lunes, 31 de marzo de 2014

Pequeñas Semillitas 2323

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 9 - Número 2323 ~ Lunes 31 de Marzo de 2014
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
La vida es nuestro máximo valor y, a la vez, nuestro máximo problema. Tememos perderla; nos angustia la muerte física. Pero hay otra muerte más sutil que nos envuelve: no encontrarle sentido, dirección acertada a la vida. ¿Para qué vivimos? ¿Vale la pena vivir la vida? Esto que llamamos vida ¿es una oportunidad o un castigo?
El egoísmo atrofia al hombre, que sólo en la donación generosa a los demás encuentra su madurez y plenitud. Si te preocupas demasiado por ti mismo, si vives para acumular dinero y comodidades, no te quedará tiempo para los demás. Si no vives para los demás, la vida carecerá de sentido para ti, porque la vida sin amor no vale nada.

¡Buenos días!

¿Qué ves?

“Vanidad de vanidades y todo vanidad”. Este tema bíblico sobre la vanidad y la inconsistencia de la belleza, del poder, de la fama, del dinero, tiene especial actualidad en nuestra civilización que propone como supremo ideal de la vida del hombre el bienestar, el placer, la acumulación sin límite de los bienes materiales. Jesús nos dice: Sed ricos a los ojos de Dios.

Cierto día, hace muchísimos años, un comerciante rico y avaro, acudió a un sabio sacerdote anciano en busca de orientación. Éste lo llevó ante una ventana y le dijo: —Mira a través de este vidrio y dime: ¿qué ves? —Gente -contestó el rico comerciante. —Mírate en este espejo. ¿Qué ves ahora?  —Me veo a mí mismo -le contestó al instante el avaro-. —He ahí, hermano, -le dijo entonces el santo varón- en la ventana hay un vidrio y en el espejo también. Pero ocurre que el vidrio del espejo está cubierto con un poquito de plata, y en cuanto hay un poco de plata de por medio, dejamos de ver a los demás y sólo nos vemos a nosotros mismos

Encerrarte en ti mismo te dejará atrofiado y no te realizarás jamás. Una señal de madurez es entregarte más a los demás que a ti mismo. San Pablo insiste que seamos ricos en buenas obras, que demos con generosidad compartiendo las riquezas. “Así —dice— adquirirán para el futuro un tesoro que les permitirá alcanzar la verdadera Vida”, (1 Tm 6, 17-19).
Padre Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús partió de Samaría para Galilea. Jesús mismo había afirmado que un profeta no goza de estima en su patria. Cuando llegó, pues, a Galilea, los galileos le hicieron un buen recibimiento, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta. Volvió, pues, a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino.
Había un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaúm. Cuando se enteró de que Jesús había venido de Judea a Galilea, fue donde Él y le rogaba que bajase a curar a su hijo, porque se iba a morir. Entonces Jesús le dijo: «Si no veis señales y prodigios, no creéis». Le dice el funcionario: «Señor, baja antes que se muera mi hijo». Jesús le dice: «Vete, que tu hijo vive».
Creyó el hombre en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino. Cuando bajaba, le salieron al encuentro sus siervos, y le dijeron que su hijo vivía. El les preguntó entonces la hora en que se había sentido mejor. Ellos le dijeron: «Ayer a la hora séptima le dejó la fiebre». El padre comprobó que era la misma hora en que le había dicho Jesús: «Tu hijo vive», y creyó él y toda su familia. Esta nueva señal, la segunda, la realizó Jesús cuando volvió de Judea a Galilea. (Jn 4,43-54)

Comentario
Hoy volvemos a encontrar a Jesús en Caná de Galilea, donde había realizado el conocido milagro de la conversión del agua en vino. Ahora, en esta ocasión, hace un nuevo milagro: la curación del hijo de un funcionario real. Aunque el primero fue espectacular, éste es —sin duda— más valioso, porque no es algo material lo que se soluciona con el milagro, sino que se trata de la vida de una persona.
Lo que llama la atención de este nuevo milagro es que Jesús actúa a distancia, no acude a Cafarnaúm para curar directamente al enfermo, sino que sin moverse de Caná hace posible el restablecimiento: «Le dice el funcionario: ‘Señor, baja antes que se muera mi hijo’. Jesús le dice: ‘Vete, que tu hijo vive’» (Jn 4,49.50).
Esto nos recuerda a todos nosotros que podemos hacer mucho bien a distancia, es decir, sin tener que hacernos presentes en el lugar donde se nos solicita nuestra generosidad. Así, por ejemplo, ayudamos al Tercer Mundo colaborando económicamente con nuestros misioneros o con entidades católicas que están allí trabajando. Ayudamos a los pobres de barrios marginales de las grandes ciudades con nuestras aportaciones a instituciones como Cáritas, sin que debamos pisar sus calles. O, incluso, podemos dar una alegría a mucha gente que está muy distante de nosotros con una llamada de teléfono, una carta o un correo electrónico.
Muchas veces nos excusamos de hacer el bien porque no tenemos posibilidades de hacernos físicamente presentes en los lugares en los que hay necesidades urgentes. Jesús no se excusó porque no estaba en Cafarnaúm, sino que obró el milagro.
La distancia no es ningún problema a la hora de ser generoso, porque la generosidad sale del corazón y traspasa todas las fronteras. Como diría san Agustín: «Quien tiene caridad en su corazón, siempre encuentra alguna cosa para dar».
Rev. D. Ramon Octavi SÁNCHEZ i Valero (Viladecans, Barcelona, España)

Santoral Católico:
San Benjamín
Diácono y Mártir
En el lugar de Argol, en Persia, san Benjamín, diácono, que al predicar insistentemente la palabra de Dios, consumó su martirio con cañas agudas entre sus uñas, en tiempo del rey Vararane V (c. 420).

Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net    

La frase de hoy

“El arte de vivir consiste, fundamentalmente, en llegar a verlo todo con el corazón. Sólo el corazón descubre en todo las huellas  de la última Verdad y Certeza, que me mira desde el rostro de cada persona, desde la inmovilidad de una piedra, desde el tallo del campo, y me dice: Tú eres amado, siéntete amado. El amor te abraza en todo cuanto ves.”  
A. Grül

Cuaresma:
Reflexión para cada día
Lunes de la cuarta semana de Cuaresma

“He venido al mundo para que los que no ven, vean” (Jn 9,1-41)

Nos abrimos a una nueva semana (la de la luz) con este lunes. Estamos ya en la cuarta semana y, con ella, vamos cayendo en la cuenta de lo que debe suponer como renovación interna el llegar a la PASCUA: ser sensibles a los Misterios que vamos a celebrar convirtiéndonos a Dios. No mirar tanto atrás y ver muy de cerca a un Dios comprometido con nuestra salvación, cercano a nuestra vida y sanador de nuestras dolencias.

Os traigo a la consideración esta sugestiva anécdota:

Una madre, Gloria, acompañaba todos los días a su hijo al colegio. Era tan grande su aprecio y tan intenso su amor que “todo” le parecía poco para darse  lo que más quería: su hijo. Este iba creciendo y, más tarde, pasó del colegio al Instituto. Ella –fiel como el primer día- seguía acompañando a su hijo hasta la misma puerta del centro docente.
Gloria tenía prácticamente quemado todo su cuerpo; desde las manos hasta los pies, desde el rostro y pasando por los brazos conservaba todas y cada una de las marcas de algún fuego devastador.
Un buen día, después de las clases de la mañana, su hijo volvió a casa y le dijo: “mamá te pido por favor que no me acompañes al Instituto... siento vergüenza y, además, todo el mundo se ríe de ti”.
La madre reaccionó con profundas lágrimas en sus ojos pero, sin mediar palabra, siguió fiel a su misión: le sirvió la mesa y lejos de amonestar a su hijo le respondió con más generosidad pero, eso sí, respetándole en su petición.
El joven ingresó en la universidad y cuando un fin de semana volvía a su casa, el padre de un gran amigo salió a su paso y le dijo: “oye, quisiera decirte algo. Tal vez jamás nadie te ha hecho saber que las quemaduras de tu madre, las cicatrices de su rostro, la deficiencia en su andar... se debe a que cuando tú eras muy pequeño ella te salvó de un incendio: hizo de escudo entre tu vida y las llamas. Quiero que sepas que tu vida se la debes a ella”.
El joven marchó corriendo hacia su casa y, subiendo las escaleras de cuatro en cuatro, entró donde estaba su madre diciéndole: “madre perdóname por haber sentido vergüenza de ti; por no haber sabido conocer y agradecer lo que tú hiciste por mí”. La madre le respondió: “yo, lo único que esperaba de ti hijo mío, es que te dieras cuenta de la fuerza inagotable de mi amor”.
           
¿Que por qué digo esto?

Porque el AMOR de DIOS es ilógico. Rompe esquemas, límites y fronteras. Es como una fuente de la que espontáneamente (prescindiendo de si se va hacia ella con cántaros rotos o nuevos, de oro o de plata, de barro o de metal) sigue manando lo que tiene dentro: agua limpia y fresca.

El AMOR de DIOS no sale a flote por el hecho de que el ser humano sea bueno o mediocre. Es un surtidor porque DIOS, simplemente, es BUENO.

Por ello mismo, como hijos suyos, es bueno buscar en este tiempo una cruz (elevada en el monte o puesta en la cabecera del dormitorio, a la entrada de la Iglesia o colgando en el pecho) y mirándola o sujetándola con la mano poder decirle:

- Te levantaron en la cruz... por mí
- Clavaron tus manos... por mí
- Ciñeron esa corona de espinas en tu cabeza... por mí
- Se burlaron y te escupieron en el rostro... por mí
- Te traspasaron y te hicieron mofa... por mí
- Diste un grito... por mí
- Cerraste los ojos y diste tu vida... por mí
           
El Dios de la cruz es, desde entonces, aquel Padre que hizo de escudo entre la mentira y la verdad, entre la perdición y la salvación, entre la caducidad y la eternidad, entre la oscuridad y la luz.

Aun así, y a pesar de esa locura del amor de DIOS, muchos siguen avergonzándose de su nombre, limitando  su presencia o compañía. Aun así, y a pesar de haber sido la cruz el máximo exponente del amor que DIOS nos tiene, nos cuesta ponernos frente a ella y exclamar: ¡QUE GRANDE TUVO Y QUE GRANDE TIENE QUE SER EL AMOR DE DIOS PARA HACER ESTO POR MI!
P. Javier Leoz

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por Alcívar y Edelina, son ecuatorianos, viven en Nueva York.  A él le diagnosticaron cáncer de colon y ella, su esposa,  tiene diabetes.

