lunes, 4 de agosto de 2014

Pequeñas Semillitas 2422

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 9 - Número 2422 ~ Lunes 4 de Agosto de 2014
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Hoy, con la celebración de San Juan María Vianney, el santo cura de Ars, recordamos a todos los párrocos y sacerdotes del mundo.
Esta celebración quiere poner de relieve de un modo particular, la gratitud a nuestros sacerdotes, que con generosidad llevan adelante la atención parroquial y ofrecen lo mejor de sí en favor de la comunidad. Para ellos una oración:
Omnipotente y Eterno Dios: dígnate mirar el rostro de tu Cristo, eterno y Sumo Sacerdote, y por amor a ÉL, ten piedad de tus Sacerdotes.
Recuerda, oh Dios misericordioso, que no son sino débiles y frágiles criaturas. Mantén vivo en ellos el fuego de tu amor. Guárdalos junto a Ti, para que el enemigo no prevalezca contra ellos, y para que en ningún momento sean indignos de su sublime vocación.
¡Oh Jesús!, te ruego por tus fieles y fervorosos Sacerdotes, por tus Sacerdotes tibios e infieles; por tus Sacerdotes que trabajan cerca o en lejanas misiones; por tus Sacerdotes que sufren la tentación; por tus Sacerdotes que sufren soledad y desolación; por tus jóvenes Sacerdotes; por tus ancianos Sacerdotes; por tus Sacerdotes agonizantes; por las almas de tus Sacerdotes que padecen en el Purgatorio.
Pero sobre todo. Te encomiendo a los Sacerdotes que me son más queridos; al Sacerdote que me bautizó, al que me absolvió de mis pecados; a los Sacerdotes a cuyas Misas he asistido y que me dieron tu Cuerpo y Sangre en la Sagrada Comunión; a los Sacerdotes que me enseñaron e instruyeron, me alentaron y aconsejaron; a todos los Sacerdotes a quienes me liga una deuda de gratitud.
¡Oh Jesús!, guárdalos a todos junto a tu Corazón y concédeles abundantes bendiciones en el tiempo y la eternidad. Así sea.

¡Buenos días!

Empéñate en crecer
Crecer es dejar atrás algo a lo cual estuvimos apegados y de lo cual nos cuesta desprendernos; es atrevernos una vez más y estar dispuestos a ser diferentes  de  lo que fuimos ayer; es desarrollarnos y evolucionar desde adentro. Cuando decidimos cambiar una actitud negativa, estamos creciendo. Cuando decidimos corregir un error, estamos evolucionando.

Fácil es decir que amamos. Difícil es demostrarlo todos los días. Fácil es llorar por el amor perdido. Difícil es cuidarlo para no perderlo. Fácil es herir a quien nos ama. Difícil es curar esa herida. Fácil es criticar a los demás. Difícil es mejorar uno mismo. Fácil es pensar en mejorar. Difícil es poner en acción lo pensado. Fácil es cometer errores. Difícil es aprender de ellos. Fácil es orar todas las noches. Difícil es encontrar a Dios cada día en las cosas pequeñas.

Resultado del crecimiento es la madurez. Serás maduro cuando tengas la habilidad de controlar la ira y resolver las discrepancias sin violencia; cuando no prejuzgues, ni participes en chismes que contaminan el alma; cuando sepas posponer el placer inmediato en favor de un beneficio a largo plazo. Ten presente que crecer solo termina con la vida.
Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, cuando Jesús recibió la noticia de la muerte de Juan Bautista, se retiró de allí en una barca, aparte, a un lugar solitario. En cuanto lo supieron las gentes, salieron tras Él viniendo a pie de las ciudades. Al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos y curó a sus enfermos.
Al atardecer se le acercaron los discípulos diciendo: «El lugar está deshabitado, y la hora es ya pasada. Despide, pues, a la gente, para que vayan a los pueblos y se compren comida». Mas Jesús les dijo: «No tienen por qué marcharse; dadles vosotros de comer». Dícenle ellos: «No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces». Él dijo: «Traédmelos acá».
Y ordenó a la gente reclinarse sobre la hierba; tomó luego los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición y, partiendo los panes, se los dio a los discípulos y los discípulos a la gente. Comieron todos y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes doce canastos llenos. Y los que habían comido eran unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños. (Mt 14,13-21)

