PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 9 - Número 2434 ~ Sábado
16 de Agosto de 2014
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
No es tan difícil llevarse bien con los demás. Hay que
tener en cuenta tan solo tres palabras: “Permiso, gracias, perdón”
El Papa Francisco dijo hace un tiempo que son tres
palabras clave para una buena vida familiar. ¡Qué bueno aplicarlas a cada una
de nuestras relaciones!
“Permiso” si alguien impide nuestro paso, quizá sin
advertirlo. “Gracias” a quien nos hace un favor o es cordial con nosotros.
“Perdón” cada vez que nos equivocamos… Tan sencillo, y a veces tan complejo de
concretar.
¿Qué tal si empezamos hoy?
¡Buenos días!
El perro y las pulgas
Hay un defecto
corriente: la falta de comprensión y respeto por los que son distintos de nosotros.
Esto se llama discriminación. Respetar y comprender son actitudes que están en
la base de la convivencia humana. Jesús nos advirtió: “No hagas a otro lo que
no te gusta que te hagan a ti”. Sin comprensión y respeto se viene abajo el
amor a los hermanos.
Un perro grande y peleador, había conseguido
infundir a sus contrarios tal temor, que apenas lo veían, se deshacían en
humildes saludos. Lo aborrecían, pero no se atrevían a decirlo; y esto lo hizo
al perro más orgulloso. Pero una pulga no le tuvo miedo y se instaló entre su
pelo con su prole y sus parientes pobres. Convidó a sus amigas y empezaron
fiestas y bailes, sin importarles los mordiscos del perro. Llegó el animal a
tal desesperación que todos, menos ellas, le tenían lástima; y comprendió entonces
que más vale tener unos cuantos enemigos fuertes que muchos pequeños, inasibles
y tenaces (G. Daireaux)
En tu vida de
relación con los demás, cuídate de subestimar a los pequeños y a los débiles.
La sabiduría del Creador ha dispuesto tan armónicamente sus obras que todo
tiene su razón de ser: lo débil y lo fuerte, lo grande y lo pequeño. Considera
pues con atención y verás cómo cada uno aporta sus dones para el bien de la
convivencia humana.
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, le presentaron a Jesús unos niños para
que les impusiera las manos y orase; pero los discípulos les reñían. Mas Jesús
les dijo: «Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis porque de los
que son como éstos es el Reino de los Cielos». Y, después de imponerles las
manos, se fue de allí. (Mt 19,13-15)
Comentario
Hoy nos es dado contemplar una escena que,
desgraciadamente, es demasiado actual: «Le presentaron a Jesús unos niños para
que les impusiera las manos y orase; pero los discípulos les reñían» (Mt
19,13). Jesús ama especialmente a los niños; nosotros, con los pobres
razonamientos típicos de “gente mayor”, les impedimos acercarse a Jesús y al
Padre: —¡Cuando sean mayores, si lo desean, ya escogerán...! Esto es un gran
error.
Los pobres, es decir, los más carentes, los más
necesitados, son objeto de particular predilección por parte del Señor. Y los
niños, los pequeños son muy “pobres”. Son pobres de edad, son pobres de
formación... Son indefensos. Por esto, la Iglesia —“Madre” nuestra— dispone que
los padres lleven pronto a sus hijos a bautizar, para que el Espíritu Santo
ponga morada en sus almas y entren en el calor de la comunidad de los
creyentes. Así lo indican tanto el Catecismo de la Iglesia como el Código de
Derecho Canónico, ordenamientos del máximo rango de la Iglesia (que, como toda
comunidad, debe tener sus ordenamientos).
¡Pero no!: ¡cuando sean mayores! Es absurda esta manera
de proceder. Y, si no, preguntémonos: —¿Qué comerá este niño? Lo que le ponga
su madre, sin esperar a que el niño especifique qué es lo que prefiere. —¿Qué
idioma hablará este niño? El que le hablen sus padres (de otra manera, el niño
nunca podrá escoger ninguna lengua). —¿A qué escuela irá este niño? A la que
sus padres le lleven, sin esperar que el chico defina los estudios que
prefiere...
—¿Qué comió Jesús? Aquello que le puso su Madre, María.
—¿Qué lengua habló Jesús? La de sus padres. —¿Qué religión aprendió y practicó
el Niño Jesús? La de sus padres, la religión judía. Después, cuando ya fue
mayor, pero gracias a la instrucción que había recibido de sus padres, fundó
una nueva religión... Pero, primero, la de sus padres, como es natural.
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès,
Barcelona, España)
Santoral Católico:
San Esteban
Rey de Hungría
San Esteban, rey de Hungría, que, regenerado por el
bautismo y habiendo recibido la corona real de manos del papa Silvestre II,
veló por la propagación de la fe de Cristo entre los húngaros y puso en orden
la Iglesia en su reino, dotándola de bienes y monasterios. Justo y pacífico en
el gobierno de sus súbditos, murió en Alba Real (Székesfehérvár), en Hungría,
el día de la Asunción, entrando su alma en el cielo (1038). Información amplia
haciendo clic acá.
San Roque
Peregrino
En la Lombardía,
san Roque, que, nacido en Montpellier, del Languedoc, en Francia, adquirió fama
de santidad peregrinando piadosamente y curando por toda Italia a los afectados
de peste (c. 1379). Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net
La frase de hoy
“Bueno es dar cuando nos piden;
pero mejor es dar sin que nos pidan,
como buenos entendedores”
-Khalil Gibran-
Tema del día:
El poder de las palabras
Las palabras no las lleva el viento, las palabras dejan
huella, tienen poder e influyen positiva o negativamente… Las palabras curan o
hieren a una persona.