Pedimos oración por dos personas de México: por Gina M., de Guadalajara, para que sus estudios médicos salgan bien; y por Martha R. T. de México DF, por lo mismo: por los buenos resultados de sus estudios médicos. Que la Virgen de Guadalupe las proteja y todo resulte bien.

Pedimos oración por Juan Manuel, que ha perdido un mellizo de 3 meses, para que logren la paz en el seno familiar.

Pedimos oración por Roque D., de 41 años, su esposa y un sobrino, de la provincia de Santa Fe, Argentina, que han tenido un accidente, para que el Señor los proteja y los cure.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Un estímulo todos los días
Marzo 31
“Señor, fuerza de mi vida, has puesto en mi corazón el deseo de progresar, y de hacer felices a mis seres queridos con el fruto de mi trabajo.
Bendice mis proyectos, Señor. Protégeme de las envidias y de las malas intenciones. Dame astucia y habilidad. Ayúdame a servir a los demás con mis tareas.
Que mi trabajo no sea solamente un afán de dinero. Concédeme ofrecerle a la gente lo que realmente necesita, y prestarle un buen servicio. Dame un rostro amable y un trato bondadoso, lleno de paciencia.
Ayúdame, Señor, para que pueda progresar y salir adelante, para que sepa cómo superar las trabas y resolver los problemas que se me presente. No dejes que me obsesione ni que me vuelva ansioso. Lléname de tu paz en medio del trabajo. Y bendice a los pobres, para que a nadie falte el pan y la alegría. Amén.”
Mons. Víctor Manuel Fernández
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

domingo, 30 de marzo de 2014

Pequeñas Semillitas 2322

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 9 - Número 2322 ~ Domingo 30 de Marzo de 2014
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Es ciego de nacimiento. Ni él ni sus padres tienen culpa alguna, pero su destino quedará marcado para siempre. La gente lo mira como un pecador castigado por Dios. Los discípulos de Jesús le preguntan si el pecado es del ciego o de sus padres. Jesús lo mira de manera diferente. Desde que lo ha visto, solo piensa en rescatarlo de aquella vida desgraciada de mendigo, despreciado por todos como pecador. Él se siente llamado por Dios a defender, acoger y curar precisamente a los que viven excluidos y humillados.
Después de una curación trabajosa en la que también él ha tenido que colaborar con Jesús, el ciego descubre por vez primera la luz. El encuentro con Jesús ha cambiado su vida. Por fin podrá disfrutar de una vida digna, sin temor a avergonzarse ante nadie. Se equivoca. Los dirigentes religiosos se sienten obligados a controlar la pureza de la religión. Ellos saben quién no es pecador y quién está en pecado. Ellos decidirán si puede ser aceptado en la comunidad religiosa.
Así es Jesús. Él viene siempre al encuentro de aquellos que no son acogidos oficialmente por la religión. No abandona a quienes lo buscan y lo aman aunque sean excluidos de las comunidades e instituciones religiosas. Los que no tienen sitio en nuestras iglesias tienen un lugar privilegiado en su corazón.
¿Quién llevará hoy este mensaje de Jesús hasta esos colectivos que, en cualquier momento, escuchan condenas públicas injustas de dirigentes religiosos ciegos; que se acercan a las celebraciones cristianas con temor a ser reconocidos; que no pueden comulgar con paz en nuestras eucaristías; que se ven obligados a vivir su fe en Jesús en el silencio de su corazón, casi de manera secreta y clandestina? Amigos y amigas desconocidos, no lo olvidéis: cuando los cristianos os rechazamos, Jesús os está acogiendo. P. José Antonio Pagola

¡Buenos días!

¡Vendrá la paz!

A la obra gigantesca de la paz mundial, tú puedes aportar tu sonrisa, la paz de tu propio corazón, porque quien está en paz consigo mismo, la irradia a su alrededor, a la familia, al círculo de amigos, al entorno de su trabajo cotidiano. Además, trata de evitar toda intolerancia y discriminación. Ahí tienes un programa, simple y fácil, para ser un constructor eficaz de la paz.

Si tú crees que una sonrisa es más fuerte que un arma; si tú crees que lo que une a los hombres es más fuerte que lo que los separa; si tú crees en el poder de una mano extendida; si tú crees que ser diferente es una riqueza y no un peligro, entonces... ¡Vendrá la paz!
Si tú sabes mirar al otro con un poquito de amor; si tú sabes preferir la esperanza a la sospecha; si tú estás persuadido que te corresponde tomar la iniciativa antes que el otro; si todavía la mirada de un niño llega a desarmar tu corazón, entonces... ¡Vendrá la paz!

