
es luz para orientar su vida: « ¿Qué haré para heredar la vida eterna?». No es
una cuestión teórica, sino existencial. No habla en general; quiere saber qué
ha de hacer él personalmente.
Antes
que nada, Jesús le recuerda que «no hay nadie bueno más que Dios». Antes de
plantearnos qué hay que "hacer", hemos de saber que vivimos ante un
Dios Bueno
como nadie: en su bondad insondable hemos de apoyar nuestra vida. Luego, le
recuerda «los mandamientos» de ese Dios Bueno. Según la tradición bíblica, ése
es el camino para la vida eterna.
La
respuesta del hombre es admirable. Todo eso lo ha cumplido desde pequeño, pero
siente dentro de sí una aspiración más honda. Está buscando algo más. «Jesús se
le queda mirando con cariño». Su mirada está ya expresando la relación personal
e intensa que quiere establecer con él.
Jesús
entiende muy bien su insatisfacción: «una cosa te falta». Siguiendo esa lógica
de «hacer» lo mandado para «poseer» la vida eterna, aunque viva de manera
intachable, no quedará plenamente satisfecho. En el ser humano hay una
aspiración más profunda.
Por
eso, Jesús le invita a orientar su vida desde una lógica nueva. Lo primero es
no vivir agarrado a sus posesiones, «vende lo que tienes». Lo segundo, ayudar a
los pobres, «dales tu dinero». Por último, «ven y sígueme». Los dos podrán
recorrer juntos el camino hacia el reino de Dios.
El
hombre se levanta y se aleja de Jesús. Olvida su mirada cariñosa y se va
triste. Sabe que nunca podrá conocer la alegría
y la libertad de quienes siguen a Jesús. Marcos nos explica que «era muy
rico».
¿No es
ésta nuestra experiencia de cristianos satisfechos de los países ricos? ¿No
vivimos atrapados por el bienestar material? ¿No le falta a nuestra religión el
amor práctico a los pobres? ¿No nos falta la alegría y libertad de los
seguidores de Jesús?
José Antonio Pagola
Nuevo vídeo
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas
Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de
esta página.
Agradecimientos
Dicen que en el cielo hay dos oficinas
diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la
tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas
gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin
descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los
agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles
aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde
la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas
Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los
mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias
concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
Desde Guatemala llega el siguiente
mensaje: Hace algunos días hice pedido de oración por el examen al que Ángela Abigail S. R. se tenía que someter para optar al grado
académico de Abogado y Notario; gracias a Dios y a las oraciones de todas las
persona que estuvieron orando, ella aprobó dicho examen. Gracias a Uds., de
“Pequeñas Semillitas”, por este servicio tan esencial, que nos prestan. Que
Dios los colme de bendiciones a todos.
Unidos a María
A
veces tenemos temor de acercarnos a Dios porque lo vemos tan majestuoso e
infinito, y nosotros somos tan pequeños y nada ante Él. Esto Dios lo sabe y por
eso ha querido hacernos un regalo para aumentar nuestra confianza y que nos
dirijamos a Él sin temor: nos ha dado a María, que es su Madre y también
nuestra Madre.
Al tener
una Madre en común con Dios, ya no hay temor de que Él nos rechace, porque si
vamos por el camino de María, seremos bien recibidos por la Majestad divina y
todo lo que pidamos a través de la Virgen, lo obtendremos de Dios.
Confiemos
en María, ya que Ella no tiene nada de terrible ni de excesivamente sublime a
tal punto que nos dé temblor acercarnos.
Con
María de la mano no tenemos que tener miedo a nada porque estamos amparados y
somos gratos a los ojos de Dios.
Jardinero de Dios
-el más
pequeñito de todos-
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por participar comentando! Por favor, no te olvides de incluir tu nombre y ciudad de residencia al finalizar tu comentario dentro del cuadro donde escribes.