PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año 10 - Número 2737
~ Domingo 19 de Julio de 2015
Desde la ciudad de
Córdoba (Argentina)
Alabado
sea Jesucristo…
En cierta ocasión un hombre creyente,
que amaba profundamente a Dios, se puso a discernir sobre su vida delante de la
presencia del Señor diciéndole con gran pesar: “Señor... perdóname por no haber
estado a la altura en mi afán evangelizador. Por las veces en que he
desparramado inútilmente tu Palabra. Olvida los momentos en que he estropeado
tu obra por meter demasiado mi mano. Por la siembra que nunca dio el fruto
oportuno... perdóname porque mi paso por los caminos de la vida no ha sido,
precisamente, huella de tu presencia ni de tu envío... ¡Perdóname Señor!”
Después de haberse sincerado, ese hombre
que temía pero quería con todo su ser a Dios, recibió una respuesta en el
silencio: “No seas tan duro contigo mismo... mira hacia atrás”. Y girando el
cabeza, aquel que sólo veía fracaso en su vida cristiana, comprobó que detrás
de sí existía una gran playa con miles de huellas. Levantando el rostro le
preguntó a Dios: “Señor. Tú que todo lo sabes, ¿qué significa este paisaje?”. Y
Dios le contestó: “Hijo mío... esas huellas son las buenas palabras y las
buenas obras, el testimonio y los trabajos que miles y millones de personas
(entre ellas tú también) habéis realizado en mi nombre y al servicio de la
humanidad”.
Escuchar al Señor y presentarle el
balance de nuestra vida, sentarnos a su mesa y reparar nuestras fuerzas,
mirarle a los ojos y recuperar la sonrisa perdida es –ni más ni menos– lo mejor
que nos puede ocurrir a todo cristiano que deseamos hacer un “stop” en el gran
maratón evangelizador y poner el corazón a punto y dar al cuerpo un más que
merecido descanso.
¡Vamos!... que el Señor tampoco quiere
que caigamos extenuados en el camino. ¡Seamos más bondadosos con nosotros
mismos! P. Javier Leoz
¡Buenos días!
“Nunca en estado vegetativo”
Hoy
más que nunca la electrónica y la técnica han puesto a nuestra disposición
valiosos instrumentos para multiplicar el saber. Puedes llegar con rapidez
desde tu casa a las fuentes de la información en las bibliotecas digitales,
abrir enciclopedias y diccionarios al instante. Puedes acceder a imágenes y a
museos, a conciertos y todo género de música. Pero hay el peligro de alienarte
de la realidad, usando sin sensatez y medida toda esta riqueza.
Anoche mi mamá y yo estábamos sentados en la
sala hablando de tantas cosas de la vida, entre otras, tocamos el tema de cómo
vivir y especialmente cómo morir. A cierto punto le dije terminantemente:
—Mamá, nunca me dejes vivir en estado vegetativo, dependiendo de máquinas y
líquidos de una botella. Si me ves en ese estado, desenchufa los artefactos que
me mantengan así. ¡Prefiero morir! Entonces, mi mamá se levantó con cara de
admiración... ¡Y me desenchufó el televisor, el DVD, el Cable, Internet, la PC,
el mp3, el mp4, la Play Station, el teléfono, me quitó el celular, la notebook
y me tiró todas las cervezas!
Los
clásicos ya en su tiempo dejaron un aforismo para precavernos: Ne quid nimis, “Nada en exceso” (Medén agan, en griego). Esto quiere
decir que no debes ser esclavo de lo que está para servirte a ti, rey de la
creación, a quien Dios coronó de gloria y dignidad y bajo cuyo dominio puso
todas las cosas (Sal 8), también la maravillosa electrónica. ¡Alerta!
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de
Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, los Apóstoles se
reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían
enseñado. Él, entonces, les dice: «Venid también vosotros aparte, a un lugar
solitario, para descansar un poco». Pues los que iban y venían eran muchos, y
no les quedaba tiempo ni para comer. Y se fueron en la barca, aparte, a un
lugar solitario. Pero les vieron marcharse y muchos cayeron en cuenta; y fueron
allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos. Y al
desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como
ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas. (Mc
6,30-34)
Comentario
Hoy, el Evangelio nos invita a descubrir
la importancia de descansar en el Señor. Los Apóstoles regresaban de la misión
que Jesús les había dado. Habían expulsado demonios, curado enfermos y
predicado el Evangelio. Estaban cansados y Jesús les dice «venid también
vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco» (Mc 6,31).
Una de las tentaciones a las que puede
sucumbir cualquier cristiano es la de querer hacer muchas cosas descuidando el
trato con el Señor. El Catecismo recuerda que, a la hora de hacer oración, uno
de los peligros más grandes es pensar que hay otras cosas más urgentes y, de
esa forma, se acaba descuidando el trato con Dios. Por eso, Jesús, a sus
Apóstoles, que han trabajado mucho, que están agotados y eufóricos porque todo
les ha ido bien, les dice que tienen que descansar. Y, señala el Evangelio «se
fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario» (Mc 6,32). Para poder rezar
bien se necesitan, al menos dos cosas: la primera es estar con Jesús, porque es
la persona con la que vamos a hablar. Asegurarnos de que estamos con Él. Por
eso todo rato de oración empieza, generalmente, y es lo más difícil, con un
acto de presencia de Dios. Tomar conciencia de que estamos con Él. Y la segunda
es la necesaria soledad. Si queremos hablar con alguien, tener una conversación
íntima y profunda, escogemos la soledad.