Juan Pablo II, que nos visitó dos veces, dijo: “Los creyentes de todas las religiones, junto con los hombres de buena voluntad, abandonando cualquier forma de intolerancia y discriminación, están llamados a construir la paz”. Bueno, hoy puedes practicar una idea genial y fácil de Madre Teresa de Calcuta: “La paz comienza con una sonrisa”.
Padre Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos: «Rabbí, ¿quién pecó, él o sus padres, para que haya nacido ciego?». Respondió Jesús: «Ni él pecó ni sus padres; es para que se manifiesten en él las obras de Dios. Tenemos que trabajar en las obras del que me ha enviado mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo». Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, y untó con el barro los ojos del ciego y le dijo: «Vete, lávate en la piscina de Siloé» (que quiere decir Enviado). Él fue, se lavó y volvió ya viendo.
Los vecinos y los que solían verle antes, pues era mendigo, decían: «¿No es éste el que se sentaba para mendigar?». Unos decían: «Es él». «No, decían otros, sino que es uno que se le parece». Pero él decía: «Soy yo». Le dijeron entonces: «¿Cómo, pues, se te han abierto los ojos?». Él respondió: «Ese hombre que se llama Jesús, hizo barro, me untó los ojos y me dijo: ‘Vete a Siloé y lávate’. Yo fui, me lavé y vi». Ellos le dijeron: «¿Dónde está ése?». El respondió: «No lo sé».
Lo llevan donde los fariseos al que antes era ciego. Pero era sábado el día en que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. Los fariseos a su vez le preguntaron cómo había recobrado la vista. Él les dijo: «Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo». Algunos fariseos decían: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado». Otros decían: «Pero, ¿cómo puede un pecador realizar semejantes señales?». Y había disensión entre ellos. Entonces le dicen otra vez al ciego: «¿Y tú qué dices de Él, ya que te ha abierto los ojos?». Él respondió: «Que es un profeta».
No creyeron los judíos que aquel hombre hubiera sido ciego, hasta que llamaron a los padres del que había recobrado la vista y les preguntaron: «¿Es éste vuestro hijo, el que decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora?». Sus padres respondieron: «Nosotros sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego. Pero, cómo ve ahora, no lo sabemos; ni quién le ha abierto los ojos, eso nosotros no lo sabemos. Preguntadle; edad tiene; puede hablar de sí mismo». Sus padres decían esto por miedo por los judíos, pues los judíos se habían puesto ya de acuerdo en que, si alguno le reconocía como Cristo, quedara excluido de la sinagoga. Por eso dijeron sus padres: «Edad tiene; preguntádselo a él».
Le llamaron por segunda vez al hombre que había sido ciego y le dijeron: «Da gloria a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador». Les respondió: «Si es un pecador, no lo sé. Sólo sé una cosa: que era ciego y ahora veo». Le dijeron entonces: «¿Qué hizo contigo? ¿Cómo te abrió los ojos?». Él replicó: «Os lo he dicho ya, y no me habéis escuchado. ¿Por qué queréis oírlo otra vez? ¿Es qué queréis también vosotros haceros discípulos suyos?». Ellos le llenaron de injurias y le dijeron: «Tú eres discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios; pero ése no sabemos de dónde es». El hombre les respondió: «Eso es lo extraño: que vosotros no sepáis de dónde es y que me haya abierto a mí los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores; mas, si uno es religioso y cumple su voluntad, a ése le escucha. Jamás se ha oído decir que alguien haya abierto los ojos de un ciego de nacimiento. Si éste no viniera de Dios, no podría hacer nada». Ellos le respondieron: «Has nacido todo entero en pecado ¿y nos da lecciones a nosotros?». Y le echaron fuera.
Jesús se enteró de que le habían echado fuera y, encontrándose con él, le dijo: «¿Tú crees en el Hijo del hombre?». El respondió: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?». Jesús le dijo: «Le has visto; el que está hablando contigo, ése es». Él entonces dijo: «Creo, Señor». Y se postró ante Él. Y dijo Jesús: «Para un juicio he venido a este mundo: para que los que no ven, vean; y los que ven, se vuelvan ciegos». Algunos fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron: «Es que también nosotros somos ciegos?». Jesús les respondió: «Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; pero, como decís: ‘Vemos’ vuestro pecado permanece». (Jn 9,1-41)

Comentario
Hoy, cuarto domingo de Cuaresma —llamado domingo “alegraos”— toda la liturgia nos invita a experimentar una alegría profunda, un gran gozo por la proximidad de la Pascua.
Jesús fue causa de una gran alegría para aquel ciego de nacimiento a quien otorgó la vista corporal y la luz espiritual. El ciego creyó y recibió la luz de Cristo. En cambio, aquellos fariseos, que se creían en la sabiduría y en la luz, permanecieron ciegos por su dureza de corazón y por su pecado. De hecho, «No creyeron los judíos que aquel hombre hubiera sido ciego, hasta que llamaron a los padres del que había recobrado la vista» (Jn 9,18).
¡Cuán necesaria nos es la luz de Cristo para ver la realidad en su verdadera dimensión! Sin la luz de la fe seríamos prácticamente ciegos. Nosotros hemos recibido la luz de Jesucristo y hace falta que toda nuestra vida sea iluminada por esta luz. Más aun, esta luz ha de resplandecer en la santidad de la vida para que atraiga a muchos que todavía la desconocen. Todo eso supone conversión y crecimiento en la caridad. Especialmente en este tiempo de Cuaresma y en esta última etapa. San León Magno nos exhorta: «Si bien todo tiempo es bueno para ejercitarse en la virtud de la caridad, estos días de Cuaresma nos invitan a hacerlo de manera más urgente».
Sólo una cosa nos puede apartar de la luz y de la alegría que nos da Jesucristo, y esta cosa es el pecado, el querer vivir lejos de la luz del Señor. Desgraciadamente, muchos —a veces nosotros mismos— nos adentramos en este camino tenebroso y perdemos la luz y la paz. San Agustín, partiendo de su propia experiencia, afirmaba que no hay nada más infeliz que la felicidad de aquellos que pecan.
La Pascua está cerca y el Señor quiere comunicarnos toda la alegría de la Resurrección. Dispongámonos para acogerla y celebrarla. «Vete, lávate» (Jn 9,7), nos dice Jesús… ¡A lavarnos en las aguas purificadoras del sacramento de la Penitencia! Ahí encontraremos la luz y la alegría, y realizaremos la mejor preparación para la Pascua.
Rev. D. Joan Ant. MATEO i García (La Fuliola, Lleida, España)

