PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 9 - Número 2408 ~ Lunes
21 de Julio de 2014
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Muy felices hoy estamos regresando luego de una semana de
descanso, y dado que ayer, en Argentina y en algunos otros países, hemos celebrado
el “Día del Amigo”, parece oportuno iniciar esta edición de “Pequeñas
Semillitas” con esta hermosa oración, de cuyo autor no tengo información:
“Señor Jesús, ayúdame a ser amigo de todos,
quiero ser un amigo que espere sin cansarse, que escuche sin fatigas. Que acoja
con cariño, que dé con amor. Quiero ser un amigo incondicional en la necesidad.
Ayúdame, Jesús, a ser esta presencia segura. A la que se pueda acudir cuando se
quiera. Ayúdame a ofrecer amistad conciliadora que produzca el crecimiento de
todos. Ayúdame a irradiar en la amistad tu paz, ¡Oh Jesús! Hazme siempre disponible y acogedor. Que tu
pensamiento no me abandone Jesús. Antes bien que permanezca en tu voluntad para
no quebrantar tu ley de amor. De este modo, Jesús, sin realizar obras
extraordinarias y sin hacerme el importante, que pueda ayudar a otros a
sentirte más cerca de ellos, porque los amas y eres su amigo en mi amistad.
Amén.”
¡Buenos días!
El sendero de las cosas
Lincoln dijo:
“Todavía concibo que se pueda ser ateo mirando la tierra; pero no acabo de
entender que se alcen, de noche, los ojos al cielo y decir que no existe Dios”.
La naturaleza revela y manifiesta la bondad, sabiduría y poder de Dios: tanto
los astros del cielo como la belleza de un rosal hablan al hombre de un Dios
maravilloso creador de cuanto existe.
Señor, ayúdame a encontrarte más cada día por
el sendero de las cosas. Dame ese sentido delicado que permite amar santamente
a todas tus criaturas, comprenderlas y aceptar sus dulces y fuertes lecciones.
Puesto que tú, Verbo de Dios, quisiste hacerte hombre, para parecerme a ti no
tendré que ser menos hombre, sino más y más divinamente hombre. Con la santa
sencillez cristiana, querría pasear mi oración contigo, Señor, por todas las
cosas de este mundo que es tuyo. Y en ellas te encontraré; porque no es
demasiado difícil saber dónde estás; lo imposible es saber dónde no estás.
Entrar en
contacto un poco más prolongado con la naturaleza nos acerca a una verdadera
fuente de sabiduría. Allí surgen emociones y vivencias que nos hacen amar más
la vida, para volver luego a nuestras ocupaciones habituales con nuevas
energías y nuevas ideas. Que sepas aprovechar la fuerza renovadora de la
naturaleza.
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, le interpelaron algunos escribas y
fariseos: «Maestro, queremos ver una señal hecha por ti». Mas Él les respondió:
«¡Generación malvada y adúltera! Una señal pide, y no se le dará otra señal que
la señal del profeta Jonás. Porque de la misma manera que Jonás estuvo en el
vientre del cetáceo tres días y tres noches, así también el Hijo del hombre
estará en el seno de la tierra tres días y tres noches. Los ninivitas se
levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se
convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás. La
reina del Mediodía se levantará en el Juicio con esta generación y la
condenará; porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de
Salomón, y aquí hay algo más que Salomón».
(Mt 12,38-42)
Comentario
Hoy contemplamos en el Evangelio a algunos maestros de la
Ley y fariseos deseando que Jesús demuestre su procedencia divina con una señal
prodigiosa (cf. Mt 12,38). Ya había realizado muchas, suficientes para mostrar
no solamente que venía de Dios, sino que era Dios. Pero, aun con los muchos
milagros realizados, no tenían bastante: por más que hubiera hecho, no habrían
creído.
Jesús, con tono profético, tomando ocasión de una señal
prodigiosa del Antiguo Testamento, anuncia su muerte, sepultura y resurrección:
«De la misma manera que Jonás estuvo en el vientre del cetáceo tres días y tres
noches, así también el Hijo del hombre estará en el seno de la tierra tres días
y tres noches» (Mt 12,40), saliendo de ahí lleno de vida.
Los de Nínive, por la conversión y la penitencia,
recobraron la amistad con Dios. También nosotros, por la conversión, la
penitencia y el bautismo, hemos sido sepultados con Cristo, y vivimos por Él y
en Él, ahora y por siempre, habiendo dado un verdadero paso “pascual”: paso de
muerte a vida, del pecado a la gracia. Liberados de la esclavitud del demonio,
llegamos a ser hijos de Dios. Es “el gran prodigio”, que ilustra nuestra fe y
la esperanza de vivir amando como Dios manda, para poseer a Dios Amor en plenitud.