Comentario
Hoy, el Evangelio toca nuestros “bolsillos mentales”... Por esto, como en tiempos de Jesús, pueden aparecer las voces de los prudentes para sopesar si vale la pena tal asunto. Los discípulos, al ver que se hacía tarde y que no sabían cómo atender a aquel gentío reunido en torno a Jesús, encuentran una salida airosa: «Que vayan a los pueblos y se compren comida» (Mt 14,15). Poco se esperaban que su Maestro y Señor les fuera a romper este razonamiento tan prudente, diciéndoles: «Dadles vosotros de comer» (Mt 14,16).
Un dicho popular dice: «Quien deja a Dios fuera de sus cuentas, no sabe contar». Y es cierto, los discípulos —nosotros tampoco— no sabemos contar, porque olvidamos frecuentemente el sumando de mayor importancia: Dios mismo entre nosotros.
Los discípulos realizaron bien las cuentas; contaron con exactitud el número de panes y de peces, pero al dividirlos mentalmente entre tanta gente, les salía casi un cero periódico; por eso optaron por el realismo prudente: «No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces» (Mt 14,17). ¡No se percatan de que tienen a Jesús —verdadero Dios y verdadero hombre— entre ellos!
Parafraseando a san Josemaría, no nos iría mal recordar aquí que: «En las empresas de apostolado, está bien —es un deber— que consideres tus medios terrenos (2 + 2 = 4), pero no olvides ¡nunca! que has de contar, por fortuna, con otro sumando: Dios + 2 + 2...». El optimismo cristiano no se fundamenta en la ausencia de dificultades, de resistencias y de errores personales, sino en Dios que nos dice: «He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).
Sería bueno que tú y yo, ante las dificultades, antes de dar una sentencia de muerte a la audacia y al optimismo del espíritu cristiano, contemos con Dios. Ojalá que podamos decir con san Francisco aquella genial oración: «Allí donde haya odio que yo ponga amor»; es decir, allí donde no salgan las cuentas, que cuente con Dios.
Rev. D. Xavier ROMERO i Galdeano (Cervera, Lleida, España)

Santoral Católico:
San Juan María Vianney
Cura de Ars
Memoria de san Juan María Vianney, presbítero, que durante más de cuarenta años se entregó de una manera admirable al servicio de la parroquia que le fue encomendada en la aldea de Ars, cerca de Belley, en Francia, con una intensa predicación, oración y ejemplos de penitencia. Diariamente catequizaba a niños y adultos, reconciliaba a los arrepentidos y con su ardiente caridad, alimentada en la fuente de la Eucaristía, brilló de tal modo, que difundió sus consejos a lo largo y a lo ancho de toda Europa y con su sabiduría llevó a Dios a muchísimas almas (†1859). Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net    

Las frases de hoy
(todas del Cura de Ars)

“Hemos de orar con frecuencia, pero debemos redoblar nuestras oraciones en las horas de prueba”

“Cuando no tenéis el amor de Dios en vosotros, sois muy pobres. Sois como un árbol sin flores y sin frutos”

“Hijos míos; ¿por qué somos tan ciegos y tan ignorantes? iPorque no hacemos caso de la palabra de Dios!”

“Hay muchos cristianos que no saben por qué están en el mundo… ¡Conocer, amar y servir a Dios! Es lo único que tenemos que hacer en el mundo. Todo lo demás es tiempo perdido”

Historia con moraleja:
“Cargando el venado”

Estaba un hombre a la orilla del camino sentado en una piedra, bajo la sombra de un frondoso árbol... Se le veía triste, meditando cabizbajo; casi, casi a punto de soltar el llanto.

Así lo encontró su compadre y amigo de toda la vida, quien al verlo en tales fachas, le preguntó cuál era el motivo, para que él se encontrara en situación tan deprimente.
-Compadre, la desconsiderada de tu comadre!!! ...Ella es la culpable de mi situación ¡Tu comadre! ...Ya no puedo más... Hasta deseos de matarla siento...ya no puedo más.
-No digas eso compadre, mejor dígame, por qué la quiere matar, a lo mejor le puedo ayudar a encontrar una mejor solución al problema.