Palabras del Beato Juan Pablo II

“Es muy significativo que Jesús pronuncie las palabras: ‘Gratis lo recibisteis; dadlo gratis’, precisamente antes de enviar a los apóstoles a difundir el Evangelio de la salvación, el primero y principal don que Él ha dado a la humanidad. Él quiere que su Reino, ya cercano (cf. Mt 10, 5ss), se propague mediante gestos de amor gratuito por parte de sus discípulos. Así hicieron los apóstoles en el comienzo del cristianismo, y quienes los encontraban, los reconocían como portadores de un mensaje más grande de ellos mismos. Como entonces, también hoy el bien realizado por los creyentes se convierte en un signo y, con frecuencia, en una invitación a creer. También cuando el cristiano se hace cargo de las necesidades del prójimo, nunca se trata de una ayuda meramente material. Es también anuncio del Reino, que comunica el pleno sentido de la vida, de la esperanza, del amor”.
Beato Juan Pablo II

Cuaresma:
Reflexión para cada día
Domingo cuarto de Cuaresma
       
“Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo” (Lc15)

Cada vez que celebramos unas exequias en mi parroquia me gusta sugerir al coro que, al recibir el cuerpo sin vida de aquel ser querido, se entone uno de los cantos que mejor armoniza con el Evangelio del hijo pródigo: “Hoy vuelvo de lejos”.

Es un canto que centraliza perfectamente lo que se vive en ese momento pues regresamos, quien quiera que seamos, de ese largo viaje emprendido y pateado palmo a palmo en la tierra con diversas actitudes, a la casa del Padre:

Aquél que ha llevado, por diversas circunstancias, una vida tortuosa y alejada de Dios, es recibido en la casa de Dios para que  lo acoja con lo que más a Dios gusta emplear: su misericordia

Aquél otro que gastó inútilmente sus talentos se pone de rodillas en el cenit de su vida, esperando  lo que sólo Dios es capaz de dar con creces: olvido de sus pecados por  no haber estado a altura de las circunstancias, por haber sido un cántaro agrietado en su vida loca y suelta.

Aquél otro que intentó cumplir con unos mínimos o pensando que había trabajado al cien por cien con su cometido de hijo… es puesto a los pies de la cruz para que Dios perdone también su orgullo, soberbia o su egocentrismo.

Es la figura del PADRE la que, tal vez, no resuena con excesiva fuerza en muchos momentos de nuestra vida. 
           
- Cuando nos sentimos dueños y señores de lo que acontece.
- Al pensar que es más fácil vivir sin referencia a Él y nos perdemos en una huida sin ton ni son con mucho ruido, errantes, pesarosos y sin horizonte.
- Si creemos que el destino depende exclusivamente de los hilos humanos y nos revelamos cuando, ese mismo destino, nos devuelve mil y una bofetadas cruentas en el rostro de la felicidad que profesábamos.

Es la figura del PADRE la que, tal vez, tiene vigencia especial:

- Cuando en el atardecer de nuestras locuras sentimos que una vida sin Dios son años sin vida.
- Al rebobinar la película de nuestras correrías y ver las secuencias que nos han producido cicatrices y soledades, lágrimas y sufrimientos, desgarro y hasta divorcio con nuestra propia dignidad humana
- Cuando echamos una mirada atrás y vemos humear la casa del Padre donde Él sigue esperando, cociendo y tostando en el horno de su misericordia el pan del perdón y de la generosidad, del encuentro deseado o de unas faltas que (para el Padre) nunca existieron en el hijo.
- Cuando en el roce con el engranaje del mundo somos testigos de ingratitudes y de menosprecios y echamos en falta las caricias de la casa paterna, la palabra oportuna, el consejo certero o el abrazo de consuelo.
- Cuando nos sentimos incomprendidos por aquellos de los cuales esperábamos tanto y nos dejaron enterrados, crucificados con el recuento y el recuerdo de nuestros defectos.

Siempre pensamos que la felicidad la podemos alcanzar fuera, más que dentro de nuestra propia casa. No somos unos impuros y otros puros ni, otros, plantas venenosas y otros plantas perfumadas. Eso sí… Dios a todos trata por igual. ¡Qué matemática tan rara la de Dios!
            
Dios respeta nuestra libertad. Sufre, estoy convencido, al sentir y contemplar a este mundo nuestro tan de espaldas a Él. Sufre Dios,  pero deja que actuemos en libertad, e incluso a pesar de que muchos hagan dentellada o lancen pedradas contra la casa del Padre. Hoy el hombre, que escapa lejos de Dios, que vive embelesado en su propio rigor y sistema, siente de momento pocas ganas de volver hacia atrás.