Gran prodigio, tanto el de la Pascua de Jesús como el de
la nuestra por el bautismo. Nadie los ha visto, ya que Jesús salió del
sepulcro, lleno de vida, y nosotros del pecado, llenos de vida divina. Lo
creemos y vivimos evitando caer en la incredulidad de quienes quieren ver para
creer, o de los que quisieran a la Iglesia sin la opacidad de los humanos que
la componemos. Que nos baste el hecho Pascual de Cristo, que tan hondamente
repercute en todos los humanos y en toda la creación, y es causa de tantos
“milagros de la gracia”.
La Virgen María se fió de la Palabra de Dios, y no tuvo
que correr al sepulcro para embalsamar el cuerpo de su Hijo y para comprobar el
sepulcro vacío: simplemente creyó y “vio”.
+ Rev. D. Lluís ROQUÉ i Roqué (Manresa, Barcelona,
España)
Santoral Católico:
San Lorenzo de Brindisi
Doctor de la Iglesia
San Lorenzo de Brindisi, presbítero y doctor de la
Iglesia, de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, predicador incansable
por varias naciones de Europa, que de carácter sencillo y humilde, cumplió
fielmente todas las misiones que se le encomendaron, como la defensa de la
Iglesia ante los turcos que intentaban dominar Europa, la reconciliación de
príncipes enfrentados y el gobierno de su Orden religiosa. Murió en Lisboa, en
Portugal, el veintidós de julio de 1619.
Información más amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net
La frase de hoy
“Procura despertar cada mañana
con la idea de que
algo maravilloso
está a punto de
suceder”
Tema del día:
La Misa y los sentimientos
Existe una confusión, quizá demasiado extendida, y es que
“si no lo sentimos”, podemos no ir a misa. Incluso hay personas que han sido
aconsejadas –hasta por algún sacerdote– no asistir a Misa el domingo si no lo
sentían. De ser cierto estos consejos, significaría que el criterio moral para
evaluar la conveniencia de la asistencia a Misa sería el siguiente: Si lo
sientes, tienes el deber de ir a Misa; si no lo sientes no tienes que ir (o al
menos podrías no ir). Es un planteo que hace decisivos, desde el punto de vista
moral, los sentimientos.
Si nos colocamos en un contexto de buscar excusas para no
ir a Misa, el asunto sonaría de tal manera que sentirse bien en Misa sería una
carga, que me obliga a ir; y sentirse mal con la Misa, una fuerza liberadora
del precepto. Es muy evidente que hay algo que no funciona. En efecto, si
consideramos racionalmente la postura, nos daremos cuenta de que es
sencillamente un disparate.
De entrada hay que decir que el criterio señalado es
inaplicable. Para poder usarlo tendríamos que descubrir primero de qué
sentimientos se trata: sentir ganas de ir a Misa, sentir emoción en Misa,
aburrirse en Misa, sentir pereza, sentir simpatía o enojo con el sacerdote, sentir
más ganas de otras cosas y un largo etcétera de posibles sentimientos. Una vez
aclarado qué tipos de sentimientos aconsejarían no asistir a Misa; habría que
preguntarse qué intensidad de sentimiento sería necesaria para excusar de
pecado o cometerlo. De más está decir que todo este planteo carece de sentido.
Sabemos qué nos pide Dios en primer lugar: "Amarás
al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu mente, con toda tu alma y
con todas tus fuerzas". No nos pide buenos sentimientos, sino que amemos
"con obras y de verdad".
La superficialidad del argumento usado como justificante
del abandono de la práctica religiosa, supone además ignorar varias realidades:
• Desconocer el
valor salvífico de la Misa más allá de los sentimientos de los asistentes.
• Desconocer el
valor de la obediencia a las leyes de la Iglesia.
• Desconocer el
sentido del deber.
• Desconocer el
valor del sacrificio como expresión de amor.
• Desconocer la
psicología humana, ya que si dejo de hacer cosas buenas –está fuera de discusión
la bondad del sacrificio Eucarístico– que me cuestan, difícilmente tendré ganas
de hacerlas después. Y menos de apreciarlas. El valor de la Misa
El consejo sería válido si la única función de la Misa
fuera suscitar en quienes participan buenos sentimientos. Si fracasara en tal
intento –que sería su única razón de ser– efectivamente sería inútil, y no nos
serviría para nada la asistencia a la misma.
