PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 9 - Número 2465 ~ Martes
16 de Setiembre de 2014
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
En el diario francés La Croix del 12 de septiembre de
1915, salía la siguiente noticia: En el campo de batalla yacía gravemente
herido un soldado francés y, junto a él, también gravemente herido un soldado
alemán. El francés sacó, con mucho esfuerzo, un crucifijo de su bolsillo, lo
besó y empezó a rezar el avemaría en latín. El alemán también se unió y rezó el
avemaría con él. Después, el francés le tendió el crucifijo, el alemán lo besó,
se dieron la mano y así unidos y rezando el avemaría murieron. El amor a María
había unido en la muerte a dos enemigos, que murieron como hermanos, hijos de
la misma madre. El amor a María nos une…
¡Buenos días!
La zorra y el cuervo
Te invito a
reflexionar hoy sobre la vanidad humana. “La cola del pavo real honra al que la
creó; pero, el pavo no tiene nada que ver en ello”, (J. Leclercq). “El vanidoso
es como un gallo que se imaginara que el sol sale para oírlo cantar”. “Vasito
de barro: ¿por qué te quieres poner tan alto? ¿No ves que si te caes, te
quiebras? ¿No sabes que el aroma de tus flores se percibe mejor si estás
abajo?”, (V. Gar-Mar).
Un cuervo robó a unos pastores un pedazo de
carne y se retiró a un árbol. Lo vio una zorra, y deseando apoderarse de
aquella carne empezó a alabar al cuervo, elogiando su gran belleza, pero que lo
afectaba el hecho de que no tuviera voz. El cuervo, para demostrarle a la zorra
que no le faltaba la voz, soltó la carne para lanzar con orgullo fuertes
gritos. La zorra, sin perder tiempo, rápidamente recogió la carne y le dijo:
-Amigo cuervo, si además de vanidad tuvieras entendimiento, nada más te
faltaría para ser el rey de las aves (Esopo).
Todos corremos el
peligro de obrar para recibir la aprobación de los demás. Es como decirse
a sí mismo: “Verán lo que yo soy capaz
de hacer”. Jesús nos precave de toda ostentación. Una vez dijo: “Al dar
limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, así tu limosna
quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará”.
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús se fue a una ciudad llamada Naím,
e iban con Él sus discípulos y una gran muchedumbre. Cuando se acercaba a la
puerta de la ciudad, sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre,
que era viuda, a la que acompañaba mucha gente de la ciudad. Al verla el Señor,
tuvo compasión de ella, y le dijo: «No llores». Y, acercándose, tocó el
féretro. Los que lo llevaban se pararon, y Él dijo: «Joven, a ti te digo:
levántate». El muerto se incorporó y se puso a hablar, y Él se lo dio a su
madre. El temor se apoderó de todos, y glorificaban a Dios, diciendo: «Un gran
profeta se ha levantado entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo». Y lo
que se decía de Él, se propagó por toda Judea y por toda la región
circunvecina. (Lc 7,11-17)
Comentario
Hoy, dos comitivas se encuentran. Una comitiva que
acompaña a la muerte y otra que acompaña a la vida. Una pobre viuda, seguida
por sus familiares y amigos, llevaba a su hijo al cementerio y de pronto, ve la
multitud que iba con Jesús. Las dos comitivas se cruzan y se paran, y Jesús
dice a la madre que iba a enterrar a su hijo: «No llores» (Lc 7,13). Todos se
quedan mirando a Jesús, que no permanece indiferente al dolor y al sufrimiento
de aquella pobre madre, sino, por el contrario, se compadece y le devuelve la
vida a su hijo. Y es que encontrar a Jesús es hallar la vida, pues Jesús dijo
de sí mismo: «Yo soy la resurrección y la vida» (Jn 11,25). San Braulio de
Zaragoza escribe: «La esperanza de la resurrección debe confortarnos, porque
volveremos a ver en el cielo a quienes perdemos aquí».
Con la lectura del fragmento del Evangelio que nos habla
de la resurrección del joven de Naím, podría remarcar la divinidad de Jesús e
insistir en ella, diciendo que solamente Dios puede volver un joven a la vida;
pero hoy preferiría poner de relieve su humanidad, para que no veamos a Jesús
como un ser lejano, como un personaje tan diferente de nosotros, o como alguien
tan excesivamente importante que no nos inspire la confianza que puede
inspirarnos un buen amigo.
Los cristianos hemos de saber imitar a Jesús. Debemos
pedir a Dios la gracia de ser Cristo para los demás. ¡Ojalá que todo aquél que
nos vea, pueda contemplar una imagen de Jesús en la tierra! Quienes veían a san
Francisco de Asís, por ejemplo, veían la imagen viva de Jesús. Los santos son
aquellos que llevan a Jesús en sus palabras y obras e imitan su modo de actuar
y su bondad. Nuestra sociedad tiene necesidad de santos y tú puedes ser uno de
ellos en tu ambiente.
Rev. D. Joan SERRA i Fontanet (Barcelona, España)
Santoral Católico:
Santos Cornelio y Cipriano
Mártires
Memoria de los santos Cornelio, papa, y Cipriano, obispo,
mártires, acerca de los cuales el catorce de septiembre se relata la sepultura
del primero y la pasión del segundo. Juntos son celebrados en esta memoria por
el orbe cristiano, porque ambos testimoniaron, en días de persecución, su amor
por la verdad indefectible ante Dios y el mundo (252, 258). Información amplia
haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net
Palabras del Papa Francisco
“Nosotros no somos huérfanos, tenemos Madres: la Madre
María. Pero también la Iglesia es Madre y también la Iglesia es ungida Madre
cuando recorre el mismo camino de Jesús y de María: el camino de la obediencia,
el camino del sufrimiento; y cuando tiene esa actitud de aprender continuamente
el camino del Señor. Estas dos mujeres – María y la Iglesia – llevan adelante
la esperanza que es Cristo, nos dan a Cristo, generan a Cristo en nosotros. Sin
María, no habría existido Jesucristo; sin la Iglesia no podemos ir adelante”.