¿Qué ocurrirá cuando el capital vacíe de falsas alegrías el corazón del hombre?
¿Qué ocurrirá cuando el hombre sienta que está arruinado porque gastó lo que aparentemente ganó?
¿Se acostumbrará el ser humano a cambiar el traje de señor por el de esclavo?

Esta tierra nuestra, será hija pródiga, el día en que le fallen sus esquemas, en el instante en que explote su arrogancia. Tarde o temprano su pensamiento será ocupado por lo que perdió y, cuando estuvo lejos, valoró, añoró y gritó: DIOS

La cuaresma es un buen “buscador” para encontrar esas sendas de vuelta atrás para encontrar los caminos que van derechos a la casa donde se vive más y mejor: la casa del Padre
P. Javier Leoz

Nuevo video

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Para verlo tienes que ir al final de la página.

Nunca olvidemos agradecer
Alguna vez leí que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

Desde Guatemala, María Victoria M. eleva una plegaria de acción de gracias a Dios y también retribuye todas las oraciones que se hicieron por su salud, ya que la biopsia que le practicaron hace unos días ha dado resultados negativos. Está sana.

Desde Pachuca, México, agradecen a Dios y a los que rezaron por Lezly F., a quien operaron de un tumor en la cabeza. Ella se encuentra ya en su domicilio, se va recuperando y está optimista. Damos gracias a Dios…

Un estímulo todos los días
Marzo 30
Si sabemos dar amor sincero y generoso, siempre habrá alguien cerca para darnos una mano y no nos sentiremos abandonados. Es cierto que los seres humanos muchas veces fallan. Pero no les pidamos perfección, porque no son Dios. Ellos son pobres y débiles criaturas. Su amor es imperfecto y frágil, pero eso no significa que sea falso o que no exista. Siempre habrá alguien que nos auxiliará si se lo pedimos, porque la comunidad cristiana también es como una madre.
Por eso, hay que descubrir que el miedo a la soledad es tonto. Es cierto que nos quedaremos solos si elegimos el resentimiento y el egoísmo. También nos quedaremos solos si estamos eligiendo quién queremos que esté a nuestro lado, si queremos decidir quién debe acompañarnos y quién no, o si sólo aceptamos personas bellas, agradables, perfectas. Pero si nuestro corazón es libre y abierto, no hay por qué temer a la soledad. La amistad del Señor no nos faltará y su presencia de amor es más real que las paredes, que los árboles y que nuestro propio cuerpo. Él está y siempre habrá algún ser humano que sea instrumento de su amor, que nos brinde una ayuda y un momento de compañía. Pero es bueno pedirle al Señor que sane nuestro temor a la soledad y que abra nuestros ojos para reconocer su presencia preciosa y constante.
Mons. Víctor Manuel Fernández
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

sábado, 29 de marzo de 2014

Pequeñas Semillitas 2321

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 9 - Número 2321 ~ Sábado 29 de Marzo de 2014
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
En el Evangelio de ayer (Mc 12,28b-34), Jesús nos hablaba del amor señalando que el primero y más grande de los mandamientos es “amar al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas” y el segundo “amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
Y en el Evangelio de hoy, nos ilustra sobre la humildad a través de la parábola del fariseo y el publicano que subieron al templo a orar (Lc 18,9-14) y la forma en que cada uno de ellos se presentó en la oración y las consecuencias de sus diferentes actitudes: uno regresó a su casa justificado y el otro no.
Dos enormes enseñanzas que debemos extraer de la Palabra en estos dos días reflexivos de Cuaresma:
El amor como premisa fundamental que debe mover nuestras vidas; ante todo amor a Dios, nuestro Padre y Creador, y luego amor a los hermanos (al prójimo), cosa que a veces nos resulta difícil de cumplir cuando ante ciertas presencias que no nos son agradables nos olvidamos de ver el rostro de Jesús en ellos, que es la manera más eficaz de poder acercarnos aun a los que no nos quieren o nos rechazan.
La humildad, que ten hermosamente encarna hoy en el mundo el Papa Francisco, virtud que consiste en abajarse, en hacerse pequeño, en ser servidor de los demás, en saber reconocer nuestras miserias y pecados aunque algunos nos crean buenos y justos. Bien lo dice Jesús: “todo el que se ensalce será humillado; y el que se humille será ensalzado”.
Reflexionemos, entonces, sobre estas catequesis magistrales de Jesús para centrar nuestra vida y nuestras actitudes en el camino correcto y no dejarnos vencer por egoísmos o tentaciones. Que el Espíritu de Dios nos ilumine en esta bendita Cuaresma para ser un poquito mejores cada día.

¡Buenos días!

El vendedor anciano

Cuántas veces nos equivocamos al juzgar a los demás. No conocemos la realidad de las personas, con todas las circunstancias de su vida; y sin embargo las condenamos en nuestro interior porque quizás a primera vista nos han caído mal por un detalle sin importancia. Por prudencia no te dejes llevar de reacciones instintivas.