Pero la Misa es una acción divina, que santifica al mundo.
Hay en ella mucho más de lo que veo, de lo que toco, de lo que siento. De
manera que la Misa me sirve mucho más de lo que puedo darme cuenta, es más, no
sólo me sirve, la necesito para tener vida eterna.
En el caso de la Misa dominical hay en juego algo más que
la piedad: un precepto de la Iglesia. Y el cumplimiento de las leyes va más
allá de los sentimientos. En este caso, además, se trata de un precepto que
obliga gravemente (es decir, que su incumplimiento, en principio, es grave). Un
legislador jamás contemplaría entre las causas excusantes del cumplimiento de
la ley la carencia de sentimientos: los sentimientos no tienen lugar en el
ámbito jurídico porque no pueden ser medibles objetivamente.
En las relaciones humanas, la falta de sentimiento no
exime del cumplimiento de deberes familiares o sociales. Por el contrario, si
ése es el motivo del incumplimiento, lo hace más ofensivo. Si no asisto a la
celebración del cumpleaños de un amigo, seguramente podrá entender las razones
que me lo impiden. Pero si me justifico diciendo que no me dice nada su persona
y su celebración, lejos de excusarme, la explicación hará más dolorosa mi
ausencia, la convertirá en un auténtico desprecio.
Me parece que a Dios lejos de agradarle que un cristiano
no vaya a Misa porque no lo siente, le resulta más ofensivo. Y le “duele” que
no haga ningún esfuerzo por superar esa falta de sentimiento para estar con Él.
Sería muy egoísta la actitud de quien dejara de ir a Misa
cuando deja de “sentir”: como si sólo buscara “sentirse bien” y cuando no lo
consigue, la abandonara porque “ya no me sirve”. No vamos a Misa a sentirnos
bien, sino a participar del mayor acto de amor de Dios por los hombres; no
vamos a pasárnoslo bien, sino a dar Dios el culto que merece ofreciéndole nada
menos que la entrega de Cristo y a buscar la gracia que necesitamos para ser
buenos hijos de Dios. El valor de esto está mucho más allá de lo que yo pueda
sentir. A Dios no le molesta que no sienta nada. Él sabe bien cómo es mi estado
interior. Quiere que lo ame, incluso cuando mis sentimientos no me facilitan
ese amor.
Si una persona flaquea y por debilidad falta a Misa el
domingo, con humildad pedirá perdón al reconocer su falta, y Dios lo perdonará.
El problema aparece cuando se intenta justificar la falta, para que deje de ser
falta. Entonces, se confirma en el camino del abandono del cumplimiento de sus
deberes religiosos. Y esto, lejos de acercarlo al amor de Dios, lo alejará de
su presencia.
Material de un Curso de Liturgia
Nuevo video y artículo
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"Juan Pablo
II inolvidable"
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Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa
Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la
Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de
las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los
jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y
religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Hoy concentramos nuestras oraciones para pedir por la PAZ en el mundo, frente a los sangrientos sucesos que se están produciendo en Medio Oriente, en Ucrania y en algunas otras regiones. Que María, Reina de la Paz, ruegue por este planeta y sus habitantes.
Hoy concentramos nuestras oraciones para pedir por la PAZ en el mundo, frente a los sangrientos sucesos que se están produciendo en Medio Oriente, en Ucrania y en algunas otras regiones. Que María, Reina de la Paz, ruegue por este planeta y sus habitantes.
Tú quisiste,
Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de
manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora
las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a
cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de
sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse
unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos
por Cristo nuestro Señor.
Amén
Un estímulo todos los días
Julio 21
Los atardeceres del otoño no son iguales a los
atardeceres de la primavera. Las ramas de los árboles no tienen el mismo
aspecto en invierno o en verano. La hiedra va creciendo. Tú tampoco eres igual,
la vida te va transformando constantemente.
El problema es que los seres humanos podemos ser cada vez
mejores, pero también podemos ser cada vez peores, podemos degradarnos
espiritualmente.
Podemos ser personas cada vez más pacíficas, más
generosas, más sinceras, más libres. Pero también podemos estar cada vez más
insatisfechos, tristes, resentidos, podemos volvernos más quejosos, egoístas,
cerrados.
¿Hacia dónde se dirige tu vida en este momento? ¿Qué
estás haciendo de tu propio ser?
Mons. Víctor Manuel Fernández
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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