El compadre, después de respirar profundo y conseguir la calma, empezó su relato:
-Mira compadre, tú sabes que somos muy pobres y en mi humilde rancho la única forma de acompañar los frijoles es con un pedazo de carne que consigo en el monte cuando salgo de cacería. Me voy con mi escopeta, paso varios días de penalidades, arriesgándome con los peligros del monte, esquivando víboras y tigres, soportar la terrible comezón que me producen las garrapatas, los piquetes de moscos. Aguantar cómo se me mete hasta los huesos el frío de las noches. Luego, por fin, si la suerte me socorre y logro cazar un venado, y, todavía tengo que cargarlo en mis espaldas todo el largo camino de regreso al rancho y subir la cuesta de la loma hasta llegar a mi casa. Todavía no termino de llegar cuando aparece mi señora con el cuchillo en la mano e inmediatamente empieza a repartir el venado entre los vecinos y sus familiares.
Que una pierna pa' doña Juana. Que otra pa' doña Cleo. Que este lomito pa' mi mamá, que esto pa' llá. Que las costillitas para mi hermana y menudos para el chaval, y a los dos o tres dias, de nuevo sin nada que comer. Y ahí voy de tonto otra vez de cacería.
¡Pero ya me cansé y esta noche mínimo termino con todo, con ella y hasta yo mismo me desaparezco!

El compadre de aquél pobre desdichado, después de meditar un momento, le dio la solución:
-Invita a tu mujer a cargar el venado.
-¿¡Qué!?
-Sí, llévate a la comadre de cacería, no más no le digas las penurias que pasas para llevar el venado a tu casa. Mejor píntasela bonito. No le hables de caminos empedrados, ni de los bichos, ni los peligros, ni del frío ni el calor. Dile que la invitas a la cacería para que los dos disfruten juntos de los bellos paisajes, del esplendor de las estrellas que te cobijan en la noche. De los manantiales cristalinos que reflejarían románticamente sus imágenes. De la graciosa manera en que camina el venado, como si fuera un bailarín de ballet. Del dulce canto de los grillos y los pajarillos silvestres, en fin, píntale bonita la cosa.

El compadre siguió el consejo. Por supuesto la convenció. La mujer, entusiasmada, se fue con la falda larga hasta el tobillo, poco a poco se le desagarraba con las púas en el camino y al cruzar el primer "aguamal" se redujo a minifalda porque la prenda quedó desgarrada. La blusa se le fastidio, los zapatos se le rompieron por las piedras y las espinas la hicieron sangrar. Se le pegaron por todo el cuerpo garrapatas y bichos. El fuerte sol le quemó la piel. El pelo se le maltrató: le quedó tieso como estropajo. Las manos llenas de ampollas y llagas que se le hicieron al abrirse paso entre el espeso monte. Toda vuelta un rollo y sin aliento, estuvo a punto de sufrir un infarto al toparse con una enorme víbora. Por fin, después de tantos martirios, encontraron al venado. El hombre sigiloso se acercó a su presa, y localizó el blanco justo para liquidar al escurridizo animal. ¡Bang! Y el venado cayó muerto.

La mujer no cabía de júbilo pensando que su sufrimiento había terminado, pero no era así.
-Ahora, mi amor, quiero que cargues el venado para que veas lo bonito que se siente -le dijo el hombre masticando con una expresión rabiosa en cada una de sus palabras.
La mujer casi se desmaya ante la mirada de su marido, pero ante la desesperación por regresar a su casa no tuvo aliento ni para replicar, cargó el venado en su espalda hasta su casa. Vuelta un barullo, casi muerta con las piernas temblando, jadeando y a punto de reventarle el corazón, llegó y tiró el animal en la sala de su casa.