Papa Francisco
Tema del día
La Iglesia: Madre que enseña
1) Para saber
El Papa Francisco ha seguido tratando el tema de la
Iglesia en sus audiencias de los miércoles. En la última ocasión se refirió a
la Iglesia como una madre que enseña a sus hijos el buen comportamiento.
Alguien podría objetar que algunos católicos no son ejemplo. Y es cierto, pero
son mal ejemplo precisamente por no seguir las enseñanzas de la Iglesia, por
desobedecerlas. La Iglesia enseña cosas muy buenas y benéficas para las
personas.
La Iglesia, como Jesús, enseña con el ejemplo viviendo
las obras de misericordia. Sus palabras sirven para iluminar el significado de
sus gestos.
2) Para pensar
Un buen educador se concentra en lo esencial para que el
hijo o el alumno encuentren el sentido y la alegría de vivir. Y lo esencial en
el Evangelio es la misericordia. Dios ha enviado a su Hijo para salvarnos, para
darnos su misericordia. Lo dice claramente Jesús: “Sean misericordiosos, como
el Padre vuestro es misericordioso”.
Se preguntaba el Papa: “¿Puede existir un cristiano que
no sea misericordioso? No. El cristiano necesariamente debe ser
misericordioso”.
La madre Iglesia nos enseña a dar de comer y de beber a
quien tiene hambre y sed, a vestir a quien está desnudo, visitar al
encarcelado. Y ¿cómo lo hace? Con el ejemplo de tantos santos y santas que han
hecho esto en modo ejemplar: pero lo hace también con el ejemplo de tantísimos
papás y mamás, que enseñan a sus hijos que lo que nos sobra, es para quien no tiene
lo necesario.
Contaba el Papa: “Una vez, una mamá me decía que quería
enseñar esto a sus hijos y les decía que hay que dar de comer a quien tiene
hambre. Un día en el almuerzo, ella estaba con los tres hijos, chiquitos:
siete, cinco y cuatro años. Llamaron a la puerta y era un señor que pedía de
comer. Les preguntó a los hijos: ¿qué hacemos? Ellos a coro gritaron: ¡Le damos
mamá, le damos! Cada uno tenía un plato con carne y papas fritas. “Le damos, le
damos”. La mamá les propuso: Tomemos la mitad de cada uno de ustedes y se lo
damos. Pero ellos replicaron: “¡Ah, no mamá, así no va! Tú debes dar también de
lo tuyo”. Y así, esta mamá, enseñó a los hijos a dar de comer de lo propio.
“Éste es un hermoso ejemplo que a mí me ha ayudado tanto”, concluyó el Papa.
3) Para vivir
La madre Iglesia enseña a estar cerca de quien está
enfermo o abandonado y muere solo. Muchos hombres y mujeres, cada día, ponen en
práctica esta obra de misericordia en una habitación de hospital, o en una casa
de reposo, o en la propia casa, asistiendo a una persona enferma.
Es lo que hizo la beata Teresa por las calles de Calcuta
y también lo hacen tantos cristianos. Ella encontraba gente moribunda por la
calle, a la cual las ratas de la calle le comenzaban a comer el cuerpo. Ella los
llevaba a casa para que murieran limpios, tranquilos, acariciados, en paz. Y
tantos hombres y mujeres, como ella, han hecho esto también. Ayudar a la gente
a morir bien, en paz.
La misericordia cambia el corazón y la vida. Para cambiar
el mundo y mejorarlo, es necesario hacer el bien a quien no está en condiciones
de correspondernos.
Demos gracias al Señor, que nos da la gracia de tener
como madre a la Iglesia que nos enseña el camino de la misericordia, que es el
camino de la Vida.
Pbro. José Martínez Colín
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Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el
Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes,
diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo
místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como
Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por
las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón
de María; por la conversión de todos los
pueblos; por la Paz en el mundo; por nuestros hermanos sufrientes por diversos
motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto,
la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la
falta de libertad en muchos países del mundo; por la unión de las familias, la
fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este
sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por
las Benditas Almas del Purgatorio.
Un estímulo todos los días
Setiembre 16
Dios siempre está diciéndonos algo para que seamos más
felices, para que vivamos mejor. Pero suele suceder que nos volvemos demasiado
exigentes y esperamos encontrar grandes predicadores para decidirnos a cambiar
de vida. Muchos discursos, predicaciones y lecturas nos aburren, nos parece que
no dicen nada. Pero en realidad todos nos pueden enseñar algo. Sólo hace falta
que tengamos una actitud abierta y que, cada vez que escuchemos algo, nos
pongamos el desafío de sacar alguna enseñanza.
Si nos volvemos muy exigentes, entonces el Evangelio
mismo ya no nos dirá nada. La Palabra de Dios es inagotable, nunca pierde su
poder para tocarnos el corazón y para movilizar algo de nuestra vida. Pero
cuando nos convertimos en una piedra dura, ninguna semilla podrá penetrar en
nosotros.
Si un párrafo del Evangelio no nos dice nada, en lugar de
quitarle importancia tendríamos que hacernos unas preguntas: ¿Por qué será que
esto no me dice nada? ¿No habrá algo que mi mente es incapaz de ver o que mi
corazón no quiere escuchar? ¿No me habré complicado tanto por dentro que las
cosas simples ya no me cuestionan?
Mons. Víctor Manuel Fernández
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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