Un anciano vendía juguetes en el mercado. Los clientes, sabiendo que tenía la vista muy débil, a veces le pagaban con monedas falsas. El anciano lo advertía, pero no decía nada. Pedía a Dios que perdonara a los que lo engañaban. —Tal vez tengan poco dinero, y quieren comprar regalos a sus hijos –se  decía. Pasó el tiempo y el hombre murió. Ante las puertas del paraíso, oró así: —¡Señor! Soy un pecador. Cometí errores, no soy mejor que las monedas falsas que recibí. ¡Perdóname! Entonces se abrieron las puertas y se oyó una voz: —¿Cómo puedo juzgar a quien en su vida, jamás juzgó a los demás?

Jesús nos dice: “No juzguen y no serán juzgados”. No es fácil, pero con la ayuda del Señor avanzarás en esta dirección. Es más positivo elevar una oración por los que te hieren y fastidian que rumiar faltas de atención y agravios recibidos. Así conservarás la paz en tu corazón y harás algo en verdad efectivo para remediar los límites del prójimo. Que el Señor te asista.
Padre Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús dijo también a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano. El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: ‘¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias’. En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ‘¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!’. Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce será humillado; y el que se humille será ensalzado». (Lc 18,9-14)

Comentario
Hoy, Cristo se nos presenta con dos hombres que, ante un observador "casual", podrían aparecer casi como idénticos, ya que ellos se encuentran en el mismo lugar realizando la misma actividad: ambos «subieron al templo a orar» (Lc 18,10). Pero más allá de las apariencias, en lo más profundo de sus conciencias personales, los dos hombres difieren radicalmente: uno, el fariseo, tiene la conciencia tranquila, mientras que el otro, el publicano —cobrador de impuestos— se encuentra inquieto por los sentimientos de culpa.
Hoy día tendemos a considerar los sentimientos de culpa —el remordimiento— como algo cercano a una aberración psicológica. Sin embargo, el sentimiento de culpa le permite al publicano salir reconfortado del Templo, puesto que «éste bajó a su casa justificado y aquél no» (Lc 18,14). «El sentimiento de culpa», escribió Benedicto XVI cuando él todavía era Cardenal Ratzinger ("Conciencia y verdad"), «remueve la falsa tranquilidad de conciencia y puede ser llamado "protesta de la conciencia" contra mi existencia auto-satisfecha. Es tan necesario para el hombre como el dolor físico, que significa una alteración corporal del funcionamiento normal».
Jesús no nos induce a pensar que el fariseo no esté diciendo la verdad cuando él afirma que no es rapaz, injusto, ni adúltero y que ayuna y entrega dinero al Templo (cf. Lc 18,11); ni tampoco que el recaudador de impuestos esté delirando al considerarse a sí mismo como un pecador. Ésta no es la cuestión. Más bien ocurre que «el fariseo no sabe que él también tiene culpa. Él tiene una conciencia completamente clara. Pero el "silencio de la conciencia" lo hace impenetrable ante Dios y ante los hombres, mientras que el "grito de conciencia" que inquieta al publicano lo hace capaz de la verdad y del amor. ¡Jesús puede remover a los pecadores!» (Benedicto XVI).
Fr. Gavan JENNINGS (Dublín, Irlanda)

Santoral Católico:
Santos Jonás y Baraquicio
Mártires
Sapor, rey de Persia, emprendió una recia persecución contra los cristianos. Jonás y Barraquicio, dos monjes de Beth-Iasa, sabiendo que varios cristianos estaban sentenciados a muerte fueron a alentarlos y servirlos. Después de la ejecución, los dos santos fueron aprehendidos por haber exhortado los mártires a perseverar hasta morir.

El rey empezó instando a los dos hermanos y urgiéndoles a que obedecieran al monarca persa y que adoraran al sol. Ellos se mantuvieron fieles en su fe a Cristo, por lo que Barraquicio fue arrojado a un estrecho calabazo, mientras que Jonás se le ordenó a adorar a los dioses, pero ante su negativa fue azotado y arrojado a un estanque de agua helada. Posteriormente, Jonás fue atormentado con muchas torturas, para después ser prensado en un molino de madera hasta provocarle la muerte. Los jueces le aconsejaron a Barraquicio que salvara su propio cuerpo, pero el santo jamás renegó su fe; fue entonces sujeto de nuevo a tormentos y finalmente se le dio muerte, vertiéndoles pez y azufre ardientes en la boca.
Fuente: EWTN    

Palabras del Papa Francisco

“En el período de la Cuaresma la Iglesia, en nombre de Dios, renueva el llamamiento a la conversión. Es la llamada a cambiar de vida. Convertirse no es cuestión de un momento o de un período del año, es un empeño que dura toda la vida. ¿Quién de entre nosotros puede presumir que no es pecador? Nadie. Todos lo sabemos. Dios hace fiesta cuando lo buscamos en la Confesión… nuestro Padre nos espera siempre. No sólo nos deja la puerta abierta: nos espera”.

Papa Francisco

Cuaresma:
Reflexión para cada día
Sábado tercera semana de Cuaresma

Ten piedad de mí, que soy un pecador (Lc 18,9)
           
En el despacho de un colegio, el Director del mismo –ocupado con mil compromisos que la docencia conlleva- tuvo la genial idea de clavetear encima del escritorio el siguiente texto recordatorio: “Señor, tal vez hoy estaré absorto por pocas o muchas cosas, en pequeñas y grandes excusas; tal vez –por ello mismo- hasta pueda olvidarme de Ti; pero TÚ... no te olvides de mí”.