Por eso mismo, los griegos decían que la palabra era
divina y los filósofos elogiaban el silencio.
Piensa en esto y cuida tus pensamientos, porque ellos se
convierten en palabras, y cuida tus palabras, porque ellas marcan tu destino.
Piensa muy bien antes de hablar, cálmate cuando estés airado o resentido y
habla sólo cuando estés en paz. De las palabras depende, muchas veces, la
felicidad o la desgracia, la paz o la guerra.
Un barrilete se puede recoger después de echarla a volar,
pero las palabras jamás se podrán recoger una vez que han salido de nuestra
boca. Las palabras tienen mucha fuerza, con ellas podemos destruir lo que hemos
tardado tanto tiempo en construir.
Cuantas veces una palabra fuera de lugar es capaz de
arruinar algo por lo que hemos luchado, cuantas veces una palabra de aliento
tiene el poder de regenerarnos y darnos paz.
Las palabras insultantes o despectivas nunca han creado
algo edificante. Con el uso de expresiones agresivas, lastimamos a las personas
provocando heridas creando resentimientos y dolor, que se volverán a nosotros…
La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la
lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en un
delicado papel y la ofrecemos con ternura ciertamente será aceptada con agrado.
Las palabras son la manifestación de nuestro mundo
interior, al cuidar de nuestro lenguaje purificamos nuestro mundo interior.
Muchas enfermedades son únicamente el producto de
nuestros pensamientos desequilibrados. La violencia, las mentiras, el
resentimiento y tantas otras cosas existen y conviven con nosotros en este
mundo
Ante ello tenemos que cultivar cualidades de amor, verdad
y gratitud, creando un sólido mundo interior en donde la bondad y la verdad
brillen; para luego extender este mundo interior a las personas de nuestro
alrededor.
Una palabra amable puede suavizar las cosas. Una palabra
alegre puede iluminar el d í a. Una palabra oportuna puede aliviar la carga.
Una palabra de amor puede curar y dar felicidad. Una palabra irresponsable
puede encender discordias. Una palabra cruel puede arruinar una vida. Una
palabra de resentimiento puede causar odio. Una palabra brutal puede herir o
matar.
¡Las palabras son vivas! ¡Bendicen o maldicen, alientan o
abaten, salvan o condenan!
Semillitas de humor
Llegó el último día de clases y los alumnos le
llevaron regalos a la maestra.
El hijo del
florista le entregó un ramo de flores, la hija
del confitero, una hermosa caja de bombones. En eso, el hijo del bodeguero se acercó cargando una caja grande y pesada.
Al recibirla, la maestra se dio cuenta que algo escurría por la base. Con el
dedo recogió unas gotas del líquido y lo probó.
- ¿Es vino? - dijo, tratando de adivinar.
- No, respondió el chico.
La maestra probó nuevamente y preguntó:
- ¿Champaña?
- No.
- Me rindo… ¿Qué es?
- ¡¡¡¡Un perritooo!!!!!
--/--
En plena calle:
- Disculpe,
¿no vio a un policía dando vueltas por aquí?
- No, no vi a ninguno...
- ¡Perfecto!... ¡¡Dame tu cartera, reloj y celular!!
--/--
- Dos amigos a las 3 de la mañana:
- ¡Pepe, Pepe, despierta!
- ¿Qué? ¡Qué quieres! ¿¡Qué quieres!?
- ¡No te tomaste las pastillas para dormir!
"Pequeñas
Semillitas" por e-mail
Si lo deseas puedes recibir todos los días "Pequeñas Semillitas" por
correo, más el agregado de un powerpoint. Las suscripciones son gratis y solo
tienes que solicitarlas escribiendo a Rocío
(moderadora de los grupos) a: peque.semillitas.3@gmail.com con el título: “Suscripción a Pequeñas
Semillitas”.
Un estímulo todos los días
Agosto 16
Sabemos que todos estamos llamados a la santidad, cada
uno a su manera. Pero a veces pensamos que para agradar a Dios y alcanzar la
santidad hay que hacer obras llamativas, grandes esfuerzos o renuncias
espectaculares. Olvidamos que el Señor “mira al corazón” (1 Sam 16,7) y que “lo
que más hay que cuidar es el corazón” (Prov 4, 23). Pero ¿qué es lo que tiene
que llenar el corazón?
Santa Teresita nos ayudó a descubrir el camino de la
niñez espiritual, la importancia de tener un corazón de niño ante el Padre
Dios. Ella decía así: “Mi camino es todo de confianza y de amor… Veo que basta
reconocer la propia nada y abandonarse como un niño en los brazos de Dios… La
santidad no está en tal o cual práctica, sino que es una disposición del
corazón que nos hace humildes y pequeños en los brazos de Dios, conscientes de
nuestra debilidad pero confiados hasta la audacia en su bondad de Padre”. Por
eso dice la Biblia: “Yo mantengo mi vida en paz y en silencio como un niño
destetado en el regazo de su madre” (Sal 131, 2). Realiza tus tareas de cada
día con ese corazón de niño que confía plenamente en el amor de Dios.
Mons. Víctor Manuel Fernández
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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