Sus pequeños hijos y sus vecinos, salieron a recibir a la pareja de cazadores y acostumbrados a la repartición, gritaron los niños a su mamá con alegría:
-¡Mamá, mamá! ¡Vamos a repartir el venado, la mamá de Huguito está esperando por una pierna del venado!
-¿Mami qué pedazo le llevo a mi tía?, le dijo otro.

La mujer tirada en el piso, hizo un esfuerzo sobrehumano para levantar la cabeza y con los ojos inyectados de sangre volteó a ver a los niños y agarrando aire hasta por las orejas, les gritó:
¡Este venado no me lo toca NADIEEEE! y tú Huguito, ve y dile a tu mamá que si quiere comer venado que vaya ella a cazar venado… El que toque este venado lo mato!!!

Y aquí se viene la reflexión:
Para valorar el esfuerzo ajeno y respetar la real dimensión del trabajo de los demás, todos debemos aprender a "cargar el venado".
Díselo a los gobernantes, a los vagos y a los políticos, y a toda esa cantidad de "democráticos" sinvergüenzas y demagogos, que se la pasan repartiendo lo que no es de ellos entre los que no trabajan ni quieren trabajar, y que se apropian de los bienes de los demás y te desprecian porque tú sí trabajas.
¿Por qué no reparten los políticos lo que es de ellos y dejan tranquila a la gente honesta y trabajadora?
Un país se llena primero de políticos y luego de ladrones… Luego sobrevienen los violentos y los parásitos.
Muchos tienen riquezas, empresas y comodidades porque durante años cargaron muuuuchos venados para llegar a donde están ahora… Y muchos otros como la comadre del cuento siempre esperan cual hienas a que llegue el vecino, el amigo, el conocido o el desconocido con el venado a cuesta para caerle y desgarrarlo, sin importar el esfuerzo que les ha costado conseguirlo.
La experiencia adquirida con el paso de los años nos ha enseñado que solo se valora aquello que se ha adquirido como resultado de nuestro arduo trabajo…que solo cuidamos aquello que nos ha costado esfuerzo, sudor y sacrificio…

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por Sofía Alejandra, una niña de Córdoba, Argentina, operada de cadera con un pos operatorio muy sufrido por una serie de complicaciones. Le pedimos a Jesús que con su amor infinito le conceda su gracia de sanación.

Pedimos oración para todas estas personas de Guatemala:
Pedro Antonio G. M., después de padecer de dengue con altísimas fiebres quedó con inmovilidad de una rodilla, poco a poco se está recuperando, pero es necesario orar para su total recuperación y que pueda dedicarse a sus actividades normalmente.
María Victoria G. M., para que pueda sanar de síndrome de silla turca vacía, síndrome de chiary, y de un aracnoidocele selar.
Luisa Fernanda G. M., a quien detectaron endometriosis severa, para que el tratamiento que empezó hace pocos días sea efectivo y pueda concebir un bebé.
Jorge Estuardo G. M., guatemalteco, residente en Alabama, para que el Señor le provea un trabajo digno y que pueda sostener a su esposa e hijo.

Pedimos oración por María Elena Z. J., que vive en México y luego de padecer un derrame cerebral continúa en estado crítico. Oramos por ella.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Un estímulo todos los días

Agosto 4
“Señor amado, tú sabes que guardo dentro de mí rencores y resentimientos que me perturban, me quitan el entusiasmo, empañan mi alegría. Hoy te pido la gracia de liberarme, Señor. Derrama en mí un profundo deseo de perdonar, de vivir en paz con todos, y de comprender a los otros.
Si me quedo pensando en lo que yo he sufrido me lleno de rencores y resentimientos. Pero quiero mirar a los que me perjudicaron con tu mirada que comprende, así como tú comprendes mis propias debilidades.
Ayúdame a descubrir los sufrimientos y debilidades de los que me hicieron daño para poder mirarlos con ternura y no juzgarlos por lo que me hacen.
Limpia mi interior, Dios mío, de todo residuo de resentimiento y de malos recuerdos, porque tú puedes hacerlo. Reina con tu amor y tu paz en mi vida. Porque cuando perdono me fortalezco y quedan en libertad las fuerzas preciosas de la vida. Amén.”
Mons. Víctor Manuel Fernández
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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