Sumergidos de lleno en las cuestiones sociales corremos el riesgo de devaluar el sentido primero y último de nuestra vida cristiana. Nuestro grupo y nuestra iglesia, nuestros cristianos y nuestros apostolados... no son simples “ONGS”. Para ello no hace falta ni estar bautizados ni referirnos a la Palabra que salva.

Inmersos en el duro trabajo de cada jornada podemos hasta perder el norte de aquel origen de dónde venimos y... el final hacia el dónde nos encaminamos: DIOS.

Un cristiano nunca se podrá conformar con “hacer el bien”. Es más... sólo desde, y en la experiencia de un encuentro personal con DIOS, podrá llegar a descubrir que todo lo demás (su misión en favor de...) está  iluminado y potenciado desde esa realidad vivida a través de su Fe.

Uno de los retos que tenemos en nuestra evangelización es precisamente educar y enseñar a muchos cristianos, de los que incluso tenemos hoy y de los que vengan mañana, en esta dimensión personal e individual de la vida cristiana.

Mi fe tiene que ser también –además de comunitaria- individual y única:

En la oración. Un cristiano que no reza es alguien que ha perdido todo contacto con aquella Palabra que habla, perdona, atiende, conforta en cada circunstancia. Difícil tarea: “el viaje más largo es el que se hace hacia el interior de uno mismo” (Hammrskjöld).
           
En la contemplación. En una sociedad harta y estresada por el ruido... es bueno romper con la rutina y con el caos existencial en que nos debatimos: “Nunca el hombre ha estado tan acompañado como clavado en su soledad” (Ana Frank). En el silencio encontramos, las más de las veces, sensatez para nuestros juicios, conocimiento de nosotros mismos y –por supuesto- coloquio de tú a tú con Jesucristo.

Sólo ante la grandeza y poder de DIOS nos sentimos humildes y llamados a su conocimiento y, por lo tanto, a la fidelidad para con Él. Cada jueves, por lo menos para mí como sacerdote, ponerme delante de la custodia –junto mi comunidad parroquial- es caer en la cuenta de que existo para Dios. Es sentir la necesidad de conocer a Dios y, que además Él, me conozca
           
En definitiva, aún en medio del trasiego profesional, conviene recordar aquello de Pablo a los Hebreos 11,6: “el que se acerca a Dios ha de creer que existe y que recompensa a los que le buscan”.

Que hoy seamos nosotros de estos últimos. Y, si no es así,... siempre nos quedará la esperanza de que DIOS no nos olvida.
P. Javier Leoz

Oración a San Miguel Arcángel
 
San Miguel Arcángel
defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo contra la perversidad
y acechanzas del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tú, Príncipe de la Milicia Celestial
arroja en el infierno con tu divino poder
a satanás y demás espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para perdición de las almas.
Amén

La Festividad de San Miguel Arcángel se celebra el 29 de Setiembre.
Pero igualmente es una práctica muy recomendada el rezar esta oración
todos los días a la finalización de la Santa Misa.
Y también en estos tiempos para pedir por el Santo Padre
y por la santidad de todos los sacerdotes del mundo.
En "Pequeñas Semillitas" la publicaremos los días 29 de cada mes.

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por una joven mujer del interior de la provincia de Buenos Aires, Argentina, llamada Karina, enferma de cáncer de páncreas expansivo a otros órganos, en coma farmacológico. Es madre de hijos chicos y todos sufren mucho al verla así. La ponemos en las manos del Señor para que Él haga su voluntad y la Santísima Virgen acune maternalmente a todos.

Pedimos oración por Elda R. A., de Lima, Perú, de 40 años de edad, que padece una afección en el dedo pulgar de una de sus manos y lleva varios días sin mejoría a pesar de las consultas efectuadas. Que Jesús misericordioso le conceda la gracia de curarse.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

"Pequeñas Semillitas" por e-mail

Si lo deseas puedes recibir todos los días "Pequeñas Semillitas" por correo, más el agregado de un powerpoint. Las suscripciones son gratis y solo tienes que solicitarlas escribiendo a Rocío (moderadora de los grupos) a: peque.semillitas.3@gmail.com  con el título: “Suscripción a Pequeñas Semillitas”.

Un estímulo todos los días
Marzo 29
Un creyente de verdad, encuentra a su Salvador también en medio de una caída y de un error, y aun en medio de una gran preocupación, cuando parece que todo se vino abajo. Porque su Salvador es todopoderoso, vive lleno de gloria, y es capaz de hacerlo resurgir desde las ruinas.
Al Señor no le importa tanto cómo nos encontremos. Lo que le interesa es lo que él quiere hacer con nosotros.
Entonces nadie puede reírse del sabio cuando fracasa, porque el sabio cree firmemente que su Salvador lo ayudará a renacer desde las cenizas. Por eso, cuando cae, se levanta con confianza y dignidad.
No importa tanto si fracasas o triunfas permanentemente. Lo que importa es cómo enfrentas las cosas. Lo que cuenta es de qué manera luchas, con qué espíritu te esfuerzas. Eso es lo que más interesa a los ojos del Señor, y eso es lo que él tendrá en cuenta para hacerte fecundo.
Mons. Víctor Manuel Fernández
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-