San Pedro Julián Eymard recomendaba
descansar en Jesús después de comulgar. Y advertía del peligro de llenar la
acción de gracias con muchas palabras dichas de memoria. Decía, que después de
recibir el Cuerpo de Cristo, lo mejor era estar un rato en silencio, para
reponer fuerzas y dejando que Jesús nos hable en el silencio de nuestro
corazón. A veces, mejor que explicarle a Él nuestros proyectos es conveniente
que Jesús nos instruya y anime.
Rev. D. David AMADO i Fernández (Barcelona, España)
Palabras de San
Juan Pablo II
“En las intenciones de nuestras
plegarias, no podemos olvidar a los que sufren, a los hermanos que padecen
calamidades, enfermedades y sobre todo los horrores de la guerra. Pensemos en
las numerosas víctimas... Recordemos los sufrimientos… Recemos al Señor, por
intercesión de María, para que alivie tantos dolores y consuele a los que se
encuentran en la angustia y en el peligro”
Tema del día:
El Pastor no
descansa
El domingo pasado veíamos cómo Jesús
envía a sus apóstoles a predicar de dos en dos por aquellos pueblos cercanos.
Hoy consideramos la vuelta. Vuelven contentos por la labor realizada. Han visto
cómo los demonios se alejaban, especialmente por la conversión de muchos a
quienes predicaban lo que ellos habían aprendido de las enseñanzas de Jesús.
Pero también estaban cansados. Jesús, lleno siempre de bondad y misericordia
les propone tener unas vacaciones. Para ello suben a la barca para pasar a la
otra orilla, que era lugar más solitario a fin de poder examinar y evaluar todo
lo que habían realizado en aquellos días de predicación.
Las vacaciones son muy buenas o, como
podemos decir de todas las cosas de la tierra, pueden ser buenas, como también
pueden desvirtuarse. Desgraciadamente hay cristianos que en tiempo de
vacaciones se apartan de las cosas de Dios, porque se entregan al desenfreno y
quizá a los vicios. Decía el papa San Juan Pablo II que las vacaciones sirven
para “redescubrir los auténticos valores del espíritu”. Lo que pasa, decía, es
que muchas veces “se quema el espíritu por la disipación y la simple
diversión”. Pero, decía: “pueden convertirse en una ocasión propicia para
volver a dar aliento a la vida interior”. Así que buena es una sana recreación
y esparcimiento, pero dejando espacio para la oración, las buenas lecturas, sin
olvidar la participación en los sacramentos, especialmente la Eucaristía en el
día del Señor.
El caso es que la gente, que ansiaba
escuchar la palabra de Jesús, cuando les vio marcharse en la barca, se fueron
deprisa por la orilla, y cuando llegó Jesús con los apóstoles, vio que había
una gran multitud deseando escucharle. Se terminaron las vacaciones. Una gran
cosa es saber cambiar de planes, adaptándose a las nuevas circunstancias. A
veces encontramos personas que o nunca pueden tener vacaciones por sus
ocupaciones como pasa con muchas familias pobres, o no quieren tenerlas, como
pasa con personas religiosas muy entregadas a su vida de convento o a labores
apostólicas. De todas las maneras podemos considerar, como vacaciones
necesarias para todos, los momentos que debemos tener de oración y tranquilidad
con Dios, como Jesús que se solía retirar solo a orar. La misa del domingo
podemos aceptarla como un pequeño retiro con Jesús para revisar nuestra vida.
Jesús se compadeció de la gente porque
les vio “como ovejas sin pastor”. Jesús actúa como un verdadero pastor. No
pierde la calma, sino que “con calma” se pone a predicar. No nos dice san
Marcos qué es lo que predicaría. Cuando es así, se supone que principalmente
expondría el “Reino de los cielos”, como dice al principio de su evangelio,
Reino que ya se da aquí al aceptar el amor de nuestro Padre Dios y al realizar
ese amor en la concordia y hermandad entre todos nosotros.
En la Iglesia es necesaria la formación
de “pequeños grupos”, pero también la dedicación a la multitud. A veces es
difícil el equilibrio y puede haber tensiones y problemas. Jesús predicaba a la
multitud, pero muchas veces se reunía a solas con los discípulos, porque les
tenía que enseñar más profundamente lo que hablaba para todos. Así nosotros
aprovechemos lo que es para todos y los encuentros más íntimos.
P. Silverio Velasco (España)
Nuevo vídeo y
artículo
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Semillitas" en internet.
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"Juan
Pablo II inolvidable"
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solo tienes que solicitarlas escribiendo a Rocío
(moderadora de los grupos) a: peque.semillitas.3@gmail.com con el título: “Suscripción a Pequeñas
Semillitas”.
Unidos a María
Si tenemos
devoción y amor a la Santísima Virgen, tenemos que saber que Ella nunca nos
dejará desamparados. Y mucho menos nos dejará a la deriva en el momento más
importante de nuestra vida: la hora de nuestra muerte. Porque en ese momento es
que se decidirá nuestro destino eterno: Cielo o Infierno. ¿Y podemos creer que
la Virgen, la Madre toda ternura y bondad, nos deje solos en ese crucial
momento, si le hemos sido fieles y confiamos en Ella? Pero aunque le hayamos
sido infieles y seamos los mayores pecadores, y estemos ya con un pie en el
Infierno, nunca debemos desconfiar de la asistencia de María, que es nuestra
Madre por voluntad de Jesús, y acudirá a nosotros en el último momento de
nuestra existencia. Y si queremos estar más seguros en ese momento, recemos el
Rosario todos los días, porque no puede condenarse el que cada día le dice a la
Virgen cincuenta veces: “Ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte”. ¡Feliz el devoto de María, ya que no será abandonado a las
fauces del mal!
Jardinero de Dios
-el más
pequeñito de todos-
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